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Poema Rojo El Color De La Memoria de Roberto Monzón



La tierra giem sin parir más dioses
los dioses tienen su pedestal tirado
los tronos están llenos de ceniza
y la ceniza manchada de blanco.

La esperanza perdió sus colores
los colores ya no son tornasolados
en su agonía mueren degollados
por el gris plomizo de la muerte.

Roja la memoria del odio
resguarda las causas perdidas
del amor desesperado y ríe
con la risa destemplada del recuerdo.



Poema Rostro Contra Rostro… de Roberto Juarroz



Rostro contra rostro,
piedra contra piedra,
para que el tiempo no se pudra
y conserve su forma de cinta de colores.

Tiempo contra tiempo
paciencia contra paciencia,
hasta que la piedra tome el dibujo del rostro
y el rostro la carne de la piedra.

Corriente de la mirada que no cambia
si mira o si no mira,
de la mano que es igual cuando toma y cuando da,
del corazón análogo para quedarse o para irse.

Piel contra piel,
mundo contra mundo,
tierra contra la tierra
y también contra el cielo,
hija de antiguos hijos,
bandera para el viento que ella misma ha engendrado.

Entre el sol y el maíz,
entre la lluvia y la muerte,
pájaro contra pájaro,
luz contra luz,
flor contra flor,
secreto de cobre amalgamado
con metal que respira,
brujería de un humo que desciende
a descontar los siglos.

Sed contra sed,
vaso para beber el vaso
y derramar el mundo.



Poema Rosa Ideal de Ricardo Jaimes Freyre



Eres la rosa ideal
que fue la princesa-rosa,
en la querella amorosa
de un menestral provenzal.

Si tú sus trovas quisieras,
llegarían, como un ruego,
los serventesios de fuego
en armoniosas hogueras.

Darías al vencedor
los simbólicos trofeos,
en los galantes torneos
de la ciencia del amor.

Incensado por el aura
de la dulce poesía
en tus manos dejaría
su cetro Clemencia Isaura.

*

Serías el lirio humano
que halló un rey bajo su tienda,
en la brumosa leyenda
de un minnesinger riniano.

En ti vería el guerrero
perlas y rocío, como
en el tesoro del gnomo
que descubrió un hechicero.

Tendrías un camarín
por las hadas adornado,
en un palacio encantado
de las márgenes del Rin.

Y en las noches de las citas,
bajo el rayo de la luna,
envidiaran tu fortuna
Loreleys y Margaritas.

*

Mientras pensativo y triste,
junto a la cruz de un sendero,
estrechara un caballero
la banda azul que le diste,

en tu ventana ojival
dulcemente reclinada,
oirías la balada
del ardido Parsifal.

Y de un juglar, que ha traído
su arpa cubierta de flores,
la historia de los amores,
de Crimilda y de Sigfrido.

En tu blanco camarín
por las hadas adornado,
resonaría el sagrado
cántico de Lohengrín…

Ya mi pálida quimera
se ha enredado, como una ave
en la onda, crespa y suave,
de tu blonda cabellera.



Poema Recado de Ricardo Bogrand



Esto para un recuerdo que se quedó encendido
abriendo el mar, a veces, desde su misma tumba,
y en donde el sol caía como un romero líquido
la tarde era una sola gaviota suspendida.

Esto es para una calle completamente absorta
que espera nuevos pasos para nombrar sus huellas,
el polvo es una copa de longitud desierta
cubriendo más de un árbol estacionado cerca.

Hay veces que las manos se me rompen de luces
entre un buscar las voces que se ocultaron pronto.
Entonces siento el viento estrujarse en mi pecho
cuando creo distancias en mi viajar intenso.

Esto es para una meta completamente ajena,
para ir sin sentido caminando en la ausencia
para un buscarse el nombre que se quedó sin letra,
extendido a lo largo de la palabra muerta.

Esto que en mis ojos son sus ojos unidos
como sobre mis labios sus besos acunados.
Esto que llevo triste entre mis manos grises
es la querida forma de su cintura leve.

