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Poema Las Cosas Que A Nadie Le Sirven de Marco Antonio Valencia Calle



Me sirven las cosas que a nadie le sirven, me huele a pan las miradas de la gente, me da risa lo ausente, me como las flores para alimentar el alma, y me enamoro de lo imposible, me enamoro de alacranes.

En días de carnaval me baila el corazón y la sangre es un río n por las vanidades ajenas.

Pero el resto del año me peino con agua, me lavo en el río, me alimento del aire y de los sueños repudiados.

En las noches tristísimas de la navidad se me incrusta el jazz adentro de la vida y me voy a la calle y floto con los recuerdos… nada de caminar rápido.

Y como no sé hacer nada distinto a leer historias de la calle y la gente no me reconoce taras y me ve la fe en el rostro debo hacer confesión pública: soy inútil para causas ajenas al amor.



Poema La Segunda Piel de Marco Antonio Valencia Calle



He mirado la noche y descubierto sus defectos. He mirado tus hazañas, la risa del condenado y la del hombre que nos envidia y el desprecio de la nostalgia.

La tristeza me allana cuando en la noche despierto y presiento que me piensas.

Estamos lejos. Muy lejos. Absolutamente lejos. Nada nos une, nada converge entre nosotros. Pero yo que soy un empírico reflexivo sueño, imagino, creo, sospecho, pienso y deseo que todo nos una aunque para tí, ser inocente a mis tormentos, estamos lejos y ni escuchar juntos el gorgojeo de un pájaro nos une.

He calculado la tarde para pedirte que cierres los ojos y darte la sorpresa. He disparado tres dardos a mis propias ilusiones, en mi lucha coja por obtener el reino que prodiga tu atención. Pero el río de la vida, ese río de garúas frías y músicas extrañas que pasa por hogar me ha dicho que debo esperar,
y voy a esperar.



Poema La Noche Es Primero de Marco Antonio Valencia Calle



Las mujeres que me gustan se visten de rojo, de colores cálidos y zapatos abiertos.

Son las que juegan con la mirada y la sonrisa, con la indiferencia y el olvido.

Las que tienen los dedos de los pies limpios, las manos de agua cálida y una estrella escondida en medio de los senos.

Me gustan que le sonrían a otros, que me la jueguen y me odien.

Las mujeres que me gustan están en las calles, en las fiestas de bar con lunas rojas, en tu mirada de poeta desalmada. En esta tarde de llovizna ausente de encantos, de misterios y de lágrimas.

noviembre 24/2000.



Poema La Mano Izquierda En El Pecho Izquierdo de Marco Antonio Valencia Calle



El hombre que te ama puedo ser yo mismo en otro cuerpo y cuando mi cuerpo te ama puede ser ese otro hombre en mi yo que te desnuda y te besa y se inclina hasta tu alma y lame de tu intimidad como si fueras un ser sagrado y puro al que se tiene que venerar porque eres única y fiel. Nada se sabe en la penumbra, en esta ceguera, en éste corazón revuelto, en esta noche en la que duermes a mi lado y sonríes inocente y complacida por tus oníricas pasiones después de regresar de una tarde perdida argumentando haber estado por ahí, en el centro comercial, buscándome un regalo.

El espejo aplaude la ignorancia, pero la duda es un punzón asesino de sonrisas, de afectos y del placer de dormir.

Esta noche como otras noches muerdo mis labios y me quedo quieto esperando la luz de la mañana y sus verdades, pero el espejo me aconseja seguir jugando al milagro de la ignorancia, porque con el corazón en la mano quiero creer que todo es mentira y no soy el asesino de tus pasiones secretas.



Poema La Niña Se Sienta En La Orilla De La Noche de Mara Romero



La niña se sienta en la orilla de la noche,
no hay fronteras claras
entre la realidad y el sueño,
su piel muestra marcas de fatiga,
enfebrecida le pesa el tiempo
que retarda su fuga de vida.
Triste llora bajo una higuera desnuda,
y se acompaña de voces
que parecen salir de entre las ramas?

Ella sabe de quien se trata?
siente el abrazo sombrío de sus alas,
a oscuras hace memoria
de sus largos silencios,
lava sus sueños empapados de luz,
y sus pies mojados le estorban ,
desesperada cobija sus ansias
y con sus pestañas,
rompe los cristales de su calma.

La niña que nunca se va,
se esconde en cortina de dudas,
y queda desnuda en un paisaje duro
lleno de ocasos;
sus ojos enrojecidos por falta de sueños
miran su ira estacionada,
las piedras le tapan el paso,
se aferra al mástil de una estrella
fundida con su dolor,
araña el cielo para regalarlo
en pedacitos a quien lo necesite
y en vasijas, guarda sus secretos
para enjugarlos con lágrimas de luna.
Confundida esconde su corazón entre rejas
y se adorna el pecho con poemas
para que nadie avise su vacío
toma entre sus manos la tierra,
y escupe sus esperanzas sepultadas en polvo
como si buscara la resurrección.

