poemas vida obra s

Poema Solos de Laura Victoria



Vámonos silenciosos por las hondas
avenidas de palmas,
y dejemos la luna que se tienda
como una enredadera a nuestras plantas.

No derrames la copa de tus labios
entre mis manos blancas,
porque son porcelanas palpitantes
que transparentan el fulgor de mi alma.

Deja que la mudez de nuestras bocas
devore las palabras,
mientras la fría claridad del cielo
tiñe de azul la placidez del agua.

Es inútil que dejes tus pupilas
vagar entre su túnica rosada;
solo hallarás entre mi cuerpo tibio
una glacial coloración de nácar.

Quiéreme así, con la sonrisa triste,
con las pupilas al placer selladas;
y si a tu beso me traiciona el llanto,
bésame más… sin preguntarme nada.



Poema Segunda Carta A Fabián de Justo Braga



Te escribo Fabián nuevamente
sorprendido
por tu ultima carta.
En ella me preguntas,
-ya sé que molesto- ,
por Aurora,
la abogada.
Y no sé que decirte,
viejo amigo.
No sé si Aurora se ha muerto.
Lo cierto es que está perdida,
desaparecida de mi vida por completo.

Ya sabes, Fabián, que nunca la he echado de menos.
Es más, te digo , que casi la desprecio.
No soportaba más sus guisos, su potajes, sus anhelos.

La última vez que cenamos
casi me indigesto con sus besos,
-ya ni te cuento
el mal sabor de boca que me dejaron sus versos-.

Sé que tú la quieres.
Sabes que yo la temo.
Me alegro,
por tanto ,
de verla pocas veces,
-las menos que puedo, lo confieso-.

Aun así te digo
que, de vez en cuando, aún me acuerdo
de su cara,
de sus pechos,
de sus pubis pelado como un huevo.

Y te aseguro , viejo amigo, que tengo arcadas
cada vez que lo pienso.

Creo que exageras cuando dices
que Aurora era una ninfa, una diosa, una delicia.
El tiempo
-tan tenaz-
pone las cosas en su sitio
y no encuentro razones suficientes
que me hagan pensar que me equivoco
cuando invoco
su desidia,
su risa petulante,
su mal carácter,
su perfil desnudo,
indefinido.

Al hilo de estas cosas
se me ocurre que deberías buscarla
si es que tanto te enamora.
Nunca es tarde,
amigo Fabián.
Tú verás lo que haces.
Yo te advierto,
amigo mío ,
que es mejor el onanismo a cualquier hora
que una tarde de domingo con Aurora.

De todos modos ya sabes que yo tolero
poco las mentiras, los engaños
y ya no soportaba por más tiempo
tanta estridencia nutritiva,
tantos apaños que ella hacía por parecerse a Marilín,
la peluquera.
No aguantaba ni un minuto
sus eructos,
su desgana,
su compostura inútil.
su cara de aceituna y su arrogancia.

Esperaba verla muerta cualquier día
y ganar así la recompensa
de su pésima filosofía.

No fue posible.
No sabes cuánto lo lamento.



Poema Serenidad de Julio Torres Recinos



Cae la noche.
Los remeros dejan de hablar
y descansan. Sólo el mar
con sus aguas
tienta el barco.

Tengo miedo.
Me hablas de mi hijo.
Ha crecido solo
y no tiene padre.
Triste época, Penélope,
triste tiempo
para andar de país en país
y oír la palabra extranjero
en boca de la gente.

Tener que respetar
nuevos dioses.
Hablar nuevas lenguas
en búsquedas inútiles,
probar nuevas comidas.
La noche cae
y tú te acercas de modo ciego,
amorosa, con tus navíos
lista para el asedio,
para ser capitana en mis horas vacías.

Amor alucinante,
brote de bronce.
Un día te veré, serenidad,
y me olvidaré de las olas
y del sueño.



