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Poema Quién Creerá En El Futuro A Mis Poemas de William Shakespeare



¿Quién creerá en el futuro a mis poemas
si los colman tus méritos altísimos?
Tu vida, empero, esconden en su tumba
y apenas la mitad de tus bondades.

Si pudiera exaltar tus bellos ojos
y en frescos versos detallar sus gracias,
diría el porvenir: «Miente el poeta,
rasgos divinos son, no terrenales».

Desdeñarían mis papeles mustios,
como ancianos locuaces, embusteros;
«métrico exceso» de un «antiguo» canto.

Mas si entonces viviera un hijo tuyo,
mi rima y él dos vidas te darían.
para darla a la muerte y los gusanos.



Poema Quién Creerá En El Futuro A Mis Poemas… de William Shakespeare



¿Quién creerá en el futuro a mis poemas
si los colman tus méritos altísimos?
Tu vida, empero, esconden en su tumba
y apenas la mitad de tus bondades.

Si pudiera exaltar tus bellos ojos
y en frescos versos detallar sus gracias,
diría el porvenir: «Miente el poeta,
rasgos divinos son, no terrenales».

Desdeñarían mis papeles mustios,
como ancianos locuaces, embusteros;
«métrico exceso» de un «antiguo» canto.

Mas si entonces viviera un hijo tuyo,
mi rima y él dos vidas te darían.
para darla a la muerte y los gusanos.



Poema ¿quién Soñó Que La Belleza Pasa Como Un Sueño? de William Butler Yeats



¿Quién soñó que la belleza pasa como un sueño?
Por estos labios rojos, con todo su triste orgullo,
tan tristes ya, que ninguna maravilla pueden presagiar,
Troya se nos fue con destello fúnebre y violento
y murieron los hijos de Usna.

Desfilamos, y desfila con nosotros el mundo atareado
entre las almas de los hombres, que se despiden y ceden su puesto
como las pálidas aguas en su glacial carrera;
bajo estrellas que pasan, espuma de los cielos,
sigue viviendo este rostro solitario.

Inclinaos, arcángeles, en vuestra sombría morada:
Antes de que existierais y antes de que ningún corazón latiera,
rendida y amable permanecía junto a su trono;
la belleza hizo que el mundo fuera una senda de hierba
para que Ella posara sus pies errantes.

Versión de Hernando Valencia Goelkel



Poema Quand Vous Seraiz Bien Vieille de Manuel Vázquez Montalbán



Cuando seas muy vieja
y yo me haya muerto
descubrirás una tarde las horas
especiales
el aroma de los soles ponientes
lo profundo oscuro del aire
anochecido en las calles sin retorno

vagarás eternamente en busca del espejo
que devuelve instantes felices
-de azul el mar
en nuestra carne sol y deseo-

ante la muerte del tiempo en el cristal
oirás las músicas que nos drogaron
los ruidos cotidianos que nos resucitaban
deslices
de aguas de jabón hacia simas
terribles

cajas de música postales cerebrales
y en el espejo fijo el spot de nuestra vida
con dentaduras blancas y pieles doradas
jóvenes antiguos felices invencibles

mas no dejes que oscurezcan tus ojos
y el espejo extinga su realidad y tu deseo
porque te verías vieja y solitaria
con los ojos dormidos por la angustia
el viento
que se lleva las hojas de un otoño horroroso
cuando seas muy vieja
y yo me haya muerto
rompe espejos retratos recuerdos
ponte bragas de corista diadema de acanto
sal desnuda al balcón y méate en el mundo
antes que te fusilen las ventanas cerradas.

«A la sombra de las muchachas sin flor» 1973



Poema Quietud de Giuseppe Ungaretti



1931

Las uvas maduras, el campo arado,

La colina se recorta en las nubes.

En los espejos polvorientos del verano
la sombra ha caído,

Entre los dedos inciertos
Su destello es claro,
Y distante,

Con las golondrinas vuela
La última angustia.

Versión de Rafael Díaz Borbón



Poema Qasida En Nun de Traducciones



Este poema es de Ben Zaydún, uno de los clásicos de la literatura árabe
medieval. Sus poemas inmortalizaron a la princesa Wallada, culta,
elegante y de costumbres libres -una verdadera mujer moderna -que
le amó primero apasionadamente para desdeñarle después.
Este desgraciado amor le inspiró las más bellas páginas.
«Qasida en Nun» es ritual entre los árabes.

La aurora del día de la separación que ha de reemplazar
el de nuestra unión, acaba de aparecer; ha llegado el momento
de alejarnos mutuamente de la dulzura de nuestras citas.

