poemas vida obra v

Poema Vino de Julie Sopetrán



Es un brindis de invierno hecho de soledades
Pequeñas dimensiones de procesos vividos:
Cristales de la nada vilanos que se rompen
O el corazón volando por todos los toneles
Dejo que pase el tiempo perdida en tu mirada
Los vidrios de la tarde se han llenado de lunas
Y este sabor a mosto me reposa lo interno
Y me analiza estancias donde crece lo amargo
Acidez y dulzura, vendimia y sedimento
Fermentación que aroma los orujos pisados
La cuba de mis sueños huele a llanto en el aire
Es como un sabor tártaro paladar de silencios
Y es que el dolor no es agua es un proceso largo
De haber llorado mucho dentro de tu pellejo.

WINE

The vineyard is dry
And the vine shoots are burning in my fireplace
It is cold outside
I am thinking about you
Time passes quickly spring is coming
The night is wintry
In my warm house I sit
I have a glass of wine to share with you
To taste, to toast
It was my father?s harvest
Life is as the color of pressed wine:
As our life?s?
We drink for the times, the flavor, the gestures,
The pain, the love?
Our tears seem the same
Saved inside the wine casket
Where the good wine is kept!



Poema Visitación de Blanca Varela



Dejé al demonio encerrado
en un cajón
en su pequeño lecho de crespón

afuera el ángel vuela
toca la puerta
espera

en una mano la rima
como una lágrima
en la otra el silencio
como una espada

échame de mi cuerpo
son las doce
sin sol ni estrellas



Poema Visita Del Viernes de Omar García Ramírez



Yo me quedé así recostado dejando que el tinto resbalara garganta abajo, buscando el estómago frío. Claro, no lo niego, también eran ganas de radio bemba, del chisme, del correveidile, de saber adónde se había ido la muchacha de la falda de flores, la muy espigada y siempre en flor, cosechera de la primavera del valle.

La madre
se quedó mirando la ventana
como sin un barco lejano
alzara el vuelo
sobre nubes de cerúleos óleos espesos.
Un lienzo
embadurnado por un dios goyesco
en la quinta del sordo estelar.
?Sí, cómo saberlo…,
Mando una postal desde Londres…?
?Me dijo al fin?. Era una postal bonita con esas casas antiguas de torres de piedra… ¿Cómo es que se llaman?.
?Castillos- le dijo él,
Mejor dicho le dije yo, …
y se quedó mirando el humo del cigarro que se iba hacia una tarde, en donde la lluvia parecía entrar con música de primavera.
?No sé, a lo mejor era un castillo ?. Le respondió la mujer, que siguió con su café sin dejar de mirar por la ventana? Me decía en sus cartas, que había fantasmas y vajillas de platas que se movían en la noche con sus reflejos de lunas quebradas.
Y luego desde Italia. Ud. debe saber joven que ella era una mujer que no le gustaba quedarse quieta en un solo sitio, además su belleza se lo impedía, ¿cómo se iba a quedar una mujer tan bella ella, pelando papas y friendo filetes de cordero para un tendero?… Así fuese un granjero, ella no estaba para esas cosas. Ud. sabe cuando se tienen sueños y cosas así,…¿cómo decirle,..cómo decirlo…?
Había una ciudad sobre un río o sobre el mar…
-¿Venecia?
?Sí Venecia…¿Cómo lo sabe?, ¿ella también le escribió?.
?No, nunca… Pero esas cosas están en los libros de geografía, usted sabe señora. No es que haya leído mucho, pero a veces, la curiosidad, señora…
?Ah, sí, y luego desde un país del que sí recuerdo el nombre, desde Grecia…Yo de niña siempre soñé con ir a Grecia…No sé ni dónde queda pero me la imagino,
bueno ella…
Lucía pálida y delgada pero parecía feliz, me mandó unas fotos desde una playa rocosa con un mar de azul intenso,…
No, mares por aquí no se ven así de azules, como de película.
(y me pasó una foto en donde ella lucía como una sirena del Egeo, tal vez más delgada y pálida, pero a mí me parecía una sirena del Egeo, con sus cabellos largos y negros y sus piernas afiladas y bruñidas sobre una roca blanca. Y pensar que de niños comíamos tamarindos, mangos, chontaduros…)

?Después desde Egipto.
continuó su madre sin dejar de mirar por la ventana.
?¿Quiere más café joven?
?No señora muchas gracias.
?Estaba con un hombre gordo de mostachos y ella ya estaba muy cambiada; mírela. (Me pasa una fotografía, está gorda y claro, mucho más morena.)
Pero ahora…?continuó la madre? no sé,… hace dos años y ya no envía nada, ni una carta,
ni una llamada, ni siquiera una postal con las pirámides de Memón.
?De Keops señora.
?Eso, de Keops.
Luego ella (la señora) se quedó callada por varios minutos, como tejiendo una frase que nunca llegaba a engarzar en las agujas del tiempo. ?¿Y usted?? Me preguntó por fin.
?Ahí en la fabrica usted sabe señora, casi diez años y bueno…. Ahí va uno envejeciendo como un animal de factoría, Doña Isabel.
A estas alturas ya casi ni recuerdo. Es un buen puesto, no me puedo quejar…

?Es mejor ? me dijo ?, es mucho mejor que olvide joven.?
?Sí señora es mucho mejor… Sí señora ?. Le respondí.
Y seguí mirando la fotografía de la sirena sobre la roca del mar Egeo. Parecía que sus cabellos ondearan por la brisa,…
Al final creo que me sonreía.



