poemas vida obra s

Poema Sueño De Infancia de Héctor Freire



¡Madre!, despierta,
hay ratas sobre la pileta de la cocina
que se disputan el cuerpo ensangrentado del canario
que ayer se escapó de entre tus manos.

Madre, tu hijo quedó espantado
al encender la luz.

Ahora, su muerte es esta fascinación de acuario
que aún hoy no me deja dormir
y llena mi cuarto cada noche
de amarillo.



Poema Soneto A La Serpiente de Héctor Borda Leaño



Lloró en la noche grande la serpiente
y lloraron los pájaros de arena
el agua temblorosa en su corriente
y la sombra vibrando en la falena.

Lloró en la noche grande la serpiente
como insuflando su dolor de quena,
quemando como fuego en el sufriente
corazón de la piedra y de la pena,

Lloró en la noche con dolor ajeno,
con voz de polvareda y de veneno,
con voz de soledad y de regreso.

Mas la piedra sonora en trizadura,
acomodó a la sierpe en la ternura
de su matriz cantora y de su hueso.



Poema Servicio De Placer de Harold Alvarado Tenorio



De cada noche que vivimos
recuerdo implacable tus caderas.

Como nunca, nadie
ofreció iguales placeres.

Como nunca, nadie
extrajo de mí la vida.

Dicen que ahora otro,
tan alto como yo,
complace tus caprichos
y los de tus padres.

Soy sólo un escribano
y debo componer
tres mil caracteres cada día.

Apenas sirvo para dar placer.



Poema Soneto Iii de Gutierre De Cetina



Entre armas, guerra, fuego, ira y furores
que al soberbio francés tienen opreso,
cuando el aire es más turbio y más espeso,
allí me aprieta el fiero ardor de amores.

Miro al cielo, los árboles, las flores,
y en ellos hallo mi dolor expreso;
que en el tiempo más frío y más avieso
nacen y reverdecen mis temores.

Digo llorando: «¡Oh dulce primavera!
¿Cuándo será que a mi esperanza vea,
verde, prestar al alma algún sosiego?»

Mas temo que mi fin mi suerte fiera
tan lejos de mi bien quiere que sea
entre guerra y furor, ira, armas, fuego.



Poema Soneto Ii de Gutierre De Cetina



Vos sois todo mi bien, vois lo habéis sido;
si he dicho alguna vez, señora mía,
que habéis sido mi mal, no lo entendía:
hablaba con pasión o sin sentido.

Yo soy todo mi mal, yo lo he querido;
de mí viene, en mí nace, en mí se cría;
tan satisfecha de él mi fantasía,
que el mal no piensa haber bien merecido.

Vos fuisteis, vos seréis mi buena suerte;
si el mal desvarïar me hace al cuanto,
esta es mi voluntad libre y postrera.

Pues si, con verme al punto de la muerte,
por ser por vos el mal lo tengo en tanto,
¡ved que hiciera el bien si lo tuviera!



Poema Soneto de Gutierre De Cetina



Para ver si sus ojos eran cuales
la fama entre pastores extendía,
en una fuente los miraba un día
Dórida, y dice así, viéndolos tales:

«Ojos, cuya beldad entre mortales
hace inmortal la hermosura mía,
¿cuáles bienes el mundo perdería
que a los males que dais fuesen iguales?

Tenía, antes de os ver, por atrevidos,
por locos temerarios los pastores
que se osaban llamar vuestros vencidos;

mas hora viendo en vos tantos primores,
por más locos los tengo y perdidos
los que os vieron si no mueren de amores.»



Poema Sin Título de Guillermo Prieto



Yo te amo, sí, te adoro, aunque mi labio
mil y mil veces te llamó perjura,
aunque la copa horrenda del agravio
me brindó los placeres tu hermosura,
te ama mi corazón; Cuando mi mano
destrozar quiso la feroz coyunda
que a vil humillación me ató algún día,
el débil corazón se resistía,
Y aunque luché tenaz, luchaba en vano.

Feliz viviera yo si siempre ufano,
al través de mentidas ilusiones,
hubiera contemplado tu semblante;
si mas cauto tu labio fementido,
si mas hábil tu hipócrita mirada,
con el engaño mismo hubiera envuelto
la perfidia de tu alma emponzoñada
¿Por qué no prolongaste el dulce sueño,
aquel sueño de angélica ventura.
Yo respiré el placer, el aura pura
de otra vida feliz me circuía,
y a tu lado el torrente irresistible
del porvenir fatal no me amagaba,
y cual tranquilo arroyo murmuraba.

Cuando entusiasta te estreché en mis brazos,
cuando el placer entre tus lindos ojos
con el fuego de amor resplandecía,
cuando tu boca grata sonreía
a mi enajenamiento, mi adorada:
el grito de escarnio me conturba,
te llamo ansioso, conocí mi engaño,
y a mi rival, que irónico me indica
con su dedo el adusto desengaño.

¿Y qué, el copioso, el expresivo llanto
que con mis manos trémulo enjugaba
y aquella agitación, aquel quebranto
que con anhelo tierno consolaba,
otro amante dichoso lo causaba?

