poemas vida obra o

Poema Otra Estirpe de Delmira Agustini



Eros, yo quiero guiarte, Padre ciego…
Pido a tus manos todopoderosas
¡su cuerpo excelso derramado en fuego
sobre mi cuerpo desmayado en rosas!

La eléctrica corola que hoy despliego
brinda el nectario de un jardín de Esposas;
para sus buitres en mi carne entrego
todo un enjambre de palomas rosas.

Da a las dos sierpes de su abrazo, crueles,
mi gran tallo febril… Absintio, mieles,
viérteme de sus venas, de su boca…

¡Así tendida, soy un surco ardiente
donde puede nutrirse la simiente
de otra Estirpe sublimemente loca!



Poema Otros Poemas (7) de Delia Quiñónez



Caes,
caigo
en el abismo
de una lágrima:
agua que no es agua.
Sal que no admite lo salobre.

Trémula ¿de dónde llega?
¿Hacia dónde alza
su breve bastión de tiempo ido?

¿En qué iris descompone
su color, su forma vieja
de cristal y olvido?

Agua que no es agua,
ni sabor, ni aliento a rosa.
Dolor deshabitado,
precipitada nube
hacia la tierra que es pecho,
voz, candente forma.

Luz que no es luz
sino quebrada arista,
intangible diamante,
rabia volátil,
encrespada negrura,
hierba,
fuego,
luz…



Poema Otros Poemas (6) de Delia Quiñónez



No puedo saber
si tu muerte
hirió la arena y el musgo
del pasado.
Ávido,
te cubriste de tiempo
con una espada
de odios y silencios.

Cardo tu corazón,
hiel tus ojos,
filo enhiesto y amargo
las manos
que apretaron la sal,
de tus playas
y el surco
de tus lágrimas tardías.

Agua, musgo y arena
para tu corazón vencido:
viejo manto de angustia
que arrasa aun de tempestades
el silencio
y la luz de las estrellas.



Poema Otra Vez El Amor (4) de Delia Quiñónez



Si intentaras abarcar
con la mirada
toda la tempestad
que nubla mis sentidos,
tú -pequeño dios errante-
dudarías entre el llanto
y la rabia
de tus ojos vencidos.

Y acaso,
náufrago indeciso,
querrías compartir mi tempestad,
en este universo donde el calor
y la furia de mis besos,
te dejaran -apenas-,
sensación,
olor,
quietud de olvido…



Poema Otra Vez El Amor (2) de Delia Quiñónez



En sus manos,
en mi piel, Edipo vuelve.

Niño casi
levanta la mirada
y aspira polen
de lunas renovadas.

Hombre casi
tiembla y solloza
hundido en terrenales simas,
desconocidos fuegos.

De sus ojos
a mis pies, Edipo resucita.

¡Cuánto tiempo rompe
en olas de fría certidumbre,
el alba y el sol
que consagraron
sus manos y mi piel!



Poema Otra Vez El Amor (1) de Delia Quiñónez



Todo lo dulce y amargo
brotó de un solo instante:
tiempo espacio
sacrificados
al día que llegaba entre cenizas.

Visión, su luz, para vivir.
Cerrazón, su luz, para no saber vivir
sino atada a las manos
que escribieron la primera
y la última palabra.

Abarqué en la penumbra
todas las primaveras,
los soles,
los diminutos puntos de fuego
de todas las esquinas
y los puertos;
de todas las hogueras
que llamean
en la sombra que me cubre.

¡Todo el mar no bastó
para dejar sin huella
el breve trigo que dejó tu beso!



Poema Orilla Redentora de Delia Quiñónez



¿Dónde
si no en el beso,
encontraremos la orilla redentora?

Leve espada
anida y combate
compartiendo la savia
que deviene en torrente.

Uva frugal.
Ayuno de antiguas plenitudes.
Agua y jugos
humanamente turbios
coronan
sin laureles
la puerta vital del paraíso.

Besos de eternidad
marcando territorios,
colinas,
cavidades.
Antorcha en la balsa.
Lengua y labios
avanzan
en lúbricas saetas
hasta la vieja orilla
que redime
la irreverente ambigüedad del paraíso.



Poema Olvidar de David Huerta



Aquí están los nervios
que envuelven, como un papel fragante,
las melodías obtusas
del rencor.
Y aquí la risa
como un pájaro ebrio?

Escuchar. Olvidar. Dos neblinas.
La espuma del sufrimiento
cala en el encaje náufrago
de mi silbido matinal.

Aquí están los sonidos
olvidadizos, las crepitaciones
que amarillean.
Una vez más,
todo será escuchar
u olvidar.

Olvidaré estos doblados
enigmas, estos relojes
rectilíneos de esperas, este cuerpo
ajeno
en la llama de sándalo.



Poema Oración Por La Belleza De Una Muchacha de Damaso Alonso



Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;

esos bultos de nieve, que bullía
al soliviar del lino la tersura,
y, prodigios de exacta arquitectura,
dos columnas que cantan tu armonía.

Ay, tú, Señor, le diste esa ladera
que en un álabe dulce se derrama,
miel secreta en el humo entredorado.

¿A qué tu poderosa mano espera?
Mortal belleza eternidad reclama.
¡Dale la eternidad que le has negado!



Poema Oración de Cristina Peri Rossi



Líbranos, Señor,
de encontrarnos,
años después,
con nuestros grandes amores.



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