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Poema Requiem de Leopoldo Maria Panero



Yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur.
En la cena de los hombres quién sabe si mi nombre
algo aún será: ceniza en la mesa
o alimento para el vino.
Los bárbaros no miran a los ojos cuando hablan.
Como una mujer al fondo del recuerdo
yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur.

«El último hombre» 1984



Poema Primer Amor de Leopoldo Maria Panero



…ora
sei rimasta sola…

Riki Gianco_mikidel Prete

Esta sonrisa que me llega como el poniente
que se aplasta contra mi carne que hasta entonces sentía
sólo calor o frío
esta música quemada o mariposa débil como el aire que
quisiera tan sólo un alfiler para evitar su caída
ahora
cuando el reloj avanza sin horizonte o luna sin viento sin
bandera
esta tristeza o frío
no llames a mi puerta deja que el viento se lleve tus
labios
este cadáver que todavía guarda el calor de nuestros
besos
dejadme contemplar el mundo en una lágrima
Ven despacio hacia mí luna de dientes caídos
Dejadme entrar en la cueva submarina
atrás quedan las formas que se suceden sin dejar huella
todo lo que pasa y se deshace dejando tan sólo un humo
blanco
atrás quedan los sueños que hoy son sólo hielo o piedra
agua dulce como un beso desde el otro lado del horizonte

Pájaros pálidos en jaulas de oro.



Poema Paris Sin El Estereoscopio de Leopoldo Maria Panero



recuerdas el que vivía antes en el piso de arriba y echó a su hija de casa y se oían los gritos y luego él tiró sus muñecas al patio porque ella todavía conservaba sus muñecas y allí estuvieron entre toda aquella basura y las miramos que no se movían y ya no se oían los gritos hasta que se hizo de noche y luego el portero debió de recogerlas a la mañana siguiente
algunas sin brazos

las estuvimos mirando toda la tarde mientras iban perdiendo
forma hasta que oscureció y no pudimos verlas y luego cuando
me desperté a medianoche pensé «ya no queda nadie para
vigilarlas»

«Así se fundó Carnaby Street» 1970



Poema Para Evitar A Los Ladrones De Bolsos de Leopoldo Maria Panero



Cuca está hueca. Sí, ¿no sabías? Le quitaron la matriz, los ovarios, todo. Quizá por eso él la llama Hiroshima Mon Amour. Sí mujer, y ella se cree que no se ha enterado nadie. Y en realidad todo el mundo finge ignorarlo,
no sólo, naturalmente, ante ella. Sí, sí, yo creo que lo saben, que sí mujer, cómo no lo van a saber. Fíjate qué importancia le da a la cosa. No, no, a mí la matriz no me la quitaron, pero sin embargo yo misma se lo conté a
todo el mundo como la cosa más natural. No, cómo iba a llevar un vestido malva. Y qué obsesión que si la miran, que si la tocan. Y nadie la mira, ¡cómo la van a mirar! y nadie la toca. Qué cosas tienes. Sí, sí, pues dice
fíjate que si por un momento se olvida de correr bien los visillos, y se ha quitado las medias, ¿ qué otra cosa iba a decir, la pobre? en seguida ¡plaf! los curiosos, como les llama ella, se asoman a la ventana de enfrente, del patio. Los curiosos. Algo así como los ovnis, los curiosos.



Poema Nu(n)ca de Leopoldo Maria Panero



Vi cuatro mujeres luchando por los senos de un muerto,
vi cuatro mujeres luchando solas, más tarde,
por la posesión del soplo
y disputando con sus uñas feroces por el Abel Garmín que
abandonaba feliz aquellos huesos.

Hay cuatro mujeres que robaron mi fetidez sensible
y mi podredumbre en el cadáver que aún respiraba
lentamente dejando
salir de allí mi alma con su pedo.

Y esos cuatro seres aguardan ahora el resto
sanguinolento de mi espíritu
y habito para siempre en la carnicería de sus bocas
y día a día bajo del nido de sus nalgas

para saber entero en lo insensible del tiempo
cuál era el sentido que no aprendí del cielo
como cae debajo la palabra nunca.

«Narciso en el acorde último de las flautas» 1979



Poema No Sentiste, Crisálida Aun El Peso Del Aire de Leopoldo Maria Panero



No sentiste crisálida aun el peso del aire
en tu cuerpo aun sin límites no hubo deseos alas
en tu cuerpo aun sin límites ciega luz no sentiste
oh diamante aun intacto el peso del aire.

