poemas vida obra f

Poema Falsa Elegía de Rosario Castellanos



Compartimos sólo un desastre lento
Me veo morir en ti, en otro, en todo
Y todavía bostezo o me distraigo
Como ante el espectáculo aburrido.

Se destejen los días,
Las noches se consumen antes de darnos cuenta;

Así nos acabamos.

Nada es. Nada está.
Entre el alzarse y el caer del párpado.

Pero si alguno va a nacer (su anuncio,
La posibilidad de su inminencia
Y su peso de sílaba en el aire),
Trastorna lo existente,
Puede más que lo real
Y desaloja el cuerpo de los vivos.



Poema Flebas de Román Luján



El polvo cumple su final descanso.
A lo lejos, insectos antiquísimos,
cadáveres que flotan al arbitrio del cenit.
La ceniza de flores, nunca antes mancilladas
por la vista o el olfato, urde serpientes
que al chocar entremezclan sus perfumes,
su nostalgia de pétalos. En la arena
el sol deja morir fulgores líquidos,
señala con desgano el paradero de la brisa,
la púrpura mortaja que extiende la marea.
Una libélula incuba su progenie
en la oreja del náufrago; sobrevuela esa boca
repleta de sargazos y feroces astillas.
En el torso, la canícula esparce
larvas que destruyen los desiertos,
cicatrices en un álbum de pupilas.
En esta procesión de luces reventadas
en dunas, como en senos amargos,
la sangre tiene forma de murciélago.



Poema Fecha de Rolando Faget



nueva la luz total
la pueblo lejos
la púrpura la voz
agua tan fuego
tan de verdad feroz
sí fuerza y tiempo
ciclo buscando piel
el de la entera
sobria maraña cruz

no muro enero



Poema Frescura de Rogelio Sinán



Se burlaba el surtidor
-¡la risa casi lo ahogaba!-
porque la lluvia bajaba
y él la devolvía al Señor…



Poema Felices Los Normales de Roberto Fernández Retamar



A Antonia Eiriz

Felices los normales, esos seres extraños.
Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente,
Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,
Los que no han sido calcinados por un amor devorante,
Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más,
Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros,
Los satisfechos, los gordos, los lindos,
Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí,
Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura,
Los flautistas acompañados por ratones,
Los vendedores y sus compradores,
Los caballeros ligeramente sobrehumanos,
Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos,
Los delicados, los sensatos, los finos,
Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles.
Felices las aves, el estiércol, las piedras.
Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños,
Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan
Y nos construyen, los más locos que sus madres, los más borrachos
Que sus padres y más delincuentes que sus hijos
Y más devorados por amores calcinantes.
Que les dejen su sitio en el infierno, y basta.



Poema Fuera De Foco de Reina María Rodríguez



el toro de la primavera se me encima
estoy en celo
mi cuerpo untado de canela tiembla
como una cabra blanca.
entre tus piernas y mis piernas
un río fluye vegetal
hay ruido y mi oreja es un girasol
recién cortado.
no soy más que una línea
una espalda a contraluz
y los objetos del mundo se van todos
se elevan
para que lo difícil de nosotros
prevalezca.



Poema Fragmento de Ramon Lopez Velarde



Lluvia eterna
¡cómo azotas
el cristal de mi ventana!
si parece
que tus gotas
son el llanto
de una pena sobrehumana!



Poema Flor Temprana de Ramon Lopez Velarde



A Antonio Moreno y Oviedo.

Mujer que recogiste los primeros
frutos de mi pasión, ¡con qué alegría
como una santa esposa te vería
llegar a mis floridos jazmineros!

Al mirarte venir, los placenteros
cantares del amor desgranaría,
colgada en la risueña galería,
la jaula de canarios vocingleros.

Si a mis abismos de tristeza bajas
y si al conjuro de tu labio cuajas
de botones las rústicas macetas,

te aspiraré con gozo temerario
como se aspira en un devocionario
un perfume de místicas violetas.



Poema Fábula Dística de Ramon Lopez Velarde



A Tórtola Valencia

No merecías las loas vulgares
que te han escrito los peninsulares.

Acreedora de prosas cual doblones
y del patricio verso de Lugones.

En el morado foro episcopal
eres el Árbol del bien y del mal.

Piensan las señoritas al mirarte:
con virtud no se va a ninguna parte.

Monseñor, encargado de la Mitra,
apostató con la Danza de Anitra.

Foscos mílites revolucionarios
truecan espadas por escapularios,

aletargándose en la melodía
de tu imperecedera teogonía.

Tu filarmónico Danubio baña
el colgante jardín de la patraña.

La estolidez enreda sus hablillas
cabe tus pitagóricas rodillas.

En el horror voluble del incienso
se momifica tu rostro suspenso,

mas de la momia empieza a transcender
sanguinolento aviso de mujer.

Y vives la única vida segura:
la de Eva montada en la razón pura.

Tu rotación de ménade aniquila
la zurda ciencia, que cabe en tu axila.

En la honda noche del enigma ingrato
se enciende, como un iris, tu boato.

Te riegas cálida, como los vinos,
sobre los extraviados peregrinos.

La pobre carne, frente a ti, se alza
como brincó de los dedos divinos:
religiosa, frenética y descalza.



Poema Fronda Adentro de Ramón Dachs



e como un potro na planície nua
em ti entrei

Eugénio de Andrade

1.

En plena selva oscura, a media andada,
¿de quién sino de ti, gentil amiga,
de trato siempre amable y buen semblante,
recibiría gloria tan cumplida?

2.

Atravesando llanos, montes, ríos,
por sendas, valles, puertos, por collados,
cañadas, bosques, claros y riberas,
desiertos salvo, y mares, a tu amparo.

3.

Besan tus labios, pétalos de rosa,
besan, pezones exultantes, besas,
con lágrimas, ardiente, entera, besas,
piel toda tú, rosal alborotado.

4.

Ebrio de ti, te huelo, palpo, tomo,
tendida así, te lamo, siento, veo,
contigua a mí, te estrecho, beso, tengo,
que sin atino vago noche y día.

5.

Me gusta que reboses desbocada,
dando rienda suelta al goce entero,
inmensa altiplanicie de alegría
que turbadora alcanzas al galope.

6.

Me adentro en el paisaje por la fronda
más umbría, por la hondura más
angosta; por los musgos embebidos
de frescor de manantial, me adentro.

7.

Afortunado el día, el mes, el año,
dichoso el sitio justo, el punto exacto
en que nos vislumbramos por ventura
entrelazando frescas las miradas.

8.

Cual árbol que se yergue alzando ramas
que va expandiendo con follajes nuevos
al tiempo que se hienden sus raíces,
así tú y yo crecemos fronda adentro.

9.

Palabras acuciadas por los ecos
que tañen en los velos de la noche
emergen desde el magma más profundo
igual que lava ardiente por el cráter.

0.

¡Evoca en los sentidos lo sentido,
aviva, amor, el límite alcanzado,
delata, corazón, cuál es tu cénit
más alto, puro y nítido en la hondura!

*

En la montaña sola
sólo resuena el eco.
La luz penetra honda
hasta alcanzar el musgo.

**

Ebrio de hondura, como barco vago.



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