Tú al verme recordabas otro amante
que, con gozo 1o digo, no te amaba,
otro mirabas tu a mi semblante
con dulzura los ojos dirigías;
y s otra ilusión feliz, viéndome ufana,
beldad de maldición, me sonreías;
y yo entre tanto en lóbrega congoja
con tu dolor equívoco lloraba;
o bien al alma con tu gozo infame
en célico deleite se inundaba.
¡Oh si !a espada del feroz tormento
en tu pecho con calma revolviera
la mano del tenaz remordimiento!…
¡Indigno proceder! ¡atroz venganza!
Pero es planta marchita que florea
en mi desierta y lúgubre esperanza,
que resta a mi existir desesperado.
Me es estéril el canto de victoria,
no quiero bendición, no quiero gloria,
maldito criminal, pero tu amado.
Si ahora tu mano ingenua me brindara
las caricias de amor, si entre tu labio
otra vez escuchara, vida mía,
la grata, la dulcísima armonía
de tu celeste voz, y si sincera
el aura de ilusiones hechicera
otra vez a tu vista me halagara,
yo, idolatrado bien, te aborreciera;
mi placer despertaran tus caricias,
y el monstruo de la vil desconfianza
envenenara siempre mis delicias.
Pero al borrar tu nombre de mi mente,
cuando el recuerdo del dolor me oprime,
te odia mi orgullo, el labio te maldice;
pero siempre te encuentro seductora,
y siempre el alma con fervor te adora;
sí, te adoro, mi bien: huyo al sosiego,
y beso de ignominia la cadena
cuando s tu encanto celestial me entrego.
¡Oh fatal ilusión! ¿por qué te adoro?
¿por qué, si la conozco fementida,
tributo a su memoria triste lloro?
¿por qué de mi pasión en el delirio,
cuando miro su imagen bienhechora,
su esbelto talle, su modesta frente,
sus lindos ojos y su blanda risa,
no puedo recordarla engañadora?
¿Y bastará oponer el frágil dique
de reflexión al bárbaro torrente
del destino fatal, fácil olvido
que en otro tiempo me mostró engañosa
de la felicidad la blanca nube
que en el aura apacible se mecía
resbalando en el azul del cielo?
Gallarda con el sol resplandecía,
que ella con ansiedad me la mostraba,
y que yo embebecido la miraba.
¿Por qué con tal astucia del abismo,
a que riendo ufana me llevaba,
mi vista se paró? No la maldigo.
Cuando la vi en el fondo, clamé en vano;
la vi en la orilla, le tendí la mano,
y ella volvió a tenderla, y la apartaba,
y al irla yo a tocar la separaba,
mostrando regocijo en mi agonía.
¡Oh exceso de maldad! Mujer impía,
¿cuándo mi amor sincero fue inconstante?
¿qué vez, responde, hubiste descubierto
a la negra traición en mi semblante?
Dime ¿cuál es la senda bienhechora
que me aparta de ti? Siempre te miro;
la atmósfera inefable de tu encanto,
peligrosa beldad, siempre respiro.

La lira del amor, sin armonía
yace sorda en mis manos; a sus cuerdas
mi inútil llanto le robó el sonido:
mi bien, te adoraré; pero a lo menos
hónreme tu odio, y líbreme siquiera
de volver a tu seno envilecido.



Poema Sobrevivientes de Guillermo Pilía



Se congregan junto al fuego de la playa
y la hoguera se extingue con los primeros atisbos de la aurora.

Luego duermen hasta que el mediodía
los despierta con una extraña confusión
de sol tórrido y brisa marinera.

Pasan las horas de la tarde
contemplando el flujo y el reflujo de la costa
o se van a los acantilados a contemplar el panorama
de la bahía, el arribo del utópico buque que los rescate.

Y cuando la tarde también claudica,
por haber perdido ya la esperanza en las plegarias,
para los hombres serenos escriben un mensaje
y arrojan al mar la cotidiana botella.



Poema Soneto: Si A Veces Silencioso de Guillermo Blest Gana



Si a veces silencioso y pensativo
a tu lado me ves, querida mía,
es porque hallo en tus ojos la armonía
de un lenguaje tan dulce y expresivo.

Y eres tan mía entonces, que me privo
hasta oír tu voz, porque creería
que rompiendo el silencio, desunía
mi ser del tuyo, cuando en tu alma vivo.

¡Y estás tan bella; mi placer es tanto,
es tan completo cuando así te miro;
siento en mi corazón tan dulce encanto,

que me parece, a veces, que en ti admiro
una visión celeste, un sueño santo
que va a desvanecerse si respiro!



Poema Sueño de Griselda Álvarez Ponce De León



Estás bajo mi lámpara dormido
y en sueños luchas, gimes, te retardas,
estás bajo mi lámpara y te guardas
como si bien despierto fueras ido.

Huyes quizá, tu pecho está vencido,
pero buscas mi mano y te resguardas,
respiras hondo y el aliento tardas
como en rotunda vocación de olvido.

Porque el sueño y la muerte son hermanos
me asusta tu conciencia de esqueleto,
de relámpagos, hielos y veranos,

tu ya no ser tan siendo tan completo,
tan paradoja fragua de gusanos.
Y dormido te quiero y te respeto.



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