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Poema Serrana Celestial De Esta Montaña de Lope De Vega



Serrana celestial de esta montaña,
por quien el sol, que sus peñascos dora,
sale más presto a ver la blanca Aurora
que a la noche venció, que el mundo engaña,

a quien aquel Pastor santo acompaña,
que en el cayado de su cruz adora
cuanto ganado en estas sierras mora
y con su marca de su sangre baña.

¿Cómo tenéis, si os llama electro y rosa
el Espejo, a quien dais tiernos abrazos,
color morena, aunque de gracia llena?

Pero aunque sois morena, sois hermosa,
y ¿qué mucho si a Dios tenéis en brazos,
que dándoos tanto sol, estéis morena?



Poema Sentimientos De Ausencia, A Imitación De Garcilaso de Lope De Vega



Señora mía, si de vos ausente
en esta vida duro y no me muero,
es porque como y duermo, y nada espero,
ni pleiteante soy ni pretendiente.

Esto se entiende en tanto que accidente
no siento de la falta del dinero,
que entonces se me acuerda lo que os quiero,
y estoy perjudicial y impertinente.

Sin ver las armas ni sulcar los mares,
mis pensamientos a las musas fío;
sus liras son mis cajas militares.

Rico en invierno y pobre en el estío,
parezco en mi fortuna a Manzanares,
que con agua o sin ella siempre es río.



Poema Sentado Endimión de Lope De Vega



Sentado Endimión al pie de Atlante,
enamorado de la Luna hermosa,
dijo con triste voz y alma celosa:
«En tus mudanzas, ¿quién será constante?

Ya creces en mi fe, ya estás menguante,
ya sales, ya te escondes desdeñosa,
ya te muestras serena, ya llorosa,
ya tu epiciclo ocupas arrogante;

ya los opuestos indios enamoras,
y me dejas muriendo todo el día,
o me vienes a ver con luz escasa».

Oyóle Clicie, y dijo: «¿Por qué lloras,
pues amas a la Luna que te enfría?
¡Ay de quien ama al sol que solo abrasa!».



Poema Sentado En Esta Peña de Lope De Vega



Sentado en esta peña,
donde mis tiernas lágrimas se imprimen,
a imitación pequeña
de las que el alma y corazón me oprimen,
presumo enternecella
con soledades de mi Celia bella.

¡Ay Dios!, si el Tormes fuera
a dar a Manzanares sus despojos,
y llevarle pudiera
las lágrimas amargas de mis ojos,
¡qué alegre las llorara
de ver que alguna hasta sus pies llegara!

Mas en pensar que lleva
el claro curso a parte diferente,
no quiero que me deba
que con el de mis lágrimas se aumente;
que en tantas desventuras
mejor es ablandar las peñas duras.

Famosos muros de Alba,
adonde hiere el sol cuando en la suya
le hacen dulce salva
las aves de la verde selva tuya,
¿por qué me tenéis preso,
sin alma el cuerpo y sin razón el seso?

Sierras de Béjar frías,
adonde el Tormes nace, y cuyo viento
con esperanzas mías
entretiene su fácil movimiento,
no me mostréis las frentes
con la nieve que el sol convierte en fuentes;

que aún es temprano agora
para pensar que aquí estaré el invierno;
que ya el ganado llora,
quejoso de mi dicha y su gobierno,
pensando que esta orilla
ha de pacer, no el hielo de Castilla.

Pues si los animales
lloran por el extremo que desean,
los tuyos celestiales,
Celia, mi bien, mis tristes ojos vean,
primero que el noviembre
coja estas flores y su escarcha siembre.

La nieve de tus pechos
es el invierno que sufrir deseo;
queden allí deshechos
los que me matan cuando no te veo;
allá quiero llegarme
a ver si puedo entre su nieve hallarme.

Vívase el rico Albano
estas montañas de asperezas llenas,
llevando por la mano
al dueño de sus glorias y sus penas;
que con mi prenda cara
la Libia más estéril habitara.

Corte a la parra hojosa
el pendiente racimo del sarmiento,
preséntelo a su esposa
o esparza el vuelo del halcón al viento,
y a la perdiz pintada
detenga el curso, de temor helada.

Tire a la echada liebre
que el cazador le enseña, y si le acierta,
su gente lo celebre;
cuelgue despojos a su antigua puerta,
adonde mil ociosos
de ajenas vidas viven cuidadosos;

del esperado hijo,
con los pastores de su gran comarca
celebre el regocijo;
y yo con pobre paño y rota abarca
pise mi patrio suelo,
donde espera mi bien benigno el cielo.

Amada patria mía,
no me neguéis vuestros alegres brazos,
que presto espero el día
que goce de mi Celia los abrazos,
de Celia, más hermosa
que [el] jazmín blanco y la encarnada rosa.

A vos, mi patria cara,
el cuerpo que me distes llevar quiero;
y aquella fénix rara,
por cuyo amor tan justamente muero,
el alma desta vida
al vivo fuego de su altar rendida.



Poema Satisfacciones De Celos de Lope De Vega



Si entré, si vi, si hablé, señora mía,
ni tuve pensamiento de mudarme,
máteme un necio a puro visitarme,
y escuche malos versos todo un día.

Cuando de hacerlos tenga fantasía,
dispuesto el genio, para no faltarme
cerca de donde suelo retirarme,
un menestril se enseñe a chirimía.

Cerquen los ojos que os están mirando,
legiones de poéticos mochuelos,
de aquellos que murmuran imitando.

¡Oh si os mudasen de rigor los cielos!
Porque no puede ser (o fue burlando)
que quien no tiene amor pidiese celos.



Poema Sale La Estrella De Venus de Lope De Vega



Sale la estrella de Venus
al tiempo que el sol se pone,
y la enemiga del día
su negro manto descoge,

y con ella un fuerte moro
semejante a Rodamonte
sale de Sidonia airado,
de Jerez la vega corre,

por donde entra Guadalete
al mar de España, y por donde
Santa María del Puerto
recibe famoso nombre.

Desesperado camina,
que siendo en linaje noble,
le deja su dama ingrata
porque se suena que es pobre;

y aquella noche se casa
con un moro feo y torpe
porque es alcaide en Sevilla
del Alcázar y la Torre.

Quejándose tiernamente
de un agravio tan inorme,
y a sus palabras la vega
con dulces ecos responde:

«?Zaida, dice, más airada
que el mar que las naves sorbe,
más dura e inexorable
que las entrañas de un monte,

¿cómo permites, cruel,
después de tantos favores,
que de prendas de mi alma
ajena mano se adorne?

¿Es posible que te abraces
a las cortezas de un roble,
y dejes el árbol tuyo
desnudo de fruta y flores?

Dejas tu amado Gazul,
dejas tres años de amores,
y das la mano a Albenzaide,
que aun apenas le conoces.

Dejas a un pobre muy rico
y un rico muy pobre escoges,
pues las riquezas del cuerpo
a las del alma antepones.

Alá permita, enemiga,
que te aborrezca y le adores,
y que por celos suspires
y por ausencia le llores,

y que de noche no duermas,
y de día no reposes,
y en la cama le fastidies,
y que en la mesa le enojes,

y en las fiestas, en las zambras,
no se vista tus colores,
ni aun para verlas permita
que a la ventana te asomes;

y menosprecie en las cañas,
para que más te alborotes,
el almaizar que le labres
y la manga que le bordes;

y se ponga de su amiga
con la cifra de su nombre,
a quien le dé los cautivos
cuando de la guerra torne;

y en batalla de cristianos
de velle muerto te asombres,
y plegue a Alá que suceda
cuando la mano le tomes,

que si le has de aborrecer,
que largos años le goces,
que es la mayor maldición
que pueden darte los hombres?».

Con esto llegó a Jerez
a la mitad de la noche;
halló el palacio cubierto
de luminarias y voces,

y los moros fronterizos
que por todas partes corren,
con sus hachas encendidas
y con libreas conformes.

Delante del desposado
en los estribos alzóse;
arrojóle una lanzada
de parte a parte pasóle;

alborotóse la plaza,
desnudó el moro un estoque,
y por mitad de la gente
hacia Sidonia volvióse.



Poema Sombrío Reflejo de Lina Zerón



Me lastiman tus ojos que destrozan
con impaciencia mis contornos.
Tus manos que pordioseras sobre mi cuerpo se tienden.
Tu sexo
que falto de esplendor,
prefiere huir temprano de la fiesta.

Qué lástima saber que ningún poema recuerda ya
en mis adentros tus espasmos.

Salvo yo en ti
nada eres.



Poema Sólo Desnuda Conocí de Ligia Guillén



Dejé las vestiduras
Perdidas durante la tormenta.
Sólo desnuda conocí
que se escribe con fuego.
el nombre del misterio



Poema Sin Pájaros Ni Madreselvas de Leticia Luna



A Benjamín Anaya

Cruzaré por tu calle como por tu cuerpo
con un poema desnudo de toda enciclopedia

quién soy yo para nombrar tu claridad
en un amanecer que se sonroja
boca de mirlo con sed y sin abrigo

Para ti no tengo coartada, ni gloria, ni infinito
no tengo amaneceres, ni pájaros, ni madreselvas
no tengo avestruces en cuyo vientre acurrucarte

Para ti no hay espinas, ni aduanas, ni soldados
no hay sombras, ni famas, ni gorriones
no hay púas, ni codornices en el estómago del día
para ti sólo tengo mi vocación de gaviota triste
mi vuelo
y voluntad de arena



Poema Septiembre Negro de Leticia Luna



Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentado
y en una vieja plaza liberada
me sentaré a cantar por los ausentes
.
Pablo Milanés

Cuando el terror de un avión
explote en grito vacío de Las Torres
y la tierra viuda se sacuda el luto
y sólo escombros habiten su vientre
y cadáveres cuelguen de su apagada voz
una estatua llorará por su pueblo de fieles
herida frente al mar

Cuando el enemigo sea una sombra huidiza
y las calles vomiten hijos de variada piel
las estaciones se fugarán del bestial ritmo intacto
que recorre a la ciudad de corazón herido

En el grito del hierro más cercano al hueso
que a la carne
sucumbirán las anémonas
el cielo y los vientos verán caer sus alas
y el mundo será una ubre seca
que recordará todas sus lágrimas
todos sus estallidos y todas sus venganzas



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