Poema La Ausencia de Juan Ramon Jimenez
Cuando el amor se va,
parece que se inmensa.
¡Cómo le aumenta el alma
a la carne la pena!
Cuando se pone el sol
lo ahondan las estrellas.
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Cuando el amor se va,
parece que se inmensa.
¡Cómo le aumenta el alma
a la carne la pena!
Cuando se pone el sol
lo ahondan las estrellas.
Sólo lo hiciste un momento.
Mas quedaste, como en piedra,
haciéndolo para siempre.
(EL DÍA Y ROBERT BROWNING)
El chamariz en el chopo
?¿Y qué más?
El chopo en el cielo azul
?¿Y qué más?
?El cielo azul en el agua
?¿Y qué más?
?El agua en la hojita nueva
?¿Y qué más?
?La hojita nueva en la rosa
?¿Y qué más?
La rosa en mi corazón
?¿Y qué más?
¡Mi corazón en el tuyo!
Por un camino de oro van los mirlos… ¿Adónde?
Por un camino de oro van las rosas… ¿Adónde?
Por un camino de oro voy…
¿Adónde,
otoño? ¿Adónde, pájaros y flores?
(A ISOLDITA ESPLÁ)
¡Mira por los chopos
de plata cómo trepan al cielo niños de oro!
Y van mirando al cielo
y suben, los ojos en el azul, con frescos sueños.
¡Mira por los chopos
de plata cómo llegan al cielo niños de oro!
Y el azul de sus bellos
ojos y el cielo se tocan… ¡Son uno ojos y cielo!
¡Mira, por los chopos
de plata, cómo cojen el cielo niños de oro!
¿Te cojí? Yo no sé
si te cojí, pluma suavísima,
o si cojí tu sombra.
¡Cuánto infinito abarcado
desde esta piedra del mundo!
No estoy en el «desde aquí»,
sino en el «ya de lo último».
Eternidad, belleza
sola, ¡si yo pudiese,
en tu corazón único, cantarte
igual que tú me cantas en el mío
las tardes claras de alegría en paz!
¡Si en tus éstasis últimos,
tú me sintieras dentro
embriagándote toda,
como me embriagas todo tú!
¡Si yo fuese, inefable,
como tú en mi instantánea primavera,
olor, frescura, música, revuelo
en la infinita primavera pura
de tu interior totalidad sin fin!
¡Ese día, ese día
en que yo mire el mar ?los dos tranquilos?,
confiado a él; toda mi alma
?vaciada ya por mí en la Obra plena?
segura para siempre, como un árbol grande,
en la costa del mundo;
con la seguridad de copa y de raíz
del gran trabajo hecho!
?¡Ese día, en que sea
navegar descansar, porque haya yo
trabajado en mí tanto, tanto, tanto!
¡Ese día, ese día
en que la muerte ?¡negras olas!? ya no me corteje
?y yo sonría ya, sin fin, a todo?,
porque sea tan poco, huesos míos,
lo que le haya dejado yo de mí!