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Poema La Siembra de Margarito Cuéllar



A Vicente Quirarte

A diario riego el árbol de mis poemas. Corto su fruto dulce, amargo o con espinas. Le podo las licencias marchitas, lo libero de larvas y quistes. Los catadores reclaman lo mal que anda mi siembra. Definitivo: retiran mis versos del firmamento. Yo miro transitar ríos de saliva, escucho las detonaciones de sus balas de salva, preparo abono con mierda de vaca y huevos de avestruz, afilo las tijeras de podar. Sé que algo nacerá, aunque no llueva.



Poema Abril En Velda Dairy de Margarito Cuéllar



Al norte de Tallahassee está Velda Dairy.
En Velda Dairy se extinguieron las vacas.
En Velda Dairy, cuando la noche asombra el rostro de los pinos, suceden
cosas extrañas.
Habitan pacíficamente cocodrilos y ardillas, alebrijes y patos, ranas y
pescados.
No es temporada de mariposas en Velda Dairy
mas las hojas de los árboles que abandonan a sus padres se mantienen en el
aire como pequeños planeadores de aluminio.
Animación de voces:
aviones en busca de una pista de aterrizaje, grillos y pájaros, el piano de una
iglesia.
Una ardilla se acerca, toma un poco de queso, pregunta si conozco a Francis
Ponge.
Las plantas de Velda Dairy, cansadas de florecer, dan peces de colores;
brillan, aletean, huelen a tulipán y no tienen espinas.
No se requiere caña de pescar, ni siquiera un lago;
sólo cántales o ponles música de Chuck Barry
y regala a tu amante un luminoso ramo de peces.

Para Rebeca, Juan Calos y Noemì,
árboles de Velda Dairy



Poema Vida De Los Animales Y Las Plantas de Margarito Cuéllar



La luz es importante para la respiración de los peces y la movilidad de las
esporas.
El sabor de la sandía es rojo.
El sueño del mar es verde.
Un vaquero juega con una vaca pinta en la sala de su casa.
Una mujer desnuda, a cualquier hora del sueño, es un peligro para el tráfico.
Gonzalo Rojas piensa en Monterrey.
El río suena: la fórmula del vidrio es inversamente proporcional a la vida de
los peces y al destello de las esporas.
La textura de una mata de pelo aparece en la lente del microscopio como una
bugambilia imaginada por el sol.
La mixtura de tu piel es necesaria para la respiración de las plantas.
Yo soy una planta.



Poema Versura Para La Costilla Izquierda de Margarito Cuéllar



Alegre es mi enfermera como viernes por la tarde o sábado en la mañana.
Los deshausiados vuelven a su color al solo paladeo de su nombre.
En tres letras encierra el festival de todas las campanas.
No nació de la costilla de nadie, Dios preparó la harina para vestirla.
La tierra deja de girar en su eje para contemplarla.
A veces mi corazón se detiene para nacer de nuevo entre sus manos.
Y soy feliz cuando ella pasa alegre como un trébol en su pókar de ases.
Su cofia escribe la crónica de los hospitales del mundo.
En su día de descanso el índice de muertos llega al cielo ¿qué será si mañana
se jubila?
Los pájaros la envidian cuando canta, se suicidan los ángeles y yo muero con
tal de que su canto me reviva.
Sus pestañas me protegen del agua aunque no llueva.
Cuando baila, Señor, el aire se detiene cortado por el hilo de sus pasos
y los geómetras buscan teorías para la medición del asombro.
El día que ella no esté será de noche siempre y reinará en la tierra la tristeza
de antes.
El mundo sería otro si en vez de ejércitos hubiera enfermeras.



Poema Vaca En El Aire de Margarito Cuéllar



…unos niños
volaban con sus vacas
y sus caballos y sus corderos
en medio de la tarde…
Enrique Fierro

Vaca azul sobre los edificios platinados
adiós sus ojos pardos locos de contento;
al ritmo su aleteo
alerta a las aves del paraíso.
Una vaca en el aire
es como el paso de una geisha.
Vemos ahora como desaparecen
sus mandíbulas rojas.
Hace rato era sólo
una mancha de tinta sobre el lienzo
inventario en la memoria de papel.
Hoy que se pierde
rumiante en la espesura
parece un avión gordo de cartón
regalo sorpresa para los habitantes del cielo.



