poemas vida obra i

Poema Incrustación De Caverna En Una Pared Sin Oscuridad de Luis Alvarenga



Un fantasma de tiza blanca
acecha, ligero,
el silbo de los libros. Desde aquí puede verse
el lar donde los ancianos de allá
acostumbran a pasear casi regimentales
dejando tal vez la factura buena
de un calendario de jade y obsidiana.
¿Erase de una parábola x y
o de una parábola descifrable
a fuerza de palabras de todos los días?
Sus ojos de la costa de Sara brillaban allá abajo.
Y yo no puedo menos que hacer de este viejo salón razonable
un modesto monumento
a lo que fuera su dermis
rozando las estrellas en un parque.

Algún día serán tus manos y las mías
casa de nuestros hijos.
Podremos andar para ese entonces descalzos
sin miedo al sol que quema los ladrillos
enloquecidos por las raíces de los árboles
y ya dejaremos de hablar en voz tan baja.
Al entrar en la oscuridad
lo haremos con profundas heridas
de luz en la vista.
Sólo de hoy quedarán
nuestras manos como haciendo punto de partida o promesa.
Y cumpliremos.
Cumpliremos como gotas interminables sobre las rocas inhumanas.



Poema Idilio de Luis Alberto De Cuenca



Dice la dama: «El frío ya no hiere mi cuerpo.
Llega una primavera que no funde la nieve
ni licúa los ríos. Primavera de brazos
y músculos y sables y dentelladas dulces.
Bajo un cálido sueño masculino me olvido.
Y en mi olvido se olvidan mis doncellas y el mundo,
lo que fui y lo que soy, mi nombre y sus aristas.»

Él: «Comienza en tus ojos un combate sin tregua.
Vencida, eres el fuego. Victoriosa, la llama.
Nunca el crimen sagrado me pareció tan bello.»



Poema Ir Y Quedarse de Lope De Vega



Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;

arder como la vela y consumirse,
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;

hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;

creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.



Poema Imagen Cotidiana de Lina Zerón



Este desánimo eterno y pegajoso,
esta intransigente búsqueda perfecta de ti.

Ya no hay lunes malhumorados
ni eufóricos viernes
ni domingos depresivos.
Ni siquiera soy simétrica como los miércoles
ni me parezco al aburrido jueves.
Debería inventar otros nombres a los días,
restarle semanas a los meses,
abolir las tardes de lectura,
los arrumacos en los parques
de parejas clandestinas,
nuestra imagen cotidiana,
Tal vez regresaría el ánimo de continuar aquí.



Poema Infierno Y Paraíso de Leopoldo Maria Panero



«allá estará también la castañera
de ocho pares,
y el humo de los céntimos, y el vaho en los bolsillos»

Leopoldo Panero «Escrito a cada instante»

Pero no sólo los mendigos, padre, van al paraíso
van también aquellos que aun más asco dan
también estos mendigos del ser que acezan
a la puerta del manicomio
esas caricaturas humanas, tal como esta
que Alicia se piensa en el
jardín no
humano de las flores
y quisiera destruir el universo
porque si hay algún monstruo, éste es la desgracia
y la única injusticia que existe es la injusticia evidente
y si hay alguna moral, ésta es la moral del desastre.

«Guarida de un animal»



Poema Idilio Espectral de Julio Herrera Y Reissig



Pasó en un mundo saturnal; yacía
bajo cien noches pavorosas, y era
mi féretro el Olvido… Ya la cera
de tus ojos sin lágrimas no ardía.

Se adelantó el enterrador con fría
desolación. Bramaba en la ribera
de la morosa eternidad, la austera
Muerte hacia la infeliz Melancolía.

Sentí en los labios el dolor de un beso.
No pude hablar. En mi ataúd de yeso
se deslizó tu forma transparente…

Y en la sorda ebriedad de nuestros mimos,
anocheció la tapa y nos dormimos
espiritualizadísimamente.



Poema Idealidad Exótica de Julio Herrera Y Reissig



Tal la exangüe cabeza, trunca y viva,
de un mandarín decapitado, en una
macábrica ficción, rodó la luna
sobre el absurdo de la perspectiva…

Bajo del velo, tu mirada bruna
te dio el prestigio de una hunrí cautiva;
y el cocodrilo, a flor de la moruna
fuente, cantó su soledad esquiva.

Susceptible quién sabe a qué difuntas
dichas, plegada y con las manos juntas,
te idealizaste en gesto sibilino,,,

Y a modo de espectrales obsesiones,
la torva cornamenta de un molino
amenazaba las constelaciones…



Poema Introducción de Julio Florez Rea



El verso debe ser claro y sonoro
como el agua del mar y como el oro.

El verso debe ser firme y radiante,
lo mismo que el acero y el diamante.

Debe ceñir inmarcesibles galas,
subyugar o abatir… y tener alas.

Trabajo es gloria: ¡trabajad, poeta,
mellad vuestro buril en la faceta!

Si queréis oficiar en el santuario
de la fama, triunfar en la tarea,
cread… y sed orfebre y lapidario:
haced un luminar de cada idea
y haced de cada verso un solitario.



Poema Idilio Eterno de Julio Florez Rea



Ruge el mar, y se encrespa y se agiganta;
la luna, ave de luz, prepara el vuelo
y en el momento en que la faz levanta,
da un beso al mar, y se remonta al cielo.

Y aquel monstruo indomable, que respira
tempestades, y sube y baja y crece,
al sentir aquel ósculo, suspira…
y en su cárcel de rocas… se estremece

Hace siglos de siglos que, de lejos
tiemblan de amor en noches estivales;
ella le da sus límpidos reflejos,
él le ofrece sus perlas y corales.

Con orgullo se expresan sus amores
estos viejos amantes afligidos;
Ella le dice «¡te amo!» en sus fulgores,
y él responde «¡te adoro!» en sus rugidos.

Ella lo aduerme con su lumbre pura,
y el mar la arrulla con su eterno grito
y le cuenta su afán y su amargura
con una voz que truena en lo infinito.

Ella, pálida y triste, lo oye y sube
por el espacio en que su luz desploma,
y, velando la faz tras de la nube,
le oculta el duelo que a su frente asoma.

Comprende que su amor es imposible,
que el mar la copia en su convulso seno,
y se contempla en el cristal movible
del monstruo azul en que retumba el trueno.

Y, al descender tras de la sierra fría,
le grita el mar: «¡en tu fulgor me abraso!»
¡No desciendas tan pronto, estrella mía!
¡Estrella de mi amor, detén el paso!

Un instante mitiga mi amargura,
ya que en tu lumbre sideral me bañas
¡No te alejes!… ¿no ves tu imagen pura,
brillar en el azul de mis entrañas?»

Y ella exclama, en su loco desvarío:
«Por doquiera la muerte me circunda,
¡Detenerme no puedo monstruo mío!
¡Compadece a tu pobre moribunda!

Mi último beso de pasión te envío;
mi postrer lampo a tu semblante junto!»
y en las hondas tinieblas del vacío,
hecha cadáver, se desploma al punto.

Entonces, el mar, de un polo al otro polo,
al encrespar sus olas plañideras,
inmenso, triste, desvalido y solo,
cubre con sus sollozos las riberas.

Y al contemplar los luminosos rastros
del alba luna en el oscuro velo,
tiemblan, de envidia y de dolor, los astros
en la profunda soledad del cielo.

Todo calla… el mar duerme, y no importuna
con sus gritos salvajes de reproche;
y sueña que se besa con la luna
en el tálamo negro de la noche.



Poema Introducción de Julian Del Casal



Árbol de mi pensamiento
Lanza tus hojas al viento
Del olvido,

Que, al volver las primaveras,
Harán en ti las quimeras
Nuevo nido;

Y saldrán de entre tus hojas,
En vez de amargas congojas,
Las canciones

Que en otro mayo tuvisteis,
Para consuelo de tristes
Corazones.



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad