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Poema La Rueca Del Amor de Ramón Fernández – Larrea



tus dedos en la pizarra rosamaría ojos de náufraga
y las tres bárbaras con corazones de chocolate
maría isabel en el precipicio
donde se me acabó el labio con cari

supe encontrar un río
lo respiraba antes del alba
raíces y teresas que anunciaron su cuerpo en el agua
marías tempranas y hasta nombres de olvidos
me pusieron un dedo en el pecho
al lobo al inocente al que desató a mayra
del esqueleto donde la ahorcaron después

más allá del crepúsculo me hallaron
con unas alas que espantaban
otra la beatriz trepando en los muslos
y carmen recostada con sus tristes diabluras

quita la hoja de parra puta
muerdo abdómenes de adolescentes
quita el laurel de mi aurícula y encuentra
digo como llorando haciéndome el bueno

las anas que no recordé que recuerden
el sol que quise poner en sus pezones
ellas tendrán derecho a mi entierro

las de nombre inacabable las de blúmer rojo
la que quería ser la incógnita
hay una vez un prado detrás de la muerte

no son la vida
dedos
margarita o mercedes no fueron amanecer
frente al mar que todo lo tuerce
nora no salta las alambradas del corazón

pude resucitar
se abrió una puerta en el décimo piso
del crepúsculo en la vieja ciudad
estaba ella como animales corriendo
como los dolores que tuve siempre en los labios

estaba aguantando la luna

era el pedazo que le faltaba a mi moneda
la luz y la sombra la herida antigua
que vuelve siempre a ser cascada.



Poema Lista De Motivos Con Pregunta de Federico Hernández Aguilar



A Karina

Tus iniciales le harían un favor a la gramática,
pero t?no te envaneces.

Tu lengua sería Byron de poder cojear,
pero t?no te ufanas.

Tu piel sabría mudarse a un barrio más tranquilo,
pero t?no te jactas.

Tu corazón no sudaría ni entre mis manos,
pero t?no presumes.

Tu crueldad soñaría con Freuds descuartizados,
pero t?no alardeas.

¿Cuándo empezarás a tenerte miedo?

10/IX/99



Poema Las Dos Alegrías de Juan Ramon Jimenez



¡Qué alegre, en primavera,
ver caer de la carne
del invierno el vestido,
dejándola en errante
amistad con las rosas,
también de carne amable!

Ahora, en el otoño,
¡qué alegre es ver cuál cae
la carne del estío,
del espíritu, dándole
por amigas las hojas
secas inmateriales!



Poema La Mercadera de Ariel Montoya



…Su horizonte de barro y su luna de broza…
Joaquín Pasos

La ven
con su puesto de verduras
en un tramo del mercado.
La ven
escoger frutas olorosas para la venta
los melones se deciden en la última oferta.
La ven
con la cara tostada
del sol que le chorrea en la frente
(los dientes de ajo que cuelgan de una ristra
le sonríen)

El aire pasa, zumbando,
acariciando la mejilla de los tomates
y el viento se espina en los maltrechos rostros de
las piñas.

La ven
los pies bañados de polvo. De polvo
y sudor que parecen de barro,
los caites cansados
la voz con furia suelta toda la mañana,
la ven sacar sueños que no pone en venta.



Poema La Corona Final de Olga Orozco



Si puedes ver detrás de los escombros,
de tantas raspaduras y tantas telarañas como cubren el hormiguero de otra vida,
si puedes todavía destrozarte otro poco el corazón,
aunque no haya esperanza ni destino,
aparta las cortinas, la ignorancia o el espesor del mundo, lo que sea,
y mira con tus ojos de ahora bien adentro, hasta el fondo del caos.
¿Qué color tienes tú a través de los días y los años de aquel a quien amaste?
¿Qué imagen tuya asciende con el alba y hace la noche del enamorado?
¿Qué ha quedado de ti en esa memoria donde giran los vientos?
Quizás entre las hojas oxidadas que fueron una vez el esplendor y el viaje,
un tapiz a lo largo de toda la aventura,
surjas confusamente, casi irreconocible a través de otros cuerpos,
como si aparecieras reclamando un lugar en algún paraíso ajeno ya deshora.
O tal vez ya ni estés, ni polvo ni humareda;
tal vez ese recinto donde siempre creíste reinar inalterable,
sin tiempo y tan lejana como incrustada en ámbar,
sea menos aún que un albergue de paso:
una desnuda cámara de espejos donde nunca hubo nadie,
nadie más que un yo impío cubriendo la distancia entre una sombra y el deseo.
Y acaso sea peor que haber pasado en vano,
porque tú que pudiste resistir a la escarcha y a la profanación,
permanecer de pie bajo la cuchillada de insufribles traiciones,
es posible que al fin hayas sido inmolada,
descuartizada en nombre de una historia perversa,
tus trozos arrojados a la hoguera, a los perros, al remolino de los basurales,
y tu novela rota y pisoteada oculta en un cajón.
Es algo que no puedes soportar.
Hace falta más muerte. No bastarían furias ni sollozos.
Prefieres suponer que fuiste relegada por amores terrenos, por amores bastardos,
porque él te reservó para después de todos sus instantáneos cielos,
para después de nunca, más allá del final.
Estarás esperándolo hasta entonces con corona de reina
en el enmarañado fondo del jardín.