Poema Santo Oficio de Julio Martínez Mesanza



Hay una casa que no roza el tiempo.
Tiene torres espléndidas y oscuros
corredores. Sus salas están llenas
de claros y pacientes manuscritos.
Una raza distinta vive en ella:
varones para quienes la justicia
debe ser majestad y ser distante.
La eternidad los hace ser solemnes
y hace que sean pocas sus palabras
y su sentencia la hace irrevocable.
No malgastan su tiempo con sofismas;
saben que la opinión tiene mil labios,
es un monstruo ridículo y versátil.
No dan valor alguno a lo que opinan
los hombres incostantes. Los mil labios
de la opinión se cierran frente al dogma.



Poema Sombrero De Perro de Julio Llinás



No hemos tenido suerte,

amigo mío,

aunque haya quienes digan

que siempre la tuvimos.

Cuando miramos hacia atrás

y recordamos las calles

de ese París que se ha ido

con nosotros,

no sabemos ya qué hemos tenido,

no sabemos siquiera

si hemos tenido alguna cosa

o si todo ha sido solamente

nuestro disfraz de saltimbanqui,

nuestro sombrero de perro

y nuestras ganas de vivir.

Algo sabemos sin embargo

de los fulgores del mundo:

no nos va bien la bufanda

de seda pelirroja

de los directores de asuntos,

no nos convienen

los parajes idílicos,

las mansiones augustas,

las torpes limosinas.

No estamos ya para esa farsa,

viejo perro.

Hemos querido cantar

y sólo hemos gritado.

(¡Cuánto mejor hubiera sido

ser un oso que baila!)

Hemos enfrentado a Dios

y él ha escapado

brincando por los bosques.

Hemos querido mostrarnos

y nadie nos ha visto.

Hemos querido ser grandes

y sólo fuimos los mismos,

los de siempre.

Acaso hayamos tenido,

únicamente,

la delicada suerte

de no haber sido nadie

ni nada.



Poema Solidaridad Vital de Julio Leite



A mi padre

Cuando llegaba un amigo
cerraba el mercadito
y sobre la mesa del comedor
comenzaba a llover
pan
pescado
y vino



Poema Sabotaje de Julio Leite



Yo soñaba
con peces para todos,
por eso,
ante la contienda
desigual,
piedras tiraba
al espejo del agua.



Poema Siete de Julio Iraheta Santos



Después de las hogueras
quedará la ceniza
y todavía nuestros ojos
llorarán por los muertos
Larga será la cicatriz en las banderas
y durante mucho tiempo
no esconderán el luto
Después de las hogueras
el humo habrá partido
pero en nuestro corazón
y en nuestra historia
quedarán las estatuas derribadas
las campanas rotas
y las calles minadas

Tomado de Poemas sin rumbo, 1985,
inédito



Poema Siempre Tu Laberinto de Julio Iraheta Santos



Hormiga que edificas tu camino bajo tierra
o a la luz del cielo
Cuántas veces te han asesinado los venenos
las inundaciones la bota de los ogros
Sin embargo prosigues y siempre tu laberinto
tiene forma de corazón

2002



Poema Su Majestad El Tiempo de Julio Herrera Y Reissig



El Viejo Patriarca,
Que todo lo abarca,
Se riza la barba de príncipe asirio;
Su nívea cabeza parece un gran lirio,
Parece un gran lirio la nívea cabeza del viejo Patriarca.

Su pálida frente es un mapa confuso:
La abultan montañas de hueso.
Que forman lo raro, lo inmenso, lo espeso
De todos los siglos del tiempo difuso.

Su frente de viejo ermitaño
Parece el desierto de todo lo antaño:
En ella han carpido la hora y el año,
Lo siempre empezado, lo siempre concluso,
Lo vago, lo ignoto, lo iluso, lo extraño,
Lo extraño y lo iluso…

Su pálida frente es un mapa confuso:
La cruzan arrugas, eternas arrugas,
Que son cual los ríos del vago país de lo abstruso
Cuyas olas, los años, se escapan en rápidas fugas.

¡Oh, las viejas, eternas arrugas;
Oh los surcos oscuros:
Pensamientos en formas de orugas
De donde saldrán los magníficos siglos futuros!



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad