poemas vida obra r

Poema Requiem Para Philip Marlowe de Daniel Chirom



Queda la resaca de tanto café y cigarrillo,
el lejano fulgor de rubias y martinis más allá de toda madrugada,
las calles desiertas, un cuarto solitario, el dolor en la mandíbula.
Todo se reduce a balbuceos
cuando el cuerpo comienza a comportarse como una pesada carga
y los puños ya no responden.
Estás solo
de cara a las alcantarillas
viendo como tus frases sentenciosas resbalan por las cloacas
dejando entrever la sonrisa amarga del caso no resuelto.
Sabes que la alarma ha sido falsa,
tu propia imaginación exacerbada por tanta vigilia.
Después de haberte jugado la vida tantas veces
sobrevives en la ironía,
comprendes que aún no has visto el rostro de tu enemigo.



Poema Riberas Del Mapocho de Damaris Calderón



Una ciudad atravesada por un río
una mujer por su hombre
una garganta por una espina.
Mapocho vertical
donde desembocan el Sena y el Aconcagua,
el Nilo y el Almendares,
¿el camino de bajada es el mismo?
Los pájaros picotean con fruición
las cáscaras de plátanos
y los cuerpos ahogados.
Y las lajas de las piedras repiten
que el camino de bajada es el mismo.
Mis pies vertiginosos
las aguas inmóviles
un fuego que se va apagando en medidas.

(Sílabas. Ecce Homo)



Poema Reminiscencia de Cristina Peri Rossi



No podía dejar de amarla porque el olvido no existe
y la memoria es modificación, de manera que sin querer
amaba las distintas formas bajo las cuales ella aparecía
en sucesivas transformaciones y tenía nostalgia de todos los lugares
en los cuales jamás habíamos estado, y la deseaba en los parques
donde nunca la deseé y moría de reminiscencias por las cosas
que ya no conoceríamos y eran tan violentas e inolvidables
como las pocas cosas que habíamos conocido.

«Diáspora» 1976



Poema R.i.p. de Cristina Peri Rossi



Ese amor murió
sucumbió
está muerto
aniquilado fenecido
finiquitado
occiso perecido
obliterado
muerto
sepultado
entonces,
¿por qué late todavía?



Poema Ruth de Concha Urquiza



La quieta soledad, el lecho oscuro
De inmortales tinieblas coronado,
El silencio en la noche derramado,
Y el cerco de la paz, ardiente y puro.

Ruth detiene el aliento mal seguro,
Descubre el rostro de dolor turbado,
Y por largos anhelos agitado
Con dura mano oprime el seno duro.

Duerme Booz en tanto; su sentido,
En misterioso sueño sumergido,
La presencia tenaz de Ruth ignora.

Mas su despierto coraz ó n medita..
Y la noche fugaz se precipita
Hacia los claros lechos de la aurora.

Agosto de 1937



Poema Romance De La Lluvia de Concha Urquiza



Corazón, bajo la lluvia
herido de amor te llevo;
te cerca el campo mojado,
la lluvia te dice versos,
el agua gime al caer
en tus abismos de fuego.
La roja tierra del monte
entreabre el húmedo seno;
en el regazo del valle
ríen los pétalos tersos,
y hacen blanco en el río
las flechas de los luceros.

Bajo la lluvia liviana
herido de amor te llevo;
muchas aguas han llovido
sobre tu herida de fuego;
muchas noches te han cegado,
muchas albas te han envuelto,
¡tengámonos a gustar
el dulce llanto del cielo!

Corazón, corazón mío,
descansa bajo mi pecho;
mira cómo se deshojan
las nubes de lento vuelo;
¡cierra la sangrienta boca
y dame un trago de sueño!

Descansa, viajero ardiente,
descansa, ya llegaremos
allá detrás de la lluvia
al claro allá de tu anhelo;
ya abrevarán en tu herida
aquellos labios sedientos,
ya templarán tus ardores
aquellos ojos sin tiempo,
ya bajarás al abismo
deleitoso de su pecho,
y anudarás tus latidos
a sus latidos eternos…

Corazón, bajo la lluvia
herido de amor te llevo:
por los labios de tu herida
silban rimando los vientos,
y el agua gime al caer
en tus abismos de fuego.



