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Poema Moradas Sextas de María Sanz



«… Si no hubiera más luz interior, no
entendiera tan grandes misterios.»

Teresa de Jesús

Donde hayan apagado las estrellas
su sed de iluminar la faz del tiempo,
habitará el secreto de sentirse
mujer por un designio de lo alto.



Poema Memoria De Veruela de María Sanz



Los árboles entonan su nostalgia
al compás de la brisa,
mientras Gustavo Adolfo se pregunta
por qué marchar, si nadie,
excepto aquellos muros, le reclama.
Armonía y retiro son sagrados
para él, de manera
que todo justifica lo dudable.
Sin embargo, alguna vez recibe
noticias de ese mundo que dejara
en manos de escritores alumbrados
por su propia ambición. El goza solo,
camina hasta el crucero,
quedándose la vida
a la distancia fría que merece.
La historia añade cartas desde entonces,
y el monasterio muda
cada noche su piedra envejecida,
dejando al descubierto
unos pasos de luna por el claustro.



Poema Me Pesaba Su Nombre de María Monvel



Me pesaba su nombre como un grillo de hierro,
me pesaba su nombre como férrea cadena,
me pesaba su nombre como un fardo en los hombros,
como atada a mi cuello me pesara una piedra.

Ya no está junto al mío la injuria de su nombre, y… me pesa!

Me pesaba su amor ambicioso y mezquino,
me pesaba su amor de deseo y de queja,
me pesaba su amor que más que amor fue odio,
su dignidad abrupta que más era soberbia.

Ya no tengo su amor, su dignidad, su odio,
y… me pesa!

Me pesaba su celos pendientes de mis gestos,
me pesaban sus celos candentes de tragedia,
me pesaban sus celos adustos, implacables,
envolviendo mi cuerpo con obscura sospecha…

Ya no tengo sus celos, su sospecha, su injuria,
y ¡Dios mío ! me pesa…



Poema Más Bello Que El Sol Del Paraíso de María Monvel



Copa de cristal pulido,
bebo, bebo y no me embriago,
con sabor a corazón
y sabor divino a labios.
Bacante soy de una orgía
deliciosa y no me exalto.
Ruedan abiertas las rosas
sobre mi corpiño intacto,
y yo bebo y bebo más
el licor que sabe a labios.
Maravilloso licor
del que yo he bebido tanto,
sin que se alteren mis venas,
sin que en mi mente haga estragos.
Centellea como dos
ojos negros en mi vaso,
prende infinitas antorchas
en mi corazón helado,
y arrastra mi pensamiento
hacia caminos fantásticos.
Bebo, y no estoy ebria, no;
muerdo el cristal de mi vaso
y hago trizas los espejos
que miran y estoy mirando.
Me sumerjo en mi licor
como en olas de cobalto
y aunque bebo, no me estalla
roto el cerebro en pedazos.
Disuelvo mi pensamiento,
licor con sabor a labios,
y en tus alas de emoción
toda voluntad deshago.
¡Centellear de ojos ardientes,
aunque muero, no me embriago,
y aunque he disuelto mi vida
en la copa de tus labios!



Poema Madrigal De Mujer de María Monvel



La fortuna te dió un escaso privilegio.
Van sus cadenas áureas a tus manos prendidas
tornándote más bello su extraño sortilegio …
¡Y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!.

Los honores doblaron en reverencia grave
su multitud de frentes a tu valer rendidas.
Besó tus pies la gloria con su gran beso suave,
¡y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!.

En tus venas elásticas, la sangre azul circula.
Ni una gota bastarda haló en ellas cabida.
Tu escudo en el campo azur el de un infante emula
¡y tu ambición recela que es poco aun , mi vida!.

Alabardas ha puesto a tus cuarenta años
la juventud, para salvaguardar erguida
tu frente, donde no hay surcos de desengaños
¡y tu ambición recela que es poco aun, mi vida!

Se clavó la belleza como un sol en tus ojos.
Dió la luna a tus dientes es luz desvaída
y ha agonizado el día en tus cabellos rojos …
¡ y tu ambición recela que es poco aun , mi vida!.

Mi corazón estruja tu mano despiadada
y me es dulzura y miel esta mortal herida,
Mujer, como una niña me muero enamorada
y tu ambición recela que es poco aun , mi vida!.



Poema Mi Memoria Es Verdor… de María José Flores



Mi memoria es verdor
y hojas
y espesura

Mi memoria se yergue frente a mí
y me contempla

Brota en la palidez de mi desnudo
como ángel doliente
una rama de agua

Mi memoria es un árbol



Poema Me Niego de María Eugenia Caseiro



He estado a punto
de emblanquecer como los ángeles
cuando el labio con que soplo el talco de los días
borraba la esfera del reloj
cuerpo de pájaros que aún me late.

He estado a punto de salir volando
en el ala lenta de las hojas
que espera una mano sin nombre
llenando crucigramas en la inercia,
sin profanar la mansedumbre
retenida en la blandura de la espalda.

Un rumor de secretos detrás de cada puerta
me lleva por las calles
sobre pies de plegarias
con zapatos de viento conmovido
apagando los pequeños incendios de la tarde…

pero yo me niego
me niego a ser un ángel.