Poema Verano de Isabel Rodríguez Baquero



Vivace

I
Tan alta era, tan alta,
la torre de tu cuerpo.

Y tan honda, tan honda,
mi raíz de misterio.

Yo no acerté a escalarla.
Tú no bajaste al fondo
profundo del deseo.

(Primavera lloraba
soledad a lo lejos)

Se levantó la noche
desde un mar de silencio.

II
Qué fulgor derramado esta luna de cera,
qué imparable este río
de mis venas abiertas
vertiéndose incesante en tu mar sin orillas.

Qué raudal de agonía
desatinada y plena,
de mi boca a tu boca,
de mi mar a tu arena.

Qué deslumbrante herida,
qué llama inapagada,
qué dulce y ardua furia de vientos anudados,
qué tierna la derrota despues de la batalla…



Poema Vencida de Pureza Canelo



Dónde el anillo
Dónde la yerba, saboreo
y él perdido en ella?
Las flores apretadas
Como besos y palmas
La luz abriendo
caricias
en la cima de la tierra.

Es la calma
del amor vencido.
Del amor, vencida.

Dónde el anillo
Dónde la cita
claridad del poema?

Cruzándose el cielo
aves con ansia suben
hasta hacer de la dicha
un punto de cruz
que se borda en la tarde.

Atrapada
una rosa
está en el suelo.
Es la duna
del amor
vencido
vencida
oración
tan honda.

De «Pasión inédita»



Poema Viene La Noche de Else Lasker-schuler



Viene la noche y me sumerjo en las estrellas,
Para no olvidar en el alma el camino a casa
Pues se enlutó hace mucho tiempo mi pobre país.

Descansan nuestros corazones emparentados de amor,
Emparejados en una cáscara:
Blancas almendras-

Sé que tienes, como antes, mi mano
Encantada en la eternidad de la lejanía…
Ah, mi alma crujió cuando me lo confesó tu boca.

Versión de Sonia Almau



Poema Vals de Pablo Neruda



Yo toco el odio como pecho diurno,
yo sin cesar, de ropa en ropa vengo
durmiendo lejos.

No soy, no sirvo, no conozco a nadie,
no tengo armas de mar ni de madera,
no vivo en esta casa.

De noche y agua está mi boca llena.
La duradera luna determina
lo que no tengo.

Lo que tengo está en medio de las olas.
Un rayo de agua, un día para mí:
un fondo férreo.

No hay contramar, no hay escudo, no hay traje,
no hay especial solución insondable,
ni párpado vicioso.

Vivo de pronto y otras veces sigo.
Toco de pronto un rostro y me asesina.
No tengo tiempo.

No me busquéis entonces descorriendo
el habitual hilo salvaje o la
sangrienta enredadera.

No me llaméis: mi ocupación es ésa.
No preguntéis mi nombre ni mi estado.
Dejadme en medio de mi propia luna,
en mi terreno herido.



Poema Vega En Calma de Emilio Prados



Cielo gris.
suelo rojo…
De un olivo a otro
vuela el tordo.

En la tarde hay un sapo
de ceniza y de oro.

Suelo gris.
Cielo rojo…

Quedó la luna enredada
en el olivar.

¡Quedó la luna olvidada!



Poema Versos Compuestos En Una Sala De Conciertos de Samuel Taylor Coleridge



¡Oh! Dadme, libre ya de esta escena sin alma,
escuchar a aquel músico viejo, ciego y canoso,
a quien, desde los brazos del alma, besé un día:
sus aires escoceses y sus bélicas marchas,
a la luz de la luna, en perfumada noche
de estío, mientras danzo junto al heno esparcido,
con chicas que sonríen entre un brillo de bucles.
O, si el ocaso pone su púrpura en remansos
del lago en calma, terso, dejadme que me esconda,
sin ser visto ni oído, tras los alisos. Flota,
atada a sus raíces una lancha de pesca,
y en su asiento atildado descansa Edmundo y deja
que le mezca la lancha perezosa, y arranca
a su flauta una música tan ardiente y tan triste,
que unas lágrimas dulces en el rostro le tiemblan.

Y si corre, Ana mía, el viento de la noche
y la ráfaga hiciese crujir el cobertizo
y chillar agriamente al gallo, entre la lluvia,
¡qué bueno oírte alguna balada triste, triste,
de un náufrago perdido, que flota en la tormenta
y a quien, bajo la arena, su viejo amor sepulta!
Oírte, ¡oh, delicada mujer! , pues tu voz guarda
todas las melodías y goces melancólicos
de la Naturaleza: de pájaros y de árboles,
del quejumbroso mar en las cavernas verdes,
y música y murmullo de donde tiembla, rígida,
al súbito airecillo, la hierba en los brezales.

Versión de Màrie Montand



Poema Venus de Joseph Von Eichendorff



¿Por qué vuelves a despertarme, primavera?
Un soplo extraordinario corre sobre la tierra
Y hace resucitar todo antiguo deseo.
Dulce estremecimiento provoca esto en mi cuerpo.

Miles de cantos saludan a la preciosa madre,
Que, rejuvenecida, con la corona nupcial nos embelesa;
El bosque quiere hablar, los ríos corren con un murmullo,
Las náyades cantando surgen y se sumergen.

Veo salir la rosa de su verde clausura
Y, al soplar los aires seductores,
Sonrojada extenderse en la tibia corriente.

También a mí me haces salir de mi plácida estancia -.
Y con dolor tengo que sonreír ahora en primavera,
Hundiéndome de anhelo en medio de perfumes y clamores.

Incluida en «Das Marmorbild»

Versión de Alfonsina Janés



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