poemas vida obra s

Poema Silencio de Aurelio Arturo



Cabelleras y sueños confundidos
cubren los cuerpos como sordos musgos
en la noche, en la sombra bordadora
de terciopelos hondos y olvidos.

Oros rielan el cielo como picos
de aves que se abatieran en bandadas,
negra comba incrustada de oros vivos,
sobre aquel gran silencio de cadáveres.

Y así solo, salvado de la sombra,
junto a la biblioteca donde vaga
rumor de añosos troncos, oigo alzarse
como el clamor ilímite de un valle.

Ronco tambor entre la noche suena
cuando están todos muertos, cuando todos,
en el sueño, en la muerte, callan llenos
de un silencio tan hondo como un grito.

Róndeme el sueño de sedosas alas,
róndeme cual laurel de oscuras hojas
mas oh el gran huracán de los silencios
hondos, de los silencios clamorosos.

Y junto a aquel vivac de viejos libros,
mientras sombra y silencio mueve, sorda
la noche que simula una arboleda,
te busco en las honduras prodigiosas,
ígnea, voraz, palabra encadenada.



Poema Sofía 2 de Jean Arp



¿Cuál era tu sueño
cuando dejaste esta orilla?
¿Soñabas con una balsa de estrellas a la deriva,
soñabas con abismos de candor?

Separaste las esferas intransigentes
para tomar una flor.
Eras el eco de un mundo de luz.

Las mariposas representan una escena de tu vida
que muestra el despertar de la aurora en tus labios.
Una estrella se forma siguiendo tu diseño.

La cortina del día cae para ocultar los sueños.
Eres una estrella que se transforma en flor
La luz se desliza bajo tus pies
y alas radiantes te rodean como un cerco.

La flor se balancea en sus alas.
Ostenta una joya de rocío.
Sueña con una lágrima de sutileza.
Sus besos son perlas.

Ella desaparece, desaparece
en su propia luz.
Ella desaparece, desaparece
en su pureza, en su dulzura.

Soñaste sobre el índice del cielo
entre los últimos copos de la noche.
La tierra se cubrió de lágrimas de gozo.
El día se despertó en una mano de cristal.

De «On my way»

Versión de Aldo Pellegrini



Poema Stane, Capitán de Tudor Arghezi



Hay revuelta en el campo.
-Buenos muchachos, hacia dónde van?
No es día de mercado ni de feria.
-A la buena de Dios vamos andando.
Bendito seas, viejo!
Como no estamos muertos todavía
y como ya llegó la primavera
vamos a acariciar a los Boyardos!
-Y ustedes saben lo que van a hacer?
-No, no lo hemos pensado todavía.
Nos ahoga la hiel.
Está que se revienta.
-Me parece
que no se puede hacer un buen trabajo
sin orden.
Mucha sangre de ustedes va a perderse.
Por qué correr tan lejos como tontos?
Por qué no han escogido un capitán?
-Tenemos uno: Stane.
-Oyeme un poco, Stane, capitán,
qué han decidido hacer en Straoine?
Por qué correr así a pie por los caminos,
sin otra cosa que los propios hombros
y las mochilas rotas?
Es ésta una revuelta o una broma?
Y ya que hablamos de esto, qué va a pasar mañana
cuando escupan ustedes la cara de la ley
sin prevenirlo todo?
-Qué caramba! Ya ves,
no se nos ocurrió pensar en eso.
Y los hombres se fueron,
largo tiempo marcharon
como lo dije antes, a la buena de Dios.
Se divisó más tarde desde lejos
que el horizonte ardía como escoria,
los álamos flameaban como antorchas.
Rebaños de caballos y de bueyes
mugían, relinchaban,
del lado del incendio.

Los hombres destrozaron los divanes,
defecaron adentro de los pianos de cola,
demolieron armarios,
los vaciaron con furia
y todo lo incendiaron:
tapices, ropas, camas,
sillones y cortinas,
vertiginosamente.
Reventaron los cuadros a patadas,
quemaron las despensas,
y aunque allí había en cantidad vituallas escogidas
y barricas repletas de los vinos más caros,
ni siquiera probaron una miga de pan,
porque sabían ellos que el tesoro
allí se acumuló
a costa de pecados y de sangre.

