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Poema Quiero Ser Todo En El Amor de Claribel Alegria



Quiero ser todo en el amor
el amante
la amada
el vértigo
la brisa
el agua que refleja
y esa nube blanca
vaporosa
indecisa
que nos cubre un instante.



Poema Quiero Entrar A La Muerte de Claribel Alegria



Quiero entrar a la muerte
con los ojos abiertos
abiertos los oídos
sin máscaras
sin miedo
sabiendo y no sabiendo
enfrentarme serena
a otras voces
a otros aires
a otros cauces
olvidar mis recuerdos
desprenderme
nacer de nuevo
intacta.



Poema Querencias de Claribel Alegria



A Juan Gelman

Porque aprendí a quererme
puedo sangrar
con tus heridas.



Poema Qué Lástima de Claribel Alegria



Qué lástima que duermas
y se interrumpa el diálogo
y no sientas mi beso
en tus ojos cerrados.

Qué lástima tu infancia
así truncada,
ese tiempo sin tiempo
a medio abrir
por el que ya empezaba
a vislumbrarte.

Mañana todo habrá cambiado:
otra vez hablándonos
de lejos
desde nuestras esquivas
soledades.

Qué lástima
los signos de mi amor,
mis apretados círculos
de miedo
que no sé si entendiste.



Poema Quietud de Clara Janés



El ojo de la noche

descubre el pálido abandono

y absorbe hasta el negro su blancura.

He aquí un espejo vacío

que alcanza

la otra cara del vacío.

He aquí una apertura sin fin

y sin confín.

¡Mira como el amante huido

se borra para sí

y es una gota de dolor

que el veneno

alimenta de vana blandura!

La quietud sin horizonte

abre las venas del aire

y el aire arranca al desierto de mi boca.

Y vuelve mi caballo

a Pasargadas

arrastrando el espectro

del deseo

mientras esbozan sus cascos

vanos indicios de movimiento en la arena,

borrados de inmediato

por el viento.



Poema Quede Mi Nombre de Carlos Sahagun



Que mi reino no sea
la soledad del héroe pensativo,
sino tu fortaleza amurallada.
Hallen en ti refugio los días claros,
roto ya por mil flancos
el combatido cerco de la noche.
Y cuando zarpe el último navío
rumbo a la decepción definitiva,
quede mi nombre escrito sobre el agua,
indefenso, esperando
la hora en que tú desciendas suavemente,
sabiendo ya el camino, a recordarme.



Poema ¿quién Oye? de Julio Florez



De noche, bajo el cielo desolado,
pienso en tu amor y pienso en tu abandono,
¡y miro en mi interior deshecho el trono
que te alcé como a un ídolo sagrado!

¡Al ver mi porvenir despedazado
por tu infidelidad, crece mi encono!
Mas, como sé que sufres, te perdono…
¡Oh, tú jamás me hubieras perdonado!

Mis lágrimas, en trémulo derroche,
ruedan al fin, y luego, en inaudito
arranque, a Dios elevo mi reproche…

¡Pero se pierde entre el negror mi grito
y sólo escucho, en medio de la noche,
del silencio el monólogo infinito!



Poema Qué Te Sucede de Renée Ferrer



Qué te sucede corazón:
no te oigo
dar portazos contra sus mejillas;
qué te acontece,
en alcanfor parece
que conservas sanísimo el latido;
qué aséptica desazón saquea
tus cotos candadeados.
Por qué finges que cantas cuando lloras
y te empeñas
en maquillar las cicatrices.
Qué te pasa, embustero:
aún no despunta
el buen llanto auroral que te acongoja.

Diciembre de 1993



Poema Qué Señor De Las Noches de Blanca Andreu



GUERREROS, QUÉ AUSENTES…

Qué señor de las noches, qué guerreros, qué ausentes,
qué silencio crecido en un secreto como las ramas y
las catedrales
cuando la música de marzo tiene la verdad a sus pies.
Qué estaciones donde nada hay y ningún mensajero recuerda
aquella música lejana, aquellos ojos que brillan en la
oscuridad
como dos animales vivos.
Sobre la niebla, entonces, propagaba su pensamiento
y relaciones y analogías relucían semejantes a peces,
recuerdos refulgiendo sobre el lomo del mar, huraños
pasillos de la memoria, entonces -los últimos
sentimientos, negros como la sombra en la bodega,
se saben todavía mal interpretados -qué astrolabio
y qué brújula, qué viento del noroeste
para el sombrío capitán Elphistone, para su mirada
cuando saluda a las constelaciones, el Boyero y las
Cabrillas
contra el incendio de las tempestades
o bien qué mueca definitivamente fría como un hueso.



Poema Que Sosiego, Que Alivio de Miguel Anxo Fernán_vello



Qué sosiego, qué alivio, qué dulzura en la noche frente al aire,
en la alta hora brillante, cuando un fluido intenso
de calma luz se diluye en el tiempo y en la frescura sueña
una cálida brisa que viene del mar delgado de la playa,
oh delicada ala distante de la noche, pureza de ese labio
que sueña tan adentro de lo oscuro, cuerpo pleno y vibrante,
cántico, palpitación abierta que irradia el grave templo
del misterio estrellado, suave tránsito de las esferas azules
en la bóveda insondable del espacio, qué paz de indescifrables
signos, qué remanso en las olas del tiempo que transmigra
de un mar antiguo e ignoto la emoción reposada,
el estremecer de un astro en el corazón nocturno de la vida,
en la luz silente y profunda del corazón del hombre.

De Livro das paisaxes vivas, 1985



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