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Poema Hay Un Instante de Guillermo Valencia



Hay un instante del crepúsculo
en que las cosas brillan más,
fugaz momento palpitante
de una morosa intensidad.

Se aterciopelan los ramajes,
pulen las torres su perfil,
burila un ave su silueta
sobre el plafondo de zafir.

Muda la tarde, se concentra
para el olvido de la luz,
y la penetra un don süave
de melancólica quietud,

como si el orbe recogiese
todo su bien y su beldad,
toda su fe, toda su gracia
contra la sombra que vendrá…

Mi ser florece en esa hora
de misterioso florecer;
llevo un crepúsculo en el alma,
de ensoñadora placidez;

en él revientan los renuevos
de la ilusión primaveral,
y en él me embriago con aromas
de algún jardín que hay ¡más allá!…



Poema Herido Por El Agua de Guillermo Pilía



12

Hubo otro tiempo en que íbamos a tientas:
yo escribía derecho en los renglones
de mi vida, como hombre responsable.

Pero éramos igual que dos mendigos
que viajan en la noche silenciosa
atravesando un país de lagunas.

Si todo tenía entonces un sonido
de pérdida, si estabas empeñada
en ignorar los días venideros;

y yo a veces cantaba
con una lengua de engrudo o de pan
que se me desmenuzaba en la boca.

22

Busco a veces con mi dedo un idioma
como el ladrón de tumbas busca el óbolo
en las bocas selladas de los muertos.

Pasa de labio en labio el alcanfor,
una brizna de hierba, un sustantivo
ruinoso y obsoleto:

la leche, una sortija, el pan y el vino,
una carne cubierta por las moscas,
las lluvias de Valdivia o Grazalema.

Arrojo al agua un anillo precioso.
Y sólo de tanto en tanto recojo
sonidos encarnados, como peces.

33

En vano yo buscaba ayer palabras
que tradujeran mayor santidad
que aquella de nuestros cuerpos desnudos,

otro viento mayor,
otros gestos más libres de ataduras
en el baile solar de la existencia.

Qué mezquino balbuceo esgrimía
para decir el gozo del perfume
que atravesaba el aire matutino…

Me he quedado sin voz para contar
cuando estuve por tanto viento herido,
moribundo de luz.

38

Un viento nocturno hace oscilar
el farol de la esquina con sus ráfagas,
como las alas de un ángel oscuro.

Hoy vuelve ese aire y se queda en mi boca
donde soy siempre el infante sin habla
que en las noches borroneaba papeles.

Algún día me nació esta tristeza
de adolescente que intuye el final
del verano en familia y de la infancia.

A veces, en mi niñez, sin quererlo,
en mis manos moría una luciérnaga,
mis dedos sucios de su última luz.

50

Digo sólo una sílaba:
si nadie quiere escucharla es en vano
que complete palabras.

Ninguno, más que yo, tiene la culpa
de que estas voces sean mis monedas
de comercio y a la vez mi tesoro.

¿No hice también un hoyo sobre el limo?
¿No subsistí alimentando un secreto
que las cañas nunca dieron al aire?

Finjo ver oro en la piedra que toco,
en los harapos y el pan; alegría
donde ven casi todos malvivir.



Poema Hagamos Un Poema… de Guillermo Carnero



Hagamos un poema,
con tu piel
y mis labios
con la brisa de noviembre
y los aguaceros de junio.
Pintemos de pájaros
y madrugadas
nuestras espaldas sudorosas.
Amamantemos nuestra sed
con el crepúsculo
tímido y solitario
que se corona de lunas
desparramadas
en las gotas
de los inviernos.



Poema Historia de Griselda Álvarez Ponce De León



¡Ay primavera, primavera suave!
Érase una mujer que compartía
el humus de la tierra, la armonía,
el árbol fácil y el nidal del ave.

Érase una mujer como una llave
con la que abrir un mundo de alegría,
una mujer, fugaz sabiduría,
pacífica guerrera, beso en clave.

Y érase un hombre así, de todas suertes
hombre y señor, total naturaleza,
puño gigante, lumbre de mil muertes,

abismo terminal, conciencia ilesa,
con el llanto interior, porque eran fuertes
sus ojos de metal color tristeza.



Poema H- (de Urca*) de Graciela Cros



¿Busca, intenta, reclama, necesita, suplica?
¿Qué?

