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Poema Recordándote de Mayamérica Cortez



Presente, vivo ¡Ahora!
Rodar, volar
y…llorar.
Todo junto
al lado
de golpe
bajo azul y verde
volver…¡Volar!
Buscarte, enredarte
quedarme quieta junto a ti
tórtola, golondrina
madeja desmadejada
dispersada en pedazos.
Quereres, amores y amaneceres.
Sí, mañanares que se enredan
en jaulas zenzóntlicas
paralelas junto a tu nostalgia.
Tú, vertiente que clama
junto a la piedra de tu sino.
Tú, ruta. Tú, signo.
Todo palpitante bajo palabras quietas
tímidas corzas
añorando el pasado de tus ojos tristes
grises sobre el vacío.
Alguna vez fuimos tú y yo.
Alguna vez tu palabra
se acurrucó bajo mi alero…
y luego, ¿Qué?
Hilos tamizados de colores
grises y negros en profusión,
paredes insólitas alzándose
bajo el palio de mi desvelo
de mi nostalgia
por quererte
añorarte
odiarte, aborrecerte
por mis sueños rotos
sueños edificados…
¡Basura!
Y sin embargo…tú y yo,
tu personalidad intradimensional
tu búsqueda incesante
sin cejar, sin volver
tú y yo
yo primero…o tú?
Yo o tú…los dos…uno…¡El dilema!



Poema Quemadura De Luz de Mayamérica Cortez



Hay un sueño mío que se me está yendo
de las manos como gaviotas en el océano.
Hay un adiós que remonta las montañas
de tu mundo desvanecido en neblinas
pintando el paisaje de una soledad inhabitada
de una soledad que se quedó huésped permanente
de mis patios y balcones
de mis fuentes y grutas.
Una soledad habitante de los límites
del torogoz y el cenzontle.

¿Por qué no fuí generosa con la luna
para besarte mucho bajo su luz de aquélla noche?
¿Quién amarró mis manos para acariciar tus cabellos
cuando tu cabeza se apoyó en mi cuello
buscando el remanso de tus inquietudes?

¡Ah, niño de mirada triste en tus grandes ojos negros!
¡Qué fortuna daría por regresar a ese instante!
Regresar para hacer morada en tu regazo.
Regresar para que siembres tu semilla
en mi tierra fértil y mineral
y que haya clavicordios sonando en la iglesia temprana
de una mañana interminable detrás del campanario
y rebote su sonido en la plaza y las colinas.
Regresar… al torogoz de la cañada
y el zenzontle de las montañas…
¡Regresar… y sin embargo no me fui nunca!

¡Ah, dulce quemadura del Amor!
Hoguera trepidante que devora mi bosque azul y umbrío
carbones rojos y candentes que deshacen un calendario
de preguntas y caminares del atardecer
caminares sin retorno
fuego que soy y que el viento azota
para alcanzarte y consumirte.

Y es este dolor gozoso, lastimadura de luz
penetrando sin tregua hasta mis huesos
que se hace voz de cigarra entonando su canto hondo y triste
en la perennidad de su llanto.
¡Ay Amor, Amor! ¡Por qué se detuvieron tus ojos en mis ojos!
¡Por qué se anclaron tus pupilas en un instante de eternidad!



Poema Monólogo de Mayamérica Cortez



Hoja del árbol desprendida.
Cuerda solitaria
suelta de la guitarra del tiempo.
Mis raices enredadas en el vacío
tienen la curvatura de la distancia.

Viajo por los albores del día
como un tintineo campirano
con presunciones de catedral.

Libros, estantes, mesa y música
la silueta detrás del espejo
es una pupila abierta a la solitud
y plenitud interna.
¿Quién dijo que la soledad existe?
¿Quién dijo que debemos estar con gente
para no estar solos?

Aquí en mi pecho
un murmullo crece y crece
la garganta quiere cantar y cantar
unirse a la música del universo y
agradecer la belleza contenida en mis esferas.

Mis raíces penetran el sentimiento profundo
de tus días idos y de tus días por venir
junto a las aguas del río descansan mis recuerdos
y la curvatura de la distancia
se acorta en nuestras manos enlazadas.

Viajo por el arco-iris
Para llegar hasta el silencio mismo.



Poema Mar Con Rumor De Gaviotas de Mayamérica Cortez



No sé si llego o si regreso.
No sé si me esperabas o si me buscabas.
No pregunto. Tampoco respondo.
Te traje a mi dimensión de arrecife y coral
porque tu barca atisbaba mi horizonte.
Navegaste con hábil precisión
entre mis acantilados
desafiando mis olas embravecidas
y el compás y la brújula
te fueron inútiles para conocer
el rumbo de mi viento.
¡Y desarmé tu sed de navegarme!
No debiste desafiar la calma de mi orilla.
Deshice los nudos de tus lazos
rompí tus velas y tus estandartes
y por fin? desarmado y vencido
te hice naufragar en mi caudal
de mar y profundidad.
Quedaste exánime boca abajo
tendido en la arena de mi playa.
¿Qué pregunta, qué orilla o qué coral
para desandar mi arena sobre tus huellas?
No sé si llego o si regreso
en el incesante va-y-ven de mis olas
No. No pregunto porque después de todo
tampoco hay respuestas.
Sólo sé que soy este mar con mi calma de eternidad
y mi rumor de gaviotas.
Sé que soy el mar con dimensiones inabarcables
aunque no hayan más caracolas en mis playas
porque lejos se ha ido el amanecer de los recuerdos
y aunque no sepa si llego o si regreso.



Poema En El Exilio (iv) de Mayamérica Cortez



Marzo 12, 1982

¡Amo esta quietud!
Amo este momento que puedo llamar mío.
Este silencio que musita dulces misterios a mi alma.
Contemplo la distancia de los astros
sabiendo que soy parte de este vasto Universo
y la dicha de comprender mi existencia
es realidad y testimonio de mi verdad interna.

Adivino en los árboles
la savia circulando por sus ramas.
La yerba testimonia el misterio de la vida
y comprendo la felicidad
de ser humilde y hacerse sencillo y bueno.

Una vez más comprendo lo inútil
de enmarcar mi yo cotidiano y temporario
esta vasija de barro y llanto
dentro de mi Yo trascendental.
Es un ¡Hala! ¡Suelta!
Un sube y baja.
Ser y no ser a un mismo tiempo.
¡Ser barro y luz al mismo compás!

Comprendo -lo un tanto absurdo-
de nuestro afán por las cosas terrenas.
Este yo de cobre y cal, pequeña y débil
ante fuerzas inexorables como pieza de ajedrez
movida a voluntad de fuerzas extrañas.

¿Y qu?puedo hacer sino desangrarme y gemir
y seguir el camino que yo misma trac?

Pero entonces comprendo también
lo hermoso de la lucha
y el contento de labor realizada.
Esta es mi hermosa misión en la tierra.
Y de entre millones de seres
fu?elegida para guiarles con mi ejemplo
para alumbrarles con mi luz.

Y es todo eso que va más all?de la vida presente.
Maravilloso oleaje en divino vai-ven.
Y sólo deseo sumergirme tranquila
en el Amor de esta ternura infinita
Pensamiento Supremo que es la Esencia de TODO.



Poema En El Exilio (iii) de Mayamérica Cortez



El camino se ha detenido.
El frío se cuela penetrante en mi alma.
¿Soledad? Sí, siempre
estuvo allí. Indecibles
las palabras se quedan estáticas
mudas ante mí.

El silencio abrumante
es cristal opaco que se quiebra
en las horas de café, cigarrillos
notas cuadrando en mi horario.

El dolor de la nostalgia horada el corazón.
He de reiniciar la marcha
pero la yerba ya no es alfombra para mis pies.
Y hay hormigas sobre mi espalda.

Dobladas mis rodillas
se adhieren a la tierra…
¡Pero habré de levantarme!
Mi meta está allí
donde quiera que cruce la mirada.
El camino continúa y yo con él.



Poema En El Exilio (i) de Mayamérica Cortez



Escritos cualquier día
entre 1980 a 1984

¡Un día más!
¡Déjame, Señor, vivir los suficientes
para tenerlos de nuevo conmigo!
El corazón duele mucho más
de lo que el poeta puede decir.

El corazón es una congoja constante
y la ansiedad del regreso
es una golondrina tímida
asustada
por la inmensidad de las ciudades
de los mares y desiertos.

¡La ansiedad del regreso!
Un temblor palpitante
dentro de mi mano.
Si el día empieza o la noche termina…
¡Qué más da si no los tengo conmigo!

La Vida es el misterio
el enigma de lo inesperado.
Y mis ojos, abiertos y vacíos
permanecen a la vera del camino.

El corazón está desfallecido
pero, Señor… contigo
el alma encuentra fuerzas
para un día más…
¡Un día más en esta larga espera!



Poema De Las Palabras de Mayamérica Cortez



Es que hay algo mágico en las palabras.
Se me antojan redondas y suaves
equivalentes al vuelo de los sueños
cadencias voluptuosas
-como las olas del mar-

Las palabras me son cual gaviotas
deslizándose lentas
sobre mi rumor de inmensidad.
Son la vivencia de lo que siento
en este mar que soy
de este viajar que me habita
deshabitando
anhelos…

Porque más que voz
que palabras
son rumor, silencio quizás.
Arrullo y queja. Pasos quedos, redondos
en este círculo invisible
girando lento
muy l e n t o
en la sutil estancia de las horas.

Verano de 1993, Washington D. C.





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