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Poema Bendito Sea El Año de Francesco Petrarca



Bendito sea el año, el punto, el día,
la estación, el lugar, el mes, la hora
y el país, en el cual su encantadora
mirada encadenóse al alma mía.

Bendita la dulcísima porfía
de entregarme a ese amor que en mi alma mora,
y el arco y las saetas, de que ahora
las llagas siento abiertas todavía.

Benditas las palabras con que canto
el nombre de mi amada; y mi tormento,
mis ansias, mis suspiros y mi llanto.

Y benditos mis versos y mi arte
pues la ensalzan, y, en fin, mi pensamiento,
puesto que ella tan sólo lo comparte.

Versión de F. Maristany



Poema Si El Fuego Con El Fuego No Perece de Francesco Petrarca



Si el fuego con el fuego no perece
ni hay río al que la lluvia haya secado,
pues lo igual por lo igual es ayudado,
y a menudo un contrario al otro acrece,

Amor -que un alma en dos cuerpos guarece-,
si has siempre nuestras mentes gobernado,
¿qué haces tú que, de moda desusado,
con más querer, así el de ella decrece?

Tal vez igual que el Nilo que, cayendo
desde muy alto, su contorno atruena,
o cual sol que, al mirarlo, está ofuscando,

el deseo que consigo no consuena,
en su objeto extremado va cediendo
y, al espolear demás, se va frenando.



Poema A Una Joven Bajo Un Verde Laurel de Francesco Petrarca



Vi más blanca y más fría que la nieve
que no golpea el sol por años y años;
y su voz, faz hermosa y los cabellos
tanto amo que ahora van ante mis ojos,
y siempre irán, por montes o en la riba.

Irán mis pensamientos a la riba
cuando no dé hojas verde el laurel;
quieto mi corazón, secos los ojos,
verán helarse al fuego, arder la nieve:
porque no tengo yo tantos cabellos
cuantos por ese día aguardara años.

Mas porque el tiempo vuela, huyen los años
y en un punto a la muerte el hombre arriba,
ya oscuros o ya blancos los cabellos,
la sombra ha de seguir de aquel laurel
por el ardiente sol y por la nieve,
hasta el día en que al fin cierre estos ojos.

No se vieron jamás tan bellos ojos,
en nuestra edad o en los primeros años,
que me derritan como el sol la nieve:
y así un río de llanto va a la riba
que Amor conduce hasta el cruel laurel
de ramas de diamante, áureos cabellos.

Temo cambiar de faz y de cabellos
sin que me muestre con piedad los ojos
el ídolo esculpido en tal laurel:
Que, si al contar no yerro, hace siete años
que suspirando voy de riba en riba,
noche y día, al calor y con la nieve.

Mas fuego dentro, y fuera blanca nieve,
pensando igual, mudados los cabellos,
llorando iré yo siempre a cada riba
por que tal vez piedad muestren los ojos
de alguien que nazca dentro de mil años;
si aún vive, cultivado, este laurel.

A oro y topacio al sul sobre la nieve
vencen blondos cabellos, y los ojos
que apresuran mis años a la riba.



Poema Soneto de Francesco Petrarca



Bendecidos el año, el mes, el día
y la estación y el sitio y el instante
y el hermoso país en que delante
de su mirar mi voluntad rendía.

Y bendecida la tenaz porfía
de amor entre mi pecho palpitante,
y el arco y la saeta y la sangrante
herida que en mi corazón se abría.

Bendecida la voz que repitiendo
va por doquier el nombre de mi amada,
suspiros, ansias, lágrimas vertiendo.

Y bendecido todo cuanto escribe
la mente que al loarla consagrada
en Ella y sólo para Ella vive.

Versión de Carlos López Narváez



Poema Si Con Suspiros De Llamaros Trato de Francesco Petrarca



Si con suspiros de llamaros trato,
y al nombre que en mi pecho ha escrito Amor,
de que el Laude comienza ya el rumor
del primer dulce acento me percato.