Poema La Intolerable Unión De Los Despojos de Humberto Díaz Casanueva



Todo se ha consumado de
golpe
Como una trompeta
te has partido en dos
y sale un chirrido
no sale de ti
sino de la sorda conclusión
del tiempo

Sale el fantasma
que porfiaba en las
conversaciones
Recuerdas?
Recuerdas el súbito crujido
de la seda?
La insurrección de las
sillas?
La camisa cada vez más
lívida?

Decías
Entré!
Pero nadie entraba
Pero un remolino de música
consumía el espacio
y quedábamos atónitos
sosteniendo
la cúpula encendida de
otro mundo

Ahora
el fantasma tiene aberturas
de boca
y nada dice
Nadie dice nada

Las cosas se apagan
lentamente
En tu feroz mordaza
quedan palabras quedan
besos

Nadie dice nada
porque nada tiene sentido
Lo irrevocable
es una verdad vacía
que nos acecha
sin razón verdadera

Al contemplarte
nos contemplamos
petrificados
vivos!

Oh forma! Oh crepitación
de la forma
que nos liberta de la nada
al mismo tiempo que a ella
nos conduce!

Debo alabar o
execrar
tu muerte
como el desdoblamiento
infinito
de una presencia apenas
perceptible
No sé
Tengo vendada el alma

Sólo quiero
ungir tus ojos con el
claror de mi vida

Te recuerdo
como un caballo espumoso
tascando
el freno de la muerte
como un cíclope
luchando contra una pared
cornuda
Tierno
cazando una estrella
perdida
en tu cuerpo

Humilde
cuidando una paloma
coja
Iracundo
ante la mesa vacía
del pobre

Te has juntado
contigo mismo?
Y de qué te vale
el cumplimiento de una
soledad
más vasta?
Allí
no sé dónde
tallando con tus dientes
un bosque de marfil
sin intención valedera?
Sólo abundabas en tu
prójimo



Poema Los Jugadores de Pablo Neruda



Juegan, juegan.
Agachados, arrugados, decrépitos.
Este hombre torvo
junto a los mares de su patria, más lejana que el sol,
cantó bellas canciones.
Canción de la belleza de la tierra,
canción de la belleza de la Amada,
canción, canción
que no precisa fin.
Este otro de la mano en la frente,
pálido como la última hoja de un árbol,
debe tener hijas rubias
de carne apretada,
granada,
rosada.
Juegan, juegan.
Los miro entre la vaga bruma del gas y el humo.
Y mirando estos hombres sé que la vida es triste.



Poema Los Retratos de Delmira Agustini



Si os asomárais a mi alma como a una estancia profunda, veríais cuánto la entenebrece e ilumina la intrincada galería de los Desconocidos… Figuras incógnitas que, acaso, una sola vez en la vida pasaron por mi lado sin mirarme, y están fijas allá dentro como clavadas con astros…



Poema La Ley Es Un Mundo Sin Ley de Víctor Corcoba Herrero



I

Todos pedimos más,
más ley,
todos pedimos más,
más orden,
mientras todos tratamos
de burlar la norma
y eludir el cumplimiento.

II

Tenemos leyes para todo,
menos la ley de la palabra.
Aquella que no se casa
con nadie, si no es lo justo.

Nos apuntamos a juzgar
al vecino,
sin antes juzgarnos
a nosotros mismos.

Somos así, la ley sin ley.

III

Ante leyes injustas,
recomiendo el fuero
de la conciencia.

Ante conciencias
sin ley, encomiendo
sembrar poesía.

Que tras la siembra
del verso, brota el amor.

IV

La ley más que mandar
ha de mondarnos la piel
y darnos un libro
de actividades,
con notas de aplicación.

V

Para acudir a un litigio
hace falta llevar consigo:
una montaña de papel,
una cordillera de euros,
y un mar de paciencia.

Mejor sería volver
a la montaña verde,
a la pelada cordillera,
y tomar el sol en el mar
como lagarto panza arriba.

VI

Si el legislador
es el eco de la razón,
y el magistrado
el eco de la ley,
y el poeta
el eco del mundo,
pido la palabra
y no la ley.
Que muchas son las leyes
en un estado sin palabra.

VI

La ley del amor
es la única que salva
y purifica.

La ley del amor
es la única letra del cielo.

El amor es la ley
de servir donándose.



Poema La Concha de Pedro Salinas



Tersa, pulida, rosada
¡cómo la acariciarían,
sí, mejilla de doncella!

Entreabierta, curva, cóncava,
su albergue, encaracolada,
mi mirada se hace dentro.
Azul, rosa, malva, verde,
tan sin luz, tan irisada,
tardes, cielos, nubes, soles,
crepúsculos me eterniza.

En el óvalo de esmalte
rectas sutiles, primores
de geometría en gracia,
la solución le dibujan,
sin error, a aquel problema
propuesto
en lo más hondo del mar.

Pero su hermosura, inútil,
nunca servirá. La cogen,
la miran, la tiran ya.
Desnuda, sola, bellísima
la venera, eco de mito,
de carne virgen, de diosa,
su perfección sin amante
en la arena perpetúa.



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