poemas vida obra r

Poema Romanzón de Carlos Martinez Rivas



Caminantes camineros
de Madrid a San Sebastián
hemos visto cómo toda la tierra
está cantada por el mar.
Y al borde de tu misa oímos
un océano universal
y el rumor de todas las hostias
que se venían a quebrar.
(…)
Y caminantes camineros
sacamos en claro esta verdad:
que toda la tierra puede
ser cantada desde un altar.
Como un nadador que separa dos olas
así abriste tú el misal.
(…)
Nos abriste como una casa
las grandes puertas del misal
?el único pórtico rojo
por el que debimos entrar?.
Cambiar nuestro vino por tu Vino;
cambiar nuestro pan por tu Pan.



Poema Reconocimiento Del Amor de Carlos Drummond De Andrade



Amiga, cómo carecen de norte
los caminos de la amistad.
Apareciste para ser el hombro suave
donde se reclina la inquietud del fuerte
(o que ingenuamente se pensaba fuerte).
Traías en los ojos pensativos
la bruma de la renuncia:
no querías la vida plena,
tenías el previo desencanto de las uniones para toda la vida,
no pedías nada,
no reclamabas tu cota de luz.
Y te deslizabas en ritmo gratuito de ronda.
Descansé en ti mi fajo de desencuentros
y de encuentros funestos.
Quería tal vez -sin percibirlo, lo juro-
sádicamente masacrarte
bajo el hierro de culpas y vacilaciones y angustias que dolían
desde la hora del nacimiento,
estigma desde el momento de la concepción
en cierto mes perdido en la Historia,
o más lejos, desde aquel momento intemporal
en que los seres son apenas hipótesis no formuladas
en el caos universal.
¡Cómo nos engañamos huyéndole al amor!
Cómo lo desconocimos, tal vez con recelo de enfrentar
su espada reluciente, su formidable
poder de penetrar la sangre y en ella
imprimir una orquídea de fuego y lágrimas.
Pero, él llegó mansamente y me envolvió
en dulzura y celestes hechizos.
No quemaba, no brillaba, sonreía.
No entendí, tonto que fui, esa sonrisa.
Me herí con mis propias manos, no por el amor
que traías para mí y que tus dedos confirmaban
al juntarse a los míos, en la infantil búsqueda del Otro,
el Otro que yo me suponía, el Otro que te imaginaba,
cuando -por agudeza del amor- sentí que éramos uno sólo.
Amiga, amada, amada amiga, así el amor
disuelve el mezquino deseo de existir de cara al mundo
con la mirada perdida y la ancha ciencia de las cosas.
Ya no enfrentamos al mundo: en él nos diluimos,
y la pura esencia en que nos transmutamos perdona
alegorías, circunstancias, referencias temporales,
imaginaciones oníricas,
el vuelo del Pájaro Azul, la aurora boreal,
las llaves de oro de los sonetos y de los castillos medievales,
todos los engaños de la razón y de la experiencia,
para existir en sí y para sí,
con la rebeldía de cuerpos amantes,
pues ya ni somos nosotros,
somos el número perfecto: Uno.
Tomó su tiempo, yo se, para que el «Yo» renunciase
a la vacuidad de persistir, fijo y solar,
y se confesara jubilosamente vencido,
hasta respirar el más grande júbilo de la integración.
Ahora, amada mía para siempre,
ni mirada tenemos para ver, ni oídos para captar la melodía,
el paisaje, la transparencia de la vida,
perdidos como estamos en la concha ultramarina de mar.



Poema Resurrección de Renée Ferrer



Dejarlo todo sí
mientras bate el oleaje mi cintura.

Deshechaespuma
baba marrón
semen de los días
arrumbados como trastos de olvido
en un altillo viejo.

Albergue de enmascaradas tentaciones.

Dejarlo todo fuera
del espacio que soy y me contiene:
las horas que atosigué de espera
la vigilia alucinada en silogismos
la obstinada ilusión
el timón batallando contra un viento
portador de estandartes mortuorios.

A mi alma le crecen cicatrices
y un lento olor a tiempo desvivido.

Dejarlo todo sí
a orillas de este cuerpo
de esta ínsula ardiente20
arsenal de ternura.

Ah las flores robadas para el duelo.

Quemarme en soledad
asolar el desván arrojando bien lejos
los instantes que duran para siempre25
retener en los labios los momentos
como astillas de hielo
sobre la lengua ávida.