Atardecer. Vuelve a la aldea un grupo.
El viejo reaparece.
Viene un hombre con un violín en la mano,
viene otro con un ovillo de hilo,
otro trae el respaldo de una silla,
otro una pala, otro un rastrillo roto…
-Caramba! oí que mugían los rebaños
de bueyes, balaban los corderos,
oí que relinchaban los caballos.
Creí que traerían el ganado,
carros llenos de trigo hasta los bordes!
El incendio duró toda la noche!
Y es esto todo lo que han hecho ustedes
después de sufrir tanto, después de esperar tanto?
Es esta la victoria que esperaban?
Pero, entonces, por qué se amotinaron?
-Caramba!, dice Stane, no pensemos en eso.

Versión de Pablo Neruda
«De 44 poetas rumanos» Ed. Losada



Poema Salmo de Tudor Arghezi



Te busco en el bullicio, en el silencio,
y así como a una presa te persigo
por ver si tú eres el halcón que busco
y postrarme a tus pies o aniquilarte.

Entre la negación y la creencia
ando en tu siga inútil y audazmente.
Eres el alto sueño que mantengo:
no puedo derribarte de tu cielo.

Como en la superficie de una charca
de pronto te apareces o te ocultas,
te distingo entre estrellas o entre peces
como el toro salvaje cuando bebe.

En esta hora a solas con tu historia
he decidido combatir contigo
y no quiero alcanzar una victoria
sino tocarte y proclamar que existes.

Versión de Pablo Neruda
«De 44 poetas rumanos» Ed. Losada



Poema Si Sólo Pudiera Verte de Manuel José Arce



Si sólo pudiera verte
y sólo escuchar tu risa.

Si sólo fuera la brisa
que en tu pelo se divierte.

Si sólo fuera el inerte
ladrillo que tu pie pisa

o el agua que se desliza
sobre ti sin conocerte.

Si sólo fuera el no verte,
mas sin la muerte y la prisa.



Poema Séptimo de Manuel José Arce



Tus nobles manos buenas.
Tus manos dulces sobre mi veneno.
Qué llamas tibias, compañera,
entre agujas de invierno.
Qué dos brasas serenas.
En ellas el milagro que sólo mi alma y yo sabemos.
El cielo limpio en ellas.
Pósalas, compañera, como dos alas médicas
sobre el turbio hemisferio
de mi cabeza.
Sobre el dolor que tengo
de no ser Dios y sobre mis tormentas,
posa tus manos dulces de silencio,
quietas de amor, grávidas y eternas.
Siembra la fe en mi frente igual que un trigo bueno
con tus manos morenas.
Puerto de paz tus manos en mi pecho.
Como dos puertos son, como dos puertas
luminosas al cielo
que siempre están abiertas.

Soy el marino loco, ebrio de viento.
Vengo del mar oscuro, compañera.
a sal me sabe el sueño.
Traigo las manos viejas.
Soy tu marino amargo que vuelvo de los mares de los muertos
con la proa encendida y encendidas las velas
tras apagar los fuegos de San Telmo.
Vengo a tus manos plenas,
a tu profundo pecho
terrestre y generosa, compañera.
Vengo
al puerto de tus manos que es la tierra
firme en que tengo
hijo y cosecha,
amor, fuego
de hogar, semilla plena,
jubiloso arado, pecho tranquilo y fuerte, raíz, suelo,
agua clara y noble sal para mi mesa.
Y limpio, casto don para mi lecho.

¡Qué llamas tibias, qué brasas serenas,
qué dulces alas de sereno vuelo
tus manos en mi alma, compañera!

Queda mi arboladura en este suelo.
Mi ancla en esta tierra.



Poema Si Yo Muero Allá Lejos de Guillaume Apollinaire



Si yo muero allá lejos en el frente de guerra
Tú llorarás un día oh Lou mi gran amor
y después mi recuerdo se apagará en la tierra
Como un obús que estalla en el frente de guerra
Bello obús semejante a la mimosa en flor

Más tarde este recuerdo que en el aire ha estallado
Cubrirá con mi sangre la tierra toda entera
El valle el mar y el astro que pasa como al lado
De Baratier los frutos de oro en primavera

Presencia en cada cosa olvidada y viviente
Yo encenderé el color de tus senos rosados
Encenderé tus labios y tu cabello ardiente
Tú no envejecerás y todo lo existente
Cobrará nueva vida sobre el destino amado

La fuga ineluctable de mi sangre en el mundo
Dará un fulgor más vivo al sol agonizante
Hará la flor más roja y hará el mar más profundo
Un amor inaudito descenderá hasta el mundo
Y tendrá más poder en tu cuerpo tu amante

Si al morir allá lejos mi recuerdo se olvida
Recuerda Lou en los éxtasis más puros de tu vida
-En tus días de ardor y pasión amorosa-
Que mi sangre es la fuente de esta dicha futura
Y siendo la más bella sé tú la más dichosa
Oh mi amor oh mi única oh mi inmensa locura!

Versión de Andrés Holguín



Poema Surrealismo Al Aire Libre de Jorge Enrique Adoum



El insólito encuentro de una máquina de coser
y un paraguas en un mesa de operaciones

o relojes con ojos.
De modo que pensabais
que había que inventar los increíbles.
Pero, entonces, ¿no habéis estado
en mi país, en mis países, nunca supisteis
lo que pasa en su paisaje de colores
en cólera, por ejemplo una bota
con espuela y un sombrero de cura
encima de un cadáver, de un indio
por más señas, como si no bastaran
los piojos de su historia, cuentas
de avemarías? Oh loca simetría de uniformes
en la humilde dictadura del difunto,
y es tan sabido el cada día americano
que también lo morimos de memoria,
y es tan igual a la vejez el hambre
cuando empieza por adentro a desvestirnos,
y están los dientes importantes que nos muerden
la tierra, y la Virgen con gorra y con polainas.

Eso es así, es así, es así más que qué, más
Américas en las bodegas del olvido, más
eco regresando a la puerta del grito,
buscándose la culpa como una culebra.
Qué sabíais, entonces, si no estas estampas,
si no esta atroz baraja del delito,
ni cómo inventaríais nada igual a ese
muerto que murió sin decir nada, llorándose
los gusanos que le quedaban desde
cuando le dejaron un rato sin matarle.
Pero esto no es pintura ni palabra
lograda: sucede, nada más, después
de misa, después de la independencia y otras
tonadas de larga duración. Pero la sangre,
no el llanto, tiene ahora la palabra
y ha de reír mejor al último de tanto.

De «Yo me fui con tu nombre por la tierra» 1964



Poema Soneto de Manuel Acuña



Porque dejaste el mundo de dolores
buscando en otro cielo la alegría
que aquí, si nace, sólo dura un día
y eso entre sombras, dudas y temores.

Porque en pos de otro mundo y de otras flores
abandonaste esta región sombría,
donde tu alma gigante se sentía
condenada a continuos sinsabores.

Yo vengo a decir mi enhorabuena
al mandarte la eterna despedida
que de dolor el corazón me llena;

Que aunque cruel y muy triste tu partida,
si la vida a los goces es ajena,
mejor es el sepulcro que la vida.



Poema Son Tres Los Zopilotes de Yolanda Pantin



Mira volar los zopilotes son horrendos
Allí están en la cornisa del otro edificio

Mientras sirvo el café las aves negras
se han posado en la antena parabólica diríase atalaya

Cada uno conserva el equilibrio que es suyo y no del Otro
-¿De quién comen?

Ahora vuelan sin moverse no hacen ruido
Son tres los zopilotes ya lo he visto

una madre y dos de sus pequeños
o una pareja de amantes y su sombra



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