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Poema Jugabas A Esconderte de Olga Orozco



XIV
Jugabas a esconderte entre los utensilios de cocina
como un extraño objeto tormentoso entre indecibles faunas,
o a desaparecer en las complicidades del follaje
con un manto de dríada dormida bajo los velos de la tarde,
o eras sustancia yerta debajo de un papel que se levanta y anda.
Henchías los armarios con organismos palpitantes
o poblabas los vestidos vacíos con criaturas decapitadas y fantasmas.
Fuiste pájaro y grillo, musgo ciego y topacios errantes.
Ahora sé que tratabas de despistar a tu perseguidora con efímeras máscaras.
No era mentira el túnel con orejas de liebre
ni aquella cacería de invisibles mariposas nocturnas.
Te alcanzó tu enemiga poco a poco
y te envolvió en sus telas como con un disfraz de lluviosos andrajos.
Saliste victoriosa en el irreversible juego de no estar.
Sin embargo, aún ahora, cierta respiración desliza un vidrio frío por mi espalda.
Y entonces ese insecto radiante que tiembla entre las flores,
la fuga inexplicable de las pequeñas cosas,
un hocico de sombra pegado noche a noche a la ventana, no sé, podría ser,
¿quién me asegura acaso que no juegas a estar, a que te atrapen?

De «Cantos a Berenice» 1920



Poema Juan Migaja de Norma Segades Manias



Afuera,
en el linaje de la noche,
las fauces de la luna desangran transparencias en las arterias místicas del agua
y suspende en la urdimbre de las hierbas
filamentos de escarcha.
Adentro,
en la tibieza,
el leño trasfoguero fosforece su vigilia quemada
-duende azul de ceniza enlutando senderos de hojalata-.
En la liturgia de la alfarería,
desde su blanda arcilla traicionada
Juan Migaja combate la inocencia con puños de aldabones,
con ojos humillados,
con corazón de piedra cuando estalla en la piel de la intemperie la ronca ingratitud de las cucharas.
Por los pliegues del hambre extravió el alfabeto y las hogazas…
y sin decreto
inciso
o codicilo,
heredó este cansancio que le deshila el alma.
Tendido sobre el vientre del planeta,
sueña que sueña sueños implacables de espigas y panales y naranjas…
Fantasma encadenado a la tristeza,
polvo en el polvo de la madrugada,
embriagado de sal,
sombra
y vinagre,
adelgaza su risa de hojarasca
y edifica en los límites del miedo
blancas torres lunarias
desde donde enarbola la miseria
la terca insurrección de la esperanza.



Poema Johanesburgo de Nicomedes Santa Cruz



Al maestro Nicolás Guillén

Una voz ancestral,
un tambor africano
y un verso elemental
peruano.

El negro en el Perú
actualmente no sufre,
ya no hay esclavitud
ni azufre.

Le dieron tibio baño
en tina de jabón
porque en su ama dio el germen
que no tuvo el patrón.

Del seno de mi abuela
a mi madre brindó,
el hijo del amito
mamó, mamó, mamó.

Y mi abuelo con su amo
en la Casa ´e Jarana
cantujaron de alirio,
cantujaron replana.

Y en la casa ´e jarana
-con el Amito Viejo-
bailaron mis hermanas
zamacueca y festejo.

El padre de mi amito
de mi abuela gustó
y mi abuelo a su amita burló.

Yo le dijera ?primo?
a ese blanco travieso
de cabello enrizao
y de labio muy grueso…

El negro en el Perú
actualmente no sufre,
ya no hay esclavitud
ni azufre.

Más ha sufrido el negro
nuestro hermano de Cuba
descendiente directo
nagó, yoruba.

Más ha sufrido el negro
muerto en Santo Domingo
por los diarios abusos del gringo.

Más ha sufrido el negro
cantor de Panamá
que el negro jaranista
de acá.

Más ha sufrido el negro
labrador de Haití
que el zambo guaragüero
de aquí.

Más ha sufrido el negro
del morro y la favela
que mi padre y mi madre
y mi abuela.

En fin, más sufre el negro
de Harlem a Lousiana
que nuestra gente negra
peruana…

Y al ?problema del negro?
?segregación racial?
el mundo permanece
neutral.

Quiero aguda mi rima
como punta de lanza.
Que otra mano la esgrima
si alcanza.

Yo jamás con voz hurgo
perentoria.
Yo ja… ¡Johanesburgo!
¡Pretoria!

Cuando en Johannesburgo
llegue el ?Día de Sangre?
yo quiero estar allí,
compadre.

Cuando en Johannesburgo
llegue el ?Día de Sangre?
debemos estar todos
¡Hijos de negra madre!

Con la voz ancestral
el machete en la mano
y el verso elemental
hermano.



Poema José Ramon Cantaliso de Nicolas Guillen



José Ramón Cantaliso,
¡canta liso!, canta liso,
José Ramón.
Duro espinazo insumiso:
por eso es que canta liso
José Ramón Cantaliso,
José Ramón.

En bares, bachas, bachatas,
a los turistas a gatas,
y a los nativos también,
a todos, el son preciso
José Ramón Cantaliso
les canta liso, muy liso,
para que lo entiendan bien.

Voz de cancerosa entraña.
humo de solar y caña,
que es nube prieta después:
son de guitarra madura,
cuya cuerda ronca y dura
no se enreda en la cintura,
ni prende fuego en los pies.

El sabe que no hay trabajo,
que el pobre se pudre abajo.
y que tras tanto luchar,
el que no perdió el resuello,
o tiene en la frente un sello,
o está con el agua al cuello
sin poderlo remediar.

Por eso de fiesta en fiesta
con su guitarra protesta,
que es su corazón también,
y a todos el son preciso,
José Ramón Cantaliso
les canta liso, muy liso,
para que lo entiendan bien.



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