Pues, mientras surgía el alba tras de la noche,
hemos hallado la muerte, y el que se encarga
de las lamentaciones fúnebres se ha alzado para llorarnos.

¿Quién hará saber a aquellos cuyo alejamiento nos impregnó de tristeza
-tristeza que no consume el tiempo, pero que nos consume-
que el destino, sonriente cuando estábamos entre ellos
nos hace ahora verter lágrimas?

Nuestros enemigos se irritaron al vernos saciar mutuamente
nuestro amor y desearon vernos agobiados de pena.
Y la suerte ha dicho: «¡Que así sea!»

Entonces, la que estaba atado en nuestras almas, se ha desatado,
y se ha roto la que por nuestras manos fuera unido.

En otro tiempo no temíamos la separación;
henos hoy sin esperanza de reencuentro.

¿Puedo yo saber, yo que jamás he dado satisfacción a nuestros enemigos,
si mis enemigos han obtenido de ti algún favor?

Jamás creímos en nuestra separación, más que por nuestra voluntad,
jamás nuestra firmeza se debilitó con otra creencia.

Pensaba que la desesperación con sus crisis me procuraría el olvido.

Estoy desesperado. ¿Por qué, pues, la desesperación
ha excitado mis recuerdos?

Vos os habéis alejado y yo también; mis caderas se ha resecado
por el violento amor y mis lágrimas no se agostan.

Cuando mis íntimos pensamientos vuelan
para hablaros en secreto al oído, estoy próximo a morir de dolor,
mientras procuro sufrir con paciencia.

Al perderos, los días se han transformado, se han vuelto sombríos,
mientras que antes, gracias a vos,
incluso las noches eran resplandecientes.

Cuando el fin de la vida era desinteresarme de todo
que no fuera nuestro cariño, y la fuente donde abrebaba mi gozo
era pura por la sinceridad de nuestro amor.

Cuando inclinábamos hacia nosotros las ramas de la intimidad,
que nos tendían sus frutos maduros,
frutos que a manos llenas cogíamos.

Ojalá pueda mi fidelidad ser regada por la ola primaveral de la dicha!
Pues tú eres para mi alma el perfume que la embalsama.

No pienses que tu ausencia, lejos de mí, cambiará mi corazón,
aunque se prolongue; el alejamiento no cambia el corazón de los que aman.

¡Lo juro por Alá! Nada ha buscado mi deseo para reemplazarte;
mis votos no se han alejado de ti.

¡Oh relámpago que surcas la noche, vete de madrugada a palacio;
derrama el aura de la felicidad
sobre la que me daba a beber el vino puro del amor y la pasión!

Y allí, si el pensar en mí entristece a la amiga
cuyo recuerdo esta noche causa mis penas.

¡Oh soplo ligero del céfiro!, lleva mi saludo a quien, a pesar de la distancia,
me devolverá la vida, si me saludara.

A quien no ve que el destino me hace morir, el destino a quien ayuda,
cuando por mi parte no ha tenido motivo de queja.

Es de estirpe real y se creería que Dios la ha hecho de almizcle,
mientras a los demás mortales los hizo de limón.

O que la moldeó de plata sin mezcla y la ha coronado
con el más puro oro virgen, al hacerla y adornarla.

Si se inclina, halla pesadas las perlas de su collar,
a causa de su vida de bienestar;
los anillos ensangrientan su carne delicada.

El sol, embelleciéndola, ha sido para ella nodriza llena de ternura;
y sin embargo,
ella no ha ofrecido su bello cuerpo al sol más que algunos instantes.

Se diría que el sol ha fijado en medio de sus mejillas
la brillante marea de los astros, como un talismán benéfico,
como un adorno.

No nos estorbó el no haber sido su igual en nobleza;
pues, en la pasión, el mutuo abandono de amor es suficiente.

¡Oh jardín!, hace mucho tiempo que mis miradas
no han acariciado rosas ni englantinas,
arrebatadas por la brisa en pleno frescor.

¡Oh paraíso cuyos resplandores me han inundado con sus reflejos;
innúmeros deseos, infinitas delicias.

¡Oh mansión de felicidad! Viví en su bienestar,
bajo el manto de los favores cuyos pliegues sostuve
durante algún tiempo.

No te he nombrado por tu nombre; es por respeto a ti; porque te honor.
Tu alta situación me impide nombrarte.

Pues tú eres sin igual; no tienes par en cualquiera de tus cualidades.
Me basta con describirte clara y sencillamente.

¡Oh, Edén de la eterna felicidad!, en el que yo he cambiado
el agua de las fuentes y del río del paraíso, tan agradable,
por el fruto del árbol del infierno y el alimento de los condenados.

