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Poema La Que Pasea de Orfila Bardesio



El aire la recibe cuando anda,
el cielo la posee, los árboles la besan,
la ama el mar.
Sus pies no pertenecen a su cuerpo,
sino al camino.
Sus piernas le obedecen
como columnas a la Música.
Sus pasos desprendidos del tobillo
no caen en el silencio
como sonidos huérfanos.
Cada uno es guardado en la tierra
como campanas en la memoria.
No se aleja, se acerca.
?Alejarse es volver a besar
en el aire que espera?.
Como las olas condenadas
a gastar un lugar
el Movimiento no la deja partir.



Poema La Memoria de Orfila Bardesio



La historia no registra el pan crucificado,
el rey sin arcoiris, los niños, de colores,
quebrados por el crimen,
las batallas de encinares
contra el acero enemigo,
las hormigas vencidas por el peso.
No registra la nave
que arrastra su deriva
en aguas extensas
sin encontrar el puerto
que los mapas aseguran,
no registra las águilas perdidas
en el humo sin luz,
la catedral secreta de los pobres
sólo de llanto adornada.
Porque la historia
es la memoria del Olvido.
En el silencio de la tierra los metales
se mueven al ritmo de un corazón
de llamas no escuchadas:
cuando desprende una hoja sonora
en las semillas empiezan cipreses,
el musgo guarda sus números
con igual cuidado que la profundidad
a los abismos
?Bajo las risas,
los siglos, las burlas?.
Cuando caen sus heridas,
el mar escribe libros en el mundo.
Cuando su voz levanta llamados
a los que responden desiertos,
todos los ciervos muerden hierba.
Cuando, para nadie, corren sus lágrimas
por las soledades,
la pesantez se arrepiente en los cuerpos,
se celebra una fiesta: el aire.
Cuando ?como si nada hubiera pasado?,
sonríe a sus hermanos con luz de fruto,
resplandecen aves en el hielo.



Poema La Adolescente de Orfila Bardesio



A Concepción Silva Bélizon

Desnuda, blanca, sola, como los huesos.
Un puñado de hormigas. Unas manchas de lluvia.
Una puerta. Unas brisas nacieron de sus madres.
?Sin libros, sin trajes, sin números,
entre la selva y sus paseos.
Abrazada en secreto por los árboles.
Amanecida por el asombro.
Recordada por pinos antiguos en los muebles.
Confundida con las noches.
Frecuentada por la sal?.
Con un brazo aleja las orillas que la separan del agua,
con el otro, invita ojos detenidos por el miedo en los umbrales,
a recibir las cartas de las sed.
Sube a estrellas ardientes por una escala de oro.
Mientras las brújulas, los mapas, los dibujos
esperan conducir el eco de sus flautas,
se olvida por la luz en las abejas finas.
Con el pecho encendido por un racimo de planetas,
?de los metas, al fuego,
de la respuesta, a la pregunta,
de la piedra, a las lágrimas, vuela
en un columpio que sostiene
un pez confiando brillos a delgadas alturas?.



Poema Intimidad de Orfila Bardesio



Como en cipreses a llantos largos
no progresa la noche;
el blanco detiene un luto
de carruajes en la madrugada;
vacilan cirios como penumbras;
dudan alturas de cóndores en el olvido;
la pesantez no se arrepiente
ante luces sonoras de campanarios;
las cenizas impiden filos a los aullidos;
la lluvia desorienta las cartas
y sin embargo, el amor, de un corazón
retira sus hiedras,
una niña de oído fino,
de obediencia inclinada,
intenta demorar el amanecer en el bosque;
busca lo callado
para cubrir flores, agua de silencio,
hierba sin abejas verdes,
fuentes con rumores iguales
con que apagar ciervos y colores;
pero las cosas están respondiendo
a otras fechas, con hirviente trabajo fervoroso
como las estrellas, y no escuchan su seda.
?Sólo un grillo que esperaba,
pronuncia por un instante
en las soledades extensas
su compañía lejana
junto al corazón desconocido de sí mismo?.
Y la niña se duerme,
fatigada de andar en las alturas
horizontales de la tierra,
mientras un rebaño de latidos
cuida, como una torre,
que sus manos no salgan del sueño.



Poema El Tocar de Orfila Bardesio



La Cabellera quema el filo
entre la piel y el cielo
con sus llamas:
las encinas no alumbran su follaje
en las florestas lejanas,
los leopardos no encantan
entre verdes cortinas,
las piedras no recuerdan historias
en milenarias intimidades,
el sol no estalla espigas en una tierra azul.