Contacto con María Eugenia Caseiro: buhowriter@hotmail.com



Poema Muros de María Eugenia Brito



I

Solitaria
de tanto hablarme a mí misma me hice muro
muro de murmullos ininteligibles
me hice guarida me volví eco
terminé medio persona medio arista.

II

En mi cuarto
las paredes quieren ajusticiarme
pues soy su fragmento desprendido.

Sobrevivo sin duda a mis espaldas.

III

Diseñada para completar la tierra
esfera de tu propio nacimiento
esfera blanca
perfilando el duro rectángulo del cuarto
donde me exhiben
puro rectángulo del síntoma y la nada
Sólo mis manos permanecen abiertas.
Sé que las paredes me desean.



Poema Milagros de María Eugenia Brito



I

Te dieron Judas como nombre.
Fuiste tan desechado
como amado.
Te regalaron la corona de espinas
?el manto?
Porque la historia se hizo por y para ti
la humanidad lloró con tu desdicha.

Los árboles son desde entonces el cetro del suicida
boca abajo del cielo.

La muerte fue soñada por los hombres
como la gloria del justo como la libertad
porque la vacilación y el amor fueron tu destino.

Cristo hizo para ti toda la historia.
Tenías que morir después de él a voluntad y solo.
Quien no ha muerto de amor no vivió nunca
y el abismo sí tiene hermosos ojos.

II

Aun sus mejores lágrimas
fueron para ti.
No para mí
ni para otras.
Ni para la eternidad que al fin y al cabo
era sólo una vertiente de su amplio deseo

?Hija de Dios?
?Espejo de Dios?

No contentada con ser ángel
Sino mujer:
Mujer martirizada.

III

Por ti,
la historia pudo ser oída.
Ya nunca más el árbol pudo ser sagrado
la luz se rompe entre sus ramas quebradas.

Tú fuiste el más amado de los discípulos:
se te dio el placer del sacrificio
y el horror del milagro.

Nunca pudiste verle el rostro,
hacer tuya esa mirada
fue tu acto de denuncia

No sabías que ése era también tu innombrable rostro
volcado para siempre a la eternidad.

Yo era sólo una de ellas.
Como tú conocí el placer del sacrificio
el horror del milagro.
Era sólo una de ellas
Ahora soy todas.
Tú me diste el bálsamo.
Él me llamó María Magdalena.
Y mis lágrimas pudieron limpiar su llanto
Caricias fueron.
Mis lágrimas pudieron lavar su llanto
doblándolo en mi cara
como el llanto de todas mis hermanas.

Y por ese bautismo tuve que cruzar todas las aguas.

IV

Tu roja boca fue mi bálsamo
también mi sepultura.
Pues para siempre mis ojos fueron lágrimas
y mi carne lecho:
lecho de tierra
lecho desterrado.

Volcaste la eternidad en mi regazo
Por eso ahora soy una errabunda:

Bien sabes el placer que da la muerte
La dulzura de su abrazo
el fin de la memoria
y su tristeza
Tu sola mirada me trocó los sueños
Como tú,
producto
convertida en nostalgia.
De esta manera
me abrí a las posibilidades germinales
no pude ser sino un error huyendo de sí mismo
no pude ser sino camino
entre una ausencia y otra ausencia
entre una nada y otra nada
brotaron los nombres de tu sombra
brotó el calvario de tu sombra
brotó mi quebrado nombre
y las palabras.

V

Si vieran la sorpresa del ángel al verme
Casi violeta
Atravesada por el murmullo intermitente de las aguas.

De bajada
exánime de tanto escribir palabras y palabras
para los innombrados
siempre vestidos de luto.
Cruzando las calles con mi transparente gasa
y mi sudor de mujer
recién parida.
Rodeando todos los cercos del cielo

VI

(El legado)

Tus clavos y tu sangre fueron
estrellas
en el firmamento profundamente angosto
de tu mano
cupo el dolor del mundo
y en tus piernas dios se estremeció.

Conseguiste al fin ser oída
ante los pies de tu madre
vieja
como tus heridas y tus brazos cortados.

Por eso
tus clavos y tu sangre fueron
estrellas
Del mismo modo
que los azules ataúdes con que nos clava el universo
son nuestra raíz angosta
desterrada
siempre y al fin sujeta por la tierra.
Nuestro cuerpo?un desdén?
?una gloria?
Tu cruz?nuestra nostalgia?
como cuando se mira un madero de leños ardiendo
sabiendo que afuera no nos espera nadie.



Poema Mujer de María Cristina Orantes



Tendida bajo el ala de la vida,
De par en par abierta la mirada,
Bebiéndose de un sorbo la jornada
Que en el tiempo dejara suspendida.

Vuelta sombra la piel estremecida,
Mariposa que yace traspasada,
Blanca vela que ondea desplegada
En la quieta llanura humedecida.

Abeja laboriosa en la colmena,
Ardiente llama al viento que encendiera
Con sus pasos abiertos un destino,

Para andar y vivir la vida plena,
Enigma y solución que resumiera
A una mujer tan sólo en el camino.



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