A lo lejos azules las montañas qué esperan
Por dónde van las águilas. Cruzan sombras la nieve
Canta el viento en los álamos los arroyos susurran
Las luciérnagas brillan en las noches serenas
Olor denso a resina crepitan las hogueras
Con antorchas acosan y dan muerte a los lobos
En combate de luces derrotada la nieve
Nada turba el jazmín al aire florecido

Y sus rubias cabezas sobre la hierba húmeda

Son sus ojos azules un volcán apagado
En el viento naufragan sus cabellos de oro
De sus muslos inmóviles tanta luz que deserta

Cómo duele en la sombra desear cuerpos muertos.

La mies amarillea caen a tierra los frutos
Ellos vuelven cansados y no hay luz en sus ojos
Pero los huesos brillan y dividen la noche
Hueste antigua que danza alrededor del fuego
La hora es del regreso y no hay luz en sus ojos
Salpicaduras al borde del camino cabellos aplastados
La hora es del regreso tened cuidado aguardan.

Las luciérnagas brillan en las noches serenas

Canta el viento en los huesos como en álamos secos
entra en el pecho silba y ríe en las mandíbulas
entre las ramas flota de un ruiseñor el canto
y como un río el viento acaricia sus cuencas

A lo lejos azules las montañas qué esperan
Una antorcha en la mano de mármol una llama de gas
bajo el arco vacila
Y sus nombres apenas quiebran la luz el aire

Sepultará la tierra tan débiles cenizas
volarán sobre ellas golondrinas y cuervos
sobre ellas rebaños pasarán hacia el Sur
se alzará sobre ellas el sueño de pastores
y desnuda la tierra morirá con la nieve
La hora es del regreso en sus labios asoman
olvidadas canciones rostros contra el poniente

Qué voló de sus labios al cielo y sus ojos azules
qué lava derramaron en qué ocultas laderas
En sus ojos azules se posaba la escarcha
antaño fue el deseo siempre arrancada venda
oh qué fuego voló de sus labios al cielo
aquellos labios rojos que otros nunca olvidaron.

Pero el viento deshace las últimas nieblas
Otros creen que es el frío en las manos caídas
Olvidan que la llama tan sólo se apaga en sus ojos
que después no es el frío, es aun menos que el frío.



Poema Necrofilia de Leopoldo Maria Panero



(prosa)

El acto del amor es lo más parecido
a un asesinato.
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer,
debajo.
Por eso no miramos.
Eyacular es ensuciar el cuerpo
y penetrar es humillar con la
verga la
erección de otro yo.
Borrar o ser borrados, tando da, pero
en un instante, irse
dejarlo
una vez más
entre sus labios.

«Poesía» 1970 – 1985



Poema Mutis de Leopoldo Maria Panero



Era más romántico quizá cuando
arañaba la piedra
y decía por ejemplo, cantando
desde la sombra a las sombras,
asombrado de mi propio silencio,
por ejemplo: «hay
que arar el invierno
y hay surcos, y hombres en la nieve»
Hoy las arañas me hacen cálidas señas desde
las esquinas de mi cuarto, y la luz titubea,
y empiezo a dudar que sea cierta
la inmensa tragedia
de la literatura.

«El que no ve» 1980



Poema Marqués De Sade de Leopoldo Maria Panero



Murió en Sicilia, a la edad de veintisiete años¹
un nombre y la apariencia de un cuerpo
(sin alma en el cuerpo moría en juego rojo
espuma por la boca, húmedos sonidos
y una calavera presa entre las sábanas
el tema punzante resistiendo a la palabra
y expresado como silencio, como vacío en el texto
hinchazones, crepúsculos sobre la cama
mientras se desvanece el falo en una embriaguez de plomo.

¹«Murió en Sicilia a la edad de veintisiete años», Cavafis

«Teoría» 1973



Poema La Poesía Destruye Al Hombre de Leopoldo Maria Panero



La poesía destruye al hombre
mientras los monos saltan de rama en rama
buscándose en vano a sí mismos
en el sacrílego bosque de la vida
las palabras destruyen al hombre
¡y las mujeres devoran cráneos con tanta hambre
de vida!
Sólo es hermoso el pájaro cuando muere
destruído por la poesía.

«El último hombre» 1984



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