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Poema Sé De Una Mariposa Que, Hora Tras Hora, Se Endurece… de María Ángeles Maeso



Sé de una mariposa que, hora tras hora, se endurece
para fijar sus pies
sobre una flor de alambre.
La he visto
arrastrar sobres con radiografía
perseguida por remedios contra la calvicie.

Ya sabréis de alguno de esos sobres,
cuarenta kilos por uno noventa de estatura,
de la mano de su madre.

Yo le oí a ella decirle anoche:
?¿Y qué tal si nos vamos, tú y yo solos,
a las estrellas del campo
y terminamos con un chute a lo bestia?

Ah, la ilusión del fin, cuarzo
en el joyero ahumándose cuando el sobre respondió:
?Ay no mamá que la muerte duele tanto.

Y ahí siguen en lo suyo, ras-ras, fémur contra fémur,
mordiéndome las uñas yo por no terminar aquí,
con el polvo de la tiza acribillada,
en jaula de harina negra.



Poema Sé Que Las Ratas… de Margarita Laso



sé que las ratas me morderán el corazón
pero ésta es una despedida

reí y fui

loba
loba en el palomar
loba en el palomar de tus jadeos

buches y espumas rociaron la aurora de los sudores
jadeos tus de palomar él en loba

aunque
entre graznidos y hendiduras
entre zureos grumosos
loba
entre palomas en tus jadeos
digo adiós

la pena canina cubro de vidrio
lengua y falanges apago al fuego
aros y poros al polvo cocido

esta cachorra arde bajo las burbujas

aullidos sollamados invitan a las ratas

ellas escuchan su piel de chamiza que crepita
sus uñas que raspan el celo cristalino

la esfera de calor de su cuero esquilado las convida
olorosa

sé que me morderán el corazón
lastimero
pero no permitiré que tú lo muerdas
ésta es una despedida



Poema Soneto Definiendo El Amor O Sus Contrariedades de Margarita Hickey



Borrasca disfrazada en la bonanza,
engañoso deleite de un sentido,
dulzura amarga, daño apetecido,
alterada quietud, vana esperanza.

Desapacible paz, desconfianza,
desazonado gozo mal sufrido,
esclava libertad, triunfo abatido,
simulada traición, fácil mudanza.

perenne manantial de sentimientos,
efímera aprehensión que experimenta
dolorosas delicias y escarmientos.

Azarosa fortuna, cruel, violenta,
zozobra, sinsabor, desabrimientos,
risa en la playa y en el mar tormenta.



Poema Son Monstruos Inconsecuentes de Margarita Hickey



Son monstruos inconsecuentes,
altaneros ya batidos;
humildes, si aborrecidos;
si amados, irreverentes;
con el favor, insolentes;
desean, pero no aman;
en las tibiezas se inflaman,
sirven para dominar;
se rinden para triunfar;
y a la que los honra infaman.



Poema Salpra (iv) de Margarita Carrera



Al acecho de los minutos
cae
tu pedazo de tiempo.

Insomnio
destierro obligado
con discordias y lejanos
fragores de iracundia.

Las dudas
desgranan tu desvarío
tu tierra dispersa
tus partículas carcomidas.

Atrás
las rutinarias incurias
en ámbitos desiertos
destilando
inmisericordes sentencias.



Poema Salpra (1) de Margarita Carrera



Por hoy
conviene perder la memoria
entrar
en el vasto
campo de la nada
lograr asir
la palabra sin sentido.

Conviene
asimismo
desnudarse del cristal
que acompaña la cordura
entrar en nuevo mapa
instrumento puntual de agonía.

Y volverse mitología y averno
terco perfil de insomnio
remoto metal de tiniebla
sensación, por fin, del crimen
y esperar el paralelo castigo.

Por hoy
el amanuense tigre
y su escriba sin ley
el desgarre de la nostalgia
y el desahuciado día
en inicio de fatigado
y cóncavo bramido.

Por hoy
nada más lícito
que vestirse de olvido.



Poema Sembrando de Marcos Rafael Blanco Belmonte



De aquel rincón bañado por los fulgores
del sol que nuestro cielo triunfante llena;
de la florida tierra donde entre flores
se deslizó mi infancia dulce y serena;
envuelto en los recuerdos de mi pasado,
borroso cual lo lejos del horizonte,
guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado,
del sembrador más raro que hubo en el monte.

