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Poema Raro Asunto de Miguel D´ors



Raro asunto la vida: yo que pude
nacer en 1529,
o en Pittsburg o archiduque, yo que pude
ser Chesterton o un bonzo, haber nacido
gallego y d?Ors y todas esas cosas.
Raro asunto
que entre la muchedumbre de los siglos,
que existiendo la China innumerable,
y Bosnia, y las cruzadas, y los incas,
fuese a tocarme a mí precisamente
este trabajo amargo de ser yo.



Poema Retrato De Una Estudiante de Miguel Arteche



Todas las cosas del tiempo, todas las cosas del viento,
vibran entre las suaves calles en el crepúsculo.
Nombres derramados, habitaciones solas,
viejas conversaciones derramadas un día,
voces de mis parientes, una tarde que sale
desde el mar sumergido, la soledad de la arena
a mediodía bajo la luz del sol ardiente:
sobre el caudal lejano de mi memoria irrumpen,
mientras escucho ahora las campanadas hondas
surgir desde muy lejos y el tiempo que se lleva
sobre el río las cosas del hombre y su trabajo.
Fluyen, caen, se escapan
las vidas silenciosas, y sólo el río se oye
rodar bajo la noche sin detenerse, oscuro,
en dirección al mar, al mar que muere un poco.

¿Es el viento el que aúlla sobre la mar delgada
de las caras marchitas? ¿Es el viento el que escapa
sobre las hojas muertas que arrastran sus tormentos,
en el oscuro y triste mes de abril que presencia
las cosas desvanecidas, la caediza estela
de la niebla moribunda? No hay presencia en su cuerpo;
no hay ríos, ni tierras, ni barcos, ni crepúsculos;
sólo hay un tiempo amargo que miro aquí en la tarde
bajo la luz eléctrica mientras allá en la esquina
dos estudiantes pasan cantando suavemente.

Y ahora irrumpe, irrumpe la cansada vida
de mi memoria, y ahora pienso, leo, y mientras canto,
o me miro al espejo, o rezo, o cuchicheo
grises palabrerías con una vieja amiga,
escucho ya los sonidos silenciosos
del pueblo de mi infancia, oigo las notas, miro
los rostros y los gestos de mi familia, y vuelve
su rostro joven; su mirada
regresa entre los ecos de la calle, penetra
mis ojos que le vieron partir oscuramente.

Quisiera recordar tantas cosas: el amor desolado
que yo entregara un día; cómo quisiera darle
la ternura, entregarle palabras
como las que él mismo un día me dejara,
y no esta cansada lejanía que escucho
rodar desde la noche, ahora que contemplo
las construcciones rojas de ladrillos que esperan
una vez que el día ha terminado. Y recuerdo un tranvía
que rodaba, metálico, con su carga cansada
-a las tres de la tarde, un día de verano
ardiente y doloroso-, y en la calle quedaba
el silencio, la siesta del sometido asfalto.

¡Escucho las alas del tiempo que desciende
en mi pobre cabeza! Una, dos, tres veces siento
el batir de sus alas:

¡Una vez en la noche!
(Hasta que el tiempo vuelva.)
¡Dos veces en la noche!
(Hasta que el tiempo escape.)
¡Tres veces en la noche!
(Hasta que el tiempo muera.)

Y ahora veo a mi madre, los vestidos usados,
las canciones de una tarde en la sombra
para el tiempo angustioso; miro los escenarios
que un día frecuentaba, el telón, las butacas,
esperando, esperando, las clases interrumpidas,
las gloriosas mañanas, la música querida;
y todo se aleja cabalgando
de mi memoria ausente, y todo vuelve
lentamente a traerme un poco de nostalgia
y de alegría efímera.

¿Es el viento el que pregunta en la noche?
¿Es el viento, es el viento el que interroga
sobre mi triste y débil cabeza de muchacha,
es el viento el que reúne estas cosas lejanas
en mi cama pequeña? ¿Es el viento el que escapa
cerca del patio viejo? ¿Es el viento el que vuelve?

No. Nada vuelve. Nada ocurre. Pero todo sucede
a veces en la noche. Y si regresa el tiempo
una vez, dos veces, tres veces, en la noche:

¡Una vez en la noche!
(Hasta que el tiempo vuelva.)
¡Dos veces en la noche!
(Hasta que el tiempo escape.)
¡Tres veces en la noche!



