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Poema Espera, Octubre… de Gilberto Owen



Espera, octubre.
No hables, voz. Abril disuelve apenas
la piel de las estatuas en espuma,
aún canta en flor el árbol de las venas,
y ya tu augurio a ras del mar, tu bruma
que sobre el gozo cuelga sus cadenas,
y tu clima de menta, en que se esfuma
el .pensamiento por su laberinto
y se ahonda el laberinto del instinto.

No quemes, cal. No raye las paredes
de aire de abril de mi festín tu aviso.
Si ya me sabes presa de tus redes,
si a mi soñar vivir nací sumiso,
vuelve al sueño real de que procedes,
déjame roca el humo infiel que piso,
deja a mi sed el fruto, el vino, el seno,
y a mi rencor su diente de veneno.

Espejo, no me mires todavía.
Abril nunca es abril en el desierto,
y me espía tu noche todo el día
para que al verte yo me mire muerto;
Narciso no murió de egolatría,
sí cuando le enseñé que eres incierto,
que eres igual al hombre que te mira
y que al mirarse en ti ya no se mira.



Poema El Naufragio de Gilberto Owen



Esta mañana te sorprendo con el rostro tan desnudo que temblamos;
sin más que un aire de haber sido y sólo estar, ahora,
un aire que te cuelga de los ojos y los dientes,
correveidile colibrí, estático
dentro del halo de su movimiento.
Y no hablas. No hables,
que no tienes ya voz de adivinanza
y acaso te he perdido con saberte,
y acaso estás aquí, de pronto inmóvil,
tierra que me acogió de noche náufrago
y que al alba descubro isla desierta y árida;
y me voy por tu orilla, pensativo, y no encuentro
el litoral ni el nombre que te deseaba en la tormenta.

Esta mañana me consume en su rescoldo la conciencia de mis llagas;
sin ella no creería en la escalera inaccesible de la noche
ni en su hermoso guardián insobornable:
aquí me hirió su mano, aquí su sueño,
en Emel su sonrisa, en luz su poesía,
su desamor me agobia en tu mirada.
Y luché contra el mar toda la noche,
desde Homero hasta Joseph Conrad,
para llegar a tu rostro desierto
y en su arena leer que nada espere,
que no espere misterio, que no espere.

Con la mañana derogaron las estrellas sus señales y sus leyes
y es inútil que el cartógrafo dibuje ríos secos en la palma de la mano.



Poema El Infierno Perdido de Gilberto Owen



Por el amor de una nube
de blanda piel me perdí
duermo encadenado al cielo
sin voz sin nombre sin ser
sin ser voz suena mi nombre
mas donde sueña no sé
que se me enredó la oreja
descifrando un caracol
tras una reja de olas
lo hará burbujas un pez
mas mi boca ya no sabe
la sílaba sal del mar
sílaba de sal que salta
del mar a mis ojos sin
lágrimas que la desposen
y el frío mal traductor
mal traidor ángel del frío
roba mi nombre de ayer
y me lo vuelve sin fiebre
sin tacto sin paladar
contacto bobo del cero
grados que era su inicial
con su tardes de ceniza
en mi lengua de alcohol
en su verde voz de llama
de menta ahoga en mi voz
con su blando amor de nube
que el orden me encadenó.



Poema Discurso Del Paralítico de Gilberto Owen



Encadenado al cielo, en paz y orden,
mutilado de todo lo imperfecto,
en esta soledad desmemoriada
?paisaje horizontal de arena o hielo?
nada se mueve y ya nada se muere
en la pureza estéril de mi cuerpo.

Solo la ausencia. Sólo las ausencias.
A la luz que me ofusca, en el silencio
del aire ralo inmóvil que me envuelve
en las nubes de roca de este cielo
de piedra de mi mundo de granito,
sólo una ausencia viuda de recuerdos.

Pues quise ver la lumbre en las ciudades
malditas. Quise verlas flor de fuego.
Quise verlas el miércoles. Al frente
no me esperaba ya sino un incesto
y el carnaval quemaba en sus mejillas
y el último arrebol de mi deseo.

Aquí me estoy. La sal va por mis brazos
y no llega a mis ojos, río yerto,
río más tardo aún de la cisterna
del pulso de mi sombra en el espejo,
camino desmayado aquí, a la puerta
de mi Cafarnaúm, allí, tan lejos.

