poemas vida obra gonzalo osses a vilches

Poema Huelo Mal de Gonzalo Osses A Vilches



Huelo a muerte en estos días, huelo a olvido,
a poema inacabado, a tristeza, a pecado.
Huelo a estorbo de recuerdos, a Navidad de niños huérfanos.
A polvo puesto, a caras parcas, a espermios muertos.

Huelo a negro de conciencias, huelo a entierro,
a ciudad contaminada, a estribillo sin solfeos.
Huelo a guerra en Medio Oriente, a delirio en Occidente,
a luna talada, a deseo insatisfecho, a ensoñación castrada.

Huelo a lejanía del mar, huelo a censura,
a amores descompuestos, a la lujuria del cura.
Huelo mal, como a fracaso, como a podrido,
como a derrumbe y nostalgia, como a hambre de esperanza.

Huelo y pervivo, huelo y presiento, huelo y escribo;
Huelo y sé que algo ha de morir por tal olor…
Algo con mis formas, mi teléfono, nombre y dirección
Algo que se parece a mí pero que no soy yo.

Hoy. Huelo a hoy…
Huelo a cuando ya es tarde para todo



Poema Epitafio de Gonzalo Osses A Vilches



El día que me mate,
los trenes llevarán minutos de retraso,
el tiempo justo para recoger mi cuerpo de las vías.

Y la ciudad se abrirá, desvencijada y pujante,
sobre la olvidad trocha de sus tranvías.

No sé qué rumor acunó mi amor por sus veredas,
pero es como si fuera ayer que mi viejo la narró tal como era.

Me gustaría saber que se dijera: aquí nació, vivió y murió.
Fue parte de la felicidad, fue infinito de alegrías,
no tuvo miedo de saber y de saberlo jamás lo aprendió;
ni por un segundo dijo atrás siquiera para no retroceder.

Sólo unas pocas palabras para despedir lo hecho.
estas simples reflexiones serán suficientes para la soledad de mi ego.

Y después…
una agonía de hoy en adelante.
Y al final…
una caricia al sol que nunca dejará de ponerse.



Poema Epílogo de Gonzalo Osses A Vilches



No me mires, con tus verdes ojos gastados,
no me llames, con tu boca suave y quebrada,
no me extiendas tus tibias manos amantes,
ni menos, camines en puntillas por mi mente.

Porque entonces ?si haces eso? sé que no soy dios,
me siento débil, enfermo, pequeño,
y me escondo en mi alma de niño,
y entiendo mi soledad y lloro y me asusto.

Porque todavía no aprendo a ser indiferente.
Por eso te busco, día a día, desesperadamente.
Y aprendo a ocultar el dolor de no verte, cuando miro
y de verte, cuando decido cerrar los ojos.

Hasta que te encuentro entre recuerdos
y le hago preguntas a mi pasado
y exijo respuestas de tu presente,
que venzan mis miedos, llenen mis vacíos,
y me devuelvan la esperanza,
que es el verde más verde que he perdido.



Poema El Hombre Que Mira Al Poniente de Gonzalo Osses A Vilches



Sobre las llanuras
del cielo atardeciendo
cabalgan figuras,
como manchas.

Un hombre
mira hacia el poniente.

A sus espaldas
la oscuridad avanza.

Pero la mirada
viaja con la luz
y se desprende.

El hombre
se ha quedado sin los ojos.



Poema Ecos de Gonzalo Osses A Vilches



Observa como se alejan… volando.
Mira como regresan… humillados.

Siente el dolor en sus rostros,
la palabra que corre por sus venas,
escucha su agonía eterna…

No los toques; se pueden caer y se rompen
no los llores ?no tiene sentido? ellos no mueren

Sólo observa como se alejan… volando
y mira como regresan… los poetas.



Poema Deseo de Gonzalo Osses A Vilches



No vuelvas,
mejor no vuelvas.

Si lo haces,
me consumirá la pena,
arderé de rabia
y moriré de celos.

Porque yo sé
que si tú vuelves,
?si alguna vez regresas?
será por mil razones
pero no será por mí.



Poema Definición de Gonzalo Osses A Vilches



No soy bueno ni malo ni bueno
Soy irresponsable,
como un niño que al salir
se mete el sol
en un bolsillo agujereado.



Poema De La Inmortalidad Del Cangrejo de Gonzalo Osses A Vilches



A mi padre

Me encontré de repente, casi sin darme cuenta
por el viejo y nunca terminado camino de los recuerdos.
Recuerdos que alguna vez fueron pasos en mis zapatos;
ilusiones en mi alma, lágrimas en mis ojos.
Recuerdos que son sonrisas de niño,
esas mismas que uno siempre extraña por lo cristalinas
y por la inexplicable tibieza que las engendró,
quién sabe a través de qué misteriosos detalles.

