poemas vida obra u

Poema Un Poema de Antonio Colinas



Ciervos que en la espesura,
o junto al agua quieta de las charcas,
bajo luna madura,
amarillenta,
se llaman y responden,
se llevan y nos traen
con la brisa
(como los ruiseñores)
nuestra esperanza en otra vida no mortal.



Poema Una Muerte Del Niño Jesús de Antonio Cisneros



No he prendido el lamparín de kerosene desde hace cuatro noches.
Mis ojos sin embargo están clavados en la mecha reseca.
Ciego ante las tinieblas como es ciega la polilla ante la luz.
Mis ojos de carnero degollado. Pobre mierda: lechuza de las dunas.

Y sé que el Niño no premia ni castiga. Aquí no hay Dios.
Y sé que hay luna llena pues me duelen las plantas de los pies.
Luna que en un par de horas ya será más oscura que este cielo.
Y Aguas y vientos color de uva rosada.
Y los devotos entonces a la mar ?por unos pocos peces.
Y las devotas entonces a los campos ?por unos pocos higos.
Tanta vaina carajo. El gallo enterró el pico.
Un mar de cochayuyos y malaguas y un arenal de mierda.
Somos hijos de los hijos de la sal.
No haré un huerto florido en esta tumba. A Mala iré,
por fiar mangos verdes y maduros y una torre de plátanos.
Después
por mi negocio iré. Todo a Lima, compadre, a Lima iré.
El Niño está bien muerto. El aire apesta.
Clavo la puerta.
Entierro la atarraya.
Enciendo el lamparín.



Poema Una Madre Habla De Su Muchacho (chilca, 1967) de Antonio Cisneros



Es mi hijo el menor. El que tenga ojos de ver no tenga duda.
Las pestañas aburridas, la boca de pejerrey, la mismita pelambre del
erizo.
No es bello, pero camina con suma dignidad y tiene catorce años.
Nació en el desierto y ni puede soñar con las caladrias en los
cañaverales.
Su infancia fue una flota de fabricantes de harina de pescado atrás
del horizonte.
Nada conoce de la Hermandad del Niño.
La memoria de los antiguos es un reino de locos y difuntos.
Sirve en un restaurant de San Bartolo (80 libras al mes y dos platos
calientes cada día).
Lo despido todas las mañanas después del desayuno.
Cuando vuelve, corta camino entre las grúas y los tractores de la
Urbanizadora.
Y teme a los mastines de medianoche.
Aprieta una piedra en cada mano y silba una guaracha. (Ladran los
perros.)
Entonces le hago señas con el lamparín y recuerdo como puedo las
antiguas oraciones.



Poema Un Perro Negro de Antonio Cisneros



Un perro. Un prado.
Un perro negro sobre un gran prado verde.

¿Es posible que en un país como éste aún exista un perro
negro sobre un gran prado verde?

Un perro negro ni grande ni pequeño ni peludo ni pelado
ni manso ni feroz.

Un perro negro común y corriente sobre un prado ordinario.
Un perro. Un prado.

En este país un perro negro sobre un gran prado verde
Es cosa de maravilla y de rencor.



Poema Una Gota De Agua de Ángeles Carbajal



Una gota de agua sobre un cristal se vuelve a veces
un borroso círculo de polvo. Yo no quiero que esta
lágrima -y por eso me la trago
se convierta en otra cosa.



Poema Un Espacio Para Tí de Ángeles Carbajal



Habrá un día en mi vida
un espacio para ti al que siempre
podrás volver sin que te haga daño;
allí donde yo te haya olvidado
y tú no me recuerdes.

Entretanto, no temas.
Ya sabes que el invierno es solamente
un sortilegio de aire y lluvia
sobre los días
y en esas noches
en las que pasa de largo nuestra soledad.



Poema Un Enamorado Importuno Presenta Sus Excusas de Ángeles Carbajal



No fue mi intención,
disculpa.
No se elige el amor,
es como una marea…

No sé cuándo
devolverá a la playa
mi tembloroso corazón
desnudo y roto.



Poema Usura De Amor de John Donne



Por cada hora que ahora me concedas,
te entregaré,
Dios usurero del Amor, a ti, veinte,
cuando a mis cabellos negros los grises sean iguales.
Hasta entonces, Amor, deja que mi cuerpo reine, y deja
que viaje, me quede, aproveche, intrigue, posea, olvide;
la del año anterior retorne, y piense que aún
no nos conocíamos.

Deja que imagine mía la misiva de cualquier rival,
y nueve horas después cumpla la promesa
de la media noche. En el camino tome
a doncella por señora, y a ésta le hable del retraso.
Deja que a ninguna ame, ni a la diversión siquiera.
Desde la hierba del campo hasta las confituras de la Corte
o fruslería de la urbe, deja que informes
a mi mente la transporten.

Esta oferta es buena. Si, cuando viejo, por ti
soy inflamado;
si tu honor, mi pudor o mi dolor
codicias, más a esa edad podrás ganar.
Haz tu voluntad entonces; entonces objeto y grado,
y frutos del amor. Amor, a ti someto.
Déjame hasta entonces. Lo acataré, aunque se trate
de una que me ame.

Versión de Purificación Ribes



Poema Ula de Angel Crespo



Aquella noche te llamabas Ula
y huías ululando por la nieve.
Aquella noche escandinava
en que las alas de la nieve
entraban por debajo de la puerta
y, ateridas, se desplumaban
-yo te veía figurarte en Ula,
estremecida por el fuego,
e internarte en el bosque
en connivencia con lo oscuro.

Es verdad que no traspasaste
la puerta de la casa
-pero ésa eras la otra-
mientras, melena al viento,
Ula, con pies alados,
asustaba a la noche.

¿Cómo lograste, cómo hubiste
que aquélla fueras, que la nieve
te cambiase aquel nombre
-y que tus pies dejaran
huellas legibles: y dejases
a tu conmigo amando
de mentidor testigo?

Y entonces me mirabas: cuando ibas
alzándote ululante
-delicada Eloísa de la nieve-
mientras yo el albedrío te entregaba
de mano de mi lengua.



Poema Una Muchacha de Andres Trapiello



(Sobre de un tema de Anacreonte)

Pienso que tú, y el sueño me envanece,
una muchacha sólo,
vendrás hacia mi encuentro preguntando por mí.
Juegas con una rama de mirto y da tu pelo,
como rosa, leve sombra a tu espalda.

Mas yo, después de tanto tiempo solo,
¿cómo sabré besarte sin que dejes
de jugar con tu rama,
sin que mis manos borren
la sombra de esos pétalos?

Es, pues, mejor que sigas
vagando por mi sueño.
No quieras ser real
ni vengas hasta mí. Vete, muchacha.
Hay todo un mar enfrente de las ruinas.

«Acaso una verdad» 1993



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