poemas vida obra s

Poema Sobremesa Alegre de Manuel Magallanes Moure



La viejecita ríe como una muchachuela,
contándonos la historia de sus días más bellos.
Dice la viejecita: «¡Oh, qué tiempos aquellos
cuando yo enamoraba a ocultas de la abuela!»

La viejecita ríe como una picaruela
y en sus ojillos brincan maliciosos destellos
¡Qué bien luce la plata de sus blancos cabellos
sobre su tez rugosa de color de canela!

La viejecita olvida todo cuanto la agobia
y ríen las arrugas de su cara bendita
y corren por su cuerpo deliciosos temblores.

Y mi novia me mira y yo miro a mi novia,
y reímos, reímos… mientras la viejecita
nos refiere la historia blanca de sus amores.



Poema Se Perdió En Las Vagas Selvas De Un Ensueño de Manuel Machado



A Miguel Sawa

Se perdió en las vagas
selvas de un ensueño,
y sólo de espaldas
la vi desde lejos…
Como una caricia
dorada, el cabello,
tendido, sus hombros
cubría. Y, al verlo,
siguióla mi alma
y fuese muy lejos,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Se fue hasta el castillo
del burgrave fiero,
que está en la alta roca:
los puentes cayeron
y se despertaron
los sones del hierro.
Pasamos… Mi alma,
tras ella corriendo,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Se fue hasta las verdes
llanuras de Jonia; y el templo
cruzó de Partenes.
Del mármol eterno
dejó las regiones…
Y se fue más lejos
con mi alma, dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Oro y negras piedras,
y muros inmensos,
y tumbas enormes
-sepulcro de un pueblo
que mira hacia Oriente
con sus ojos muertos-.
Siguió… Y arrastraba
mi alma más lejos,
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.

Siguió; entre menhires
pasamos y horrendos
despojos de fieras…
Siguió; y a lo lejos,
perdióse en las selvas
oscuras del sueño
dejándome solo,
no sé si dormido o despierto.



Poema Sé Buena, Es El Secreto de Manuel Machado



I
Sé buena. Es el secreto. Llora, o ríe de veras.
Que se asome a tus ojos y a tus labios de grana
la ternura de tu corazón, sin las hueras
flores de trapo de la retórica vana.

¡Oh la sabiduría en amor! ¡Si tú vieras!…
Es tan corta, que linda con la tortura insana
de una pasión conceptuosa y sus maneras…
Sé buena. Es el secreto. Sé mi amante y mi hermana.

Con tus ojos azules y tu pelo de oro,
sé consecuente. El Ars Amandi da al olvido.
Quema tu alma en el ara del amor soberano.

No pretendas vencer. Ríndete. Y que el tesoro
de tu hermosura sea dulcemente ofrecido,
como al sediento un sorbo de agua pura en la mano.

II
Y en una dulce convalecencia, una mañana
limpia y azul como tus ojos, una
de esas mañanas de cristal y grana
que aun dejan ver el pulido semblante de la luna,

pasearemos la gloria -dulce paz sin victoria-
de nuestro amor tranquilo, bajo del claro cielo…
Y dirá el agua pura nuestra sencilla historia.
Y nuestras sombras débiles, juntas llevará el suelo.

El campo verde joven, bañado por la brisa,
movido así tan tenue por tu alocada risa
feliz, recorreremos. Y tú conmigo, sola,

en el paisaje inmenso, en el aire fragante,
divinamente mudo, me tenderás, amante,
tus rojos labios como una roja amapola.