Y cuando recordé me reencontré con tu imagen.
Noté la caricia de tu presencia en el aire,
el aroma siempre joven de tus días y sonreí,
deseé hablarte a través de este manto de distancias,
o acariciarte de manera sencilla; casi tímida.

Porque de todos los hombres que he amado, has sido el más perfecto.
Porque a veces las palabras se muestran impotentes o mudas
ante el empuje de nuestra difusa humanidad.
Y ¿sabes? … porque además es tu día, papá,
el día de los viejos macanudos con sabor a padres.

Sí , ya sé.
Sé que estamos lejos, ¡pero si es lo mismo!
¿No entiendes? Lo mismo…
porque siempre te veo majestuoso como el amanecer
que nos despierta orgulloso de poder ofrecernos su sol.
Y le digo, y te digo ¡Buen día!,
pero también digo, ¡viejo, te quiero!

¿Ves?, ya iniciamos nuevamente el diálogo.
Tírame un salvavidas (por favor) … y después ¡rememos juntos!
agarra tu guitarra y cantemos: inventa una melodía, yo pongo la letra.

Tú y yo pateando a dúo la distancia caprichosa de dos ciudades distintas.
Tómate un trago, viejo. La distancia… ¡La distancia es una mentira!
y hablemos de lo que sea, de ti, de mí, del clima…
mejor aún, ¡hablemos de la inmortalidad del Cangrejo!
Total… La locura, esta noche, corre por mi cuenta.



Poema Cuenta Regresiva de Gonzalo Osses A Vilches



Las luces se apagan… Valparaíso está oscuro.
Los fusiles apuntan hacia la presa de turno, que soy yo,
que tuve alma, que amé sin calmas.

Las sirenas se encienden, silenciosa esperanza,
el domingo se acaba, otro lunes insomne
escribiéndole al alba.

¡Siete!
El conteo se inicia: con vista al mar los fusiles,
ya no hay prisas, no hay risas,
nadie es testigo del crimen.

¡Seis!
Los recuerdos se mezclan con mis sueños de infancia,
¡Yo quise ser y no fui! ¡es mi pecado!
grito al compás de una marcha.

¡Cinco!
No creo en dioses ni cielos, tampoco en ardientes infiernos,
no quiero flores, ni un réquiem, ni discursos de entierro,
ni mentiras piadosas, que no se diga ¡fue bueno!

¡Cuatro!
Hay una madre que sueña y siente el peligro en la carne,
hay un amante que duerme, que piensa que todo es como antes.
hay una luna, la siento… apesta a ella nuestro aire.

¡Tres!
Miranda ausente en el alba,
peligro inminente al sol de la mañana,
el otoño brilla en cristales amarillos,
el puerto canta sus boleros del olvido.

¡Dos!
¡Preparen! ¡Presenten armas! ¡Rodilla al suelo!
pienso en ti la última vez, pienso en olas de otras tierras,
los tormentos de mi alma sin razón, de mi fe desperdiciada,
arremetiendo contra mi, transformando en mil jirones mi alma.

¡Uno!
¡Apunten! La voz del verdugo señala mi pecho,
mis pecados son latentes, revolotean en el aire;
ese afán por mentir, ese sueño anacoreta,
la pretensión inacabable de creerme un buen poeta
los sueños incumplidos y el deseo de vivir esta vida sin sentido.

¡Fuego!
¡Disparen! grita un conjunto de voces,
mi padre, mi hermano, incluso la voz de mi amante

…y frente al mar, detrás del sol, no habrá ni una sola lágrima que brote,
no sonará la trompeta, no se encenderá ni una vela,
¡Hoy ha muerto un artista! No faltará quién lo reemplace
¡Hoy nace un buen hombre! Ojalá que no sepa escribir ni su nombre.

Después,
suena el clarín anunciando esta sentencia cumplida,
la orden del día me dice que estoy viviendo otra vida.
Y frente a mi, las hojas secas, la vida muerta

¡Tiro de gracia!
La soledad avanza, siniestra, oscura,
vienen a extirparme el tumor de la locura.

Ahora,
No tengo frío, no tengo nombre, no tengo sueños,
mis manos yacen a un costado del camino.

No siento nada, no tengo manos
¡Me han dejado ciego!



Poema Cuánto Te Odio Distancia de Gonzalo Osses A Vilches



¡Cuánto te odio distancia!

Vestida de puta disimulas tu ingenuidad,
con tu ligero de olvido alimentas el recuerdo
¡cuánto te odio distancia!

La rabia que llevo dentro te la debo a ti
¿contenta? ¡deberías!
porque no puedo matarte

Te escupo en la cara si miro una foto
y entrada la noche me revuelco solo,
sacudido por tu estúpida risa.

¡Cuánto te odio distancia!
Como quisiera deshacerte, enamorarte, dejarte
y estrujarte poco a poco y volverte nada…
y pisarte ?con los pies?
hasta que la luz se acabe, hasta quemarte de frío,
distancia… ¡Cuánto te odio!



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad