poemas vida obra r

Poema Revelación de Evaristo Carriego



Lujosamente bella y exquisita,
con aires de gitana tentadora,
llegaste, adelantándote a la hora,
rodeada de misterios a la cita.

El salón reservado oyó la cuita
de una cálida noche pecadora,
y al amor de tu carne ofrendadora
reventaron las yemas de afrodita.

¡Fue esa breve noche de locuras,
propicia al Floreal de tus ternuras,
que, cual glóbulos de ansias pasionales,

tu sangre delictuosa de bohemia
infiltró en el cansancio de tu anemia
el ardor de los fuertes ideales!



Poema Ritmos de Eugenio Padorno



La hoja (o la que crea el pensamiento)
en la mágica
plenitud de la siesta.

Cuerpos

y estatuas
en uno y otro mar
como en las páginas de una edición bilingüe

confrontados

en esa luz no interrumpida en el papel,

el gótico arañar de suspendidos
y mutables signos entre anchas resacas
del lenguaje.
El auriga bosteza en el pescante de la vieja
tartana

agosto abrasa el fruto con fórmula severa

y la palabra excede horror.



Poema Rito De La Vida de Etnairis Rivera



Besarle el gozo al olvido,
cómo le hago para besar un año entero de noches
que bebían el olvido.
Ahora cabalgo sobre un rey de corazones
como un río entre las piernas.
Ahora esas divinas cuerdas de guitarra
son mi más reciente alegría.
Quiero danzar, cada instante claro o de lluvia
este sagrado rito de vida
que me une a tu labio.
Pongo sobre mi frente un sombrero de plumas
para despedir la tristeza.
Pongo sobre mi boca el fuego
de los que leen las estrellas.



Poema Re Re Elección de Esteban Charpentier



Vuelven a traernos sopa
Pan no porque es lunes
y las tostadas las comen los guardias
con manteca fresca que le roban al lechero
Piedra papel o tijera
Me cuelgo con la sábana sucia
Caen los párpados al sueño
aunque siento las uñas despiertas
y lágrimas de ron que transpiran las canas
Piedra papel o tijera
a veces me acuerdo de ella dibujé su cara en la pared
al lado de un poema Girondo
que repite cosas que solo pasan afuera
Te acordás Raquel ?
Piedra papel o tijera
también trajeron sopa el martes
será porque creen que es parecida a la muerte
y las tostadas con manteca son la vida misma
no volveré a fumar prometeré algo
Piedra papel o tijera
hoy no salimos al patio porque llueve
acaso creen que no nos gusta el agua en la ropa sucia
y el olor a humedad que también da suerte
me cuelgo con la sábana sucia
mañana me traen papel y el viernes un lápiz
Piedra papel o tijera
miércoles y jueves polenta la charla de dos curas putos
y dos horas completas de radio cultura
Cuando pondrán un tango ?
acaso creen que tenemos nostalgias
o ganas de teñirnos los pelos con sangres
Piedra papel o tijera
Acá no hay abrazos solo epidemias,
mugres, y otras excrecencias
religiones abstractas, ritos rotos
llantos y plegarias a nadie por las noches
Ayer después del asado de los guardias
nos dieron lápices en lugar de comer
Piedra papel o tijera
Te escribí una carta con un poco de miedo
me trajeron un banco y ahora llego al techo
ahora podré atar la sábana sucia al techo
al techo que es lo más cerca del cielo que puedo estar
Ahora sí tendré que elegir
Piedra papel o tijera
y te pido perdón sea lo que sea.

(Poema porporcionado por el autor)



Poema Radio De Onda Corta de Enzia Verduchi



A oscuras mi padre sintonizaba la radio:
una pelea de box en japonés,
la crónica de un atentado en italiano
o la caída de un avión en ruso.
Aunque los periódicos al día siguiente
desmintieran sus versiones, él se entendía
con la frecuencia y la estática.
Fiel receptor de hechos incomprendidos
a lo largo del cuadrante, insomne
en las ondas de alguna estación.
Mientras, junto a él, mi madre
soñaba encontrar un interlocutor.



Poema Retorno De Electra de Enriqueta Ochoa



I

Para poderte hablar
así, de frente,
tuve que echarme toda una vida
a llorar sobre tus huesos.
Tuve que desandar lo caminado
desnudando la piel de mi conciencia.
Para poderte hablar
tuve que volver a llenarme de aire
los pulmones.
Y cuidar que no se me encogieran las palabras,
el corazón, los ojos,
porque aún se me deshacen de agua
si te nombro.
Ya me creció la voz. padre, patriarca,
viejo de barba azul y ojos de plomo.
Ya te puedo contar lo que ha pasado
desde que te fuiste.
Con tu muerte se quebrantaron todos los cimientos.
No me atreví a buscar
porque no habría
un roble con tu sombra y tu medida
que me cubriera de la llaga de sol en mi verano.
Uní la sangre que me diste a otra sangre.
Malherida,
borré la sombra del sexo entre los hombres
y me quedé vacía, a la intemperie.
Y no pude decir
hasta que se hizo carne de mi carne el amor
lo que era hallar la propia sombra, entregándose.
Después quise ubicarte en mí, te pesé,
te ultrajé, te lloré, medí tus actos,
di vuelta atrás,
y volví a caminar lo desandado.
Por eso puedo hablarte ahora, así,
porque entendí tu medida de gigante.

II

No podemos hacer nada con un muerto, padre.
Se suda sangre,
se retuerce el aullido tirado sobre las tumbas
en un charco de culpa.
Padre,
yo soy Pedro y Santiago,
el sable que doblado de sueño castró su espíritu
en tu oración del huerto.
Yo soy el viscoso miedo de Pedro que se escurrió
en la sombra a la hora de tus merecimientos.
Soy el martillo cayendo sobre tus clavos,
el aire que no asistió al pulmón en agonía.
Soy la que no compartió
el dolor anticipado que se enclaustró
a devorar su miedo,
la hendidura irresponsable,
la desbandada de apóstoles.
Soy este pozo de noche en que se hunde la conciencia.
Di, ¿qué se hace con un muerto, padre?
Di, ¿cómo lavo estas llagas
si todo queda inscrito en el tiempo
y todo tiempo es memoria?

III

Colgábamos de ti
como del racimo la uva.
Cuando la muerte
reblandeció el cogollo de tu fuerza,
presentimos el vértigo de altura y la caída.
Uno a uno,
en relación directa a la pesantez de tu esencia,
descendimos.
Bajo anónimas pisadas me vi saltar la pulpa,
sorprendida.
Y no era orgía de vendimia
ni enervación de culto.
Fue ser la sangre a la sed de todos los caminos,
dejar la piel desprendida
entre un enjambre de alambradas.
Ahora,
para afirmar la talla
con que tu amor me hizo
sólo queda una espina:
la palabra.

IV

Perdón, hermanos,
porque no alcanzo a verlos
ahogada como estoy en mi hoyo
de pequeñas miserias.
¡Mentira que deseo morir!
Antes quisiera conocerlos
sin mi lente deforme.
Quizá los amaría tanto
o más de lo que estoy amando
a mi lastre de lágrimas
en este viaje de niebla.

V

Padre,
no puedo amar a nadie.
A nada que no sea este fuego
de sucia conmiseración
en que se consume mi lengua.
Quiero otro aire.
Otro paisaje que no sean los muros de mi cuerpo.
Emparedada, desconozco el resplandor del centro
y la desnudez de la periferia.
Voy a abrir brecha hacia los dos caminos
y quizá quede atrás
la trampa de la vieja noria.



Poema Redención de Enrique Viloria Vera



(para Felipe Herrera)

Salmos bizarros
carentes de letras y melodías
le son entonados a un Dios desconocido
que impuso su presencia
por los siglos de los siglos
Sangra su corazón
se vuelve ardiente
un cuchillo común y pendenciero
busca tomar venganza
de aquel mordisco femenino
que desterró por siempre al hombre del paraíso
Un cuerpo sin cara
un Cristo sin rostro
herido y lacerado por la mano del prójimo
restaura decidido
una paz que nace del amor
Tu altar de retablos infinitos
como inmensa paradoja
contiene el sacrificio de pan y vino
de ese que sigue siendo corazón benévolo
nueva y santa alianza encarnada
para redimir al hombre de los hombres

Como calvario del arte
una cruz de madera viva
austera desolada inclinada
libre de ladrones y sanedrines
contiene sólo pies y manos los extremos
de un Dios hecho hombre
de ese terco salvador
cuya identidad buscamos
en el más oscuro rincón
en ese recoveco íntimo y desolado
donde habita lo más genuino de lo humano



Poema Recuperar La Voz de Enrique Jaramillo Levy



En el solo espacio
abierto
congregarla -mi poesía-,
rescatando
alientos y quebrantos
que viejas o inéditas
aletean aún
porque todavía significan
-al menos para el hombre diferente/igua al
que sigo siendo.
Retomarla desde la óptica
del más reciente cuándo
y del adónde enexorable
en los que agradecido sobrevivo.
Volver a sentirla
al recorrer sus viejos mapas
por senderos retorcidos
que aún hoy me inquietan
y a ratos todavía me estremecen.
Saber que hay bitácoras
de ideas y emociones
coaguladas
en palabras hechas de tinta
y desgarramiento
que la lectura resucita.
Recuperar la voz.
Y desde su eco desplegar
una y otra vez
mi verdad
que tal vez alguien comparta.
Salvarla, en fin, del naufragio
de los atardeceres de la memoria,
de la anquilosada fiebre
de los cuerpor amándose en el espejo,
de la neblina necia
de mis muchas fugas y engranajes,
de la siempre triste noche de mis extravíos
con sus siluetas y clamores
que al madurar
caen rotundas de las ramas
de mis sueños
sin que apenas se note.



Poema Rústica de Enrique Gonzalez Martinez



El retozo

No en retóricas vanas el osado
el tiempo pierde y la ocasión propicia;
es tentación muy fuerte la delicia
de aquel rostro gentil y sonrosado.

La fresca brisa y el mullido prado
avivan el afán de la caricia…
¡Fuera en verdad torpeza o estulticia
a Eros tutelar dejar burlado!

Ni fácil ni segura la victoria,
por alcanzar del triunfador la gloria
ninguna avanza ni tampoco ceja;

ágil el mozo, la doncella ducha,
uno del otro dignos, nueva lucha
de Jacob con el Angel asemeja.



Poema Rumor De Espejos de Emilio Prados



El cuerpo en que yo vivía
nunca supo de mi cuerpo.
Nada preguntó por él
y de mí salió sin verlo.

Llegó a una fuente. En sus aguas
vio la flor azul del cielo:
-Di, ¿cómo te llamas, flor?…
-Nombre soy de tu silencio.

Nada entendió. Subió al monte
de la soledad. El viento,
se desnudaba en la cumbre
de Dios, todo su misterio.

-Di, viento: ¿cuál es tu nombre?…
-Nombre soy de tu silencio.
Y dos águilas volaron,
resbalando, hasta mi sueño.

Siguió mi cuerpo tras ellas,
olvidándose en su vuelo,
de sí mismo, y nuevamente
entró en mí, sin yo saberlo.

¿Y está en mí?… (Busco su nombre;
pero al buscarlo, me pierdo
dentro del mundo que trajo
mi cuerpo hasta mi silencio.)

«¿Lleno de ti mismo estás
y buscas nombre a tu cuerpo?»,
siento que un rumor me canta,
quebrando, en mí, dos reflejos…

Llamo en él y en él estoy.
Salgo de mí y en él entro…

¡Aún no conozco mi nombre
pero sé que lo navego!



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