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Poema Música Oculta de Jaime Torres Bodet



Como el bosque tiene
tanta flor oculta,
parece olorosa
la luz de la luna.

Como el cielo tiene
tanta estrella oculta,
parece mirarnos
la noche de luna.

Como el alma tiene
su música oculta,
¡parece que el alma
llora con la luna!…



Poema México Canta En La Ronda De Mis Canciones de Jaime Torres Bodet



México está en mis canciones,
México dulce y cruel,
que acendra los corazones
en finas gotas de miel.

Lo tuve siempre presente
cuando hacía esta canción;
¡su cielo estaba en mi frente,
su tierra en mi corazón!

México canta en la ronda
de mis canciones de amor,
y en la guirnalda con la ronda
la tarde trenza su flor.

Lo conoceréis un día,
amigos de otro país:
¡tiene un color de alegría
y un acre sabor de anís!

Es tan fecundo que huele
como vainilla en sazón
¡y es sutil! Para que vuele
basta un soplo de oración…

En la duda arcana y terca,
México quiere inquirir:
un disco de horror lo cerca…
cómo será el porvenir?

¡El porvenir! ¡No lo espera!
Prefiere, mientras, cantar,
que toda la vida entera
es una gota en el mar;

una gota pequeñita
que cabe en el corazón:
Dios la pone, Dios la quita…
¡Cantemos nuestra canción!



Poema Marina de Jaime Siles



Una antorcha es el mar y, derramada
por tu boca, una voz de sustantivos,
de finales, fugaces, fugitivos
fuegos fundidos en tu piel fundada.

Una nieve navega resbalada
en resplandor de ojos reflexivos,
de sonoros silencios sucesivos
y de sol en la sal por ti mojada.

La turbamulta del color procura
dejar sobre tu tez la tatuada
totalidad miniada de la espuma.

Tu cuerpo suena a mar. Y tu figura,
en la arena del aire reflejada,
a sol, a sal, a ser, a son, a suma.



Poema Mentira de Jaime Labastida



Todo cuanto hasta aquí fue escrito,
mentira sorda. No es verdad
que haya sido menos dura
la mandíbula airada de las horas.
Que un pañuelo piedad haya enjugado
el sudor de las víctimas. Falso
también que días más tarde
la vida sea más fácil. L llaga
en la conciencia. La espina,
atroz, en la memoria. Tanto mal
que hemos hecho, sin quererlo
siquiera. Una sonrisa tuerta
en la frontera opaca de la noche.
Una mirada tensa cuando apenas
la niña sonreía. Triunfan siempre
la guerra y los contrarios.
Insaciables las horas, insaciables
los días. Sordomuda
la historia, hostil
la vida: el equilibrio es tenso.
Caminar es violencia.
Estamos hechos para devorarnos.
Mentira, pues, que este dolor acabe.

Clamaba a ti, desde lo hondo,
oh polvo, padre bestial,
inhóspito, implacable.
Clamaba a ti, y no me has escuchado.
Mi mano tartamuda había mentido.



Poema Mariposa Azul Emprende Vuelo de Jaime Augusto Shelley



Esa mañana de luz encrucijada
lo vivido del polen,
el ansia en convulsión
y un abrazo que parece ser el último,
dejaban cristalinas
casi transparentes veladuras
en el desasosiego del lecho
tendido entre las flores.

No se mide un instante
ni dura en precisión
más o más.
No existe, tampoco, una boca
que aprehenda a otra boca
más allá de su anhelar;
un ala es un espacio
que deja
de ser
para transformarse en grito, espasmo
o vuelta: sustancia del origen.

Yo no dije que te amaba
porque el tiempo habría triturado mis huesos
aun antes de que esta página cayera en abandono.
No te dije nada.
Juntos, la luz brotaba celular y desmedida
y tú emprendiste seriamente el vuelo,
sin llorar.



Poema Me He Vuelto Ceremoniosa… de Jacqueline Goldberg



me he vuelto ceremoniosa
han dejado de interesarme los ruidos
el silencio de los demás

prefiero una copa dando vueltas por mi casa
desayunar sin asuntos pendientes
regodearme en eso de ser absolutamente solitaria
absolutamente vieja después de todo

aunque no tenga andares suficientes
ni siquiera uñas cuarteadas

quizás en otro lado
el ánimo se recupere

por lo pronto
no aspiro a más rutina
que mi cama deshecha y vuelta a armar
una cierta efusividad que conduzca a ventanales cerrados
al bocado de sal que me hostiga
a mis dientes suplicando cepillo
al cabo de muchos días
muchos encierros
demasiadas ceremonias



Poema Mientras Me Llevan Esposado de Italo López Vallecillos



I

Vino un hombre
y me llevó del brazo,
a la fuerza,
esposado.
Me enseñó una tarjeta,
un revólver
y su alma.
Me enseñó sus ojos
y me pidió disculpas.
Dijo que cumplía ?órdenes?.
Me habló de su mujer
y sus pequeños hijos.
En medio de la pena
pronunció estas palabras:
?perdone,
se tiene que vivir?.
Vi las últimas llamas de la tarde
y me metí en la noche,
con miedo.

II

Es fría la cárcel. Y dura
y cruel. Y pesa como una lágrima.

Surgen en ella de súbito los caminos,
los besos inconclusos,
la noche y el silencio.
Todo se agolpa en la memoria:
los geranios,
la madre, la esposa,
la lluvia,
los espejos, las corbatas,
los hijos a la puerta de la casa.
Todo se viene de golpe
a la memoria. Y hace falta
una caricia,
una almohada,
una palabra sencilla,
un poco de amor.
Una navaja
diminuta con que cortar
poco a poco los sentidos.
Esto es: no ser el ser que somos,
sino su potencia y su acción,
su llama y su protesta. Ser pájaro,
nube,
sueño, proyecto,
semilla y árbol.

III

La cárcel duele en el alma:
tiene como ella rincones dolorosos;
paredes manchadas,
sucias invocaciones.
En lo más alto y en lo más bajo
de su miseria,
cuando la ve se ha extraviado
y la paz se nos niega,
y el pan no tiene esa delicada presencia
del trigo y de los ángeles,
cuando volvemos a ser lo que hubimos deseado
ser siempre,
entonces, la cárcel se abre,
se rompen sus ataduras,
y ya no estamos solos, sino alegres
y puros, y claros, y abiertos.

IV

Uno tiene que encontrar su destino.
En alguna parte,
en algún mes,
en alguna noche,
en alguna palabra uno tiene que encontrar
su destino.
Yo hallé el mío,
el que me hace feliz, el que me hace bueno,
el que me quita de un golpe
todas las esquivaciones;
el que me aclara y declara,
el dulce, duro, claro y oscuro
destino.
Ahora lo sé. Lo siento mientras
escribo este poema
y dejo atrás la cárcel. Y dejo atrás
la lluvia,
y la Patria, y la noche,
que también se quedan atrás
mientras me llevan esposado,
amarrado, digo,
a cumplir mi amargo y universal
destino.



Poema Metamorfosis de Isla Correyero



Con la misma línea estrangulada
en el talle enfatizando las caderas y los pechos
viene mojada la maniquí.

De dónde esta muchacha que era pobre
ha sacado ese aire de comercio
dónde ha dejado el martirio de Kavafis
la revolución de sus sandalias con suela de pescado,
el negro sentido de su furiosa réplica de Goya
aquella especie de cráneo hermafrodita
ni de varón ni de hembra
sólo un cráneo sediento
interminablemente herido por las moscas
perfecto para dar indiferencia
lento para negar.

Qué diferente fue
sometida
esclavizada a otro.
Y que domesticada ahora por los flases
los dólares
las telas dóciles a la luz y al hilo.

Que cambiazo esta negra con penas
que lloró y ahora
inmaculadamente seria y rica
anda
mojándose de lluvia
libertad.



Poema Mi Lengua Se Adormece de Isabel Quiñones



Llueve en el cuarto
en la playa de telas desoladas
llueve
sobre las sábanas blanquísimas
sobre mi carne que puede ser tan dulce

Más allá de la ventana puedo verte
y me consumo
aquí
donde relampaguea relumbran los gatos empapados
míralos encenderse irse en fuego
los ojos en los ojos
óyelos revolcarse mójate
que yo te mire
aunque imagine al mismo tiempo
algo que pudiera sustituirte
con ventaja

En la sombra estoy y tras las bardas
puedo ver las concubinas
en sus habitaciones consumiéndose
solitarios se hallan los jardines
espesados en aromas
puedo acercarme a sus espejos
enciendo los carbunclos

Ya nos acercamos al Cuarto Pimienta
Irritamos el recinto de los órganos maduros
donde los peces que relumbran
y las aves que vuelan y se miran
sobre las paredes rojas de tapices
pudieran las nereidas y sus pechos
los unicornios y sus vírgenes
ahí se estira un animal moreno
gozoso me empuja con su cuello
los dos nos vamos a lo tibio
y sientes mi lengua que te lame
eres fruta de mi mesa
estás quieto miras quieres ser mirado
somos el pan las perdices y los vinos
el comensal y el cocinero
paladeamos todo
contrarios al precepto que prohíbe derramar estrellas
en la arena
manamos de los líquidos febriles
hasta nuestras manos tibias
en las ingles
y las caderas en reposo

Pero ruedan ya las lunas sordas
y en la orilla los gatos se pasean
sopla el viento esta torre
de pájaros dormidos
donde llueve
donde el frío
donde nada te sustituye con ventaja.



Poema Me Abres de Isabel Quiñones



Nadie, ni el silencio
me abre
como tú, ni el tiempo.



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