LA SANTA LECHE ORIGINAL

En eso
aunque no sabe de qué habla
se esconde lo que es
y si la muerte
lo consiente
EL EXTRANJERO
removerá en lo oscuro

*Barrio de Río de Janeiro, Brasil



Poema Huelo Mal de Gonzalo Osses A Vilches



Huelo a muerte en estos días, huelo a olvido,
a poema inacabado, a tristeza, a pecado.
Huelo a estorbo de recuerdos, a Navidad de niños huérfanos.
A polvo puesto, a caras parcas, a espermios muertos.

Huelo a negro de conciencias, huelo a entierro,
a ciudad contaminada, a estribillo sin solfeos.
Huelo a guerra en Medio Oriente, a delirio en Occidente,
a luna talada, a deseo insatisfecho, a ensoñación castrada.

Huelo a lejanía del mar, huelo a censura,
a amores descompuestos, a la lujuria del cura.
Huelo mal, como a fracaso, como a podrido,
como a derrumbe y nostalgia, como a hambre de esperanza.

Huelo y pervivo, huelo y presiento, huelo y escribo;
Huelo y sé que algo ha de morir por tal olor…
Algo con mis formas, mi teléfono, nombre y dirección
Algo que se parece a mí pero que no soy yo.

Hoy. Huelo a hoy…
Huelo a cuando ya es tarde para todo



Poema Huelga de Gioconda Belli



Quiero una huelga donde vayamos todos.
Una huelga de brazos, piernas, de cabellos,
una huelga naciendo en cada cuerpo.

Quiero una huelga
de obreros de palomas
de choferes de flores
de técnicos de niños
de médicos de mujeres.

Quiero una huelga grande,
que hasta el amor alcance.
Una huelga donde todo se detenga,
el reloj las fábricas
el plantel los colegios
el bus los hospitales
la carretera los puertos.

Una huelga de ojos, de manos y de besos.
Una huelga donde respirar no sea permitido,
una huelga donde nazca el silencio
para oír los pasos del tirano que se marcha.



Poema Huellas de Gioconda Belli



Pronto me marcharé a selvas de humo y de concreto
andaré calles de ciudades hostiles
mi nombre sonará a otro nombre
mi rostro parecerá otro rostro
Por eso aquí, esta tarde
así quiero quedarme
viendo desde lo alto mi rebaño de volcanes azules
dejando que el paisaje se me crezca por dentro
que el lago se me instale en los pulmones
que las nubes se expandan en mi sangre
que me nazcan volcanes en los ojos
que esta visión de mito y epopeya
alimente mis ríos interiores
con los que me sostendré
cuando abra la distancia su profunda frontera.



Poema Hermosura De La Dialéctica de Gioconda Belli



a Cosme, mi profesor de filosofía

Estoy viva
como fruta madura
dueña ya de inviernos y veranos,
abuela de los pájaros,
tejedora del viento navegante.

No se ha educado aún mi corazón
y, niña, tiemblo en los atardeceres,
me deslumbran el verde, las marimbas
y el ruido de la lluvia
hermanándose con mi húmedo vientre,
cuando todo es más suave y luminoso.

Crezco y no aprendo a crecer,
no me desilusiono,
ni me vuelvo mujer envuelta en velos,
descreída de todo, lamentando su suerte.
No. Con cada día, se me nacen los ojos del asombro,
de la tierra parida
el canto de los pueblos,
los brazos del obrero construyendo,
la mujer vendedora con su ramo de hijos,
los chavalos alegres marchando hacia el colegio.

Sí.
Es verdad que a ratos estoy triste
y salgo a los caminos,
suelta como mi pelo,
y lloro por las cosas más dulces y más tiernas
y atesoro recuerdos
brotando entre mis huesos
y soy una infinita espieral que se retuerce
entre lunas y soles,
avanzando en los días,
desenrollando el tiempo
con miedo o desparpajo,
desenvainando estrellas
para subir más alto, más arriba,
dándole caza al aire,
gozándome en el ser que me sustenta,
en la eterna marea de flujos y reflujos
que mueve el universo
y que impulsa los giros redondos de la tierra.

Soy la mujer que piensa.
Algún día
mis ojos
encenderán luciérnagas.



Poema Halcon Que Se Atreve de Gil Vicente



Halcón que se atreve
con garza guerrera,
peligros espera.

Halcón que se vuela
con garza a porfía
cazarla quería
y no la recela.
Mas quien no se vela
de garza guerrera,
peligros espera.

La caza de amor
es de altanería:
trabajos de día,
de noche dolor.
Halcón cazador
con garza tan fiera,
peligros espera.



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