Pudiera decirse que no hemos pasado juntos una noche,
sin que nuestra unión haya estado de tercera, mientras nuestra dicha
hacía desviar los ojos de nuestros detractores.

Escondidos entre las benévolas tinieblas nocturnas,
que nos ocultaban hasta que el alba, al apuntar, amenazaba descubrirnos.

No es sorprendente que pregone la tristeza,
ya que se me ha obligado a alejarme de la amiga,
ni que haya olvidado la paciencia.

Ya recité mi dolor, como suras escritas, el día de la separación,
y tomé como norma la paciencia.

Pero tu amor… no, yo no puedo, con justicia, compararlo a un brebaje,
aunque cuando él me abrevaba me llenaba de alteración.

No he tratado con desprecio la morada de bellezas
en la que tú eres la estrella;
para consolarme del olvido no lo he rehuido por despecho.

No me he alejado voluntariamente de tu lado: las vicisitudes
de mi destino me han hecho partir en contra de mi voluntad.

Estoy triste por ti. Cuando el vino joven me excita,
al inundarme con sus reflejos; cuando hacemos cantar a los cantores,

ni las copas de vino calman mi espíritu, ni las cuerdas
de los instrumentos consiguen distraerme.

Sé fiel al pacto, puesto que yo continúo observándolo;
el ser bien nacido es aquel que trata con equidad tal como es tratado.

No he buscado compañía que pueda saciarme en tu lugar,
no me he servido de nadie para reemplazarte.

Aun cuando la misma luna llena, que ilumina las tinieblas,
descendiera por mi amor de los lugares por donde sigue mi curso,
no podría cautivarme como tú.

Cumple el pacto; mas si no me concedes el don de volver a reunirnos
me satisfaré con la ilusión y con el recuerdo.

Tu respuesta me será de gran provecho si aumentas con ella
los beneficios que no has cesado de prodigarme.

Que Dios, por mis súplicas, te conceda salud,
mientras dure en ti un ardiente amor.
Escóndelo a las miradas y no descubras mi retiro.

Ben Zaydún Arabia, siglo XI

Versión de L. S.



Poema ¿qué Es Dolor? de Poemas Autores Varios



¿Preguntas qué es dolor?… Un viejo amigo
inspirador de mis profundas quejas,
que se halla ausente cuando estás conmigo,
que está conmigo cuando tú te alejas.

JOSÉ MARÍA RIVAS GROOT ( Colombia, 1865 – 1923 )



Poema Qué Difícil de Enric Sòria



Qué difícil resulta levantarse
y mirar otro cuerpo, tan nuevo todavía,
con una amarga serenidad de grieta.
Conocido de anoche. Tan sólo y para siempre.
Anoche, el desvarío… Juntos en un espasmo,
comunidad de llama, trenza carnal. Anoche.
Ese cuerpo distante que se espabila y tú
dejando una palabra, lastre, sobre las sábanas.
Qué difícil resulta levantarse,
la ducha, la gillette, y como un rito
el orden apagado de la ropa.
Por siempre y para siempre. Noches. Amaneceres.
y noches otra vez. Y pesadumbre.
Se pierde alguna cosa en el cuarto que dejas.
Siempre pasa.

Un gesto, una mirada, un abrazo indolente,
tiembla por los pasillos mientras la luz se impone.
Hoy, nuestros gestos diarios nacen con añoranza,
siempre pasa. Es el sueño. Alguna broma
flota como en un frágil puente oscilatorio.
Un beso. Alguna risa.
Fins aviat. Ens tornarem a veure. -Fins aviat.
La puerta. El ascensor.

De «Andén de cercanías», Ed. Pre-Textos, Valencia, 1996
Traducción de Carlos Marzal



Poema Quiero Dormir Y No Puedo de Romancero Y Cancionero Anónimo Hasta El Siglo Xv



Quiero dormir y no puedo,
que el amor me quita el sueño.

Manda pregonar el rey
por Granada y por Sevilla
que todo hombre enamorado
que se case con su amiga:
que el amor me quita el sueño.

Que se case con su amiga.
¿Qué haré, triste, cuitado,
que era casada la mía?
Que el amor me quita el sueño.

Quiero dormir y no puedo,
que el amor me quita el sueño.



Poema ¡quedito!, No Me Toquéis de Romancero Y Cancionero Anónimo Hasta El Siglo Xv



¡Quedito! No me toquéis,
entrañas mías,
que tenéis las manos frías.
Yo os doy mi fe que venis
esta noche tan helado,
que, si vos no lo sentis,
de sentido estáis privado.
No toquéis en lo vedado,
entrañas mías,
que tenéis las manos frías.



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