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Poema La Cascada De Xico de Marisa Trejo Sirvent



A José Luis

La cascada de Xico
Los insectos se posan
Sobre sus frutos rojos
Protegidos apenas por las sombras
De bananos enormes
Que la lluvia abrillanta.
Mis ojos juegan a detener la marcha
El resplandor, el halo
De millones de gotas
que se volverán cauce entre montañas.
mi pensamiento reposa en ti
Como en un fruto extraño.
Tus ojos, verde viento lejano
Deshoja tulipanes en mi pecho.
Un pétalo, como una sola lágrima,
Ilumina los míos
En el instante mismo en que resurge
Tu rostro en mi recuerdo.

Jalapa, 1985.



Poema Labios Libres de Mario Trejo



Al cabo de las tierras y los días
de horarios y partidas y llegadas
y aeropuertos comidos por la niebla
enfermo de países y kilómetros
y rápidos hoteles compartidos

Luego de esperas
prisas
y rostros y paisajes diferentes
y seres encandilados por el olvido
o abiertamente besados por la vida

Después de aquella amada
y esa otra apenas entrevista
mujeres cogidas por mi soledad
y ahogadas por las bellas catástrofes

Luego de la violencia y el deseo
de comenzarlo todo nuevamente
y los errores
y los malentendidos cotidianos
y los hábitos torrenciales del trópico
y noches acariciadas por el alcohol
y tabaco fumado con tanta incertidumbre

Al cabo de un nombre que no me atrevo a decir
y de alguien que yo llamaba Irene
de cierta voz
cierta manera de clavar los ojos
al cabo de mi fe en el entendimiento de los hombres
y en el corazón de ciudades y pueblos
que nunca sabrán de mí

Luego de tanta tentativa de huirme o enfrentarme
y comprender que estoy solo
pero no estoy solo
al cabo de amores corroídos
y límites violados
y de la certidumbre de que toda la vida
no es más que los escombros
de otra que debió haber sido

Al cabo del hachazo irreparable del tiempo
sólo puedo blandir estas palabras
esta obstinación de años y distancias
que se llama poesía



Poema La Pasión Según San Juan Sebastián de Mario Noel Rodríguez



al mayor de todos,
a 250 años del viaje. Escribió una sonata de 19 hijos
y nos amarró a su corazón eléctrico,
al vuelo de un pájaro besando el sol.
Juan Sebastián Bach,
aquí mi corazón lame su misma sal,
agobiado como está de siglo destripar.
No es posible el mar sin tus manos sujetándolo,
niño temblando en una tecla vista desde Marte.
No es posible la madrugada sin las ventanas del alma
tapizadas de violines acostumbrados a la ternura,
con hapsicordios hablando de mujeres y hombres
que seremos, que fuimos,
que discutimos de cielos en la estepa de la razón.
Papá de mi radio mental,
turbulencia de mansedumbres,
luces brotarán de otros hoyes
reclamando tu paz incendiada,
el laberinto donde se reencuentran los ángeles.
San Juan Sebastián,
de tu osamenta tirada en lo eterno
nazco a vaciar el vino en la frente de los sordos.



Poema Llévame de Mario Meléndez



Llévame hacia el sur
de tus caderas
donde la humedad
envuelve los árboles
que brotan de tu cuerpo
Llévame a la tierra profunda
que asoma entre tus piernas
a ese pequeño norte de tus senos
Llévame al desierto frío
que amenaza tu boca
al desterrado oasis de tu ombligo
Llévame al oeste de aquellos pies
que fueron míos
de aquellas manos que encerraron
el mar y las montañas
Llévame a otros pueblos
con el primer beso
a la región interminable
de lengua y flores
a ese camino genital
a ese río de ceniza que derramas
Llévame a todas partes, amor
y a todas partes conduce mis dedos
como si tú fueras la patria
y yo, tu único habitante



Poema La Última Cena de Mario Meléndez



Y el gusano mordió mi cuerpo
y dando gracias
lo repartió entre los suyos diciendo
«Hermanos
este es el cuerpo de un poeta
tomad y comed todos de él
pero hacedlo con respeto
cuidad de no dañar sus cabellos
o sus ojos o sus labios
los guardaremos como reliquia
y cobraremos entrada por verlos»

Mientras esto ocurría
algunos arreglaban las flores
otros medían la hondura de la fosa
y los más osados insultaban a los deudos
o simplemente dormían a la sombra de un espino

Pero una vez acabado el banquete
el mismo gusano tomó mi sangre
y dando gracias también
la repartió entre los suyos diciendo
«Hermanos
esta es la sangre de un poeta
sangre que será entregada a vosotros
para el regocijo de vuestras almas
bebamos todos hasta caer borrachos
y recuerden
el último en quedar de pie
reunirá los restos del difunto»

Y el último en quedar de pie
no solamente reunió los restos del difunto
los ojos, los labios, los cabellos
y una parte apreciable del estómago
y los muslos que no fueron devorados
junto con las ropas
y uno que otro objeto de valor
sino que además escribió con sangre
con la misma sangre derramada
escribió sobre la lápida
«Aquí yace Mario Meléndez
un poeta
las palabras no vinieron a despedirlo
desde ahora los gusanos hablaremos por él»



Poema La Portadora de Mario Meléndez



Ella sacó a pasear las palabras
y las palabras mordieron a los niños
y los niños le contaron a sus padres
y los padres cargaron sus pistolas
y abrieron fuego sobre las palabras
y las palabras gimieron, aullaron
lamieron lentamente sus ciegas heridas
hasta que al fin cayeron de bruces
sobre la tierra desangrada
Y vino la muerte entonces
vestida con su mejor atuendo
y detúvose en la casa del poeta
para llamarlo con gritos desesperados
y abrió la puerta el poeta
sin sospechar de qué se trataba
y vio a la muerte colgada de su sombra
y sollozando
«Acompáñame», le dijo aquella
«porque esta noche estamos de duelo»
«Y quién ha muerto», preguntó el poeta
«Pues tú», respondió la muerte
y le extendió los brazos
para darle el pésame