En la mano desnuda
es donde todo sucede.



Poema El Río de Orfila Bardesio



A Jorge Luis Borges

Ignora qué leopardos o qué olivos
colaboran en su número de llamas.
En qué oscuras entrañas
se levantaron sus orígenes del musgo.
En qué fecha de álamo se movieron los labios
de su continuo nacimiento.
?Su nacimiento no ha cesado nunca?.
Es extraña a sus manos y a sus huesos,
extraña a las columnas de sus piernas.
?Entre ellas, reina amistad de compañeros,
su respetuoso amor las vuelve
cada vez más desconocidas?.
Extraña es la viajera que entró en su rostro lejano.
Conducida por guías al más seguro sitio
se ha perdido en un arpa de hojas.
Si los carruajes llevan sus ojos a la visión
o sólo el peso de desiertos,
bruscamente aumentados.
Desnuda, ni la delgada línea de un cabello
la separa de remotas estrellas.
?Su geografía gasta fronteras con golondrinas?.
Su vigilia es quemar alrededores.
Su trabajo es salir, es correr.
Su profesión es la de un río
que no quiere consuelo.
No hay tesoro que pueda detenerla.



Poema El Poeta de Orfila Bardesio



Lejos de ocios y telares
un espejo ardiente
recibe caras que no ha pedido.
Con vuelo, no corona las cosas:
dentro del agua que lo recuerda
besa a todos los seres
en el caracol marino
correspondiente a su turno



Poema El Guerrero de Orfila Bardesio



Los violines levantan a sus ojos delicadas columnas.
?La orquesta construye siempre de nuevo el mundo?.
Los bailarines victoriosos en un salto vibrante
se vuelven más que hombres, fuego.
Los cuadros abren puertas con ritmo.
?Los retratos desembarcan personas?.
Las viñas se pierden en los cristales.
Los viajes dejan los países
y vienen a buscarlo, como hermanos.
Los castillos le ofrecen alfombras
donde callan secretos milenarios.
Las naves lo alejan de sí mismo.
El oro lo separa de su muerte.
Lo alcanzan mantos de una gran tormenta.
?Sin que sus llamas mueran
en las palpitaciones verdes
se interna en estos bosques encantados?.
Como el antílope por los olores reconoce
las alegrías que le pertenecen en la hierba,
encuentra reflejados los ecos de la luz
en donde cantan sus tobillos.
Porque su rebaño de rostros
llegando siempre al día
dibuja solamente los mapas de la ausencia.
Porque
vive en un fugo incesante y extraño
que lo sostiene lejos de la muerte.
Porque,
en un viento que los muros no quiebran
su frente corre sin descanso,
su boca se consume de sed junto al agua,
y sus manos, guerra con trajes,
con ademanes, con sonrisa,
tocan abismos que las respuestas no calman.
Porque
bajo la Música, la Danza, los cuadros, los vinos,
los palacios, los viajes, las monedas,
arde sin nieve,
su cara inconsolable
no vencida por las ofrendas de la tierra.



Poema El Equilibrio de Orfila Bardesio



Cada vez que el silencio
desciende su escalera de pausas
hacia raíces oscuras,
las palabras coronan
gloriosamente los tallos.



Poema El Caballo de Orfila Bardesio



Un caballo de mármol ardiente
con panales de espuma y con miedos de hierba
en la boca, las orejas atentas oyendo
vibraciones extrañas al hombre,
sus patas como el cuello de las fuentes.
Y mariposas en la sangre,
y mariposas en el belfo,
con una prisa en el hocico.
Y su cola se abre como una campana
en el aire y sus crines lloviendo
como blancos otoños.
Un caballo que olvida la tierra.

Un caballo que tiene una hoja del mar
en el cuerpo, una hiedra sensual
que hunde su serpiente en el oído
y el caballo se va revolcando,
ovillando, extendido, cayendo rocío
del olfato llameante, oh árbol animal,
se va, se va en un himno,
en la pradera del cristal,
se va oliendo la luz, la alegría,
levantando su nave gloriosa, salvaje,
solitario, sin puente, orgulloso,
y sus huellas se quedan llamándolo.

Ya no vuelve, no vuelve,
ya pasea en un viejo jardín olvidado,
en un bosque de fuentes,
entre ciervos de lluvias saltando,
donde pide su cuerpo el espejo,
donde busca la risa sus labios.
Ya la luna le muestra raros
mapas de sueño y se queda
sin muerte en un prado.





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