Aún no se si era sabio, loco o prudente
aquel hombre que humilde traje vestía;
sólo sé que al mirarle toda la gente
con profundo respeto se descubría.
Y es que acaso su gesto severo y noble
a todos asombraba por lo arrogante:
¡hasta los leñadores mirando al roble
sienten las majestades de lo gigante!

Una tarde de otoño subí a la sierra
y al sembrador, sembrando, miré risueño;
¡desde que existen hombres sobre la tierra
nunca se ha trabajado con tanto empeño!
Quise saber, curioso, lo que el demente
sembraba en la montaña sola y bravía;
el infeliz oyóme benignamente
y me dijo con honda melancolía:
?Siembro robles y pinos y sicomoros;
quiero llenar de frondas esta ladera,
quiero que otros disfruten de los tesoros
que darán estas plantas cuando yo muera.

?¿Por qué tantos afanes en la jornada
sin buscar recompensa?? dije. Y el loco
murmuró, con las manos sobre la azada:
?«Acaso tú imagines que me equivoco;
acaso, por ser niño, te asombre mucho
el soberano impulso que mi alma enciende;
por los que no trabajan, trabajo y lucho;
si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende!

»Hoy es el egoísmo torpe maestro
a quien rendimos culto de varios modos:
si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro.
¡Nunca al cielo pedimos pan para todos!
En la propia miseria los ojos fijos,
buscamos las riquezas que nos convienen
y todo lo arrostramos por nuestros hijos.
¿Es que los demás padres hijos no tienen?…
Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre
y, en las guerras brutales con sed de robo,
hay siempre un fratricida dentro del hombre,
y el hombre para el hombre siempre es un lobo.

»Por eso cuando al mundo, triste, contemplo,
yo me afano y me impongo ruda tarea
y sé que vale mucho mi pobre ejemplo
aunque pobre y humilde parezca y sea.
¡Hay que luchar por todos los que no luchan!
¡Hay que pedir por todos los que no imploran!
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
Hay que ser cual abejas que en la colmena
fabrican para todos dulces panales.
Hay que ser como el agua que va serena
brindando al mundo entero frescos raudales.
Hay que imitar al viento, que siembra flores
lo mismo en la montaña que en la llanura,
y hay que vivir la vida sembrando amores,
con la vista y el alma siempre en la altura».

Dijo el loco, y con noble melancolía
por las breñas del monte siguió trepando,
y al perderse en las sombras, aún repetía:
?«¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!…»



Poema Soy Todo Lo Que Miro de Marco Antonio Montes De Oca



Bañarse bajo la luz de un álamo
Ser todo cuanto miro
En el pozo del sol.

Sorpresa blanca
Que te acuclillas y saltas
Y me lames la mano con tu llama
Y mueves cabellos
Pegados al rostro con lágrimas:
Vete de aquí
Quema la selva de arpas
Y al viento que la hace gemir
Porque es su amante consumado.

Siempre no te vayas
Sorpresa
Déjame ser todo lo que miro
Tus pavos irreales me interesan mucho
Tus nubes que bajan sin convertirse en lluvia
Me interesan a ojos vistas.

Entre la inmensidad y mi estupor
Tus flancos incandescen
Coro de las anticipaciones
Tupida amarillez:
El mundo que nos prohíbe volar
Nos debe su propio vuelo.



Poema Soñaba de Manuel Maria Flores



(Heine)

Soñaba yo: mis párpados henchidos
de lágrimas sentía;
soñé que estabas en la tumba, muerta,
y muerta te veía…
Era un sueño no más , pero despierto
lloraba todavía.

Estaba yo soñando, y por la cara,
el llanto me corría;
soñé que te arrancaba de mi lado
alguno, vida mía…
Era un sueño no más, pero despierto
lloraba todavía.

Soñaba yo… Me ahogaban los sollozos,
el llanto me bebía…
Estaba yo soñando que me amabas,
¡soñando que eras mía!
¡Era un sueño no más, no más que un sueño,
y lloro, más que nunca, todavía!



Poema Saudade de Manuel Maples Arce



Estoy solo en el último tramo de la ausencia
y el dolor hace horizonte en mi demencia.

Allá lejos,
el panorama maldito.

¡Yo abandoné la Confederación sonora de su carne!
Sore todo su voz,
hecha pedazos
entre los tubos de la música!

En el jardín interdicto
-azoro unánime-
el auditorio congelado de la luna.

Su recuerdo es sólo una resonancia
entre la arquitectura del insomnio.

¡Dios mío,
tengo las manos llenas de sangre!

Y los aviones,
pájaros de estos climas estéticos,
no escribirán su nombre
en el agua del cielo.



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