Abandonar mi cáscara
de rostros funestos
sentarme a contemplar
convaleciente
la llama de una frágil bujía.

Desabordar mi corazón
y recobrarme
despojo y oración de algún ser sin memoria.

Marzo de 1993



Poema Requisitos de Renée Ferrer



Morder
la seda rosa de tu piel
hasta el carozo del deseo
y quedarme con el zumo
entre los labios.

En las llamaradas del leño
seguir
la biografía de un poema
la trémula complicidad
de los acordes.

Y oír
en la posada del encuentro
las exigencias del alma
como un sol descorazado
y compañero.

Junio de 1994



Poema Reflexiones Últimas de Carlos Bousoño



A Antonio Carvajal

Mar en calma. Con energía
desafiante asume el reto
de entender la sabiduría
inmortal de quedarse quieto.

Más allá de pena y de goce,
¡infinitud en que te enrolas!,
el corazón, al fin, conoce
la ciencia de no tener olas.

La ciencia en que no vuela un ave
ni se escucha un sonido leve.
(Luego, sin nadie, el sueño grave.
Sin nadie, la estepa, la nieve.)



Poema Respira. Apenas Eso… de Carlos Barbarito



Respira. Apenas eso. En la veloz
evaporación del milagro, de ceniza a ceniza.
Del bromo, algo que roba poco a poco el aire.
No hay testigos; en lo que queda de mundo,
los perros se disputan pedazos de cartón,
algún hueso torcido, los restos de un disfraz de marino.
Respira. Nada más. En un aire que se agota
y la vida que se hunde
como se hunden la piedra en el agua, los imperios.



Poema Retrato De Familia, El Niño Gordito… de Carlos Ardohain



Retrato de familia, el niño gordito
en el centro del cuadro,
el perro parado en dos patas muestra
una excitación inesperada
la abuela sonríe a la nada mirando al pajarito
el padre susurra en el oído a su esposa: no seas zonza
es sólo el destello del flash
pero ella insiste en brillar esparcida en lágrimas
el perro se acerca a la abuela
el niño pide un helado de crema
el flash apagado no dejó secuelas.



Poema Recado de Carilda Oliver Labra



Amor, amor de aquí: pásame el brazo
por la cintura. Amor, toca esta frente,
di una frase vulgar, casi inocente,
ríe, ríe después… Tengo un retazo

de sol bajo la tela de mi hombro.
Arráncalo de ahí, dáselo a un nido.
Llora como si ya te hubieras ido,
y cállate en el punto en que te nombro.

Amor, amor, ¡sujétame esta gota!
( ¿Verdad que se parece a la mar rota? )
Mi corazón para la luz se cierra.

Al sur de todo vengo abandonada.
Deténme: estoy muriéndome por nada,
arrepentida de mirar la tierra.



Poema Reír de Gabriel Ferrater



Tu beso dentro de mi beso,
ágil amor, como el viejo
de la mar que desespera
la llave confusa con que le aprietan
los brazos interrogantes.
Miel o tabaco, .ginebra o sal,
áspero limón limpio,
o la última fruta interna
de carne, dentro del jardín cerrado
donde se entra sin renombre
(empresa toda furtiva:
delicia no quiere proclamarse).
¿Cuál es el gusto de tu beso?
Y ahora, amor, este tu beso
(otra leyenda) se me muda
hasta la raíz de la naturaleza.
Tiembla, me olvida, el dulce
tacto se me escurre impaciente
y una risa, gozo inquieto,
brota profuso y rebrota.
y me echa ramas dentro de la boca:
fresco amargor de laurel,
verde rumor aéreo.
Déjame reír a mí, amor.
Cuento en toda partida
y me sé la ganancia, ¿y qué haría
de una juventud mía?
La tuya es la que me vale.
Compadecido de sí mismo,
hace de mal mudar mi beso.
Cambia, que ruedo contigo
y es mía toda tirada de tu dado.

Versión de José María Valverde



Poema Reposo de Blanca Wiethuchter



Entro en mi casa
y me alojo en su centro
esperando la temperatura
que enmudece los ruidos inútiles.

En un andar del silencio
comienza el mundo
en un olor a fuego
en una hoja
en un cambio de sábanas
en una gana de hacer cosas
no siempre precisas.

Ya no soy la misma
y mis pasos en la voz
resuenan más oscuros.

Otro es el sol que arde
en los crepúsculos que contemplo
viajera inmóvil
pienso
sólo quiero cuidar de lo vivo
y tener luz
para él
y mis niñas.



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