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Poema Manda Amor En Su Fatiga de Luis De Gongora



Manda Amor en su fatiga
Que se sienta y no se diga;
Pero a mí más me contenta
Que se diga y no se sienta.

En la ley vieja de Amor
A tantas fojas se halla
Que el que más sufre y más calla,
Ese librará mejor;
¡Más triste del amador
Que, muerto a enemigas manos,
Le hallaron los gusanos
Secretos en la barriga!
Manda Amor en su fatiga
Que se sienta y no se diga;
Pero a mí más me contenta
Que se diga y no se sienta.

Muy bien haré si culpare
Por necio cualquier que fuere
Que como leño sufriere
Y como piedra callare;
Mande Amor lo que mandare,
Que yo pienso muy sin mengua
Dar libertad a mi lengua,
Y a sus leyes una higa.
Manda Amor en su fatiga
Que se sienta y no se diga;
Pero a mí más me contenta
Que se diga y no se sienta.

Bien sé que me han de sacar
En el auto con mordaza
Cuando Amor sacare a plaza
Delincuentes por hablar;
Mas yo me pienso quejar,
En sintiéndome agraviado,
Pues el mar brama alterado
Cuando el viento le fatiga.
Manda Amor en su fatiga
Que se sienta y no se diga;
Pero a mí más me contenta
Que se diga y no se sienta.

Yo sé de algún joveneto
Que tiene muy entendido
Que guarda más bien Cupido
Al que guarda más secreto;
Y si muere el indiscreto
De amoroso torozón,
Morirá sin confesión
Por no culpar su enemiga.
Manda Amor en su fatiga
Que se sienta y no se diga;
Pero a mí más me contenta
Que se diga y no se sienta.



Poema Maelstrom (fragmento) de Luis Cardoza Y Aragón



El día no quiere despertar
en ti mis sueños se prolongan
lo real imaginario
vivo despierto en tu diluvio
trébol de tiempo de una sola hoja
de ti a mi sueño no hay distancia
te había soñado pero eras real
como un vilín germinando
como un surtidor de cimitarras
como una catedral
ardiento den la alta noche en la mar alta
yo no quiero dormir solo
en la incestuosa noche fraternal
cuando no estás me acompañas
y porque eres verdad puedo tocarte
en tu cielo giratorio
en tus palacios errantes
como jauría de arpas carniceras
como el vino el ángel la ventana
como una cornucopia de centellas
cuando mis tigres saltan en tu cama
el mar tiene la forma de mi amor
llueve dentro de mí tu rosa bárbara
tu carne es mía bajo la guillotina
besamos el sol cuando nos besamos
gracias doy a la vida
tu amor tiene la forma del mar.



Poema Morboso de Luis Antonio De Villena



Los ojos eran extremadamente hermosos.
Los labios de una carne muy dulce.
No era, en fin, tan joven como su belleza.
Gemía, se turbaba, descendía a los sótanos
más húmedos del cuerpo,
usaba su saliva como miel,
simulaba trances de pequeña muerte,
indudablemente efímeros y ciertos. ..
Algo en él era terriblemente delicado,
algo semejaba un perfume muy oscuro
de jazmines enfermos.
Era la suavidad de un lecho de agua,
la escurridiza obsesión de las ojeras,
la blanca piel, suntuosamente condenada.
La sexualidad más sórdida se le volvía azul.
Era el fin del mundo en filo de primavera.
Sabes que no era amor, ni amistad;
sólo un placer que se mira en espejos de noche.
Únicamente esperaba deshacer tu sensualidad en sus muslos.
Cada amanecer deseaba el horror del amor romántico.
Como húmeda flora,
putrefacción, y hermosura.
Luz lunar en un valle de caricias.
Era la belleza extremadamente turbia.
Su sexo descansaba, magnífico, como un león satisfecho…



Poema Mercedes de Luis Antonio De Villena



Aunque el tiempo nos haya separado
(no es el tiempo sino la vida quien aleja)
no debo, no sería lícito olvidarte y ser injusto contigo.
Porque si tu presente de mujer burguesa
está tan lejos de lo que creo y siento,
a la muchachita que fuiste, junto a mí
la amé hasta ese natural punto que
no precisa palabras, ni declaración ni sexo.
Era la amistad el calor, más allá de otros lazos.
Jugaba contigo y me reía contigo
y te buscaba cuando estaba solo (tantas veces)
sin que tú nunca me fallaras ni mostrases
extrañeza. ¿Te acuerdas de cómo nos reíamos?
Jugábamos a chicas y hablábamos del mundo.
Íbamos al cine y me contabas, por fin,
los chicos que te gustaban, los actores, los sueños
de lo que ambos seríamos huyendo de aquella
adolescencia en el opaco, hosco Madrid cerrado
a la libertad, de los mediados sesenta. Adiós,
amiga mía, nunca será como antes y nunca hablaremos
como hablábamos entonces. Tú vas en tu avión
y yo vuelo -no sé cómo- en dirección contraria.
Pero te recuerdo y te doy las gracias. Única
amiga de mi infancia. Por ti no estuve solo del todo.
Por ti sentí que la vida podría ser amable.
Para ti fui un niño normal y corriente,
al que quisiste -creo- y te quería. Otro amigo.
Jamás sentí que me mirases con extrañeza.
Pocos -poquísimos- me vieron tan real, tan cerca.

De «Herejías privadas»



Poema Martas Cibelinas de Luis Antonio De Villena



Yo, señor, salí de Rusia por Crimea.
Era en 1919.
Hacía diseños vanguardistas para los ballets.
Pintaba colores infames, excesivos, caucásicos,
y vestía con delicado exotismo…
En Estambul, primero,
viví la miseria de amores sin dueño.
Era fácil. Divinamente fácil.
La tela blanca, fresca, sienta lujos en la piel oscura.
Pero también llegó al desorden.
Fui a Londres -vía Plymouth-
y luego a París (el inevitable París, toldos de perla)
donde pasaba tardes cansinas en un restaurant
y noches desgalichadas, obtusas, moradas de lujo,
con vodka barato y blinis mal hechos,
y caballeros a la antigua usanza
que pedían a ese mínimo lujo -y mi cintura-
el dulce perdón de los pecados…
Pecadores cuantos vivimos -decía el viejo pope-
sólo en la caridad hay salvación.
Soñábamos en la patria lejos. En días de nieve y oro.
Días de troikas y pieles blancas,
amores de armiño, adolescentes, isbas, sones de
la melancolía
vuelta perspectivas neoclásicas, cúpulas bulbosas…
Han pasado -querido señor- más de setenta años.
Casi todos han muerto. Son nietos, sobrinos, otros, lejos,
nadie.
Yo no he cambiado apenas. He perdido la cuenta. Casi no
sé mis años.
Vivo en España. Estuve en Porto. Volví a Berlín.
Ya sólo sé que todo es exilio.
Sólo que mi patria no existe. Que la patria -si es- está
muy lejos.
Sólo sé que todo es provisión. Esperanza, futuro, nada.
Sólo sé que cambiaré de pisos y ciudades,
siempre con recibos de la luz pendientes,
con viejas botellas de vodka en los rincones,
periódicos sin fecha, libros gastados, húmedos,
palabras de una lengua ausente…
Siempre sin fe, aguardando, sin esperanza, atentos.
Sólo sé que hay pisos estrechos,
nombres falsos, oscuros uniformes,
títulos vanos, inventos de aquel reino, frases falsas del
Emperador.
Recuerdo de orgías que no existieron nunca.
Música en palacios de deshielo, violines sin cuerdas…
Sólo que no volveré nunca.
Sólo que no soy de ningún sitio.
Que nunca estuve donde creí estar. Que nada sé,
y que la ilusa patria no existió ni existirá,
ni es posible.
En un perpetuo otoño, los quinqués dan una luz muy
tibia.
Crees en una casa. Pero toda casa está vacía.



