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Poema Falo De Ayer de Genaro Ortega Gutiérrez



Profanas candelas te conducen
permanentemente a callejones sin salida,
huecos donde pierden el perfil las caricias
y la sombra aborrece la salada fluidez
de la almendra.
Básicamente
es el viento quien esta tarde
pone el dedo en la llaga,
consciente
de su poder evocador de bramidos y naufragios,
cuando empieza a narcotizarte
la rutina, y los sonetos
no aportan un grano de arena al espejo
que se encorva al final del pasillo.
!Qué lujo hubiera sido
poder atisbar ese mar azul,
jardín de flores mestizas
con los estambres cargados de polen
y el diálogo siempre en clave!



Poema Erupción Nasal de Genaro Ortega Gutiérrez



Un buen día, las cosas
se fueron por otros derroteros,
y el vientre se te quedó
tapizado de polvo y de desidia.
Las circunstancias que envolvieron
tu embelesamiento
te colocan en el umbral de un prodigioso
y complejo retablo, donde las palabras
curan la pasión
como cualquier otra deformación profesional.
Acaso la extraña actitud,
tu gallardía de entonces,
se debiera principalmente a los efectos benéficos
de la brisa serena y celosa
sobre su busto.
Ya está.
Aclaradas las cosas,
no hace falta ir más adelante.



Poema El Ojo Del Huracán de Genaro Ortega Gutiérrez



Gracias a la generosidad de la lluvia
has mesurado esta tarde
los extremos recónditos del jardín:
un fotograma en blanco y negro. Lentitud
que ennoblece la llanura del plano
y te convoca a la calidez
de otra historia, reduciéndolo todo
a su última pasión nefanda.
Como un amor adolescente
o un atentado terrorista,
en cuya gravitación se mueve, inexorable,
la palabra que conspira
-desalmada-,
puesta al servicio de unos dogmas
que buscan equivalencia
entre el espíritu y la forma,
entre el amanecer y el mar.
Quizás,
después de todo,
la verdadera poesía está
fuera del tiesto.



Poema Crónica De Candelas Que Siguen Sin Responder En Virtud De Directas O Indirectas Razones de Genaro Ortega Gutiérrez



Pues tal vez
todo resulte,
sencillamente,
un inmenso malentendido lírico.



Poema Con Las Cejas Pobladas de Genaro Ortega Gutiérrez



Lo mires por donde lo mires
el fenómeno es siempre el mismo:
muros ante la soledad
que corren riesgo de hundimiento
en los días plañideros.
Ruina, araña y polvo.
Noches trazadas con líneas borrachas,
en las maderas que sopesan
lo ofrecido con lo tomado
y velan.
A veces, sin embargo, aparecen
minúsculas invenciones,
-llueve sobre mojado-
la sustancia de ese adentramiento que es
la hora más difícil.
(Tú sabes apreciar estas cosas;
nobleza obliga.)
A menudo, están al alcance de la mano,
entre la espada y la pared,
primeros geranios del balcón
que despiertan un legítimo delirio,
legendario.
El tópico se hace realidad cuando
el examen consiste en crear espacios ilusorios,
postales, billetes, grifos y muñecas.
Tiovivos salidos de tu boca
en el patinaje silencioso de los sueños
y las vidas,
rutilantes, como rosas
sobre terciopelo negro.
De la seria hostilidad de los ritmos
para perder los papeles y las formas
ya tienes factura.



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