Poema Recuerdo De Sombras de Concha Méndez



Sobre la blanca almohada,
más allá del deseo,
sobre la blanca noche,
sobre el blanco silencio,
sobre nosotros mismos,
las almas en su encuentro.

Sobre mi frente erguido
el exacto momento,
dices que en una sombra
vives en mi recuerdo.

Sínteis de las horas.
Tú y yo en movimiento
luchando viva a vida,
gozando cuerpo a cuerpo.

Dices que en estas sombras
vives en mi recuerdo,
Y son las mismas sombras
que están en mí viviendo.



Poema Retrato Fingido de Concha García



Algo de gozo, nunca un latido constante
y la forma de cerrar las ventanas
en un corredor resentido. Parece liviana.
Cuando surge de broches y maquetas es aún
silenciosa, turulata y cambiante
en recorridos viscosos. Parece loable:
sacrifica partículas con un tenaz
balbuceo entre toallas y peines.
Es yerta y fría: poco tocable. Se siente
masticadora enervante y poco lucrativa
si le deja la lluvia panorama distinto.
Descorre camino muy punzón si salida
es tener hipo con asco o si mira,
con un deshilvanado interés, la espalda
de una gruesa mirada comedora
de ornamentados alfajores. Recorre su tez
con los dedos; es larga la costumbre
de poner intervalos. Perdona si sabe.
Dice que nunca se exalta y es brava
la forma de no acentuar en absoluto
las sílabas. Tampoco mora.
Ni habitaría.



Poema Rosa de Claudia Lars



Color redondo, carne dulce y fina,
abierto corazón de primavera;
llama fugaz en tierra pajarera,
columna de evidencia matutina.

Goce de abril, inútil bailarina
de la sangre y la luz en la frontera,
comunicada con la vida entera
por el silencio amargo de la espina.

Externa y pura, mas del lodo alzada.
En el cristal cautiva y condenada
sin alarde se dobla o se refleja.

Basura de agonía cuando acabe…
¡Y mi lengua extraviada que no sabe
el idioma del duende y de la abeja!



Poema Romances De Norte Y Sur (10) de Claudia Lars



Juan Guzmán Cruchaga, quiero
hablar de la tierra tuya.
Tierra visible en el sueño
y en la realidad oculta.
Tierra que busco y encuentro
por estremecidas rutas
del clima de la poesía,
de corazones en fuga,
de reflejos y relatos,
y adivinanza y pregunta.

Con voz incierta? lejana?
inventando lo que busca;
voz de mágicos veleros
en corriente de aventura;
iré mostrando visiones,
rasgando nieblas profundas,
entrándome en el paisaje
y descubriendo criaturas.

Mi telón de tierra cálida
en el ojo se derrumba,
y sube una estrella libre
por tu bandera de altura.

El mar de peces alados
hiela su viaje de espumas
y aparecen capitanes
de la canción y la brújula.

Ciudades que nunca he visto
guiñan pupilas nocturnas,
y nombres que hallé en tus labios
entre los ecos me buscan.

Sobre imaginadas cumbres
manos celestes dibujan
trémulas rosas de frío
con prismáticas agujas;
y hondos imanes de sangre,
que veinte fronteras cruzan,
en el amor de tu suelo
se detienen y se juntan.

Como dádiva perenne
soplos australes empujan
temblor de sal y de savia
para canciones futuras.
Y el colibrí de mi siesta
?saeta leve y aguda?,
halla en tus prados lejanos
la flor de buenaventura?

Rostro de cuatro estaciones
?cuatro soles, cuatro lunas?,
me regala tu belleza
en diferentes posturas.
Y el color de mis volcanes
y la humedad de mi jungla
se resuelven en escarcha
tornasolada y desnuda;
en guirnaldas de copihues,
en tallos cabeza rubia,
en la felpa del durazno
y los zumos de la uva.

Juan Guzmán ¡cómo me cuesta
hablar de la tierra tuya!
apenas tiño mi verso
de adivinanza y pregunta.

Para contar mi deseo,
que es media sombra y figura;
para mostrar tu paisaje
?estampa de conjeturas?,
tengo que buscar, a tientas,
por las milagrosas rutas
de corazones en fuga;
de la oración de Gabriela
donde norte y sur se anudan;
de tu palabra sutil
y la recia de Neruda.

¡Tierra empinada en el sueño
con sus voces y criaturas!



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