Poema Siripo (escena Xiii) Miranda- Lucía de Manuel José Lavardén



MIRANDA: Basta, hija. Tú deliras, ¿quién te ha visto
descomponerte así?
LUCÍA: ¡Cielo Sagrado
¿Qué es lo que me sucede? ¡Ay infelice!
¿Hurtado es tan funesto desamparo
me abandona? ¿Podrán otros respetos
ser antes que mi amor? ¿Podré yo acaso
posponerle a mi vida? ¿Pues mi esposo
no está ligado con iguales pacto.
¿Para esto le seguí? ¿Y así me paga?…
Lo entiendo a mi pesar. Él se ha vengado.
Y ¿dónde iré yo sola, mujer débil?
¿Qué gruta será fúnebre reparo
a mi triste orfandad? ¿Los fieros tigres
socorro me darán? Sí, serán mansos
cuando un amante, un padre y un esposo
su fiereza les roban despiadados.
¿Pero de quién me quejo? ¿Su venganza
no he provocado yo? ¿No es justo pago
aqueste de mi crimen¿Yo no he sido
quien con ojos risueños ha mirado,
infiel, a un nuevo amante que tejía
con alevosas y sangrientas manos
la guirnalda nupcial, que coronase
mi crimen y mi boda? Es necesario
que la muerte le lave. Morir debo.
Yo de mí misma juez pronuncio el fallo.
El honor lo aconseja, amor lo manda.
MIRANDA:¿Tantas penas no bastan? ¿Mis quebrantos
quieres aumentar, hija? No apresures
los males que vendrán mal nuestro grado.



Poema Sangre En El Paraíso de Manuel José Arce Leal



Total, no pasa nada:
me desangro.

Sé que mi hemoglobina derramada
es como una escupida de borracho frente a la bomba atómica:
total: no pasa nada.

Y si yo estoy enfermo,
también se han muerto de hambre muchos miles
de cientos de millares
más otros.

Y si ahora batallo para adentro,
si peleo conmigo,
Nasser y Moische Dayan se gruñen hoscamente
y eso sí que es de miedo.
Si me dan ganas de patear mi sombra,
de asesinar mi espejo,
fusilar por la espalda mi saco y mi sillón privado,
en realidad no está pasando nada:
en Vietnam piensan ya en bombas atómicas,
los gringos tienen ganas de tirarlas,
y si las tiran se acabó la cosa
para toda la gente.

Total: no pasa nada:
me desangro.
Y sólo se desangra el ciudadano
A-1 19 90 03 de la leve ciudad de Guatemala,
en donde y cuando tantos se desangran,
se desangran de veras,
por heridas legítimas,
de bala,
de no comer,
de estar pobre y enfermo y trabajando.

Total: no pasa nada:
me desangro.

Dicen los médicos que el cuerpo tiene,
más o menos, la suma de seis litros de sangre,
que si uno pierde tres,
nada,
se muere.
Total:
no pasa nada:
de veinticuatro millones quinientos mil seiscientos
ochenta y cuatro
se han derramado apenas
tres litritos:
total: no pasa nada.

No pasa nada,
no,
no pasa nada.
Me estoy diciendo que no pasa nada.



Poema Siempre A Ti de Manuel Gutierrez Najera



(Fragmento)

¡Si pudiera olvidarte! ¡Si pudiera
borrar del pensamiento tu memoria,
ha largo tiempo que arrancado hubiera
la página más triste de mi historia!

¡Mas no!… Si yo jamás quiero olvidarte,
aunque me cause tu desdén dolores!
¡Yo siempre quiero con locura amarte,
y morir cuando mueran mis amores!

Yo no quiero las sombras del olvido
del alma que muere fúnebre sudario;
por más que el corazón solloce herido,
quiero tocar la cumbre del calvario.

Despréciame, aborrece, si lo quieres,
este amor que encendiste, vida mía,
el triste corazón que siempre hieres
morirá bendiciendo su agonía.

Por eso siempre a tí vuela mi acento,
por eso el alma con amor te nombra;
quiero regar tus huellas con mi llanto,
y quiero darte mi alma por alfombra.



Poema Si Tú Murieras de Manuel Gutierrez Najera



Anoche, mientras fijos tus ojos me miraban
y tus convulsas manos mis manos estrechaban,
tu tez palideció.
¿Qué hicieras -me dijiste- si en esta noche misma
tu luz se disipara, si se rompiera el prisma,
si me muriera yo?

¡Ah! deja las tristezas al nido abandonado,
las sombras a la noche, los dardos al soldado,
los cuervos al ciprés.
No pienses en lo triste que sigiloso llega;
los mirtos te coronan, y el arroyuelo juega
con tus desnudos pies.

La juventud nos canta, nos ciñe, nos rodea;
es grana en tus mejillas; en tu cerebro, idea,
y entre tus rizos, flor;
tenemos en nosotros dos fuerzas poderosas,
que triunfan de los hombres y triunfan de las cosas:
¡la vida y el amor!

