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Poema Soneto Vi de Garcilaso De La Vega



Por ásperos caminos he llegado
a parte que de miedo no me muevo;
y si a mudarme a dar un paso pruebo,
y allí por los cabellos soy tornado.

Mas tal estoy, que con la muerte al lado
busco de mi vivir consejo nuevo;
y conozco el mejor y el peor apruebo,
o por costumbre mala o por mi hado.

Por otra parte, el breve tiempo mío,
y el errado proceso de mis años,
en su primer principio y en su medio,

mi inclinación, con quien ya no porfío,
la cierta muerte, fin de tantos daños,
me hacen descuidar de mi remedio.



Poema Soneto V de Garcilaso De La Vega



Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.



Poema Soneto Ix de Garcilaso De La Vega



Señora mía, si yo de vos ausente
en esta vida turo y no me muero,
paréceme que ofendo a lo que os quiero,
y al bien de que gozaba en ser presente;

tras éste luego siento otro accidente,
que es ver que si de vida desespero,
yo pierdo cuanto bien bien de vos espero;
y ansí ando en lo que siento diferente.

En esta diferencia mis sentidos
están, en vuestra ausencia y en porfía,
no sé ya que hacerme en tal tamaño.

Nunca entre sí los veo sino reñidos;
de tal arte pelean noche y día,
que sólo se conciertan en mi daño.



Poema Soneto Iv de Garcilaso De La Vega



Un rato se levanta mi esperanza:
mas, cansada de haberse levantado,
torna a caer, que deja, mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? ¡Oh corazón cansado!
Esfuerza en la miseria de tu estado;
que tras fortuna suele haber bonanza.

Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte, que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso.

Muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros, como quiera,
desnudo espirtu o hombre en carne y hueso.



Poema Soneto Iii de Garcilaso De La Vega



La mar en medio y tierras he dejado
de cuanto bien, cuitado, yo tenía;
y yéndome alejando cada día,
gentes, costumbres, lenguas he pasado.

Ya de volver estoy desconfiado;
pienso remedios en mi fantasía;
y el que más cierto espero es aquel día
que acabará la vida y el cuidado.

De cualquier mal pudiera socorrerme
con veros yo, señora, o esperallo,
si esperallo pudiera sin perdello;

mas no de veros ya para valerme,
si no es morir, ningún remedio hallo,
y si éste lo es, tampoco podré habello.



Poema Soneto Ii de Garcilaso De La Vega



En fin, a vuestras manos he venido,
do sé que he de morir tan apretado,
que aun aliviar con quejas mi cuidado,
como remedio, me es ya defendido;

mi vida no sé en qué se ha sostenido,
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuanto corta una espada en un rendido.

Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte:

¡basten las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte!



Poema Salomé de Efrén Rebolledo



Son cual dos mariposas sus ligeros
pies, y arrojando el velo que la escuda,
aparece magnífica y desnuda
al fulgor de los rojos reverberos.

Sobre su oscura tez lucen regueros
de extrañas gemas, se abre su menuda
boca, y prodigan su fragancia cruda
frescas flores y raros pebeteros.

Todavía anhelante y sudorosa
de la danza sensual, la abierta rosa
de su virginidad brinda al tetrarca,

y contemplando el lívido trofeo
de Yokanán, el nubil cuerpo enarca
sacudida de horror y de deseo.



Poema Ser De Ti de Efrain Huerta



I

Ser de ti y en tu rostro
asir nuestros espacios;
limitar lo invisible
muy cerca de tus labios.

Prenderme con mi noche
y olvidarme en tus aguas;
deshojar nuestros campos
en el cristal del aire.

En medio de mis años
intimar tus corolas
y en el claro de tu alma
deslizar mis delirios.

Ser de ti con la música
que inventamos al mundo
y en el contorno nuestro
cristalizar paisajes.

II

Nubes cerca de ti
flotando en medio
de la voz que del agua
se acerca a tus oídos.

¿Hacia dónde la luz
y las manos del viento?
Rojo algodón de nube
lejos y entre los árboles
una voz que fue tuya
o del agua o del aire.

¿En qué sitio la luz
y tus manos al viento?

III

Luz de luna de bahía
luz que bebía tu boca
con las ansias de los aires
y la inquietud de las olas

luz que bebía tu boca
con la figura ligera
y la suavidad de cielo
en que mis peces nadaban

con las ansias de los aires
y el miedo verde a la muerte
con sus doradas aletas
y sus gracias marineras

y la inquietud de las olas
resbalando en tu figura
como luz de luna abierta
deshecha en tus ojos frescos.



Poema Si Tuviera Un Amigo de Efraín Bartolomé



Si tuviera un amigo
o un hermano mayor con la mirada dulce
o un padre con la mano sobre mi hombro
o una madre tocándome la frente
le diría que es tarde que ha llovido
y que estuve abrazando a una mujer (su llanto ardía)
y nos dolía la noche porque estábamos juntos
pero yo me había ido

(Mi caudaloso amor: este páramo seco
este cauce polvoso de un río que murió soñando sauces
estuvo aquí total completo
Pero un día cambió
Se tornó un arroyuelo cálido que recorría la casa
Me seguía silencioso o maullando como un pequeño gato triste
Escuchábamos jazz
Leíamos poemas entrañables mientras ella volvía

Yo la esperé junto a una fuente turbia
Hasta el hastío más hondo
Hasta el zumbar de moscas en el espejo de agua
Hasta escupir la fiebre

Primero fue el tizón del horizonte
El cráneo a punto de estallar del que lo duda todo
Después la noche y su cerrado enjambre de insectos
derribándome

Mis ojos fueron nido de su veneno negro
Fui su prisión su casa fui su invadido continente

El río de otro tiempo reptaba en mi interior como canción amarga

¿A qué dolerse ahora?
El río sólo sigue la dirección del cauce
El tiempo pasa
El fuego quema
La quietud se adueñó de todos los objetos
y los hizo silencio piedra seca silueta solamente

Las fauces de la noche triturarán mis fémures
Me alcanzará el incendio de los días
Me convertiré en humo en polvo en nada
En sombra de la nada

¿A qué dolerse ahora?
Cuerpos de sal Agua del tiempo
Sal que en el agua se disuelve
somos.

«Música solar» 1984



Poema Sectas de Eduardo Zambrano



Hay quienes temen perder la eternidad
en un momento.
otros pierden todos los días el momento
al resguardo de la eternidad.

Dos sectas.
Dos abismos paralelos.

Pero qué se puede salvar de los salvos
sino el excremento.
Y qué se puede salvar del excremento
si no es un tufo de bondad.



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