Poema Tour de Margarito Cuéllar



Odio es el sitio, la tierra prometida.
Nuestras armas: los dientes, afilados con pedernal.
La mirada: cuchillos, dispuestos a dar el salto al más leve reflejo de
la sombra.
Las manos: animadas por su ejército darán la vida en caso necesario.
El hígado: presto a fundirse, como un pan, en el horno enemigo.
La bilis: ácido y sal, lenta furia animal, canción de los enfermos.
No olvidar las palabras: necesarias como el no, sobre todo las
graves.
Alguien tiene que cultivarlo, envenenar el agua y hacer la guerra a
los demás;
burlarse del amor, dormir en la azotea soñando nuevas formas
de vengarse de los que nos ofenden.
Odio es el sitio: bienvenidos.

Enero 30-03



Poema Las Manos de Margarito Cuéllar



Una mano traza la palabra pájaro,
La otra escribe su jaula.
Juan Manuel Roca

Cinco lápices en cada una, para empezar. Vidente que lee sus resonancias y sus dobles anillos enmudece. No quieras transformarlos navajas o tijeras: piel o nostalgia, cuando mucho. Dije: dos puños, dos banderas, dos almas de alto joder. Digo: casas, vigías en la blandura de tu cuello, duendes en marcha sobre la superficie del amor. Leen el fuego las manos. Manos de hielo, manos de metal, manos que parecen pies. Hay manos que rubrican la noche con sus garfios. La palma de una mano es un libro dactilar: salterio el corazón, la llanura de Marte. Rimo: fortín del solo, hermanas y engranes. Dirimo: ramas sensoras, zonas diagramáticas, monte de la luna, libro de las respuestas.



Poema Instrucciones Para El Uso De Los Recuerdos de Margarito Cuéllar



Los restos del pasado se reúnen
como los desperdicios de la playa.
Enrique Lihn

Recíclalos, pásales las llantas de un auto, arrójalos por la ventana de un avión. Ofértalos, instala una fábrica de collares, sazónalos con lágrimas del cielo. Arráncatelos, qué se marchen con un poco de piel (corazón o memoria). Que se desangren y mueran en la raya llenos de moscas. Olvídalos, expúlsalos de tu bestiario, desinféctalos, despójalos de su inoportuna melancolía. No te engañes, como las costras, nada de su piel exterior vale la pena. Desrecuérdalos, atígralos y jáulalos. Que vuelvan a nacer en su espiral de nada desde el árbol de las preguntas.



Poema El Gancho de Margarito Cuéllar



ese garfio confuso que atraviesa el pasillo del camión
y anda por la ciudad cual bulto que no alcanzó a nacer
sostiene en sus instintos la esperanza
existe porque el azar encuentra la forma de ganarse la vida
sostenga en su artificio de metal
el traje para el novio de una pariente rica
o una bolsa de chicles
su biografía conserva un motivo de asombro
pero no ilusionarse/
los ganchos de los pobres son muñones del diablo
su oficio es el barullo de los cines
pasillos con olor a nicotina
cárceles atestadas de borrachos
ese gancho
se resiste a morir de oxidación
la rama que sostiene su renga humanidad
creyó un día florecer
a la salud de cinco dedos felices
pero no
seca como una mariposa o un colibrí en un frasco de alcohol
su destino
es arrastrar el aliento de su mantenedor
desde el filo único de su mano



Poema El Cuaderno De Borges de Margarito Cuéllar



Siempre tengo una libreta con los ojos abiertos para que me descubra las cosas de este mundo. A veces atrapo sólo insectos; otras, una mañana, un lunes, por la tarde, dibujo un pez y el fuego para prepararlo. Mi cuaderno es como un cheque en blanco en el que se multiplica el mundo.
A veces se refugia en un bar o en un café y deja que el bullicio violente sus cuadrículas: ?la guerra se aproxima?, ?explota transbordador en pleno vuelo?.
Mi cuaderno: pedazo de cielo iluminado por el rayo; en sus renglones caben los siete pecados capitales y los tres continentes, la historia de la antigua cultura y la biografía de mis vecinos.



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