Comparte con mi alma tus penas y dolores,
te doy mis sueños de oro, mis versos y mis flores
a cambio de tu cruz.
¿Por qué temer los años, si tienes la hermosura;
la noche, si eres blanca; la muerte, si eres pura;
la sombra, si eres luz?

Seré, si tú lo quieres, el resistente escudo
que del dolor defienda tu corazón desnudo;
y si eres girasol,
seré la parte oscura que en hondo desconsuelo
sin ver jamás los astros se inclina siempre al suelo;
¡Tú, la que mira al sol!

La muerte está muy lejos; anciana y errabunda,
evita los senderos que el rubio sol fecunda,
y por la sombra va;
camina sobre nieve, por rutas silenciosas,
huyendo de los astros y huyendo de las rosas;
¡la muerte no vendrá!

La vida, sonriendo nos deja sus tesoros:
¡abre tus negros ojos, tus labios y tus poros
al aire del amor!
Como la madre monda las frutas para el niño,
¡Dios quita de tu vida, cercada de cariño,
las penas y el dolor!

Ahora todo canta, perfuma o ilumina;
ahora todo copia tu faz alabastrina,
y se parece a ti;
aspiro los perfumes que brotan de tu trenza,
y lo que en tu alma apenas como ilusión comienza,
es voluntad en mí.

¡Ah! deja las tristezas al nido abandonado,
las sombras a la noche, los dardos al soldado;
los cuervos al ciprés.
No pienses en lo triste que sigiloso llega;
los mirtos te coronan, y el arroyuelo juega
con tus desnudos pies.



Poema Sabes Lo Que Es Un Suspiro de Manuel Gutierrez Najera



¿Sabes lo que es un suspiro?
Un beso que no se dio…
¡Con cadena y cerrojos
los aprisionan severos,
y apenas los prisioneros
se me asoman a los ojos!

¡Pronto rompen la cadena
de tan injusta prisión,
y no mueren más de pena
que ya está de besos llena
la tumba del corazón!

¿Qué son las bocas? Son nidos.
¿Y los besos? ¡Aves locas!
Por eso, apenas nacidos,
de sus nidos aburridos
salen buscando otras bocas.

¿Por qué en cárcel sepulcral
se trueca el nido del ave?
¿Por qué los tratas tan mal,
si tus labios de coral
son los que tienen la llave?

Besos que, apenas despiertos,
volar del nido queréis
a sus labios entreabiertos
en vuestra tumba, mis muertos,
dice: ¡Resucitaréis!



Poema Sexo Cumpliendo de Manuel Del Cabral



Digitales delicias gobiernan superficies.
El lecho cruje,
cruje de pueblo fabricado a besos.
De pronto un sudor blanco roba el futuro en gotas,
y un sabor hay de mar que busca no ser agua,
sabor de ropa derrotada a clima,
a ternura de plumas prisioneras,
a mañana que anda por su cuerpo,
por su aluvión de tibia nieve a sueldo:
censo precipitado, derretido,
pequeña muerte desprendida viva.

Desprendida,
invadiendo dominios de líquidas raíces,
y a ocultos empujones azules, por sus venas:
nadadores extraños, materiales secretos
que galopan cruzándose de vida;
un resbaloso mundo de minutos con siglos,
un semental tumulto que anónimo prepara
espacios dolorosos,
números obligados a levantarse como héroes…

Sin embargo, gomas hay ataúdes,
redes para mariscos terrenales,
se coagulan sus ángeles sin puerta,
cielo de caucho eunuco los ahoga,
mata sus puros empujones blancos,
mata sus furias de humedad reunida.

Pero terca,
toda la zoología se le sube a su cuerpo,
por sus manos elásticas como palabras,
por el valiente oficio de pan que hay en los senos,
anda un blando, anda un suave,
anda un dulce silencio de leopardo.

Y la materia tiembla,
tiembla sobre boticas y birretes,
sobre encuadernadores de siglos educados,
y como un dios que entra
apartando trigales enlutados,
sólo su clima sólido de súbito
abre auroras profundas, vigiladas,
para poner de pie cada año a la tierra.



