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Poema Gloria Fuertes Que Estás En Los Cielos de Belen Reyes



Gloria Fuertes que estás en los cielos
Con el Dios del anciano del parque,
con el Dios que tejiste en tus versos…
Con el dios que te hizo payaso
Gloria Fuertes que estás en los cielos…

Gloria Fuertes que estás en los niños
En los hombres y mujeres del pueblo.
Gloria Fuertes que un mes de noviembre
Te escapaste sin boli y cuaderno.
Gloria Fuertes que estás donde Philips
Donde Chelo, Asunción y otros muertos
Gloria Fuertes que ya sabes todo
Lo que pasa después del silencio

Gloria Fuertes que estás en mi vida
Te has llevado un buen trozo del pecho.
Gloria Fuertes que estás donde sea..
No me basta la voz del recuerdo…
Yo te quiero en tu casa y tus cosas
Con un wiskhy un pitillo y un verso.



Poema Gala No Alegues de Bartolome Leonardo De Argensol



Gala, no alegues a Platón o alega
algo más corporal lo que alegares,
que esos cómplices tuyos son vulgares
y escuchan mal la sutileza griega.

Desnudo al sol y al látigo navega
más de un amante tuyo en ambos mares
que te sabe los íntimos lunares
y quizá es tan honrado que lo niega.

Y tú, en la metafísica elevada,
dices que unir las almas es tu intento,
ruda y sencilla en inferiores cosas;

pues yo sé que Apuleyo más te agrada
cuando rebuzna en forma de jumento
que en la que se quedó comiendo rosas.



Poema Galope de Salvador Espriu



En tanto cabalgas temor, caminos,
potradas de noche y de voces, solitario
jinete ciego y ventoso, caído de golpe
en la paz, no pensado para siempre jamás.

Versión de José Batlló



Poema Gladys, Morena Sílfide de Armando Lopez Munoz



En este medio día del trópico
tu cuerpo se iba amotinando pájaros,
pequeña sílfide del Caribe;
el sol, vertical y broncíneo, caía en plena calle,
hesitando en la prisa de los hombres reverberándote…
Nada te ha vulnerado al descubrirnos
tu apoteósico escorzo;
mariposa fugaz,
vela blanca que hinchaba el Mar Caribe.
Doblando Yucatán, que desparrama los caminos,
todo se hace instantáneo
más tu, trascendente y fugaz,
llegas a establecerte en el recuerdo.
Llegas a establecerte como un grito de júbilo,
hembra ajena e indócil,
apoteósica y libre.
Libre,
como una vela blanca que hinchara el Mar Caribe.



Poema Giacomo Casanova Acepta El Cargo De de Antonio Colinas



EN BOHEMIA, EL CONDE DE WALDSTEIN

Escuchadme, Señor, tengo los miembros tristes.
Con la Revolución Francesa van muriendo
mis escasos amigos. Miradme, he recorrido
los países del mundo, las cárceles del mundo,
los lechos, los jardines, los mares, los conventos,
y he visto que no aceptan mi buena voluntad.
Fui abad entre los muros de Roma y era hermoso
ser soldado en las noches ardientes de Corfú.
A veces, he sonado un poco el violín
y vos sabéis, Señor, cómo trema Venecia
con la música y arden las islas y las cúpulas.
Escuchadme, Señor, de Madrid a Moscú
he viajado en vano, me persiguen los lobos
del Santo Oficio, llevo un huracán de lenguas
detrás de mi persona, de lenguas venenosas.
Y yo sólo deseo salvar mi claridad,
sonreír a la luz de cada nuevo día,
mostrar mi firme horror a todo lo que muere.
Señor, aquí me quedo en vuestra biblioteca,
traduzco a Homero, escribo de mis días de entonces,
sueño con los serrallos azules de Estambul.



Poema Giacomo Casanova Acepta El Cargo De Bibliotecario Que Le Ofrece, En Bohemia, El Conde De Waldstein de Antonio Colinas



Il vostro passo di velluto
E il vostro sguardo di vergine violata.