No ser y estar en todas las fronteras
a punto de olvidarlo o recordarlo todo totalmente.
en mi lenguaje de crepúsculos
no hay ya las voces mediodía, ni altanoche, ni sueño.

Por mi cuerpo tendido no han de llegar las olas a la playa
y no habrá playas nunca,
y por mí, horizontal, no habrá nunca horizontes.

Hosco arrecife, aboliré los litorales.
Los barcos vagarán sin puerto y sin estela
?pues yo estaré entre su quilla y el agua?
40 noches y 40 días,
hasta la consumación de los siglos.

(Si tuviera mis ojos, mis dedos, mis oídos,
iba a pensar una disculpa para cantarla esa mañana.)

Venganza, en carne mía, de la estatua
que condené para mi gula al tiempo,
a moverse, olvidada de sus límites,
a palabras de vidrio sus silencios.
Venganza de la estatua envejecida
por el fláccido mármol de su seno.

Y Conventry. La lumbre de mis ojos
en los ijares lánguidos hundieron,
Lady Godiva que se me esfumaba
muy nube arrebatada por el viento,
y era Diana dura, o sus lebreles,
o la hija de Forkis y de Ceto.

Porque yo tuve un día una mañana
y un amor. Fino y frío amor, tan claro
que lo empañaba el tacto de pensarlo.

Vi al caballo de azogue y al pez lúbrico
por cuya piel los ríos se deslizan,
lentos para su imagen evasiva.

Y tendría también un nombre, pero
no logró aprehenderlo la memoria,
pues mudaba de sílabas su idioma
cuando las estaciones de paisajes.

Aún canta el hueco que dejó en mi mano
la translúcida mano de su sombra,
y en mi oreja el mar múltiple del eco
de sus pausas aún brilla.

Huyó la forma de su pensamiento
a la Belén alpina o subterránea
donde los ríos nacen, y velaron
su signo las palomas de Diodona.

Y una voz en las rutas verticales
del mediodía al mediodía por mis ojos:

?Cuando el sol se caía del cielabril de México
el aire se quedaba iluminado hasta la aurora.?

?Las muchachas paseaban como cocuyos
con un incendio de ámbar a la grupa,
y en nuestros rostros de ángeles ardían canciones y alcoholes
con una llama impúdica e impune.?

?Nuestras sombras se iban de nosotros,
amputaban de nuestros pies los suyos
para irse a llorar a los antípodas
y decíamos luna y miel y triste y lágrima
y eran simples formas retóricas.?

(¿No recuerdas, Winona, no recuerdas
aquel cuarto de Chelsea? El alto muro
contra los muros altos, y las cuerdas
con su ropa a secar al are impuro.

Y el río de tu cuerpo, desbordado
de luz de desnudez, y más desnuda
adentro de sus aguas, tú, y al lado
tuyo tu alma mucho más desnuda.

Y recuerda, Winona, aquel instante
de aquel estío que arrojó madura
tu cereza en la copa del amante.

Y el grito que me guiaba en la espesura
de tu fiebre, y en mi fiebre calcinante
entrelazada a tu desgarradura.)

Pero la tarde todo lo diluye.

La luz revela sus siete pecados
que nos fingieron una salud sola
y oímos y entendemos y decimos
las blandas voces que a la voz repugnan:
lágrimas, miel, candor, melancolía.

Porque la tarde todo lo dispersa.

Todas las mozas del mundo destrenzan sus brazos y acaba la ronda,
a las seis de la tarde se sale de las cárceles
y están cerradas las iglesias.
Nada nos ata a nada
y, en libertad, pasamos.

Mirad, la tarde todo me dispersa.

Que ya despierte el que me sueña.
Va a despertar exhausto, Segismundo,
un helado sudor y un tenebroso
vacío entre las sienes. Pero el premio
que habrá en su apremio de sentirse móvil…

Alargará las manos ateridas
y de su vaso brotará la blanca
flor de la sal de frutas. Y en cien gritos
repetirá su nombre y todo el día
saltará por los campos su alarido.
Y por la noche ha de llegar exhausto,
mas no podrá dormirse, Segismundo.

Que ya despierte. Son treinta y tres siglos,
son ya treinta y tres noches borrascosas,
que le persigo yo, su pesadilla,
y el rayo que le parta o le despierte.
Quien lo tiene en sus manos me lo esquiva.

