poemas vida obra s

Poema Soneto Xxv de Francisco De La Torre



Con toda la cabeza de Medusa
tiranamente trata mi firmeza;
muéstrame su rigor, y su belleza,
por quien de mil tramas armas usa.

Miro de transformados la confusa
pesadumbre que infaman su dureza;
quiero escusar mi mal, y la pereza
del encanto crüel mi intento escusa.

Quedo de mármol simulacro eterno
a su templo terrible consagrado,
como los que atrevidamente vieron;

y hecho despojo del tirano tierno,
no escusando poder tiranizado,
me ofende como a aquellos que ofendieron.



Poema Soneto Xx de Francisco De La Torre



¡Cuántas veces te me has engalanado,
clara y amiga Noche! ¡Cuántas, llena
de escuridad y espanto, la serena
mansedumbre del cielo me has turbado!

Estrellas hay que saben mi cuidado,
y que se han regalado con mi pena;
que entre tanta beldad, la más ajena
de amor, tiene su pecho enamorado.

Ellas saben amar, y saben ellas
que he contado su mal llorando el mío,
envuelto en los dobleces de tu manto.

Tú, con mil ojos, Noche, mis querellas
oye, y esconde; pues mi amargo llanto
es fruto inútil que al amor envío.



Poema Sucesion De Mí Mismo de Francisco Brines



Es ardiente el pasado, e imposible:
breve noche de amor conmigo mismo.
F. B.

Al aire del jardín
la cama está revuelta de sábanas y luna,
y en ellas está el cuerpo solitario y desnudo.
Velan los ojos, en las sombras del pino plateado, la hiedra de
las tapias,
y la vida furtiva de los astros.

Un bulto juvenil de la penumbra surge
y ha subido sin ropas a mi lecho,
y en la tarea del amor completa
la noche ahora tan breve.
Este mudo muchacho está encendido
de una pasión oscura y alejada,
y sus dientes furiosos y su lengua dulcísima
rescatan de mi carne la densidad del tiempo.
En el azar del mundo su vida ha retornado
con revueltos cabellos, y ahora mudo,
y ha cruzado después las puertas de la noche.

Desde el balcón le espío
llegar hasta la esquina de la casa,
y allí ha permanecido en la mejilla de la primera luz.
Con el sol y los pájaros el día se hace largo,
y en la esquina el muchacho ya es este mudo anciano que
vigila el balcón
allí donde él se mira con un cuerpo aún robusto y fatigado.

Borrada juventud, perdida vida, ¿en qué cueva de sombras
arrojar las palabras?



Poema Sombrío Ardor de Francisco Brines



No como las estrellas, que dan luz,
mas también incontables cual los átomos
que habitan negros en las hondas cuevas,
los encuentros del cuerpo, sin amor,
sólo son actos de tinieblas. Nada
perdura en mí de aquellos miembros, dicha,
fuego, sonrisa. El sombrío ardor
desvaneció su huella en la memoria,
dejó solo un cansancio. Y ahora vuelvo
al encuentro del cuerpo en las tinieblas,
y en el sombrío ardor toco la vida,
espectro lujurioso. Rueda el tiempo
por las sordas paredes de este cuarto,
y siento que la vida se deshace.
Escucho el corazón, y su latido
oscuro nada dice, fuego implora,
mendiga eternidad para la carne.

Merecida la luz nos la destruyen,
¿en dónde está?; mirad con cuánta prisa
hemos llegado al hueco sofocante.



Poema Solo De Trompeta de Francisco Brines



Cuando ya las miradas de todos se conocían vagamente,
a través de las pupilas nubladas por el alcohol,
de aquella música confusa, de la penumbra de aquel humo,
del caos
vino un silencio imperceptible,
y una trompeta sola, de fuego, nos quemaba la vida.

O acaso era de hielo aquella música:
inertes los sonidos, para que cada uno de nosotros
los hiciese movibles, los llenase de espíritu.
Por cada uno de los hombres
la música cantaba diferente: con alegría estéril
en la mujer que me miraba, con cansada tristeza
en unos yertos labios, y en el muchacho solitario
con profunda nostalgia de vejez;
la música cantaba diferente, sin que nadie supiera
cómo sonaba junta, con qué intenso dolor.

En aquel cuarto oscuro
nada correspondía a la verdad del hombre:
la emoción estridente del músico era falsa,
torpe el engaño de los otros.
La verdad es humilde y es sencilla.
La soledad, al compartirla con otras soledades,
hace más viva la impotencia.
y empuja al hombre entonces a regiones heroicas
con sólo el sentimiento.
Después cae un cansancio sobre el alma
por esta lucha inútil, se resiente
tanta falsa virtud, la mentida pureza;
y cuando la trompeta, desmayada, se extingue en el silencio,
sólo quedan visibles, descubiertos al fin, los más ocultos,
los más tenaces vicios:
se reconocen las miradas, y puede haber piedad,
y hasta sentir alguno un tibio amor.

La trompeta de fuego,
muda sobre una mesa, la vemos amarilla,
y está vieja y rayada.



Poema Serrana de Francisco Bocanegra



Llegando a Pineda
del monte cansado,
serrana muy leda
vi en un verde prado.

Vila, acompañada
de muchos garzones,
en danza reglada
d′acordados sones.

Cualquier que la viera,
como yo, ¡cuitado!…
en gran dicha hobiera
el ser della amado.

Sola hermosura
tiene por arreo,
de gran apostura,
e muy grant asseo.

Cierto es que l′amara
car fuí demudado,
si non m′acordara
qu′era enamorado.



Poema Soneto de Francisco Antonio Gavidia



¡Cómo el ardor del entusiasmo engaña!…
Y tú, soñando, con audacia loca,
Intentabas salvar de roca en roca,
La sombría altitud de esa montaña…

Aquí el súbito escarpe, allí la huraña,
Honda caverna de espantable boca;
Mucha la asperidad, la fuerza poca…
¡Y subir apoyado en una caña!

Y bien, si es la verdad; sépalo el mundo;
sientes sangrar tus pies, sientes vacío
Tu cielo azul; tu dolor, profundo:

Noche en tu frente; ent us entrañas, frío;
Flaca tu fe; tu espíritu, iracundo…;
Ya es tiempo de gritar: ¡Valor, Dios mío!



Poema Sólo Tenemos Un Beso de Francisco Alvarez



Beso indeleble, beso insuficiente,
compendio de inseguras realidades
y perspectivas de fugacidades,
entre ayer y mañana estrecho puente.

A tu vida amarrada, dependiente
de tan inciertas eventualidades,
y víctima de mis perplejidades,
por no hacerme en tu vida permanente.

Hacia ti van mis aguas encauzadas,
con fuerza torrencial, o sosegadas,
pero siempre abocando a lo imposible.

Cómo duele en el alma esta distancia,
cómo me duele ser tu circunstancia,
amor de lejanía, inasequible.



Poema Silencio Y Lejanía de Francisco Alvarez



Vino, me amó y partió; dejó a su paso
plenitudes, placeres y vacíos;
se perdió como el sol en el ocaso,
como se pierden en el mar los ríos.

Ha de tener el sol otra alborada,
y aunque el río se va, también se queda;
pero de aquella fiera llamarada,
ni el recuerdo quizá en su mente rueda.

Mantúvose en silencio y lejanía
como quien duerme en brazos de la muerte;
y yo permanecí esperando el día
en que de nuevo su alma se despierte.

Y si al abrir sus ojos al pasado
se detienen en mí por un momento,
tal vez vuelva su amor arrebatado
a producir un nuevo ofrecimiento.

Y aquí estaré, en deseos y temblores,
sin recriminaciones, ni exigencia,
para dar nueva vida a aquellas flores
que a punto estuvo de agostar la ausencia.



Poema Sex(t)o Sentido de Francisco Alvarez



En mi letargo estoy, adormecido,
flotando en sueños lánguidos y oscuros,
confinado a la sombra de dos muros,
y relegado a transitorio olvido…

Tu perfume me indica que has venido,
la mano percibió tus senos duros,
y al roce de tus dedos inseguros
se irguió mi cuerpo firme y decidido.

Enciendes en mi carne rebeldías,
incitándome a dulces agresiones
al abrazar tus labios mi contorno.

Habré de hacer tus cavidades mías,
y tuyas han de ser mis vibraciones,
con cada avance y con cada retorno.



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad