poemas vida obra s

Poema Salida A Tiempo de Tomás Segovia



Fluye también pero a su modo
Por un lecho obstinado
Como un tirar de cabra a un monte otro
Ese tiempo frenético en el que sostienes
Cuando algo en ti
que nunca habló tu lengua
Como en una caricia del dolor
se encoge
Al escuchar mi nombre
Que me dieron aquí para otra cosa.



Poema Segadores, Afuera, Afuera de Tirso De Molina



Segadores, afuera, afuera,
dejen llegar a la espigaderuela.

Quién espiga se tornara
y costara lo que costara
porque en sus manos gozara
los rosas que hacen su cara
por agosto primavera.

Segadores, afuera, afuera,
dejen llegar a la espigaderuela.

Si en las manos que bendigo
fuera yo espiga de trigo,
que me hiciera harina digo
y luego torta o bodigo
porque después me comiera.

Segadores, afuera, afuera,
dejen llegar a la espigaderuela.

Si yo me viera en sus manos
perlas volviera los granos,
porque en anillos galanos
en sus dedos soberanos
eternamente anduviera.

Segadores, afuera, afuera,
dejen llegar a la espigaderuela.



Poema Sombras de Teresa Domingo Català



La noche es movimiento de penumbras
luchando para ser eternas, río
de manos en los cuerpos que divaga
sobre el influjo de la sangre dulce.

Silenciosos, los ángeles nos aman
como aman los caimanes, con la furia
de un sexo desmedido, con lujuria.

La noche es la simiente de los pasos
que aniquilan las luces de los lechos,
y son los cuerpos sombras de esa noche
que dominan la oscuridad tardía.

Silenciosos, los ángeles nos aman
como aman los caballos, con ardor,
reclamando sus alas el perdón.

La piel anhela el roce de las sombras
que se desprenden ávidas, ventiscas
de amores sofocados, tenues nieblas
imposibles de aprehender, limosnas.

Los ángeles nos odian por la carne,
ésa que envuelta en noche se proclama
en la ofrenda del cuerpo que se ama.



Poema Sacrificio de Teresa Domingo Català



Hermanadas la furia y la blasfemia
en el sino mortal del sacrificio,
se derrite el incienso de los tallos
con un rito de ancestros y pulgares.

El umbral del dolor, que galvaniza
el recuerdo de un Dios inmóvil, roto
por las balas, la noche, la memoria,
acude a cizañar las madreselvas.

Caídos de las torres de los salmos
en una vieja letanía amarga,
vienen a incinerar la madrugada.

Clama el amor la melodía impune,
el canto de las horas desteñidas
que irrumpen en la lacra de los días.

¿Desearán los huesos descarnados
el sigiloso don de los amantes
que confunden las horas con los labios?

Llegará el madrigal de las sospechas
al campo del honor y los relojes
cimbreando el dolor de las estrellas.



Poema Soledad de Susana Giraudo



Teja molida una plaza.
El muchacho hablando solo.
Cruje paso suela.
Cruje.
Allá verde verde.
Y en su pienso y digo
el azul.

El azul
siempre arriba
y en la plaza
el chico hablando solo
de lo que nadie dice nada.

Nadie dirá porqué
cuando como.

Muy cerca alguien mira
dentro de si
solo solamente.

Las soledades se tocan
una a otra.
Rechinan los dientes.

Y el chico sigue.
Cruje teja molida
paso suela cruje.
Rumor de pienso y digo porqué
gris y azul
crujen al son del verde
en una plaza.

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Solitudine

Tegola macinata una piazza.
Il ragazzo parlando solo.
Frusce passo suola.
Frusce.

Là verde verde
Nel suo penso e dico
il blu.

Il blu
sempre in alto
e nella piazza
il ragazzo parlando solo
di ciò che nessuno dice niente.

Nessuno dirà perché
quando in che modo.

Molto vicino a lui qualcuno guarda
dentro di sé
solo soltanto.

Le solitudini si toccano
l´una all´altra.
Arrotano i denti.

E il ragazzo segue

Frusce tegola macinata
Passo suola frusce.
Rumore di penso e dico perché
grigio e blu
frusciono con il suono del verde
n´una piazza.



Poema Soliloquio de Sor Jerónima De La Asunción



Vuestra soy, para vos nací;
¿qué mandáis hacer de mí?
Inaccesible grandeza,
eterna Sabiduría
y bondad del alma mía,
Dios, un ser, poder y alteza,
mirad la suma pobreza
de ésta que se ofrece aquí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma,
mi cuerpo, mi vida y mi alma,
mis entrañas, mi afición;
luz, esposo y Redención,
pues por vuestra me ofrecí,
¿qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte o dadme vida,
salud o enfermedad
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz cumplida,
que, medrosa o atrevida,
a todo diré que sí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
dadme gusto o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme infierno o dadme cielo;
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me vendí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que me esté holgado
por amor, quiérome holgar;
si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando;
decí dónde, cómo y cuando,
decí dulce amor, decí,
¿qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración;
si no, dadme sequedad;
si abundancia o devoción,
o si no esterilidad.
Soberana Majestad,
solo hallo paz aquí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues, sabiduría,
o por amor ignorancia,
dadme años de abundancia
o de hambre y carestía,
tinieblas o claro día,
revolvedme aquí o allí;
¿que mandáis hacer de mí?
Dadme Calvario o Tabor,
desierto o tierra lodosa
ea Job en el dolor
o Juan que al pecho reposa,
sea viña fructuosa
o estéril, si cumple así;
¿qué mandáis hacer de mí?
sea Joseph en cadenas
o de Egipto Adelantdo;
sea David sufriendo penas
o el mesmo ya coronado;
sea Jonás anegado
o libertado de allí;
¿qué mandáis hacer de mí?
Esté callando o hablando,
haga fruto o no le haga,
la ley me esté preguntando,
la gracia sane mi llaga;
crezca o se mengüe mi paga,
sólo vos vivid en mí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para vos nací;
¿qué mandáis hacer de mí?



Poema Soneto Del Amor Desesperado de Silvina Ocampo



Mátame, espléndido y sombrío amor,
si ves perderse en mi alma la esperanza;
si el grito de dolor en mí se cansa
como muere en mis manos esta flor.

En el abismo de mi corazón
hallaste espacio digno de tu anhelo,
en vano me alejaste de tu cielo
dejando en llamas mi desolación.

Contempla la miseria, la riqueza
de quien conoce toda tu alegría.
Contempla mi narcótica tristeza.

¡Oh tú, que me entregaste la armonía!
Desesperando creo en tu promesa.
Amor, contémplame, en tus brazos, presa.



Poema Sobre Un Mármol de Silvina Ocampo



Tantos recuerdos juntos en el viento,
tantos jardines juntos que recuerdan
sin nadie nadie ya que los recuerde,
tantas fuentes con ángeles, sirenas,
tritones o cupidos o pescados,
tanto mar en el sueño hecho de mármol,
tantas flores de caña ya perdidas
detrás de las mareas de los ríos
y un “moriré o no moriré muy pronto”
que dicen deshojadas margaritas
en lugar de «me quiere» o «no me quiere».



Poema Si Soy En Vano de Silvina Ocampo



Si soy en vano ahora lo que fui,
como la blanda y persistente arena
donde se borra el paso que la ordena,
no he sufrido bastante, amor, por ti.

Ah, si me hubieras dado sólo pena
y no la infiel intrépida alegría
tu crueldad no me lastimaría,
no podría apresarme tu cadena.

Quiero amarte y no amarte como te amo;
ser tan impersonal como las rosas;
como el árbol con ramas luminosas

no exigir nunca dichas que hoy reclamo;
alejarme, perderme, abandonarte,
con mi infidelidad recuperarte.



Poema Si La Verdad Se Vuelve Una Mentira de Silvina Ocampo



Si la verdad se vuelve una mentira,
si se vuelve dolor la dicha aviesa,
si se vuelve alegría la tristeza
con sus falsas promesas cuando expira,

si la virtud a la cual en vano aspira
mi vida frustra la habitual promesa,
si el corazón de odio o de amor me pesa
y al helarse cual mármol, aún suspira.

Si no pude enmendarme al recibir
la ingratitud de los que más he amado
ni pude ensombrecerme al eximir

de mi cariño a los que me han colmado,
será porque los dioses me han herido
del inocente horror de haber nacido.



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