Dino Campana

Escuchadme, Señor, tengo los miembros tristes.
Con la Revolución Francesa van muriendo
mis escasos amigos. Miradme, he recorrido
los países del mundo, las cárceles del mundo,
los lechos, los jardines, los mares, los conventos,
y he visto que no aceptan mi buena voluntad.
Fui abad entre los muros de Roma y era hermoso
ser soldado en las noches ardientes de Corfú.
A veces he sonado un poco el violín
y vos sabéis, Señor, cómo trema Venecia
con la música y arden las islas y las cúpulas.

Escuchadme, Señor, de Madrid a Moscú
he viajado en vano, me persiguen los lobos
del Santo Oficio, llevo un huracán de lenguas
detrás de mi persona, de lenguas venenosas.
Y yo sólo deseo salvar mi claridad,
sonreír a la luz de cada nuevo día,
mostrar mi firme horror a todo lo que muere.
Señor, aquí me quedo en vuestra biblioteca,
traduzco a Homero, escribo de mis días de entonces,
sueño con los serallos azules de Estambul.



Poema Generaciones de Antonio Aliberti



Acurrucado entre fajas sábanas
bulto bajo la colcha prendido a la almohada
(posición fetal)
pido a mi madre:

acaríciame la frente
no me dejes salir.

Pero están los hijos; duermen, sueñan
dicen:
despiértanos
queremos vivir.



Poema Galeras De Lepanto de Angeles Mora



Amarrado al duro banco.

A. Errol Flynn

Siempre supimos
que la traición fue un arma de dos filos
o que la muerte deja por los labios
?viejo alfanje de Orán, oh cimitarra?
huellas de cianuro en cada puerto.

Aún así
no despejes la incógnita del día
déjala navegar…
y aunque la risa
sea tantas veces trágica
mente incierta
no dudes inventarla
cada hora a lo lejos:
la sucia mar de invierno
amarrada a aquel banco.

Más vale confundir y ser malditos
remeros de galeras
pues frente a la bajeza sonríe cada tarde
y el látigo del cómitre no olvida
repetir nuestra historia…
Más vale deslizarse a la deriva
saludar a la luna si te aburres
y regalar tu asco en la taberna.

?Ser duro o ser esclavo
aun con ramas de espliego-

De todos modos, digo, no te excuses jamás.
Provoca galeotes, eso resulta claro
como una sobredosis de la vida.

A veces sólo queda huir hacia adelante
como lucha un corsario, atroz, en la bajura…



Poema G… de Angela Ibanez



Silueteando el paranoico horizonte
Difuso del día,
Diariamente logopedaleado
Por las amarantas de las horas
Asesinadas por la amarga
Cicuta de la rutina.

Morosamente sufrida se descuelga
La espera tricúspide,
Aracnoideo acuoso
Que tiende la telaraña ocular
De los sentidos.

El hambre inhibe el silbido
Saprofito del estómago
Envenenando el canto
Aerofágico de la voz.



Poema Glosas En Homenaje A J.g. de Angel Gonzalez



I

Sí:
la realidad propone siempre sueños,
mas sólo uno entre muchos elige la mirada.

De quien madruga a verla,
y no del sol,
procede
?aunque él no se lo crea?
la luz
que ordena y fija el mundo
en sus formas más bellas:
Damas altas, calandrias…

Vistas así las cosas,
iluminadas por amor tan claro
¿cómo van a negarse?
Dóciles, entregadas
a su más alto vuelo,
se demoran, esperan, se eternizan.

II

Cazadoras al filo de la aurora.

Cobrar la plenitud, guardar el canto
como trofeo y ¡a volar las alas!

Contra un mundo fugaz, esquivo y raudo,
que salta a su «seré» de el «ya he sido»,
pupilas aún más rápidas
lanzan dardos certeros.

Difícil blanco ofrece hoy la mañana:
escorzo de cristal que pasa huyendo
de no sé qué jaurías invisibles.
¿Un instante del iris?
Rasga el silencio y…
¡Luz ilesa!

He ahí la eternidad, en dos palabras.



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