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Poema Hay Dolores Que Se Agrupan De Costado… de Elsa López



Hay dolores que se agrupan de costado.
Hay dolores alegres de brillantes colores
que iluminan la casa y te inventan canciones.
Y hay dolores oscuros de incalculables formas
que se filtran de día en las aceras
y te impregnan de luto las alcobas.
El dolor que yo tengo tiene un nombre concreto.
Se llama como tú y a ti se te parece.
Tiene tus mismos rasgos, tus mismas cicatrices,
tu manera invencible de rasgarme la herida
y dejarme las tardes y el domingo perdidos.



Poema Ha Averiguado El Nombre Que Le Ha Correspondido de Elsa López



Ha averiguado el nombre que le ha correspondido
y se define ausente, exiliada del sueño,
emigrante, perpleja, desgajada,
sin billete de vuelta.

Se declara sin fuerzas
y pide con vergüenza un poco de ternura.
Que le devuelvan, por favor, el mar.



Poema Huellas De Gaviotas de Elina Wechsler



A Clara y Federico

Mediodía, agujero de luz,
gaviotas en vuelo alto.
Al atardecer parecen no estar, sin embargo
sus huellas precisas
han dejado marca sobre la arena.
?A veces creemos el horizonte libre de huellas,
creemos haber cruzado definitivamente las aguas?
Atardecer.
Huellas de gaviotas,
claras indicaciones de que hubo mediodía,
cuando el hambre de mundo
nos arroja a la playa.
Marcas precisas.
Un pez muerto en la orilla
entorpece lo que sólo tendría que ser camino.
El mal de la muerte entorpeciendo el paso.
Huellas de gaviotas.
El mediodía estallará tan sol de verano, tan brutal,
que perderán las huellas hasta el atardecer.
Huellas de gaviotas.
Levanten los ojos hacia las dunas.
Quietas, inconmovibles sobre la arena,
mirando fijamente el mar. Allí están.
Somos hijos de esa fijeza.
Mañana iniciarán el vuelo,
primero rasante,
luego hacia el agujero de luz.
Huellas de gaviotas.
Las que hay que olvidar.
Para volar.
Para volver a volar.



Poema Herencias de Elina Wechsler



Un bisabuelo meciéndose en su sillón de mimbre.
Una abuela partera y crías de gorrión.
Olores a guisos y a frasquitos de éter.
La línea paterna: una ruleta, el pleno al diecisiete.
Ruidos de aviones que planean y nos llevan.
Un magma entorpeciendo las imágenes.
La partida. El regreso. Las amigas. Los muertos.
Y el Mediterráneo de los últimos veinte años que nos refleja.
Las novelas de Kundera y de Simone. Las otras.
Los tempi lentos y rápidos de escenas superpuestas.
El antes y el después del 76 y del 90.
Un niño que creció sin permiso de los sueños
y sueños que transforman personajes secundarios
en los dueños del cuento.
El café, el primer cigarrillo matutino,
los hombres que dejaron su marca en la cabeza y en el cuerpo.
Un diván al que volver en otoño,
el tiempo que todo lo consume, la virtud del olvido, veladuras del recuerdo.
De nuevo el delantal, las hermanas, la escuela,
la madre joven, la simiente, el moño en el pelo.
Los poemas de Eluard,
las obras incompletas de Freud y de Lacan,
los caramelos sugus y el rumor de la música en las venas.
El periplo.
Las historias que se mezclan antes de perfilarse
como ramas separadas del imposible poema total.
La irrupción del poema.



Poema Hoy Me Siento Un Árbol Cargado De Lluvia de Eli Galindo



Hoy me siento tendido bajo una gran oscuridad
estoy como una piedra
y fluye sobre mí
cruza su largo cuerpo como una barcaza
cubriendo todas las aguas
y se hunde
sin que las maderas humosas lleguen al fondo

es un sonido
suspendido igual a esos animales
que viven del aire
y se desplazan

Hoy me siento un árbol cargado de lluvia
que alguien sacude bruscamente

Pienso en mis antepasados
y éstos van por mis ojos cerrados como un vapor
un soplo
que recorre mi sombra
husmeando las etapas de mi vida
esa línea
puesta allí como un animal sediento
por manos extrañas
que será cortada por manos extrañas

Cerrado como un círculo
hoy no doy paso
sino a esas cosas vagas
que levantan mi cabeza
que descienden
sobre mis cinco espíritus muertos.



Poema Hechos Como Fuimos De Bermejos Llantos… de Eleonora Requena



hechos como fuimos de bermejos llantos hechos de un dolor
arcaico somos henos imbuidos en nosotros llanos de vacío
castos trepidantes nos llamamos riego fuego revelado
vivos y en armar insulsos entramados ocupamos
eso que de buena o mala gana
se proclama
tiempo



Poema Habanera Yo de Elena Tamargo



Soy otra vez muchacha en el invierno
y nadie me regala una gardenia.
Pero el regreso de mis lunas
ahíjo taciturna del fondo de la calle
casi feliz, aletargada
bajo esta piedra roja.
Retozo como un campo florecido
es la herencia adecuada de una mujer despierta
un sueño desprendido del cuerpo que lo ha usado.
Los lirios de Rosita
mis únicos testigos
esperan la lechuza
en el silencio mío del oeste.
Vuelvo en la medianoche de este invierno
acércate a escuchar mi tambor y mi oboe
acércate con riesgo de hechizarme.
Ciudad, ciudad
no mates mi manía de ser bella
de pasearme desnuda y cepillarme el pelo.
Ciudad con pajaritos y cisternas
el probable lugar donde acabó una historia.
Ay, mi ciudad
mi pasto
mi sitio recurrente
a la hora en que duermen las palomas.
Ciudad que has bendecido mis vigilias
arrástrame hacia el mar
sin farolas ni víctimas
con algas en mi pelo
y en tu pelo de sal.



Poema Hierba de Eduardo Zambrano



Aprendí de los clásicos
a no esperar nada de nadie
y todo lo que en el misterio
se madura… probarlo.

Ya no soy jardín, pero aún hay algo de hierba
después de los cuarenta años.

Frutos salvajes porque ni el árbol de la vida
ni el del conocimiento, volvieron a crecer.
Antes el incendio de la juventud
lo devastó todo.



Poema Humildad, La Fuente Inagotable de Eduardo Milán



Humildad, la fuente inagotable
de recursos naturales es un río
que no quiebra, un río
que fue lluvia, una elevada
vertiente que cae
como toda la plata, finalmente.
El hombre del rocío en la cabeza
y en los hombros, el famoso rocío
de los prados, hoy canoso,
no es más que la humildad que anda,
el otrora verdura de las eras, cabizbajo.
No está solo: una bandada
anda empapada como voz de Neruda.
Ese río, dios mortal del mar,
renace en meaculpa de la lluvia.



Poema He Emblanquecido Mi Pelo… de Eduardo Langagne



He emblanquecido mi pelo
en busca de una virtud;
no perdí la juventud,
pues la invertí en ese anhelo.
Supe de amor y desvelo
cuando nacieron mis hijos,
mantuve los ojos fijos
al descubrir la Belleza
y ha podido mi cabeza
descifrar sus acertijos.



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