Así hurga en los pasillos de la muerte,
camina muy despacio
para no despertar a los duendes
y teje con sus labios
telarañas de esperanzas
en un silencio mal amaestrado,
tararea su canción,
perfilando una huida
que en otro tiempo ya ensayó,
en eso, se acerca la muerte,
pronuncia su nombre
que pareciera salir de un grito sucio,
y la lumbre alimenta el espacio.
Ilusa ella intenta el dialogo,
queriendo lavar nostalgias
y en una dolencia sin prisa le dice:

te trajo el viento, muerte?
el arrollo de luz?
mis angustias imprecisas??
-siempre te sentí-
nunca lograste engañarme
tu sombra mancho mis días
cuando escuchaba como arrullo,
tu palabra sin sabor,
tu sangrar de vida,
que me venció en mis eclipses
y mis viajes por tus huesos?

-aquí no hay cobardía-
solo un fuego que nunca se agota
lágrimas aprisionadas,
y el latir de un cuerpo
aislado de criaturas
que nunca me dejaron,
creerle?

?La muerte se cansa,
le toma su mano,
y se van por un sendero
callado e invisible?



Poema La Modernidad Adosó Un Squash… de Manuel Vásquez Montalbán



La modernidad adosó un squash
al viejo panteón de Trotski
su matadero
es ahora un museo esquina Viena
Morelos
Coyoacán México Distrito Federal

de espaldas a la Historia
los jugadores de squash pelean
contra la edad y los excesos
de grasa en la sangre y en los ojos
ajenos

la pelota pájaro loco en su jaula
de paredes crueles no tiene escapatoria
furia de verdugos que pretenden
envejecer con dignidad
la dignidad de Trotski la puso el asesino
borrón y cuenta nueva de un hijo de sierva
contra el señorito hegeliano pintor
de ejércitos rojos por más señas

salta la pelota hasta reventar
entonces el músculo duerme la ambición descansa
los jugadores beben ambrosías de coca cola
y seven up

cerca
las cenizas de Trotski y Natalia Sedova
entre arrayanes mirtáceos y flores carnales
de su jardín de aroma insuficiente
se suman en el doble fracaso del amor
y la Historia

los jugadores de squash vuelven a su casa
hacen el amor mienten a sus espejos
la esperanza de un pantalón más estrecho
escaparates del Barrio Rosa
unisex y sin edad



Poema Las Vírgenes Caídas de Manuel Ponce



A su primer suspiro,
nadie tendió la mano;
sólo el abismo.

Después mil brazos
corrieron al auxilio,
pero ya entonces
ella no quiso.

Corría ya.
Se deslizaba por el ventisco
glaciar abajo,
lanzada,
pero guardando el equilibrio.
Siempre reflujo abajo,
más aprisa, siempre en vuelo, casi en vilo.

Tú acelerabas, vértigo;
acelerabas tú, racha de siglos.
¡Dios mío!
¿Acelerabas
tú mismo?

Quillas contra el viento
sus mellizos,
cabellera de relámpago asido.

¡Miradla!
La miraban. Un solo guiño
de los obscuros lobos
le despojó el vestido.
Allá quedó,
jirones, el armiño.

Lo demás,
siguió, se fue en un grito.
No el suyo.
Más no digo.



Poema La Resultante De Un Paisaje de Manuel Ponce



Voy a gusto
?descuidadme, señores?
en la rueda del mundo.

Y sin remordimientos
y con mucha esperanza
a bajo precio.

Lo mismo voy mecido
en el verde columpio,
que muerto por el río.

Los árboles a una,
lanzaban con agrado
sus fumarolas verdes.

Pero allí se quedaban
?oh, qué tiernos?
dormidas en los brazos.

La sombra de mi cuerpo,
los hombres todos eran
dibujos caprichosos.

¡Qué torre disparada;
seguro que me iría
si el arco disparara!

Los ojos de agua, ledos,
tienen liras pulsadas
por ángeles secretos.

Y los ojos ?¡creedme!?
y los ojos dormidos,
cerrados para siempre.

Yo me voy a los árboles
del alba
donde labro mis cárceles.

La verdad no es amor,
ni te amo,
pena mía y de todos.

La verdad es decirla
a sabiendas
del punto de partida.



Poema La Separación De Clorila de Manuel Martínez De Navarrete



Luego que de la noche el negro velo
por la espaciosa selva se ha extendido,
parece que de luto se han vestido
las bellas flores del ameno suelo.

Callan las aves, y con tardo vuelo
cada cual se retira al dulce nido.
¡Qué silencio en el valle se ha esparcido!
Todo suscita un triste desconsuelo.

Sólo del buho se oye el ronco acento;
de la lechuza el eco quebrantado,
y el medroso ladrar del can hambriento.

Queda el mundo en tristeza sepultado,
como mi corazón en el momento
que se aparta Clorila de mi lado.



Poema La Manzanilla de Manuel Machado



La manzanilla es mi vino
porque es alegre, y es buena
y porque -amable sirena-
su canto encanta el camino.

Es un poema divino
que en la sal y el sol se baña…
La médula de una caña
más rica que la de azúcar…

El color que da Sanlúcar
a la bandera de España.



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