poemas vida obra r

Poema Resurrección de Rosaura Álvarez



En mi carne sin tiempo: tacto, fuego,
brillos inmarcesibles.

Añafiles
desde mis altas torres lo pregonan,
Héspero lo pregona, más tus labios.

Aquí el instante, río de agua negra,
allí la mar, opalescente el mar.

¡Mi sangre, tu materia, la Materia!
Fue un sueño, invidencia, la ceniza.



Poema Revelación de Rosario Castellanos



Lo supe de repente:
hay otro.
Y desde entonces duermo solo a medias
y ya casi no como.

No es posible vivir
con ese rostro
que es el mío verdadero
y que aún no conozco.



Poema Recuerda El Trinar Del Ave de Rosalia De Castro



Recuerda el trinar del ave
y el chasquido de los besos;
los rumores de la selva,
cuando en ella gime el viento,
y del mar las tempestades,
y la bronca voz del trueno;
todo halla un eco en las cuerdas
del arpa que pulsa el genio.

Pero aquel sordo latido
del corazón que está enfermo
de muerte, y que de amor muere
y que resuena en el pecho
como en bordón que se rompe
dentro de un sepulcro hueco,
es tan triste y melancólico,
tan horrible y tan supremo,
que jamás el genio pudo
repetirlo con sus ecos.



Poema Reina de Rosa Romojaro



Mostradme qué ha ocurrido. Cómo una aguja débil
pudo ser tan mortal. Se dice en los anales
que el hombre del presente fue otro en el pasado:
una línea de sombra separa el nuevo día

del que va hacia el declive: la vida de la muerte.
Este efecto furtivo de desahucio,
este vagar vacío por ciudades ajenas:

extrañeza del cuerpo: casa deshabitada.
Dónde el amor. Ningún amante hubo más dulce
y sin embargo. Capitula

la piel en el exilio. ¿La podéis ver ahora
en la orilla sentada?: el agua corre
a través de sus dedos. Mirad su imagen quieta.



Poema Recuerda de Rosa Romojaro



Esas copas que brillan como llama
y que laten al tacto de metales
ligeros -tantas copas-; esa trama
que, sobre cal, dibujan, verticales,

las hileras de libros en tapices
de olvido -tantos libros-; todos esos
atajos y caminos de matices
parejos que descubre la luz, presos

entre los montes -tantos-. Tantas cosas
iguales y cercanas, ordenadas
y juntas son, más aún que las rosas,
más aún que el reloj o las azadas,

recados de la muerte: faltará
tiempo para vivirlas todas ya.



Poema Ratas En El Jardín de Rosa Romojaro



Allí estaba entre ramas. Sigilosa.
Oscura sobre el blanco de la cal.
Luego, corriendo en la cornisa. Luego,
el cerco de su ojo, amarillo en la sombra,
saliendo del macizo. Y allí, otra vez, los dos,
con las manos cogidas, sabiendo que una rata
sola no hace septiembre, mirándonos perplejos.



Poema Revisión De Causa de Roque Dalton Garcia



Dolor el de la serpiente que no posee párpados.
Cómo no tener el veneno de saludo
ignorando la fácil solución de incluirnos en la sombra?



Poema Referencia De Pasos de Roque Dalton Garcia



?Se me murió el ayer de parto
y lo velo cantando?

Como a una guitarra sola
a quien se le quebrara la sonrisa circular y la música,
solo,
sin desbocados animales interiores,
hueso en actividad,
reciente hueso,
hacía como que caminaba entre los hombres casado con mi madre,
pueblerino feliz, poblado de olas.

Ah, estúpida frontera,
municipal y en paz con los estómagos:
cómo tenía que morderme los retratos
para poder reírme hasta de mí
con todo y tus pesares, tus costosísimos harapos,
la franca suciedad que te conoces!

Cómo tenía sola y atrozmente
que bajarme los pasos de los hombros
y caminar?!



Poema Romance Xiii En Que Doña Urraca Recuerda Cuando El Cid Se Criaba Con Ella En Su Palacio En Zamora de Romancero Romancero



?¡Afuera, afuera, Rodrigo, el soberbio castellano!
Acordársete debría de aquel buen tiempo pasado
que te armaron caballero en el altar de Santiago,
cuando el rey fue tu padrino, tú, Rodrigo, el ahijado;
mi padre te dio las armas, mi madre te dio el caballo,
yo te calcé espuela de oro porque fueses más honrado;
pensando casar contigo, ¡no lo quiso mi pecado!,
casástete con Jimena, hija del conde Lozano;
con ella hubiste dineros, conmigo hubieras estados;
dejaste hija de rey por tomar la de un vasallo.

En oír esto Rodrigo volvióse mal angustiado:
?¡Afuera, afuera, los míos, los de a pie y los de a caballo,
pues de aquella torre mocha una vira me han tirado!,
no traía el asta hierro, el corazón me ha pasado;
¡ya ningún remedio siento, sino vivir más penado!



Poema Romance I Dice Cómo El Cid Vengó A Su Padre de Romancero Romancero



Pensativo estaba el Cid viéndose de pocos años
para vengar a su padre matando al conde Lozano;
miraba el bando temido del poderoso contrario
que tenía en las montañas mil amigos asturianos;
miraba cómo en la corte de ese buen rey Don Fernando
era su voto el primero, y en guerra el mejor su brazo;
todo le parece poco para vengar este agravio,
el primero que se ha hecho a la sangre de Lain Calvo;
no cura de su niñez, que en el alma del hidalgo
el valor para crecer no tiene cuenta a los años.
Descolgó una espada vieja de Mudarra el castellano,
que estaba toda mohosa, por la muerte de su amo.
«Haz cuenta, valiente espada, que es de Mudarra mi brazo
y que con su brazo riñes porque suyo es el agravio.
Bien puede ser que te corras de verte así en la mi mano,
mas no te podrás correr de volver atrás un paso.
Tan fuerte como tu acero me verás en campo armado;
tan bueno como el primero, segundo dueño has cobrado;
y cuando alguno te venza, del torpe hecho enojado,
hasta la cruz en mi pecho te esconderé muy airado.
Vamos al campo, que es hora de dar al conde Lozano
el castigo que merece tan infame lengua y mano».
Determinado va el Cid, y va tan determinado,
que en espacio de una hora mató al conde y fue vengado.



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad