poemas vida obra m

Poema Mi Madre Ya No Ha Ido Al Mar de Fabio Morábito



Mi madre ya no ha ido
al mar
lleva una buena cantidad de años
tierra adentro,
un siglo de interioridad
cumpliéndose.
Se ha resecado de sus hijos
y vive lejos
en toros consanguíneos.
Es como una escultura de sí misma
y sólo el mar
que quita el fárrago
acumulado en la ciudad
puede acercarla a su pasado,
hacia su muerte verdadera,
y hacer que crezca nuevamente.
Mi madre necesita algún
estruendo entre los pies,
Una monótona insistencia en los oídos,
una palabra adversa
y simple que la canse,
y necesita que la llamen,
oír su nombre en otros labios,
pedir perdón
y hacer promesas,
ya no se tropieza
en nada sustantivo.
Y yo tengo que armarme de valor
para llevarla al mar
armarme de mis años
que he olvidado,
reunirme con mi madre en otro tiempo,
con un yo mismo que enterré
y que ella guarda
sin decirme nada.
Tengo que armarme de valor
para perder confianza
en lo que sé,
tengo que regresar al día
en que mi risa quedó trunca
entre las páginas de un libro,
cerrar el libro y completar la risa,
cerrar todos los libros y reírme,
cerrar todos los ojos que he ido abriendo
para que nadie me agrediera.
Estuvo bien ya de crecer,
es hora de desdibujarme,
lo que aprendí enhorabuena,
lo que olvidé también,
es hora de ser hijo de alguien
y de tener un hijo
y un esqueleto para ir al mar,
para morir
con cada hueso sin pedir ayuda.
Salí hace años a rodearla a ella
para volver al mar más solo
o acaso fui a rodear el mar
para ser hijo de otro modo de mi madre,
ya no me acuerdo qué buscaba,
nadie recuerda lo que busca,
mi madre ya no ha ido
al mar,
es todo lo que sé,
y no llevarla es no reconciliarme
con el mar, no ver el mar
como se ve después de niño,
también no ver cómo es mi madre
ahora, no saber nada de mí mismo.



Poema Meditación de Fa Claes



Estoy en Rijmenam pensando:

quieren parecer grandes en la opinión del otro;
se arrastran por la escala siempre más alto,
siempre más dinero y más honor,
siempre más cabildeo, alzando el gallo más y más;

y yo con gran asombro estoy mirando aquí.

De vez en cuando ruido llega a mí,
desaprobación, por supuesto, estoy antisocial;
cada pensamiento, cada profundidad,
descuella en hombros y cabeza sobre ellos,

seguros de enfrentarse solos a la jauría.



Poema Miro Tus Ojos de Ezequiel Martinez Estrada



Miro tus ojos cansados
tu faz que agostó la vida;
miro la nieve caída
en tus cabellos dorados.

Eres la misma que fuiste,
toda tú en manos y cara.
Antes Noemí y ahora Mara,
la misma, mucho más triste.

Te ves como en un espejo
en mi mirada cansada,
y piensas, sin decir nada,
que yo también estoy viejo.

Si no paz, y si no olvido,
espero algo, y tú también.
Estamos en un andén
después que el tren ha partido.



Poema Muelle de Eyra Harbar



El mar se ancla
dormido
en la pacífica piedra
del muelle,
la pared magnífica
en que descansan las olas
hasta el próximo temporal.



Poema Mar Caribe de Evaristo Ribera Chevremont



Isla de Puerto Rico,
isla de palmas
apenas cuerpo, apenas
como la Santa,
apenas posadura
sobre las aguas;
del millar de palmeras
cómo más alta,
y en las dos mil colinas
cómo llamada.

La que cómo María
funde al nombrarla
y que, cómo paloma,
vuela nombrada.

Isla en amaneceres
de mí gozada,
sin cuerpo acongojado,
trémula del alma,
de sus constelaciones
amamantada,
en la siesta de fuego
punzadas de hablas,
y otra vez en el alba
adoncellada.
Isla en caña y cafés
apasionada;
tan dulce de decir
cómo una infancia;
bendita de cantar
como una ¡hosana!
Sirena sin canción
sobre las aguas,
ofendida de mar
en marejada:
¡Cordelia de las olas,
Cordelia amaraga!
Seas salvada cómo
la corza blanca,
y cómo el llama nuevo
del Pachacámac,
y cómo el huevo de oro
de la nidada,
y cómo ;a Ifigenia
viva en llama.

Te salven los Arcángeles
de nuestra raza:
Miguel castigador,
Rafael que marcha
y el Gabriel que conduce
la hora colmada.

Antes que en mí se acaben
marcha y mirada;
antes que carne mía
ya sea fábula
antes que mis rodillas
vuelen en ráfagas…



Poema María Twist de Eugenio Martínez Orantes



María Twist era alegre, muy alegre,
reía, cantaba,
y nada tenía para ella
el más mínimo valor.
De punta a punta en la noche bebía
y no tenía penas,
sólo risa y placer.

En busca de dinero y diversiones
se fue a Puerto Cortés.
Un lupanar ruidoso le abrió de par en par
las puertas despintadas,
con amor maternal.

Cada noche era fiesta con luces de colores,
con rones ardorosos que hacían florecer
orquestas en el pecho.

María Twist era alegre, muy alegre.
Aunque de cuando en cuando le rayaban
las ojeras con lágrimas de rimel?
Pero era cosa rara?
Sólo de cuando en cuando.

La epilepsia de un salto la tomó por sorpresa,
cuando bailaba un sueño
en brazos de un rufián.
Cayó en tierra agitada por una fiebre loca
que la hacía bailar
como si fuera twuist.
De un tajo la muerte le arrancó
?sin muchas ceremonia?
sus alas de papel.

El velorio fue alegre,
más alegre que todos los días de su vida:
Con canciones de negros,
de blancos y mulatos,
y, junto a su cadáver, se bailó mucho twist.
Todos los parroquianos y las putas
brindaron con un ron a su salud.

En una sábana blanca la envolvieron
los negros que la fueron a enterrar.
Ninguno le cantó un twist de responso,
tal vez porque nadie sabía,
Que ese era el ritmo de su corazón.
Las otras prostitutas no fueron al entierro.
Sólo alzaron sus copas y brindaron:
?¡Porque María Twist descanse en paz?!
nadie lloró por ella,
ni las gaviotas que lloran por que sí.

La enterraron en un platanar que servía
de cementerio a los negros
y a los blancos pobres.
No dejó dinero para pagar la honra
de que se la comieran
los gusanos que se comen a los gringos
y a la ?gente bien?.

Mientras se transforma en abono para el platanar,
la recuerdo con algo de tristeza y de dolor
y, en voz baja, como las prostitutas, digo:
?¡Descansa en paz, María Twist?!

Tegucigalpa, Honduras, abril 4 de 1963.



Poema Momento de Eugenio Florit



Si no me falta nada. Si estoy bueno.
Si hay sol con frío por el aire.
Tengo cariño a mano. Mas no tengo
el que dentro de mi tener querría.
Es tranquila esta paz, pero me duele
con un vacío que no tiene nombre.
Y no acierto a decir lo que quisiera…
Tal vez un poco de melancolía.

5 de febrero de 1974, después de leer a Bécquer



Poema Me Lo Pedía El Corazón… de Esteban Charpentier



A María Laura Funes

Me lanzo en un abrazo
de baile en vientos.
Señalo a la luna;
no indico su voz ni su verbo.
La arena de la mujer
que me aprisiona,
marca en la clepsidra,
la buena espera,
la hora inmediata
del encuentro sin tiempo.
Vuelve el gesto
repetido otras veces,
que empieza
en el ala de un pájaro
y termina
en tus manos de agua.
Acaso la unción de tu cuerpo
deambule hasta el tedio
por mis venas sordas.
Tu sonrisa se envuelve
en el camino de la noche desierta.
No hay dulzura de pan
que no te encuentre
en mi boca
abandonada de mieles.
El aullido del mar,
el réquiem de Mozart duelen
igual que la certeza de que nuevamente
el final es un poema.
Ah, si no sufriera tanto, cada tanto
cada vez menos, pero más.



Poema Mi Oración A Todas Horas de Estanislao Del Campo



Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero,
a quien, aunque nunca he visto
con fe profunda venero:
heme postrado de hinojos
ante tu altar esplendente,
alzando a Ti de mis ojos
la mirada reverente;
humilde el suelo besando,
dándome golpes de pecho,
con cilicios macerando
mis piernas de trecho en trecho;
cubierto de cardenales
de faz ancha y purpurina,
que me sacan los ramales

de esta dura disciplina;
con el rostro macilento
por causa de ayuno tanto,
y entrecortado el acento
por el más amargo llanto;
suplicándote, Señor,
por la sangre que vertiste
para ser el Redentor
del mundo que redimiste;
y rogándote, Señor,
en fervorosa oración,
que siendo mi Criador
impidas mi destrucción.
Y pues misericordioso
infinitamente eres,

líbrame, Jesús piadoso,
del álbum de las mujeres.
El álbum, Señor, es peste
que no habrá quien la sofoque
si desde el reino celeste
no nos mandas a San Roque.
Líbrame, Señor, ya que eres
la fuente de todo bien,
del álbum de las mujeres,
por siempre jamás, amén.



Poema Muchachas Que Algún Día de Ernesto Cardenal



Muchachas que algún día leáis emocionadas
estos versos
y soñéis con un poeta:
sabed que yo los hice para una como vosotras
y que fue en vano.



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad