poemas vida obra manuel del cabral

Poema La Carga de Manuel Del Cabral



Mi cuerpo estaba allí… nadie lo usaba.Yo lo puse a sufrir… le metí un hombre.Pero este equino triste de materiasi tiene hambre me relincha versos,si sueña, me patea el horizonte;lo pongo a discutir y suelta bosques,sólo a mí se parece cuando besa…No sé qué hacer con este cuerpo mío,alguien me lo alquiló, yo no sé cuándo…Me lo dieron desnudo, limpio, manso,era inocente cuando me lo puse,pero a ratos,la razón me lo ensucia y lo adorable…Yo quiero devolverlo como me lo entregaron;sin embargo,yo sé que es tiempo lo que a mí me dieron.



Poema Negro Sin Zapatos de Manuel Del Cabral



Hay en tus pies descalzos: graves amaneceres.
(Ya no podrán decir que es un siglo pequeño.)
El cielo se derrite rodando por tu espalda:
húmeda de trabajo, brillante de trabajo,
pero oscura de sueldo.

Yo no te vi dormido… Yo no te vi dormido…
aquellos pies descalzos
no te dejan dormir.

Tú ganas diez centavos, diez centavos por día.
Sin embargo,
tú los ganas tan limpios
tienes manos tan limpias,
que puede que tu casa sólo tenga.
Ropa sucia,
catre sucio,
carne sucia,
pero lavada la palabra: Hombre.



Poema Sexo Cumpliendo de Manuel Del Cabral



Digitales delicias gobiernan superficies.
El lecho cruje,
cruje de pueblo fabricado a besos.
De pronto un sudor blanco roba el futuro en gotas,
y un sabor hay de mar que busca no ser agua,
sabor de ropa derrotada a clima,
a ternura de plumas prisioneras,
a mañana que anda por su cuerpo,
por su aluvión de tibia nieve a sueldo:
censo precipitado, derretido,
pequeña muerte desprendida viva.

Desprendida,
invadiendo dominios de líquidas raíces,
y a ocultos empujones azules, por sus venas:
nadadores extraños, materiales secretos
que galopan cruzándose de vida;
un resbaloso mundo de minutos con siglos,
un semental tumulto que anónimo prepara
espacios dolorosos,
números obligados a levantarse como héroes…

Sin embargo, gomas hay ataúdes,
redes para mariscos terrenales,
se coagulan sus ángeles sin puerta,
cielo de caucho eunuco los ahoga,
mata sus puros empujones blancos,
mata sus furias de humedad reunida.

Pero terca,
toda la zoología se le sube a su cuerpo,
por sus manos elásticas como palabras,
por el valiente oficio de pan que hay en los senos,
anda un blando, anda un suave,
anda un dulce silencio de leopardo.

Y la materia tiembla,
tiembla sobre boticas y birretes,
sobre encuadernadores de siglos educados,
y como un dios que entra
apartando trigales enlutados,
sólo su clima sólido de súbito
abre auroras profundas, vigiladas,
para poner de pie cada año a la tierra.



