poemas vida obra f

Poema Final de Yolanda Bedregal



(Fragmento)

Ansiosa, ansiosa, ansiosa
como los cuerpos jóvenes,
allí donde quiebra la inquietud de los hombres,
allí donde diluyen su anhelo las mujeres,
en ese mismo límite
yo soy la curva flecha
que se lanza a sí misma.
Salí del duro sueño
que se rompió la quilla
contra la fina arista de mi primer naufragio.

Era mi nave nueva,
era mi sueño intacto.
Eras tú, marinero, un marinero abstracto
que me echaba en sus hombros -San Cristóbal enorme-
y yo un rosado peso: pétalo sin historia.

¿Ahora qué? Yo me digo.
El amor sólo existe en el borde del beso.
¿Y después? En el borde del sueño.
¿Y después? En el borde del mundo,
donde los hombres trizan su propia vida trunca
y donde las mujeres se alegran con las lágrimas.
En ese mismo borde
me detuve de súbito.
Me desnudaba el aire.
Por mis piernas subían suaves hilos rosados,
los senos me brotaron como pequeñas lunas.
Mi voz era la muda
rugiente voz de todas las mujeres del mundo.
Tres pinceladas ágiles
escribieron tres puntos en cruz sobre mi cuerpo.

En ese mismo borde
se me quedaron quietos
los breves pies errantes.
Mis brazos levantados
hacían señas largas
a los astros maduros.

Nieblas, nubes en polvo y líquidos arcoiris,
sangre de estrellas rotas, harapos de los mares
todo estaba caído en mis ojos cerrados
porque unos raros pájaros me arrancaron los ojos.

Ahora qué ¡Yo me dije!
Amor para mis quietos pequeños pies clavados.
Amor para mis ojos en el pico de un ave.
Para aquellos que saben desenterrar un sueño.

Los hombres están tristes porque el amor es eso.
Ya no te llamo ahora.
Ahora mi carne joven
tiene pequeñas lunas
y es más fácil hundirse
en el mar que en la tierra.



Poema Fotogafría En Obscuro de Winétt De Rokha



Resuena en las amapolas del cielo
mis historia de piedra dormida,
desde el suceso inmemorial de los crepúsculos.

Prolongo mares de árboles
besando el camino sin término.

Entrego a la vida mi sombra
de calle tranquila;
-balcón en la ciudad de los arabescos inusitados-.

Amo la línea que se escucha,
como el color inicial de la aurora, traduciéndose
en la palabra del hombre
o en la palabra roja del trueno.

Majadería de niño, que lanza su honda al espacio,
camina mi balbuceo discontinuo
creciendo del mar y del sol su mariposa.



Poema Franz Kafka de William Ospina



Padre, le digo, dame tres granos de cebada para despertar al
durmiente.
Pero mi padre no responde:
es un enorme jinete de bronce, alto sobre colinas y sinagogas.
Madre, le digo, aparta tanta niebla,
muéstrame un rostro dulce, del que broten palabras ingenuas.
Pero ella se ha perdido por los callejones de piedra
y sólo encuentro en el espejo sus ojos inmensos.
Abuelo, digo entonces, ya no luches más con el ángel,
ven a contarme historias junto al niego, mientras se hiela el Elba.
Pero el viejo me mira con ojos ausentes, y comprendo
que no es éste mi abuelo sino un viejo gitano que quiere venderme
un recuerdo.
Hermana, bella hermana, le digo,
toma mi mano que está oscuro en esta casa inmensa.
Pero a mi lado pasa una condesa polaca monumental y arrogante
y se escucha un violín, y se cierra una puerta.
Hermano, digo, qué bello cabalgas sobre el potro de madera y
de laca,
¿hacia dónde nos llevan estas tardes inciertas?
Pero él es sólo una imagen, una gris fotografía en mis nimios,
y a lo lejos, atroces, los cañones resuenan.
Goethe, le digo, cántame una canción romana,
haz que yo sienta en mi corazón esta antigua tristeza.
Pero la tumba calla y sobre ella vuelan grises palomas
y no puedo abrir este libro porque sus páginas son de ceniza.
Milena, digo luego, tal vez tú puedas finalmente salvarme,
dime que soy de carne y de sangre, que esto que me atenaza es un deseo
Pero ella se afantasma entre miles de seres escuálidos
y apenas si percibo dos llamas que se apagan muy lejos.

