poemas vida obra r

Poema Ríos de Luis Alberto Angulo



(a matth y a bery)

mi infancia saltaba de piedra en piedra
las ágiles corrientes del pueblo

así ha ido mi vida desde entonces
resbalando cayendo saltando de nuevo

ahora que atónito contemplo
los cauces secos de tantos ríos

saltar o caer ya no tiene importancia



Poema Red de Luciano Castañón



?Arría, chacho.
y desciende la red hasta el panel.
?Va boya.
Preludia el va boya la saliente cuerda
donde el corcho se ha de atar.

Quedas plegada en el fondo,
arrebujada como un monstruoso gato, red
Del puerto zarpas hacia el dudoso mar.

Reposan las manos en la espera inquieta
avizorando el instante huidizo y breve
en que el horizonte decapite el sol
para alertadamente
nerviosa deslizarte vertical,
sorbiendo entonces tus escaques
todo el agua y sal del mar .
Ha de ser cuando el sol expire;
sólo entonces descenderás
porque en ese sincronizado y efímero momento
si es posible que la sardina rauda
sature de aprisionadas agallas
la red de Cimadevilla.

La mirada de la red
?ojos en rombo?
puede quedar vacía,
pero si el azar del mar es bondadoso
y conduce bien la manada de sardinas
entonces:
¡Izad la red, marineros,
que está llena de alegría!



Poema Rota Barquilla Mía de Lope De Vega



Rota barquilla mía, que arrojada
de tanta envidia y amistad fingida,
de mi paciencia por el mar regida
con remos de mi pluma y de mi espada,

una sin corte y otra mal cortada,
conservaste las fuerzas de la vida,
entre los puertos del favor rompida,
y entre las esperanzas quebrantada;

sigue tu estrella en tantos desengaños,
que quien no los creyó sin duda es loco,
ni hay enemigo vil ni amigo cierto.

Pues has pasado los mejores años,
ya para lo que queda, pues es poco,
ni tema a la mar, ni esperes puerto.



Poema Requiem de Leopoldo Maria Panero



Yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur.
En la cena de los hombres quién sabe si mi nombre
algo aún será: ceniza en la mesa
o alimento para el vino.
Los bárbaros no miran a los ojos cuando hablan.
Como una mujer al fondo del recuerdo
yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur.

«El último hombre» 1984



Poema Rosa Marchita de Leopoldo Lugones



Rosa marchita que el amante guarda
entre viejos y pálidos papeles
que a ese recuerdo vagamente fieles
siente pasar bajo su mano tarda.

Quizá recuerda un algo de la vida
de aquel amor, tras tantos desengaños,
y por eso parece que, a los años,
no está muerta la flor, sino dormida.



Poema Rosa De Otoño de Leopoldo Lugones



Abandonada al lánguido embeleso
que alarga la otoñal melancolía,
tiembla la última rosa que por eso
es más hermosa cuanto más tardía.

Tiembla… un pétalo cae… y en la leve
imperfección que su belleza trunca,
se malogra algo de íntimo que debe
llegar acaso y que no llega nunca.

La flor, a cada pétalo caído,
como si lo llorara, se doblega
bajo el fatal rigor que no ha debido
llegar jamás, pero que siempre llega.

Y en una blanda lentitud, dichosa
con la honda calma que la tarde vierte,
pasa el deshojamiento de la rosa
por las manos tranquilas de la muerte.



Poema Romance Del Perfecto Amor de Leopoldo Lugones



Oye, Amada, la noche. Qué serena
la luna se levanta
sobre la mar y sobre tu hermosura.
La noche canta.

Oye, Amada, la fuente. En lo profundo
de la calma sonora,
con música más dulce que ese canto,
la fuente llora.

Oye, amada, el silencio. Qué reposo
de pasión, de congoja y de batalla.
Reina la perfección sobre los lirios.
La dicha calla.



Poema Romero Sólo… de Leon Felipe



Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero…, sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera… menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.

Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.



Poema Revolución de Leon Felipe



Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.

Y siempre habrá un sol también
?un sol verdugo y amigo?
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río.



Poema Ritmos de Leon De Greiff



A Rafael Maya

Atardecer.
Temor crepuscular…
Inquietudes que el véspero insinúa…
Luces violadas. Nombre de mujer
que escucho musitar
cuando el silencio se acentúa…

Angustia tremulenta.
Indeciso dolor
que no se nombra…
Indeciso dolor que se aposenta
-frío y taimado- en lo interior
de nuestra sombra!

Parpadear
lento,
undívago, ingrávido, en la penumbra…
y el mismo musitar
yel mismo acento
del nombre y de la voz que mi cansancio
/ apesadumbra!
Atardecer.
Campanas augurales.
Tristeza insomne, múltiple, que en su gris me
/ circuye:
y un rostro de mujer
tras los cristales,
que me mira y me nombra… y que me huye!

Abulia; anhelos
de languidez, de sueño…, ¡no sentir!
Escancio
tu licor, oh crepúsculo!, en los hielos
del cansancio…
tu licor en los hielos del morir!

Atardecer.
Temor crepuscular.
Inquietudes que el véspero insinúa.
Luces violadas. Nombre de mujer
que escucho musitar
cuando el silencio se acentúa!

Atardecer…



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