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Poema Soliloquios Del Soldado de Sara De Ibáñez



II
Quisiera abrir mis venas bajos los durazneros,
en aquel distraído verano de mi boca.
Quisiera abrir mis venas para buscar tus rastros,
lenta rueda comida por agrias amapolas.

Yo te ignoraba fina colmena vigilante.
Río de mariposas naciendo en mi cintura.
Y apartaba las yemas, el temblor de los álamos,
y el viento que venía con máscara de uvas.

Yo no quise borrarme cuando no te miraba
pero me sostenías, fresca mano de olivo.
Estrella navegante no pude ver tu borda
pero me atravesaste como a un mar distraído.

Ahora te descubro, tan herido extranjero,
paraíso cortado, esfera de mi sangre.
Una hierba de hierro me atraviesa la cara…
Sólo ahora mis ojos desheredados se abren.

Ahora que no puedo derruir tu frontera
debajo de mi frente, detrás de mis palabras.
Tocar mi vieja sombra poblada de azahares,
mi ciego corazón perdido en la manzana.

Ahora estoy despierto. Nacen al fin mis ojos
pisados por el humo, agujereando arañas,
duros estratos de algas con muertos veladores
que sin cesar devoran sus raicillas heladas.

Y te cruzo despierto, fiero túnel de ortigas,
remolino de espadas, vómito de la muerte.
Voy asido a las crines de un caballo espinoso
que vuela con ciudades quemadas en el vientre.

Voy despierto, despierto y obediente a mis manos,
con un río de pólvora cuajado en el aliento,
ahora que estoy solo y enemigo del aire,
seco, desarraigado, desnudo, combatiendo.



Poema Sobre El Amor de Santiago Sylvester



No importa dónde nace el amor
(los nacimientos son asuntos de registro o
de parroquia)
pero sé que no dura al aire libre,
en ese prado aséptico con un molino al fondo.
Nace en cualquier parte
pero no prospera en la ilusión bucólica:
busca la complicación,
no el caos pero si su orilla,
un cuerpo espeso de tejidos
y de material residual,
y busca sobre toda la armonía
que es donde, si nos descuidamos un instante,
muere por falta de necesidad.



Poema Sombra de Santiago Montobbio



Tras los llantos o el último gesto del sol
nada queda. Nada tras los llantos, los versos,
los retratos. Y una sombra dice que fue ella.
(Las sombras, ya se sabe, no quieren tener la culpa
de ser sombras y por eso buscan amantes, asesinas).
Una sombra dice que fue ella, sin cesar lo dice.
Al mismo sol, al papel mismo, a quien lo escuche.
Pero quizá no fue nadie y quizá fue nada.
Tras los llantos, versos y retratos quizá
fue sólo eso. Un nombre triste que se hizo pequeño.
Un nombre sin padres a quien extravió la vida.
Un nombre solo, no vaya a preocuparse nadie,
si fue la sombra de un nombre, la pobrecita,
la sombra de la nada aquella. Mas si nada fue,
y lugar no tuvo, dice que no quiere últimas patrias,
hechas con epitafios de yeso, la sombra ésta.
La sombra que en cada espejo con mi rostro aún veo,
la pobre y ésta que aborrece los epitafios y el yeso,
la que nada fue y la que nada pide. Nada.
Sólo nada. ¿No lo oís? Dejadla quieta.



Poema Sólo Un Nombre Podría Llevar La Dedicatoria de Santiago Montobbio



Supongo que por ser casi lo único que estaba abierto los domingos
en el acuario municipal que están estos días derribando
habíamos pasado no sé qué desmesurado número de tardes,
y recuerdo cómo sólo llegar nos dirigíamos
a saludar a tío Alfonso convertido en un besugo,
aquel besugo afable, exacto a él y que creíamos
que a la fuerza tenía ya que conocernos.

El tiempo del que hablo era entonces tan extraño
que aún no se habían inventado
esas modernas variantes del los parkings
que creo que se llaman guarderías, y si me esforzara
podría de mañanas y tardes trazar una prolija geografía
-la catedral y los paseos, la feria de belenes y de libros,
jardines cerca de las autopistas o autos de choque
o museos infinitos: calles, rosas y cuadros
probablemente más hermosos pero también
un poquitín más aburridos que el besugo-.
Pero no me interesa y entonces no me esfuerzo.
Porque más que eso son los pequeños y diarios infiernos
que salpican lo que se dice una vida de familia,
ese modo de estar siempre un cazador oculto y fiero en casa
y los insoportable ritos de la estupidez y de la histeria
de los que muy pronto tuve que aprender
a huir íntimamente, para seguir viviendo,
lo que siempre recuerdo y lo que me hace pensar siempre
que puede no haber modo más titánico de ganarse a pulso el cielo
ni oficio más gravoso que el buen oficio de ser madre
y pensar también que cuando pienso eso mejor es que me calle
sino quiero acabar enhebrando una con otra las cursilerías
y más que nada estar convencido de que si algún día consiguiera
cifrar en un cuadro, en media página o en cualquier otra
imposible forma del tiempo o de la música
alguna sombra de mi despedazada vida
sólo un nombre podría llevar la dedicatoria.



