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Poema Microgramas de Jorge Carrera Andrade



Colibrí:

El colibrí,
aguja tornasol,

pespuntes de luz rosada
dá en el tallo temblón

con la hebra de azúcar
que saca de la flor.

Tortuga:

La tortuga en su estuche amarillo
es el reloj de la tierra
parado desde hace siglos.

Abollado ya se guarda
con piedrecillas del tiempo
en la funda azul del agua.

Nuez:
Sabiduría comprimida
diminuta tortuga vegetal,
cerebro de duende
paralizado por la eternidad.

Moscardón:
Uva con alas.
Con tu mosto de silencio
el corazón se emborracha.

Golondrina:
Ancla de plumas
por los mares del cielo
la tierra busca.

Lagartija:
Amuleto de plata
o diablillo con bocio,
criatura del alba.

Memoria de las ruinas,
fugaz mina animada,
calofrío del campo,
lagartija misántropa.

Guacamayo:
El trópico le remienda
con candelas y otros su manto
hecho de todas las banderas.

Nuez:
Nuez: sabiduría comprimida,
diminuta tortuga vegetal,
cerebro de duende
paralizado por la eternidad.



Poema Vocación Terrena de Jorge Carrera Andrade



No he venido a burlarme de este mundo.
Sino a amar con pasión todos los seres.
No he venido a burlarme de los hombres.
Sino a vivir con ellos la aventura terrestre.

No he venido a hablar mal de los insectos
a descubrir las llagas del ocaso
a encarcelar la luz en una jaula.
No he venido a sembrar de sal los campos.

No he venido a decir que la jirafa
quiere imitar al cisne, que los pinos
sirven sólo de adorno entre las rocas.
No he venido a burlarme de los nidos.

He venido a mirar el mundo hasta la entraña
y acariciar las cosas simplemente
único patrimonio de los hombres.
No he venido a burlarme de la muerte.



Poema Viaje De Regreso de Jorge Carrera Andrade



Mi vida fue una geografía
que repasé una y otra vez,
libro de mapas o de sueños.
En América desperté.

¿Soñé acaso pueblos y ríos?
¿No era verdad tanto país?
¿Hay tres escalas en mi viaje:
soñar, despertar y morir?

Me había dormido entre estatuas
y me hallé solo al despertar.
¿Dónde están las sombras amables?
¿Amé y fui amado de verdad?

Una geografía de sueño,
una historia de magia fue.
Sé de memoria islas y rostros
vistos o soñados tal vez.

Sobre el botín del universo
-fruta, mujer, inmensidad-
se echaron todos mis sentidos
como ebrios corsarios del mar.

En un puerto, joven desnuda,
forma cabal, por fin te hallé:
en tu agua grande, estremecida
yo saciaba mi humana sed.

Luego fue la niña de trigo,
fue la doncella vegetal;
mas, siempre, desde cada puerta
me llamaba la Otra eterna!

Desde la nieve a la palmera
la tierra de ciudades vi.
Dios limpiaba allí las ventanas
y nadie quería morir.

Vi la seca tierra del toro
-postrer refugio del azul-
y el país donde erige el pino
su verde obelisco a la luz.

¿Soñé ese rostro sobre el muro,
esa mano sobre mi piel,
ese camino de manzanas
y palomas, soñé, soñé?

¿Las bahías cual rebanadas
de una sandía de cristal
y sus islas como semillas
fueron un sueño y nada más?

¿Ceniza mortal este polvo
que se adhiere aún a mis pies?
¿No fueron puertos sino años
los lugares en donde anclé?

En los más distintos idiomas
sólo aprendí la soledad
y me gradué doctor en sueños.
Vine a América a despertar.

Mas, de nuevo arde en mi garganta
sed de vivir, sed de morir
y humilde doblo la rodilla
sobre esta tierra del maíz.

Tierra de frutas y de tumbas,
propiedad única del sol:
Vengo del mundo -¡oh largo sueño!-
y un mapa se enrolla en mi voz.



Poema Tu Amor Es Como La Piel De Las Manzanas de Jorge Carrera Andrade



Tu amor es como el roce tímido
de la mejilla de un niño,

como la piel de las manzanas
o la cesta de nueces de la pascua,

como los pasos graves
en la alcoba donde ha muerto la madre,
como una casa en el bosque
o más bien como un llanto vigilante en la noche.



Poema Tiempo En Que El Corazón Quiere Saltar Descalzo de Jorge Carrera Andrade



Tiempo en que el corazón quiere saltar descalzo
y en que al árbol le salen senos como a una niña.
Nos asalta el deseo de escribir nuestras cosas
con pluma de golondrina.

Estos charcos apenas son copas de agua clara
que arruga un aletazo o un canuto de hierba
y es el aire de vidrio una marea azul
donde el lento barquito del insecto navega.

Chapotean a gusto las sandalias del agua.
Los mosquitos parece que ciernen el silencio
y los gorriones cogen en el pico la perla
del buen tiempo.