Amé, crucé incendiado el ancho de mi vida,
conquisté nuevos cielos y germiné entero,
completamente nuevo ascendí hasta sus labios
y hoy desciendo a mi grave soledad sin sonido.

Esta es para un recuerdo que se quedó encendido,
que no ha muerto ni muere y siempre va conmigo.
Es para que yo sepa que aunque camine sólo
hay una novia inédita hasta el fin de mi vida.



Poema Romance Del Emigrante de Renato Leduc



Nublado sol de estas horas
en que no te puedo ver.
Sol azul como tus ojos,
el de ayer.

Postes… alambres… alambres
hasta el infinito y más.
Postes, alambres y pájaros
fatigados de volar.

Luz amarilla del sol,
sesgando sobre un trigal
-tu cabello y las ventanas
abiertas de par en par-

Postes… alambres… amor
vislumbrado al transitar:

furia de macho cabrío,
candidez de recental
y un pobre muchacho absorto
ante el milagro carnal.

De «Algunos poemas deliberadamente románticos
y un prólogo en cierto modo innecesario» 1933



Poema Remordimientos Para Un Cordero Blanco de Reina María Rodríguez



no me puedo librar de ese ojo
que mira desde el cuadro
mis imperfecciones.
toda mi culpa de vivir
y querer
inventándome.
me estoy buscando
y tengo miedo
casi un miedo fanático
de haber sido cómplice
inacabada
porque tambien sonreí cuando quería matar.
mis mentiras son sueños
agua que no nadé
y este vicio
este vicio de mariposas
un solo día volando sin cesar
luego polvillo oscuro sobre las violetas.

perdóname ojo de mi cordero adolescente
si en estos años te engañé
y pude ser
diferente.



Poema Retorno De Nietzsche de Raúl Henao



Ni la quemadura de la llama
aplaca mi sed.
Ni la quemadura del sol.

¡Jugar con fuego! Mi corazón
es un galpón de gasolina
un polvorín de fuegos artificiales.

La llama es mi director
de orquesta.
El relámpago me persigue
a campo traviesa.

Zarza ardiente es todo
cuanto amo,
carbones encendidos,
camino sobre brasas,
baile en la fumarola
de un volcán en erupción.

Ay, mi pensamiento se consume
en la hoguera de la hermosura
del mundo.



Poema Rue De Saint Michel de Raquel Huerta – Nava



Sombra entrepernada con la carne
tu cuerpo que en el mío se estremece
qué infiernos de la fiebre
qué soledades nos habitan
en la cúspide absoluta de la llama
atajo de la muerte
retorno de la piel humedecida

(era preciso hundirse
para lamer el fondo del pantano)

estallan ardientes los jilgueros
destilan la semilla de la luz:
un glande cubierto de rocío
suculento fruto contenido
flor de incendios
saeta helada
bala expansiva del deseo.



Poema Rosa De Los Vientos de Raquel Huerta – Nava



para Jorge Ruiz Dueñas

El navegante escucha la voz
del cielo nocturno.
Con el sólo instrumento de su vista
y un mapa trazado hace siglos
se guía por la Estrella Polar,
el multicolor destello de las Pléyades
de Sirio la luz más blanca,
la luz más pura.

Tras la urdimbre de las nubes
se tejen los destinos del viajero
el sonido de nocturnos caracoles
mece el trayecto de la nave.

Con la piel curtida de estrellas
la mirada que descifra tempestades
en el color del viento
nos conduce
hacia el más seguro de los puertos.



Poema Resplandor Alado de Raquel Huerta – Nava



Sobre la nube, a veces
percibimos el destello luminoso
de alguna dorada esfera
conducida por los vientos superiores.

Sobre la frente acaso
sentimos la suave caricia
proveniente del reino de los sueños.

Sobre la piel quizá
tras la dulce fatiga del amor
se aleja el rumor etéreo
del ángel que retoma su camino.



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