¿Entonces es delirio todo esto? ¿A quién puedo llamar que me
salve?
Su reino es de este mundo. Todos están aceptados y absueltos.
Son demasiado humanos, son demasiado justos,
y yo no logro hablarles con mi estruendo de élitros.
y no aprendí a cruzar las puertas,
y no sé defenderme.

Si ves dos grises ojos de gato en la gótica noche de Praga
comprenderás que temo morir si me duermo.
Si oyes una canción en la gótica noche de Praga
comprenderás que intento saber dónde me encuentro.
Si oyes un corazón en la gótica noche de Praga
comprenderás quién sostiene todo este sueño.



Poema Foto De Trovador de Washington Benavides



Probablemente, cuando su amigo
le sacó esta instantánea,
el trovador pensaba en inscripciones
de lápidas hebreas,
cisnes, bueyes perdidos.
Sentado en una silla,
lee un libro no determinado;
el cuerpo levemente en arco,
lentes de carey grueso, el pelo
corto (período de vacas flacas)
el buzo y pantalón -acaso- grises
(en el gris dominante de la toma).
La imagen, es imagen solitaria.
¿Leía en su retiro, esperando mejores
tiempos de la canción y de la alondra?
¿Leía en realidad? ¿O meditaba
el tono de aquel verso, aquel acorde,
en Alicia despojada de toda maravilla,
la relación filosa del tiempo y su trabajo,
esa segunda realidad que duele?
La delgada figura adolescente
(mano con cigarrillo)
absorta
es un detalle del friso. El friso
que no ves, porque eres parte
del mismo.
Fragmentaria
como toda aprehensión
de este terrible huevo.

De «Fotos» 1986



Poema Flor Profunda de Walter Morán



Flor profunda
perfumada de canela
abismo carnoso
bebo tu olor.

Perplejo en tu creación
salto al vacío
donde aquietas
mis convulsiones.



Poema Final De Un Poema de Viviane Nathan



Dejaré las notas en su sitio,
miraré más allá de los objetos,
cantaré hacia adentro, como siempre,
lloraré hacia fuera,
tomaré el peso acostumbrado de mi cuerpo,
giraré los pasos:
el futuro es un enigma…
Sentiré no sé qué cosas
y en las cálidas noches de estas tierras
dormiré como muchos,
con los ojos abiertos,
con el alma despierta
y mis pies sólo cubriendo la cama, en silencio.
Yo no sé conjugar los infinitos verbos
del idioma eterno…
No te conozco, compañero.
Mi vida es agradable comparándola con otras,
pero es escasa frente a mis expectativas.
Por eso te cuento
que cruzaré la vereda
y callaré
como siempre,
para que nadie se ría,
para que nadie cuestione,
para que nadie sepa lo sola que me siento.



Poema Figuras de Vilma Vargas



Cerca está el tiempo.
En la arcilla se refrescan algunas formas;
un hombre trabaja un cantero.
Alguien levanta la voz
que reposa en las piedras,
oculto dice una alabanza
a los jardines que un día recorrió,
con la mitad del cuerpo hundida en la luz
y la otra mitad hundida en la sombra.
Se sonríe despacio.
Y pobre es el regreso.



Poema Frente A Frente, Los Dos de Victoriano Cremer



Los dos damos igual: pálpito y celo.
El corazón nos juega su sonrisa
y un sol titiritero da en el suelo
desnucado, de su áurea cornisa.

Ni luna enardecida, ni alta brisa:
firmamentos de cal a tu recelo
y una hora inmóvil, silenciosa y lisa
desgranando en mis pulsos su desvelo.

frente a frente los dos, con nuestro beso
embridado de dientes y de brumas,
dudando en decidirse -libre o preso-
por lecho de cristal, nardos o espumas.



Poema Freudiano de Poemas de Amor y Románticos



Una noche después
soñé que eras mi padre,
reclinabas tu cabeza en mi pecho,
y eras también mi hermano.
Como en un ábaco
pasabas las cuentas de mi gargantilla
colmando las arcas del deseo
¡Mea culpa!

EVA MACÍAS ( México, 1944 )



Poema Fe de Poemas de Amor y Románticos



La tienes en tus brazos.
Duermes, y la sueñas,
y sabes que es un sueño
todo lo que de ella ves.
Y el corazón se te acelera,
tiembla de fe.
Sólo una cosa
que le propones
te da la prueba
de que te querrá despierto.
Admite que es un sueño
lo que dices de ella,
pero que por debajo
del sueño, es ella
la que tienes en tus brazos.

GABRIEL FERRATER, ( España, 1922 – 1972 )



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