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Poema Diálogo Y Recuerdo de Juan Sánchez Peláez



Este apasionante encuentro con la doncella subterránea
No fue ovacionado con trompetas de corales.

Encumbrado a ti,

¿El relámpago de mi respiración?
¿El vuelo marítimo de un cisne o un zamuro?

¿Qué signo mío Te iba a despertar?

¿Los buscadores de oro?
¿La campana salobre mecida por el huracán?

Dejadme la pureza del estío y el canto del manantial
sobre los pinos en una hora alta
de paz y alegría.

Huérfano, y sin trompeta, y la mujer que abre su entrecejo
y es una potestad engañosa y el día que es una nube
efímera, y tú que vienes en el Fasto, Es lo natural,
Simplemente reposas o desvarías.

Desde el instante mío:
El que tañe en la raíz del húmedo fósforo
El de pulposo corazón, El que dilapida con
Ojos de ironía la escritura visible,

El de la parodia chirle, El de batir las
palmas, El supliciado, El que huye y tropieza
Con la máscara y el atavío,
El que amaina en la médula,

En algún lugar del camino, con ese regusto anticipado
del pueblo en que ibas a poner pie,

En la ruta, a remolque; nulo, A
Tiro de fusil.

De «Elena y los elementos» 1951



Poema Cuando Subes A Las Alturas de Juan Sánchez Peláez



Cuando subes a las alturas,
Te grito al oído:
Estamos mezclados al gran mal de la tierra.
Siempre me siento extraño.
Apenas
Sobrevivo
Al pánico de las noches.

Loba dentro de mí, desconocida,
Somos huéspedes en la colina del ensueño,

El sitio amado por los pobres;

Ellos
Han descendido con la aparición
Del sol,

Hasta humedecerme con muchas rosas,

Y yo he conquistado el ridículo
Con mi ternura,
Escuchando al corazón.

De «Animal de costumbre» 1959



Poema Con Flores Pintadas de Juan Sánchez Peláez



Con
flores pintadas
en nuestro
cuerpo

y
la bujía
en cada
mano

lo único
que pasa
es el silencio

pero
los recuerdos
son fieles
y

al
lado
de nosotros
murmuran

sobre
la máscara
la piel
o la palabra enorme:

«Oye mi amor hacia ti».
«Oye mi grito
por ti».

De «Por cuál causa o nostalgia» 1981



Poema Belleza de Juan Sánchez Peláez



Interrumpida mi plática, vuelvo a hablar contigo de la partida y el regreso.
Todo sucedió a vuelo de pájaro, belleza: a la
vez mundo compacto, cerrado y libre. Al abrir los ojos en la
llama fría, era un lorito ufano; te busqué de verdad, lamía en
la sombra tus huesos, santa perra. Aunque me ausentara de
ti, aunque me cubriera el ridículo, aunque estuvieras más
allá del resplandor que me envuelve; quizás cercana a la
bahía, en pleno mar de verano, en medio de las palmas reales.

De «Rasgos comunes» 1975



Poema Aparición de Juan Sánchez Peláez



Aclimata el carruaje dichoso de tus senos, la tierra de mis
primeras voces,
sus heridas abiertas, sus flagelados gavilanes en la
intemperie nevada.

Una mujer llamada Blanca manipula la jaula escarlata del
misterio
Sobrepasa el límite, una oscura potencia.
¿Grita, imagina, siente?
Teje una cáscara densa de brisa matinal, alivia piedras
decrépitas.

La joven pálida me conduce a un jardín en ruinas.
La veo desnuda, bajo un gran suburbio de palmeras,
exportando el oro del crepúsculo hacia un milagroso país.

Ha regresado la hora silenciosa.
Me circundan las pesadas bahías de tus ojos.

Tú tienes que diseminarte, cuerpo y alma,
en la heredad meliflua de las rosas.

A mi lado pasan lavanderas con sus blancas túnicas, con sus
cofias de inocencia
y las manos entregadas a un rito.

De «Elena y los elementos» 1951



Poema Al Principio Al Final de Juan Sánchez Peláez



Si ella premedita dureza o ternura (O lucha en vacuas

direcciones),

Si me obsequia o niega,

Apago el conmutador.

Me veo con mansedumbre en el lecho,

Me toman el pulso, me hallo lejos,

Pruebo a la mujer de ceniza,

Única de fruto, de cortar las venas e irrigar el vientre,

Oquedal de un badajo a rastras,

Al principio al final

Insomne en la misma constelación,

Hambre en nuestra holgura y unigénito sueño.

De»Filiación oscura» 1966



Poema Adolescencia de Juan Sánchez Peláez



En el fondo de mis sueños
Siempre te encuentro cuando amanece.

Qué ensanchamiento en el exilio, por el vagabundaje de
claras fuentes azules;
Por el soplo de la tierra.

Costumbre angélica.
Evadida hacia otra queja, vuela con los pájaros, sueña con
las nubes;
Levanta raíces inquietas en el agua.

En el fondo de mis sueños
La aurora fugitiva. Sólo la sombra
Concluye mi única estrella, mi último día.

De «Elena y los elementos» 1951



Poema Yo No Soy Hombre Ni Mujer … de Juan Sánchez Peláez



A Malena

Yo no soy hombre ni mujer
yo sólo tengo resplandor propio
cuando no pierdo el curso de río
cuando no pierdo su verdadero sol
y puedo alejarme libre, girar, bogar,
navegar dentro de lo absoluto y el
mar blanco

entonces sí soy
el hombre rojo lleno de sangre

y sí soy la mujer: una flor límpida, un
lirio grande

y también soy el alma

y clarean los valles hondos
en nuestro mudo abrazo eterno,
amor frío

-y qué más
qué más por ahora
piragua azul
piragüita.



Poema Un Caballo Redondo… de Juan Sánchez Peláez



Un caballo redondo entra a
mi casa luego de dar muchas vueltas
en la pradera

un caballo pardote y borracho con
muchas manchas en la sombra
y con qué vozarrón, Dios mío.

Yo le dije: no vas a lamer mi mano,
estrella errante de las ánimas.

Y esto bastó. No lo vi más. Él
se había ido. Porque al
caballo no se le pueden nombrar
las ánimas ni siquiera lo que dura
un breve, vertiginoso relámpago.



Poema Oyendo El Pálpito… de Juan Sánchez Peláez



Oyendo el pálpito de nuestra
oscura sangre
humana

los pájaros se nos acercan
vuelan
y
van a los nidos altos

tienen un collar de nostalgia
o bien
un ramo de magnolias

tienen nuestro corazón
sin corazón

nuestos mismos ojos en el aire

y
viajan sobre la improvisada música



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