Poema Rumor De Diez Noches… de Menchu Gutiérrez



Rumor de diez noches en diez diferentes estancias.
Después, se dejaba dormir. En vano yo retaba al sueño
gentil de su cayado, lo salpicaba con el rocío que germina
en las palmeras; invariablemente era su presencia y no la
mía la tentadora, la travesía, el cuidado, la gangrena.



Poema Raíz Antigua de Meira Delmar



No es de ahora este amor.

No es en nosotros
donde empieza a sentirse enamorado
este amor por amor, que nada espera.
Este vago misterio que nos vuelve
habitantes de niebla entre los otros.
Este desposeído
amor, sin tardes que nos miren juntos
a través de los trigos derramados
como un viento de oro por la tierra,
este extraño
amor,
de frío y llama,
de nieve y sol, que nos tomó la vida,
a leve, sigiloso, a espaldas nuestras,
en tanto que tú y yo, los distraídos,
mirábamos pasar nubes y rosas
en el torrente azul de la mañana.

No es de ahora. No.
De lejos vine
-de un silencio de siglos,
de un instante
en que tuvimos otros nombres y otra
sangre fugaz nos inundó las venas-,

este amor por amor,
este sollozo
donde estamos perdidos en querernos
como en un laberinto enamorado.



Poema Reminiscencia de Meira Delmar



Un breve instante se cruzaron
tu mirada y la mía.

Y supe de repente
-no sé si tú también-
que en un tiempo
sin años ni relojes,
otro tiempo,
tus ojos y mis ojos
se habían encontrado,
y esto de ahora
no era más que un eco,
la ola que regresa,
atravesando mares,
hasta la antigua orilla.



Poema Recordándote de Mayamérica Cortez



Presente, vivo ¡Ahora!
Rodar, volar
y…llorar.
Todo junto
al lado
de golpe
bajo azul y verde
volver…¡Volar!
Buscarte, enredarte
quedarme quieta junto a ti
tórtola, golondrina
madeja desmadejada
dispersada en pedazos.
Quereres, amores y amaneceres.
Sí, mañanares que se enredan
en jaulas zenzóntlicas
paralelas junto a tu nostalgia.
Tú, vertiente que clama
junto a la piedra de tu sino.
Tú, ruta. Tú, signo.
Todo palpitante bajo palabras quietas
tímidas corzas
añorando el pasado de tus ojos tristes
grises sobre el vacío.
Alguna vez fuimos tú y yo.
Alguna vez tu palabra
se acurrucó bajo mi alero…
y luego, ¿Qué?
Hilos tamizados de colores
grises y negros en profusión,
paredes insólitas alzándose
bajo el palio de mi desvelo
de mi nostalgia
por quererte
añorarte
odiarte, aborrecerte
por mis sueños rotos
sueños edificados…
¡Basura!
Y sin embargo…tú y yo,
tu personalidad intradimensional
tu búsqueda incesante
sin cejar, sin volver
tú y yo
yo primero…o tú?
Yo o tú…los dos…uno…¡El dilema!



Poema Refugio de Matilde Alba Swann



Entonces,
ciega y sorda, me abrazo a la poesía.

La aprieto contra el pecho,
la muerdo, la trituro,
me prendo a sus dos manos,
hundo en ella mi grito,
me aniño en su regazo,
sollozo en sus rodillas,
y encuentro que me acoge
piadosa a su ternura,
se adhiere a mi tristeza,
me entrega
gota a gota, su sangre, me amamanta,
me acuna, me adormece,
y en sueños,
poesía madre, le elevo mi plegaria.

«Sé lecho a mi cansancio,
sé sombra en este páramo amargo
en que transito
volcando ya mis pasos.

Sé el camino que busco, transvásame
tu esencia, conviérteme a tu imagen,
haz de mí, la elevada
poesía de poesía».

Y caigo ya sin fuerzas
de nuevo entre los hombres
que aplastan mis cenizas,
en tanto me perdonan
la culpa
de ser mártir.



