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Poema Juan Ramón Jiménez de Federico García Lorca



En el blanco infinito,
nieve, nardo y salina,
perdió su fantasía.
El color blanco, anda,
sobre una muda alfombra
de plumas de paloma.
Sin ojos ni ademán,
inmóvil sufre un sueño.
Pero tiembla por dentro.
En el blanco infinito,
¡qué pura y larga herida
dejó su fantasía!
En el blanco infinito.
Nieve. Nardo. Salina.



Poema Junio de Octavio Paz



Bajo del cielo fiel Junio corría
arrastrando en sus aguas dulces fechas…

Llegas de nuevo, río transparente,
todo cielo y verdor, nubes pasmadas,
lluvias o cabelleras desatadas,
plenitud, ola inmóvil y fluente.

Tu luz moja una fecha adolescente:
rozan las manos formas vislumbradas,
los labios besan sombras ya besadas,
los ojos ven, el corazón presiente.

¡Hora de eternidad, toda presencia,
el tiempo en ti se colma y desemboca
y todo cobra ser, hasta la ausencia!

El corazón presiente y se incorpora,
mentida plenitud que nadie toca:
hoy es ayer y es siempre y es deshora.



Poema Jardín de Octavio Paz



A Juan Gil Albert

NUBES a la deriva, continentes
sonámbulos, países sin substancia
ni peso, geografías dibujadas
por el sol y borradas por el viento.

Cuatro muros de adobe. Buganvillas:
en sus llamas pacíficas mis ojos
se bañan. Pasa el viento entre alabanzas
de follajes y yerbas de rodillas.
El heliotropo con morados pasos
cruza envuelto en su aroma. Hay un profeta:
el fresno -y un meditabundo: el pino.
El jardín es pequeño, el cielo inmenso.

Verdor sobreviviente en mis escombros:
en mis ojos te miras y te tocas,
te conoces en mí y en mí te piensas,
en mí duras y en mí te desvaneces.

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Poema Junto A La Laguna Del Cristo En La Aldehuela De Yeltes, Una Noche De Luna Llena de Miguel De Unamuno



Noche blanca en que el agua cristalina
duerme queda en su lecho de laguna
sobre la cual redonda llena luna
que ejército de estrellas encamina
vela, y se espeja una redonda encina
en el espejo sin rizada alguna;
noche blanca en que el agua hace de cuna
de la más alta y más honda doctrina.
Es un rasgón del cielo que abrazado
tiene en sus brazos la Naturaleza;
es un rasgón del cielo que ha posado
y en el silencio de la noche reza
la oración del amante resignado
sólo al amor, que es su única riqueza.



Poema Jesús de Amado Nervo



Jesús no vino del mundo de «los cielos».
Vino del propio fondo de las almas;
de donde anida el yo: de las regiones
internas del Espíritu.
¿Por qué buscarle encima de las nubes?
Las nubes no son el trono de los dioses.
¿Por qué buscarle en los candentes astros?
Llamas son como el sol que nos alumbra,
orbes, de gases inflamados… Llamas
nomás. ¿Por qué buscarle en los planetas?
Globos son como el nuestro, iluminados
por una estrella en cuyo torno giran.
Jesús vino de donde
vienen los pensamientos más profundos
y el más remoto instinto.
No descendió: emergió del océano
sin fin del subconsciente;
volvió a él, y ahí está, sereno y puro.
Era y es un eón. El que se adentra
osado en el abismo
sin playas de sí mismo,
con la luz del amor, ese le encuentra.



Poema Jaculatoria A La Nieve de Amado Nervo



¡Qué milagrosa es la Naturaleza!
Pues, ¿no da luz la nieve? Inmaculada
y misteriosa, trémula y callada,
paréceme que mudamente reza
al caer… ¡Oh nevada!:
tu ingrávida y glacial eucaristía
hoy del pecado de vivir me absuelva
y haga que, como tú, mi alma se vuelva
fúlgida, blanca, silenciosa y fría.



Poema Juego De Tenis de Josep Carner



Por la hierba del prado caminabas,
y volaba tu brazo adolescente;
y por la red de la raqueta alzada
se filtraba la luz del sol poniente.

La paz dominical, desanimada,
tu rostro angelical y aquel veloz
y serio juego todo lo embrujaban.
Te veía, borrosa, hija de un párroco

reformado. Cogías rosas cerca
del convento; los cuentos, te gustaban,
la cal de las paredes y los niños.

Yo, oficial en Singapur, volvía.
Alto, ruborizado, saludaba…
Pasaban olorosos carros de heno.

Versión de José Corredor-Matheos
«Ocho siglos de poesía catalana», Editorial Alianza



Poema Jardín de Antonio Machado



Lejos de tu jardín quema la tarde
inciensos de oro en purpurinas llamas,
tras el bosque de cobre y de ceniza.
En tu jardín hay dalias.
¡Malhaya tu jardín!… Hoy me parece
la obra de un peluquero,
con esa pobre palmerilla enana,
y ese cuadro de mirtos recortados…
y el naranjito en su tonel… El agua
de la fuente de piedra
no cesa de reír sobre la concha blanca.



Poema J.j. Palma de Rubén Darío



Ya de un corintio templo cincela una metopa,
ya de un morisco alcázar el capitel sutil,
ya, como Benvenuto, del oro de una copa
forma un joyel artístico, prodigio del buril.
Pinta las dulces Gracias, o la desnuda Europa,
en el pulido borde de un vaso de marfil,
o a Diana, diosa virgen de desceñida ropa,
con aire cinegético, o en grupo pastoril.
La musa que al poeta sus cánticos inspira
no lleva la vibrante trompeta de metal,
ni es la bacante loca que canta y que delira,
en el amor fogosa, y en el placer triunfal;
ella al cantor ofrece la septicorde lira,
o, rítmica y sonora, la flauta de cristal.



Poema Jacob de Luis De Camöens



«Mais servira, se náo fóra
para tam largo amor tam curta a vida!»

Siete años de pastor Jacob servía
al padre de Raquel, serrana bella;
no pensaba en Labán, pensaba en ella,
ella era el premio que su afán quería.

Los días, esperando un solo día
pasaba, contentándose con vella;
pero Labán, con pérfida querella,
en lugar de Raquelle daba a Lía.

Al ver Jacob que sin razón le niega
Labán artero aquella prenda cara,
cual si no la tuviese merecida,

otros siete años a servir se entrega
diciendo: «¡Más sirviera, si bastara
a tan larga pasión tan corta vida!»

Versión de José Joaquín Casas



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