Poema Magia En Verano de Luis Antonio De Villena



Me recreo ante tu cuerpo como ante un paisaje
imprevisto. Me sorprende verte en la desnudez juvenil,
y ansío recorrerlo, como una anhelada geografía.
Me ves pensando en la umbría vegetal de algunas
grutas, o en el agua del muslo donde brillan las venas.
Me perderé en un bosque que cruzo con mis manos,
y pediré una larga estepa donde los labios hablen.
Me ves sorprendido, anonadado, pensando en habitarte.
Y tú, mientras, te abandonas al cálido primor del aire.
Te dejas en la luz, que te navega; y si miro tus ojos
vuelvo al jardín oscuro donde es verano el verde.
Te miro otra vez y casi no te creo posible. Fulges,
encantas, guarda tu cuerpo el hechizo insabido de la tierra.
Y despacio sonríes al irme yo acercando, atónito,
hacia ti mientras el sol nos cubre con su luz, nos desdibuja,
y nos va metiendo en la calma inmensa y rubia de la tarde.



Poema Memoria Del Gato de Luis Alberto Arellano



Que tú ardas, mi gozosa
como en el amor dulce de los 21
que tú ardas, deífica, en la llama salubre de los dioses
que la ceniza te cubra espuria de borde a borde
como los labios tuyos me daban continente
que sientas tú arder la piel contra tu piel
la llama contra tu vientre de pulido mármol
que te llame por tu nombre el viento
y consumida entre el clamor del silencio
rompa la costra de ceniza
el doloroso rencor que te anima
y vayas rampante
entre el humo y el polvo
que dejan los cuerpos cuando
el vuelo horizontal de ambos
ha dejado de cumplirse



Poema Manual De Herejía de Luis Alberto Arellano



Muere el 28 de agosto de 430
estando la ciudad sitiada
desde junio por los vándalos
de Genserico
Aurelius Agustinus de Hipona

Señor de los excesos y lengua de arena
Tantas lágrimas guardaba Agustín para dios
Tantas voces dejó escuchar quien confiesa a fin de cuentas
que ha sufrido, que la carne
le ha sido grata y el espíritu no lamenta su derrota

Ese dios de Agustín venció años después a
Genserico
a Maniqueo
a los cátaros y su pureza

Agustín se doctoró en iglesias
pero aún tiene noches en que recuerda a las negras
faldas que pecando
lo volvieron santo



Poema Muelle de Luciano Castañón



El corazón sobre los hombros
por la tristeza de las adensadas nubes
y el monótono entrechocar de hierros;
por la alta pesadumbre en el todo muelle
en el cargador,
en el marinero,
y tanta en mí;
en el cielo y en el suelo.
Tú, muelle,
muelle solo y mañanero,
iza bandera, hiéndeme tu arpón,
aviva la politonía
de tus panzudos barcos:
negro mortuorio, blanco
sucio, rojo de macelo,
casi verde en el fondo.
Muelle,
agua puerca de turbia gelatina
en sucísimo balanceo;
gaviotas sombras deslizándose
?carroña en los picos curvos
y alas escoradas geometrizando el aire ?;
olor a pinos,
a carbón,
podrido olor;
sabor a red salada,
a grúa;
olor con sabor;
gustoso asco podrido.



Poema Mi Padre No Era Marinero de Luciano Castañón



Recuerdo con amoroso dolor
la dilapidación tonta
del obrero sonriendo
?sábado y domingo?
la miseria de su sueldo.

Me apenan los nueve duros
semanales
?por el año treinta?
de mi padre.

Si unos quisieran
ver su desvergüenza
y otros comprender
el sentido de su miseria…

Cuando las adormideras
son rotas
?hirviente el corazón y cálida la garganta?
es consecuente que la sangre corra.

A veces en Cimadevilla
vive un obrero que no es marinero



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