Poema Romance En Lengua De Indio Mexicano de Mateo Rosas De Oquendo



Cada noche que amanece
quanto saco mi biscucho
las presco piento poscando.
Onas pillacas latrones
que me lo estaban mirando
que me bay tieso con dieso
mi carañona poscando.
Alcon diable se lo dijo
como me estaba pupado,
me rompieron mi poxento,
serradura con candado:
Y ortado mis callos tres
que un año que me a criado
para ir mi copempernasion
do estado mi marquesado.
Quanto tomo esporision
lo an de comer mis pasallo
questo mi primo el marques
tenemos ya gonguistado.
Y todos los pisorrey
la provision me lo han dado
qui todo el corregidor
por mi mano an de pasado.
Y me ponga orca y cuchillo
para que pien castagado
estén todas los pillacos
que mi mantado no aco.
Si ai las cojo los latrones
que an ortado los mis callos
por vida de Don Felipe
se sas tripa de sacallo.
Que aunque sea hecho chismole
yo conosere mis callos,
que ono permejo es,
otro como rosio blanco.
La otro mi callo es prieto,
so cabes colorado,
que mi sorrado ocho dias
para mercar estas callo.
Ya no lo tengo remedio,
no es pueno si me a horcado
mas pale tenco pasiencia
qui a diablo se lo ha llevado.
Yo me ire en el probisor
y ante ella me querellado,
para que me paporesca
condra dodos los culpados.
Y me manta dar so carta
para que descomulgado
estén los pillacos todos
que comido de mis callos.
Yo no cate la deguela
apagado con agua de jarro,
porque su almina lo lleve
con el infierno del diablo.
Y estos billacas parsande
que mi sacado al tabrado
no ay respeto a la bersona
que dicen yo soy Don Pablo.
Y mi mujer Polonilla
que es una santa cristiano,
que quando se va a la misa
lleva rosario en la mano.
Luego se puelpe a su casa
mi comita aderesando,
y pajando su miscueso
zas ijo esta totrinando.
Tanto tiene atreviemiento
que ya me tiene afrendando,
no hay justicia de la dierra
que lo orque estas pillacos.
O, joro a quien me pario
y por vida de Don Pablo,
que su cabesa y miscueso
la horca a destar clabado.



Poema Rodeándote/rodeará de Marita Troiano



y aunque ruedes con asiática lujuria
invariablemente fálica
y hagas mayor la tersura del pétalo escondido
más persas las turquesas de mi cuello
y sin humano entender mayor la audacia de tus besos
Soy yo quien te domina
Quien te posee con altivez magnética
Quien te asalta monumento en prado bosque y playa
Y te hace estatua en movimiento
asido a mi matriz contemporánea
aun en la leyenda imaginada
de babilonios ciertos
que vivimos con provechos del neón
el vodka tonic y los martinis secos
de nigromantes y lunas aceradas
de colgantes manzanas del rojo jardín de Semíramis
De ahumadas mariposas aletando transparencias
en terciopelos graves de Marduk en su encumbrada capa
Qué sientes? qué olfateas ávido?
ya vengo casi
cabalgo ya tus llanuras con ardides
soberbio el trote corto el trote
mezclándome habitándote tocando el límite
creando mayores pompas al festín
recreando el tremendo fundamento del deseo
aspirando el relajado aliento de tu boca
/ese válido tunel que no acabo jamás de recorrer/

Enmiendo tácita tesis del psicoanálasis
y textos derivados de una pesada carga intelectual
con el timón hecho astillas
hiriendo lo encefálico
Y rodeándote
rodeara el lento desvenir
la clave repetida el silencio con refugios
en la idílica atención a privadas doctrinas

Y en tu mirada extensa
puedo leer inadvertida que soy yo quien te aprisiona
quien te lanza al mar atado a piedras
quien te aviva placeres con fecundas fantasías
Soy yo quien te domina
La del eco duradero al ventilar gemidos
La del júbilo en el llanto
La de sombra diversa en el sentido lecho
Mujer tuya y no tuya al mismo tiempo
De vientos encontrados
Mujer inicio y fin del universo
Repasando amor por ti En cada vez
Puntual
Abecedaria



Poema Río Abajo de Marisa Trejo Sirvent



a José Luis Ruiz Abreu, Efraín Bartolomé y Oscar Wong.

Naturaleza muerta entre los lirios
donde asoma el lagarto
que extingue su nostalgia
de flora sepultada
en aras del progreso.
Las pinturas murales,
testimonios ahogados
con zonas arqueológicas
donde el faisán escapa a otras montañas,
lejos del ruido de los motores
que transitan ahora ahuyentando la fauna.
Corriente calculada para volverse luz,
energía que lleva un cauce nuevo
donde el rumor del agua
es tan sólo un recuerdo
y el río se vuelve lago
donde antes se rompían
mil cristales de agua entre las rocas.
Sólo la iguana quieta
contempla el árbol seco
en la mitad del río.

El sumidero, 1986.



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