Poema Sangre Mayor de Manuel Del Cabral



¿No sientes que mi sangre suelta de pronto pájaros?Si yo pudiera ahora ponerme a juntar ojos,a llenarme las manos de habitantes que duelen,y a enterrarme sus dientes lo mismo que semillas…¿No sientes que mis brazos crecen como dos ramas?Si yo pudiera ahora dárselos a los ciegos.Yo crezco entre los cines, peluqueros, modistos,igual que un lento fruto que crece entre su cáscara.Vuelvo y me digo ahora: la raíz no es del hombre;debe haber otra vez huéspedes en mis venas,recorriéndolo todo, penetrándolo todo,como un largo cuchillo vestido de palabra.Ya siento que me duele la piedra sin tocarme.Aquí la fuga es mía, la disgregada cosa.Hacedme herida, tiempo; golpeadme tiempo el sueño,que por mi herida sale la estatua de un silencio.Algo tendré que busco los pétalos obreros,¿tendré altura de rosa? ¿No mediré ya el viento?Alguien busca y encuentra por mis perdidas venasla familia de luces que la epidermis calla.Estos huesos que siempre los números dirigen,si el armazón no fueran de una palabra, un hambre;si la mano en la sombra no viniera pensando,¡oh qué cerca estuvieran de la rosa los hombres!No me siento caído ni pegado a la tierra.¿Para qué paso entonces por entre Ios haraposde voces sin zapatos, pero con pies azules?(Por algo hay en mí sangre pesadilla de alondras.)¿Pero por qué los brillos de este metal que creceen los filos del ojo? ¿Tendré yo todavíaque perseguir esencias y misteriosos vientosenemigos del pan y fuerza de jardines?La guitarra se pudre en las manos sin hambre…Por algo está este viento enterrado y sin gente.Quiero sacar mis dedos y fabricar presenciasen el aire del cuerdo que duerme la guitarra.Ponedme aquí a la puerta por donde viene alguienque tiene entre las manos el cadáver del tiempo,Aquí, sólo con sangre, aquí yo diré cosasque tienen el tamaño simplemente del hombre.Lucho con la neblina que se pega a la voz.¿Pero hace tanto tiempo que me arranqué los ojos?¿Tendrá que ver la tierra con estas cosas mías?Ella que anda desnuda desde que estoy sin ojos.De cosa calculada y amargo paso hechose me cae este duro pasaporte de sangre.Yo quiero simplemente saber si por mi heridala tierra seca busca su esperanto de río.Hay, ya sé, comerciantes con pasos de azucena.No invitadas palabras casi arrugan el aire.Hay alguien que podría ver hacia arriba y vermejoven de azul y siempre tan viejo de preguntas.La cosa innecesaria que se pesa y se mide,este inútil idioma: cáscara de tu alma;además, en desuso… en desuso si alguien…si no fuese tan joven la vejez de este viento.Cabe, dice la niebla, la nada en este hombre,¿sufre tal vez la nada? Voy a decir y gritoque estoy en cada cosa, que cada cosa duelecuando yo pienso y veo. Voy a cuidarme ahoraen la nada y la rosa. Yo vigilo mi origendescuidando las cosas más pequeñas del hombre…Alguien me dirá entonces que hago sufrir distancias.¿Estaré yo en las piedras buscando mi palabra?¿Y qué puede esta dura reunión de mi cuerpo,aquí, perdida en sombra, inútil, agarrada?¿Pero de qué se agarra? ¿Qué le duele a mi niebla,y al aire que hay en mí de partida y sin viaje?¿Para qué son entonces este lujo en la rama,y el otro que congrega la rosa en el olfato?Mi tacto; que es varón, busca soltar palomas,y hacer cosas de aire sin edad y ser hombre.De caballo y de pétalos está hecha mi frente.¡Qué enemigo que estoy de la piel y mi nombre!Mi defensa de esencias mata los calendarios,y otras cosas presentes como los cementerios.La pobre cal que viste de novia las paredes,y este rumor de olas que no quiere venirde donde viene el tiempo. Por la herida los huesoscomo letras perdidas salen a usar la noche.



Poema Pequeña Carta A Una Rosa de Manuel Del Cabral



Déjame ver qué lloras, que tienes tantos párpados.
Déjame ver qué gozas, sexo de tantos labios.
Ya sé que mi mirada te hace crecer espinas.
Ya sé que eres tan vieja como yo cuando callo.
Pero tú que en tus pétalos coleccionas mañanas,
tú que apretando alas, todo el amor del bosque
me lo das en tu breve primavera,
déjame que la mano te conserve,
déjame …
Digital biografía de los duendes,
cerebro del jardín, pasto del sueño,
tú,
que encuadernada en pétalos no vuelas,
pero en el aire estás, te vas muriendo
cuando te respiramos,
cuando empieza a vivir tu vegetal cadáver,
cuando a vivir empiezas como pájaro,
como trino extraviado que oye sólo el olfato.
Ya sé que eres tan vieja como yo cuando canto,
sin embargo, yo que en tu poco espacio, tanto aprendo,
que veo en tu rocío que hay párpados secretos,
vuelvo a tocar tu abismo que cabe en una mano.
Tú, que guillotinada, vives ya de los vidrios
de mi fluvial mirada, siempre triste,
tú que creces de súbito
cuando te da estatura mi llanto jardinero,
tú, que sin comprenderlo,
indefensa en mis manos me defiendes.



Poema Oda Escrita A La Piedra de Manuel Del Cabral



Hay algo mas que el viento buscando ser instinto,
algo más que la ola
que quiere andar de pie como la sangre.
Hay algo más que aquello que rezaba a las piedras,
suave como la muerte del cabello del indio,
simple como el secreto transparente del agua.

Hoy aquellos que fueron siempre mudos,
los que siempre llevaron en la sombra
la dignidad del loto que crece sobre el cieno,
se acercan a la tierra,
y echan voces por granos, como quien va regando
la conciencia.

Llegan horas que nacen para la alondra insigne.
La tierra tiene ahora la cualidad del ave.
Y el horizonte crece, crece en aquellas manos
que saquearon a sangre la esperanza.

Aquellas manos simples,
que traen en los filos de picas y hachas
el oro de las minas de los amaneceres.

Es la América inédita,
la que estaba en el tacto,
la que estaba en la carne,
como aquello que a veces se nos queda
en el vientre materno que se revienta en vida.

La América que un día se quedó entre los hombres
y creció entre sus manos como el río en el mar.