Poema La Playa De Los Pobres de Mario Meléndez



1

Los pobres veranean en un mar
que sólo ellos conocen
Allí instalan sus carpas
hechas de mimbre y celofán
y luego bajan a la orilla
para ver la llegada de los botes
curtidos de adioses
En la playa
la miseria se broncea boca abajo
el hambre toma sol en una roca
los niños hacen mediaguas en la arena
y las muchachas se pasean
con sus bikinis pasados de moda
Ellas tienden sus toallas de papel
y se recuestan a mirar el reventar de las olas
que les recuerda la forma de un pan
o una cebolla
Mar adentro nadan sus sueños
Y ellas ven al vendedor de helados
acariciando sus pechos
o a ellas mismas en un viaje hacia la espuma
del que regresan con vestidos nuevos
y una sonrisa en el alma

2

Los pobres veranean en un mar
que sólo ellos conocen
Y cuando cae la tarde
y el horizonte se desviste frente a ellos
y las gaviotas se desclavan del aire
para volver a casa
y el crepúsculo es una olla común
llena de peces y colores
ellos encienden sus fogatas en la arena
y comienzan a cantar y a reír
y a respirar la breve historia de sus nombres
y beben vino y cerveza
y se emborrachan
abrazados a sus mejores recuerdos
Mar adentro nadan sus sueños
Y ellos ven a sus hijos camino de la escuela
cargando libros y zapatos y juguetes
o a ellos mismos regresando del trabajo
con los bolsillos hinchados
y con un beso pintado en el alma
Y mientras ellos sueñan
el hambre apaga sus fogatas
y se echa a correr desnuda por la playa
con los huesos llenos de lágrimas



Poema La Otra de Mario Meléndez



Caperucita nunca imaginó que El Lobo la dejaría por otra.
Nunca hizo caso de los consejos que en materia amorosa le daba
La Abuelita. Por lo que una mañana El Lobo le dijo: «Caperucita,
quiero terminar contigo. Ya no me excita perseguirte por el bosque;
ya no me agrada disfrazarme de abuelita para que tú me digas
tus tonterías de siempre, que si tengo las orejas grandes y esos
colmillos tan filudos, y yo, como un estúpido, responda que son
para oírte, olerte y verte mejor. No Caperucita, lo nuestro ya
no tiene remedio». Entonces Caperucita, desconcertada por aquella
confesión, se echó a correr tan lejos como pudo pensando en la
clase de mujer que había conquistado el corazón de su amante.
«Es ella, tiene que ser ella», repetía la niña, mientras buscaba
desesperadamente la casa de la anciana. «Abuelita», gritó al fin,
cuando hubo contemplado la figura que yacía en el lecho, «¿Cómo
pudiste hacerme esto? tú, la amiga en quien yo más confiaba».
«Lo siento», dijo la otra, «nunca pensé quedar embarazada a mi edad,
y menos de alguien tan poco inteligente e imaginativo. No obstante,
él es un lobo responsable, que no dudó por un minuto en ofrecerme
matrimonio al conocer la noticia. Lo siento, Caperucita, tendrás
que buscarte otro. Después de todo, no es este el único lobo
en el mundo, ¿o no?».



Poema La Invitación de Mario Meléndez



Mis funerales serán mañana no te los pierdas
trae a los niños si quieres
habrá números para todos los gustos
habrá mimos y magos y payasos
y una cantante como nunca has escuchado
Vendrá gente de todas partes a celebrar este día
Los estudiantes llegarán con sus globos azules
los pobladores alzarán sus banderas
/a un lado de mi tumba
las hojas bailarán al compás del viento
que también estará presente en este sencillo homenaje
y una mujer desnuda como nunca has visto antes
entrará en mi ataúd y lo sellará por dentro
Qué más te puedo contar
Los vendedores gritarán sus ofertas
/apostados en las cruces
y ofrecerán retratos míos que no me favorecen
y también mis originales que no son originales
sino copias que algún vivo imitó con cuidado
/para enriquecerse
Te pido no compres nada
más bien disfruta el momento
porque a las quince en punto un coro de grillos
/dará inicio a la fiesta
Entonces se apagará el cielo de golpe
cuando las nubes lo cubran en señal de respeto
y las palomas dibujen mi nombre en pleno vuelo
y las abejas llenen de miel los recuerdos
/y las lágrimas
Y hacia el final del día
cuando todos estén cansados y borrachos
un niño que no sabe leer pedirá la palabra
y dirá el más bello discurso que jamás has escuchado
Ya sabes no faltes a esta cita
no hagas que me levante de mi tumba
/para tirarte las orejas
o que esconda para siempre las llaves del cementerio
y no tengas a quien llevarle flores.



Poema La Vida Es Así… de Marina Romero



La vida es así.

Tú y yo.

Pero
por muy corta
que sea la distancia
de tu corazón
al mío,
tú no puedes sentir
mi sed,
mi doler,
mi hambre;
no puedes
reír mi risa
ni llorar
mis lágrimas

(Hay sociedades benéficas,
almas caritativas,
generosos filántropos?)

En la arena cálida
de las playas,
y a dos pasos
tan sólo
del agua
boca arriba
mirando al cielo,
está vacío
y seco,
el caparazón de la tortuga.



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