Poema Soy Poeta de Santiago Azar



Soy poeta, ave de rapiña de todos los sentimientos,
fruta fresca de los árboles nuevos
corazón enterrado en la tierra,
el escolar preferido de la vida,
el golpe a la puerta cerrada
con el pan y cena de todos los años.
Soy una noche tan larga como la muerte,
una guitarra sonora y sencilla,
la herradura y el rastro de toda una historia.
Soy parte hombre, parte universo;
ojos con fuego de estrella
y boca viajera como perfecto cometa.
Desde aquí me presentaré a ustedes;
soy poeta, discípulo de cada mano abierta,
sueño despertando con el bostezo de la madrugada
y un alimento recién cocido que
destapa la mesa pobre de los hambrientos.



Poema Silencia Xiv (la Náufraga) de Santiago Azar



Vas a ser mi náufraga porque destrozaré tu barca,
te destrozaré chocando contra las rocas,
te ahogaré por debajo de la luna.
No dejaré siquiera una balsa para que respires un segundo.
Respiro, y yo soy el mar que ahora te invade.
Vas a morir despacio en esta noche de torbellinos,
vas a desaparecer despacio cuando aparezca la tormenta,
y mis relámpagos cristalinos, y mi boca como trueno,
y mis manos como ventisca por tus rocas.
Vas a ser sólo una mujer flotando en la inmensidad del océano,
y el amanecer no aparecerá sin que nuestro fuego se apague:
se apague con la sal de tus senos, las lágrimas de tus pezones,
el llanterío de tu vientre y de tu piel.
Vas a ser tragada por este pez inquieto,
vas a convertirte en pez y esta vez yo seré el pelícano,
no quedará nada de ti cuando resucites, difícilmente resucites.
Vas a ser mi náufraga porque destrozaré tu barca,
no existirán islas ni maderas; amor, sólo marea.
Vas a ser mi náufraga y yo seré la barca hundida en tu cuerpo.



Poema Super Flumina Babilonis de San Juan De La Cruz



Encima de las corrientes
que en Babilonia hallaba,
allí me senté llorando
allí la tierra regaba,
acordándome de ti
¡o Sión!, a quien amaba.
Era dulce tu memoria
y con ella más lloraba.
Dejé los trajes de fiesta
los de trabajo tomaba,
y colgué en los verdes sauces
la música que llevaba
poniéndola en esperanza
de aquello que en ti esperaba.
Allí me hirió el amor
y el corazón me sacaba.
Dícele que me matase



Poema Super Flumina Babylonis de San Juan De La Cruz



Encima de las corrientes
que en Babilonia hallava
allí me senté llorando
allí la tierra regava
acordándome de ti
¡o Sión! a quien amava
era dulce tu memoria,
y con ella más llorava.
Dexé los traxes de fiesta
los de trabaxo tomava
y colgué en los verdes sauzes
la música que llevaba
puniéndola en esperança
de aquello que en ti esperava.
Allí me hyrió el amor
y el coraçón me sacava.
Díxele que me matase
pues de tal suerte llagava
yo me metía en su fuego
sabiendo que me abrasava
desculpando el avezica
que en el fuego se acababa
estávame en mí muriendo
y en ti solo respirava
en mí por ti me moría
y por ti resucitava
que la memoria de ti
daba vida y la quitava.
Gozábanse los estraños
entre quien cautivo estava.
Preguntávanme cantares
de lo que en Sión cantava
?Canta de Sión un hynno
veamos cómo sonava.
?Dezid, ¿cómo en tierra ajena
donde por Sión llorava
cantaré yo la alegría
que en Sión se me quedava?
Echaríala en olbido
si en la ajena me gozava.
Con mi paladar se junte
la lengua con que hablava
si de ti yo me olbidare
en la tierra do morava.
Sión por los verdes ramos
que Babilonia me dava
de mí se olbide mi diestra
que es lo que en ti más amava
si de ti no me acordare
en lo que más me gozava
y si yo tuviere fiesta
y sin ti la festejava.
¡O hija de Babilonia
mísera y desventurada!
Bienaventurado era
aquel en quien confiava
que te a de dar el castigo
que de tu mano llevava
y juntará sus pequeños
y a mí, porque en ti esperava
a la piedra que era Christo
por el qual yo te dexaba.

Debetur soli gloria vera Deo



Poema Seismona de Samuel Noyola



Voy a arrojar un número de granos.
Casi caso la pluma con papel
en un pacto de signos deslenguados:
forcejeo de ideas emplumadas.

Seismona duerme con un arco
para mojar las flechas en el sueño.

Desplaza sobre el llano la memoria,
se cruza con la sombra del venado
y las huellas de un tigre perdido
que traza el ocho de la fiera en celo.

Seismona sueña con Ocho-Venado
Garra-de-Tigre y cambia de postura
sobre el lecho de pieles atigradas
que tatúan su cuerpo cada noche.

Seismona sueña con un charco
para quemar las fechas en el viento.



Poema Soneto de Salvador Novo



Este fácil soneto cotidiano
que mis insomnios nutre y desvanece,
sin objeto ni dádiva se ofrece
al nocturno sopor del sueño vano.

¡Inanimado lápiz que en mi mano
mis odios graba o mis ensueños mece!
En tus concisas líneas aparece
la vida fácil, el camino llano.

Extinguiré la luz. Y amanecida,
el diamante de ayer será al leerte
una hoguera en cenizas consumida.

Y he de concluir, soneto, y contenerte
como destila el jugo de la vida
la perfección serena de la muerte.



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