América también:
la que pinta de verde el aguacero,
la que suena en el fuerte como un tiro de paz,
la que muerde en la miga dura de tiempo el negro,
la que un poco se duerme tirada en una esquina
mientras la sangre antigua moja aun las espadas,
mientras todos los siglos caben en la garganta,
mientras el indio andino no conoce a Bolívar,
mientras por los caminos de los Andes las llamas
bajan a paso manso sin que lo sepa el mundo
una pequeña caja de pino en donde viene
tal vez no un niño muerto, sino el sueño profundo
de toda la montaña.

Ya la mañana viene sobre carretas pobres,
carretas que traen de lejos su catedral de fatiga.

Parece gente el aire que da contra la frente.
Viene la sangre niña como el agua primera.
Raíz de madrugada, canta el indio remoto.
La sonrisa se ha puesto de pie como una hazaña.
La mañana de ahora trae durezas de estatua.
Hoy la tierra que sube municipal es cósmica.
Nadie fundó la urbe… Fueron antiguas rocas
que crecieron a fuerza de pensar en las alas.
Hoy no lanza el hondero la piedra suelta al tiempo
sino que se levanta con ella misma el hombre.

Mientras pasa la muerte resucitando espadas.



Poema Mi Sangre de Manuel Del Cabral



Tantos ríos que soltaronbajo mi piel. Mas no sépor qué lo que me golpeasiendo agua tiene sed.Viajero que dentro el pechoa caballo siempre vas.Por la herida sales, pero…no creo que a descansarEs estrecha la salidapara aquello que se va.¿Va el río adonde, si el ríola sed no le quita al mar? Viajero que dentro el pechooigo que quieres beber…¿Para qué, si eres la fuente,para qué corres con sed? Tú galopas aquí adentrocomo queriendo llegar…¿Pero a dónde vas, viajero,si eres tú la eternidad?



Poema Los Hombres No Saben Morirse de Manuel Del Cabral



Los hombres no saben morirse…
Unos mueren no queriendo la muerte;
otros
la encuentran en un beso, pero sin estatura…
otros
saben que cuando cantan no le verán la cara.

Los hombres no se mueren completos,
no saben irse enteros…
Unos reparten en el viaje sus retazos de muerte;
otros
dejan el odio para cuando vuelvan…

Otros se van tocando el cuerpo
para saber si salen de la trampa…

Los hombres no saben morirse…
Unos van dejando su yo sin comprenderlo;
van dejando basura para esciba esotérica;
otros
se vuelven hacia adentro ante el vacío…

Pero todos,
con el cadáver de su tiempo al hombro,
todos,
todos son el Uno,
el Uno
que sólo por amor vuelve a la tierra.



Poema Letra de Manuel Del Cabral



Letra:
esqueleto de mi grito,
pongo mi corazón sobre tu muerte,
pongo mis más secretas cualidades de pétalo,
pongo
la novia que he guardado entre el aire y mi cuerpo,
mi enfermedad de ángel con cuchillo,
mi caballero ausente cuando muerdo manzanas,
y el niño que hay en mí, el niño
que sale en cierto día, el día
en que la mano casi no trabaja,
el día en que sencillos
mis pies pisan los duendes que están en el rocío
haciendo el oro joven del domingo.

Todo lo pongo en ti,
y tú siempre lo mismo:
estatua de mis vientos,
ataúd de presencias invisibles,
letra inútil.

Todo,
todo lo pongo en ti, sobre tu muerte.

La letra no me entiende.

Sin embargo…



Poema La Mano De Onán Se Queja de Manuel Del Cabral



Yo soy el sexo de los condenados. No el juguete de alcoba que economiza vida. Yo soy la amante de los que no amaron. Yo soy la esposa de los miserables. Soy el minuto antes del suicida. Sola de amor, mas nunca solitaria, limitada de piel, saco raíces… Se me llenan de ángeles los dedos, se me llenan de sexos no tocados. Me parezco al silencio de los héroes. No trabajo con carne solamente… Va más allá de digital mi oficio. En mi labor hay un obrero alto… Un Quijote se ahoga entre mis dedos, una novia también que no se tuvo. Yo apenas soy violenta intermediaria, porque también hay verso en mis temblores, sonrisas que se cuajan en mi tacto, misas que se derriten sin iglesias, discursos fracasados que resbalan, besos que bajan desde el cráneo a un dedo, toda la tierra suave en un instante. Es mi carne que huye de mi carne; horizontes que saco de una gota, una gota que junta todos los ríos en mi piel, borrachos; un goterón que trae todas las aguas de un ciclón oculto, todas las venas que prisión dejaron y suben con un viento de licores a mojarse de abismo en cada uña, a sacarme la vida de mi muerte.



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