Poema Soledad Y Gaviota de Jorge Carrera Andrade



Cuaderno albo del mar,
la gaviota o mensaje
se despliega al volar
en dos hojas de viaje.

Su marítima hermana
la soledad, la mira
y, en una espera vana,
en la costa suspira.

Insectos, vegetales,
se enredan en el suelo:
torcidas iniciales
de un subterráneo anhelo.

Aquí, en el centro, vivo
con las aves marinas,
de mí mismo cautivo,
compañero de ruinas,

y mirando y oyendo
sólo la lluvia armada
la soledad batiendo
con su líquida espada.



Poema Soledad Habitada de Jorge Carrera Andrade



La soledad marina que convoca a los peces,
la soledad del cielo herida de alas,
se prolongan en ti sobre la tierra,
soledad despoblada, soledad habitada.

Las hojas de árbol solas cada una en su sitio,
saben que les reservas una muerte privada.
No te pueden tragar, a mordiscos de música,
con su boca redonda el pez y la guitarra.

Cargada de desierto y de poniente
andas sobre el planeta, de viento disfrazada,
llenando cuevas, parques, dormitorios
y haciendo suspirar a las estatuas.

A tu trampa nos guías
con tu lengua de pájaro o lengua de campana.
En tu red prisioneros para siempre,
roemos el azul de la infinita malla.

Te hallas en todas partes, soledad,
única patria humana.
Todos sus habitantes llevamos en le pecho
extendido tu gris, inmensurable mapa.



Poema Régimen De Frutas de Jorge Carrera Andrade



La naranja es el día o la mejilla fresca,
sorbo de claridad, copa del clima;
la pera ahonda sus heridas de agua
con memoria de témpano y agujas de delicia
y los melocotones
acumulan su rubio material de alegría.

La manzana sobrina, fragante del corozo,
a morir se resiste en vano entre los dientes.
Sus congeladas lágrimas
muestran las uvas de mirada verde.
Cascabeles de azúcar,
repican sin rumor los mirabeles.

Todo el sol en redomas encerrado,
todo el aire en volúmenes vertido,
toda el agua y la tierra en vegetales moldes,
penetran en mi interno laberinto
y un mundo elemental se disuelve en mi sangre
que acarrea despojos de ciclo como un río.

Y apresura su viaje a bocanadas
por sus ínfimas redes
entre una geografía palpitante
de músculos y nervios, sin nunca detenerse,
cambiando en luz orgánica y en azúcar de gozo
los gestos de las cosas y el esplendor terrestre.



Poema Puerto En La Noche de Jorge Carrera Andrade



En los barriles duerme un sueño de ginebra.
Los barriles de noche tienen el vino triste
y añoran el descanso tibio de la bodega.

Huele el aire del muelle como un cesto de ostiones
y es una red oscura puesta a secar la noche.

Los mástiles son cañas para pescar estrellas
y las barcazas sólo son canastas de pesca.

La lámpara de abordo
salta como un gran pez
chorreando sobre el puente su fulgor escamoso.

Pequeñas lucecitas navegan en la noche,
como si un contrabando de muertos
llevaran sobre el agua los siniestros lanchones.



Poema Nada Nos Pertenece de Jorge Carrera Andrade



Cada día el mismo árbol rodeado
de su verde familia rumorosa.
Cada día el latir de un tiempo niño
que el péndulo mece en la sombra.

El río da sin prisa su naipe transparente.
El silencio camina a un inminente ruido.
Con sus deditos tiernos
la semilla desgarra sus pañales de lino.

Nadie sabe por qué existen los pájaros
ni tu tonel de vino, luna llena,
ni la amapola que se quema viva,
ni la mujer del arpa, dichosa prisionera.

Y hay que vestirse de agua, de dóciles tejidos,
de cosas invisibles y cordiales
y afeitarse con leves despojos de palomas,
de arcoiris y de ángeles.

Y lavar el escaso oro del día
contando sus pepitas cuando el poniente herido
quema todas sus naves y se acerca la noche
capitaneando sus oscuras tribus.

Entonces hablas, Cielo:
Tu alta ciudad nocturna se ilumina.
Tu muchedumbre con antorchas pasa
y en silencio nos mira.

Todas las formas vanas y terrestres:
El joven que cultiva una estatua en su lecho,
la mujer con sus dos corazones de pájaro,
la muerte clandestina disfrazada de insecto.

Cubres toda la tierra, hombre muerto, caído
como una rota jaula
o cascarón quebrado
o vivienda de cal de una monstruosa araña.

Los muertos son los monjes de la Orden
de los anacoretas subterráneos.
¿La muerte es la pobreza suma
o el reino original reconquistado?

Hombre nutrido de años y cuerpos de mujeres
cuando Dios te espolea te arrodillas
y sólo la memoria de las cosas
pone un calor ya inútil en tus manos vacías.



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