Poema Sangre Mayor de Manuel Del Cabral



¿No sientes que mi sangre suelta de pronto pájaros?Si yo pudiera ahora ponerme a juntar ojos,a llenarme las manos de habitantes que duelen,y a enterrarme sus dientes lo mismo que semillas…¿No sientes que mis brazos crecen como dos ramas?Si yo pudiera ahora dárselos a los ciegos.Yo crezco entre los cines, peluqueros, modistos,igual que un lento fruto que crece entre su cáscara.Vuelvo y me digo ahora: la raíz no es del hombre;debe haber otra vez huéspedes en mis venas,recorriéndolo todo, penetrándolo todo,como un largo cuchillo vestido de palabra.Ya siento que me duele la piedra sin tocarme.Aquí la fuga es mía, la disgregada cosa.Hacedme herida, tiempo; golpeadme tiempo el sueño,que por mi herida sale la estatua de un silencio.Algo tendré que busco los pétalos obreros,¿tendré altura de rosa? ¿No mediré ya el viento?Alguien busca y encuentra por mis perdidas venasla familia de luces que la epidermis calla.Estos huesos que siempre los números dirigen,si el armazón no fueran de una palabra, un hambre;si la mano en la sombra no viniera pensando,¡oh qué cerca estuvieran de la rosa los hombres!No me siento caído ni pegado a la tierra.¿Para qué paso entonces por entre Ios haraposde voces sin zapatos, pero con pies azules?(Por algo hay en mí sangre pesadilla de alondras.)¿Pero por qué los brillos de este metal que creceen los filos del ojo? ¿Tendré yo todavíaque perseguir esencias y misteriosos vientosenemigos del pan y fuerza de jardines?La guitarra se pudre en las manos sin hambre…Por algo está este viento enterrado y sin gente.Quiero sacar mis dedos y fabricar presenciasen el aire del cuerdo que duerme la guitarra.Ponedme aquí a la puerta por donde viene alguienque tiene entre las manos el cadáver del tiempo,Aquí, sólo con sangre, aquí yo diré cosasque tienen el tamaño simplemente del hombre.Lucho con la neblina que se pega a la voz.¿Pero hace tanto tiempo que me arranqué los ojos?¿Tendrá que ver la tierra con estas cosas mías?Ella que anda desnuda desde que estoy sin ojos.De cosa calculada y amargo paso hechose me cae este duro pasaporte de sangre.Yo quiero simplemente saber si por mi heridala tierra seca busca su esperanto de río.Hay, ya sé, comerciantes con pasos de azucena.No invitadas palabras casi arrugan el aire.Hay alguien que podría ver hacia arriba y vermejoven de azul y siempre tan viejo de preguntas.La cosa innecesaria que se pesa y se mide,este inútil idioma: cáscara de tu alma;además, en desuso… en desuso si alguien…si no fuese tan joven la vejez de este viento.Cabe, dice la niebla, la nada en este hombre,¿sufre tal vez la nada? Voy a decir y gritoque estoy en cada cosa, que cada cosa duelecuando yo pienso y veo. Voy a cuidarme ahoraen la nada y la rosa. Yo vigilo mi origendescuidando las cosas más pequeñas del hombre…Alguien me dirá entonces que hago sufrir distancias.¿Estaré yo en las piedras buscando mi palabra?¿Y qué puede esta dura reunión de mi cuerpo,aquí, perdida en sombra, inútil, agarrada?¿Pero de qué se agarra? ¿Qué le duele a mi niebla,y al aire que hay en mí de partida y sin viaje?¿Para qué son entonces este lujo en la rama,y el otro que congrega la rosa en el olfato?Mi tacto; que es varón, busca soltar palomas,y hacer cosas de aire sin edad y ser hombre.De caballo y de pétalos está hecha mi frente.¡Qué enemigo que estoy de la piel y mi nombre!Mi defensa de esencias mata los calendarios,y otras cosas presentes como los cementerios.La pobre cal que viste de novia las paredes,y este rumor de olas que no quiere venirde donde viene el tiempo. Por la herida los huesoscomo letras perdidas salen a usar la noche.



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