Vuestra realeza, que hallo de inmediato,
redobla, en la alta empresa, mi valor;
pero ¡Tate!, me grita el fin, que honor
rendirle es de otros hombros peso grato.

Al Laude, así, y a reverencia, enseña
la misma voz, sin más, cuando os nombramos,
oh de alabanza y de respeto digna:

sino que, si mortal lengua se empeña
en hablar de sus siempre verdes ramos,
su presunción tal vez a Apolo indigna.



Poema Porque Una Hermosa En Mí Quiso Vengarse de Francesco Petrarca



Porque una hermosa en mí quiso vengarse
y enmendar mil ofensas en un día,
escondido el Amor su arco traía
como el que espera el tiempo de ensañarse.

En mi pecho, do suele cobijarse,
mi virtud pecho y ojos defendía
cuando el golpe mortal, donde solía
mellarse cualquier dardo fue a encajarse.

Pero aturdida en el primer asalto,
sentí que tiempo y fuerza le faltaba
para que en la ocasión pudiera armarme,

o en el collado fatigoso y alto
esquivar el dolor que me asaltaba,
del que hoy quisiera, y no puedo, guardarme.



Poema No Tengo Paz Ni Puedo Hacer La Guerra de Francesco Petrarca



No tengo paz ni puedo hacer la guerra;
temo y espero, y del ardor al hielo paso,
y vuelo para el cielo, bajo a la tierra,
nada aprieto, y a todo el mundo abrazo.

Prisión que no se cierra ni des-cierra,
No me detiene ni suelta el duro lazo;
entre libre y sumisa el alma errante,
no es vivo ni muerto el cuerpo lacio.

Veo sin ojos, grito en vano;
sueño morir y ayuda imploro;
a mí me odio y a otros después amo.

Me alimenta el dolor y llorando reí;
La muerte y la vida al fin deploro:
En este estado estoy, mujer, por tí.

Versión de Julián del Valle



Poema Mis Venturas Se Acercan Lentamente de Francesco Petrarca



Mis venturas se acercan lentamente,
dudando espero, el ansia en mí renace,
y aguardar y apartarme me desplace,
pues se van, como el tigre, velozmente.

Ay de mí, nieve habrá negra y caliente,
sierras con peces, mar que olas no hace,
y el sol se acostará por donde nace
Eufrate y Tigris de una misma fuente,

antes que ella una tregua, o paz, me ofrezca,
o Amor otro uso enseñe a mi señora,
que en contra mía ya han pactado alianza:

que si algo hay dulce, tras la amarga hora,
hace el desdén que el gusto desfallezca;
y de sus gracias nada más me alcanza.



Poema Mi Loco Afán Está Tan Extraviado de Francesco Petrarca



Mi loco afán está tan extraviado
de seguir a la que huye tan resuelta,
y de lazos de Amor ligera y suelta
vuela ante mi correr desalentado,

que menos me oye cuanto más airado
busco hacia el buen camino la revuelta:
no me vale espolearlo, o darle vuelta,
que, por su índole, Amor le hace obstinado.

Y cuando ya el bocado ha sacudido,
yo quedo a su merced y, a mi pesar,
hacia un trance de muerte me transporta:

por llegar al laurel donde es cogido
fruto amargo que, dándolo a probar,
la llama ajena aflige y no conforta.



Poema Los Que En Mis Rimas Sueltas de Francesco Petrarca



Los que, en mis rimas sueltas, el sonido
oís del suspirar que alimentaba
al joven corazón que desvariaba
cuando era otro hombre del que luego he sido;

del vario estilo con que me he dolido
cuando a esperanzas vanas me entregaba,
si alguno de saber de amor se alaba,
tanta piedad como perdón le pido.

Que anduve en boca de la gente siento
mucho tiempo y, así, frecuentemente
me advierto avergonzado y me confundo;

y que es vergüenza, y loco sentimiento,
el fruto de mi amor é claramente,
y breve sueño cuanto place al mundo.



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