Clave

Donde el silencio ya no dice nada
porque nadie lo oye; a esta hora
que no es la noche aún sino en los vacuos
rincones en que ardieron nuestros ojos;

donde la rosa no es ya sino el nombre
sin rosa de la rosa y nuestros dedos
no saben ya el contorno de las frutas
ni los labios la pulpa de los labios,

grita Elías (arrebatado en llamas
a cualquier punto entre el cielo y la tierra)
grita Elías su ley desacordada
en el viento enemigo de las leyes:

?Cuando la luz emana de nosotros
todo dentro de todos los otros queda en sombras
y cuando nos envuelve
¡qué negra luz nos anochece adentro!?



Poema Booz Ve Dormir A Ruth de Gilberto Owen



La isla está rodeada por un mar tembloroso
que algunos llaman piel. Pero es espuma.
Es un mar que prolonga su blancura en el cielo
como el halo de las tehuanas y los santos.
Es un mar que está siempre
en trance de primera comunión.

Quién habitara tu veraz incendio
rodeado de azucenas por doquiera,
quién entrara a tus dos puertos cerrados
azules y redondos como ojos azules
que aprisionaron todo el sol del día,
para irse a soñar a tu serena plaza pueblerina
?que algunos llaman frente?
debajo de tus árboles de cabellos textiles
que se te enrollan en ovillos
para que tengas que peinártelos con husos.
He leído en tu oreja que la recta no existe
aunque diga que sí tu nariz euclidiana;
hay una voz muy roja que se quedó encendida
en el silencio de tus labios. Cállala
para poder oír lo que me cuente
el aire que regresa de tu pecho;
para saber por qué no tienes en el cuello
mi manzana de Adán, si te la he dado;
para saber por qué tu seno izquierdo
se levanta más alto que el otro cuando aspiras;
para saber por qué tu vientre liso
tiembla cuando lo tocan mis pupilas.
Has bajado una mano hasta tu centro.

Saben aún tus pies, cuando los beso,
al vino que pisaste en los lagares;
qué frágil filigrana es la invisible
cadena con que ata el pudor tus tobillos;
yo conocí un río más largo que tus piernas
?algunos lo llamaban Vía Láctea?
pero no discurría tan moroso
ni por cauce tan firme y bien trazado;
una noche la luna llenaba todo el lago;
Zirahuén era así dulce como su nombre:
era la anunciación de tus caderas.
Si tus manos son manos, ¿cómo son las anémonas?
Cinco uñas se apagan en tu centro.

No haber estado el día de tu creación, no haber estado
antes de que Su mano te envolviera en sudarios de inocencia
?y no saber qué eres ni qué estarás soñando.
Hoy te destrozaría por saberlo.



Poema Allá En Mis Años… de Gilberto Owen



Allá en mis años Poesía usaba por cifra una equis,
y su conciencia se llamaba quince.
¿Qué van a hacer las rosas
sin quien les fije el límite exacto de la rosa?

¿Qué van a hacer los pájaros (hasta los de cuenta)
sin quien les mida el número exacto de su trino?
Ahora pájaros y rosas tendrán que pensar por sí mismos
y la vida será muchísimo más sin sentido.
Como la esclava que perdió a su dueño
(y tú eras su amo y él tu esclavo),
así irás Poesía por las calles de México.



Poema Al Espejo de Gilberto Owen



Me quedo en tus pupilas, sin convite a tu fiesta de fantasmas.
Adentro todos trenzan sus efímeros lazos,
yo solo afuera, y sin amor, mas prisionero,
yo, mozo de cordel, con mi lamento, a tu ventana,
yo, nuevo triste, yo, nuevo romántico.

Dentro de ti, las nupcias de hielo al sol del árbol y la nube,
pareadas risas que se pierden por perdidos senderos,
la inevitable luna casi líquida,
el agua rota en trinos y en su música un lirio y una abeja en su estigma
y en su aguijón tu anhelo de olvidarme.

Yo, en alta mar de cielo
estrenando mi cárcel de jamases y siempres.

Dentro de ti, la casa, sus palmeras, su playa,
el mal agüero de los pavos reales,
jaibas bibliopiratas que amueblan sus guaridas con mis versos,
y al fondo el amarillo amargo mar de Mazatlán
por el que soplan ráfagas de nombres.
Mas si gritan el mío responden muchos rostros que yo no conocía
o que borró una esponja calada de minutos,
como el de ese párvulo que esta noche se siente solo e íntimo
y que suele llorar ante el retrato
de un gambusino rubio que se quemó en rosales de sangre al mediodía.



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