poemas vida obra f

Poema Fue Al Pasar de Delmira Agustini



Yo creí que tus ojos anegaban el mundo…
Abiertos como bocas en clamor… Tan dolientes
que un corazón partido en dos trozos ardientes
parecieron… Fluían de tu rostro profundo

como dos manantiales graves y venenosos…
fraguas a fuego y sombra, ¡tus pupilas!… tan hondas
que no sé desde dónde me miraban, redondas
y oscuras como mundos lontanos y medrosos.

¡Ah, tus ojos tristísimos como dos galerías
abiertas al Poniente!… ¡Y las sendas sombrías
de tus ojeras donde reconocí mis rastros!…

¡Yo envolví en un gran gesto mi horror como en un velo,
y me alejé creyendo que cuajaba en el cielo
la medianoche húmeda de tu mirar sin astros!



Poema Fiera De Amor de Delmira Agustini



Fiera de amor, yo sufro hambre de corazones
de palomos, de buitres, de corzos o leones,
no hay manjar que más tiente, no hay más grato sabor,
había ya estragado mis garras y mi instinto,
cuando erguida en la casi ultratierra de un plinto,
me deslumbró una estatua de antiguo emperador.

Y crecí de entusiasmo; por el tronco de piedra
ascendió mi deseo como fulmínea hiedra
hasta el pecho, nutrido en nieve al parecer;
y clamé al imposible corazón… la escultura
su gloria custodiaba serenísima y pura,
con la frente en Mañana y la planta en Ayer.

Perenne mi deseo, en el tronco de piedra
ha quedado prendido como sangrienta hiedra;
y desde entonces muerdo soñando un corazón
de estatua, presa suma para mi garra bella;
no es ni carne ni mármol: una pasta de estrella
sin sangre, sin calor y sin palpitación…

¡Con la esencia de una sobrehumana pasión!



Poema Fiebre De Caballos de Damaris Calderón



Cuando te quedas,
Lidia,
más desnuda que estas paredes
yo siento miedo
de ser una mujer.
Tengo feroces dientes carniceros.
Comiérame tus ojos,
tus rodillas.
Cuando veo un sauce que se agita
no me acuerdo de Safo,
pienso en mí.



Poema Fantasmas De Hielo Y Sombra… de Concha Méndez



Fantasmas de hielo y sombra
animados y sin alma
me cercan por todas partes
adondequiera que vaya.

Me cercan y me persiguen,
pero nunca me acobardan,
porque al hielo que me oponen,
les opongo fuego o llama.

Con ellos estoy en duelo,
en duelo que no se acaba.



Poema Fin De Curso de Esther Giménez



Se sabe del amor por la querella
entre lo que has ganado y has perdido;
esa lucha ampulosa del sentido
contra la dependencia que lo sella.

Quizás en la tendencia a dejar huella
para que nadie más caliente el nido
o en el reír perverso, enloquecido,
tocando el centro exacto de una estrella.

Es la butaca incómoda de un cine:
la mente más curiosa y transitoria
se sienta por que el fin no se termine.

En el beso final, la vasta Historia.
Ese breve esplendor que nos define
la intemporalidad de la memoria.



Poema Fuerzas De Saberte de Claudia Casal Toledo



Hoy podría sacar las sombras de mis noches,
levantar a los piratas comulgados por la historia,
hacer un monumento en nombre de tu cuerpo.
Podría causarle glorias a la muerte,
descifrar enigmas que a nadie responden,
invocar indefinidas causas perdidas por el tiempo.
Hoy
mis fuerzas están en pleno golpe,
desatando tus suburbios,
mirándote reír de cualquier cosa,
abstracta de otras vidas.
Me desnudas hoy
como un adolescente que buscara aquel misterio,
como cuando te sobran las ganas de mirarme
y dejo que tu vientre me domine,
que me saque de las sombras y las dudas
por noventa días concebido,
de besarlo… por noventa días…
Yo que nunca amé más de la cuenta,
siento que hoy te amo como solo Claudia sabe
y nunca supo,
como cuando se redimen las distancias
y se altera el pensamiento de los actos
y se siente el pecho lleno
y se acude al grito,
al espasmo,
a la violencia del amor
inhóspito antes en mi cuerpo.
Hoy sé que tengo fuerzas… y nadie me lo ha dicho,
hoy puedo desarmar cualquier leyenda… que nadie ha contado,
hoy sé más que Dios,
más que cualquier grande señor de las historias.
Hoy
no necesito más sabiduría
que haberte aprendido de memoria.



Poema Fronteras de Claribel Alegria



Fui la nube
y la lluvia
y el mar
y quiero ser la tarde
y la muralla
y tú.



Poema Florecen Los Almendros de Claribel Alegria



Florecen los almendros
en Mallorca
y no estás para verlos.
De mi balcón anoche
los vi fosforecer.
Te llamé por tu nombre,
conjuré tu fantasma,
te perfilé de pétalos caídos
y una ráfaga de aire
te rasgo.



Poema Frivolidad de Clara Lair



Y así dije al amado&quotMarcharemos unidos.
Será tu nombre el eco de todos los sonidos.

Me trazará el camino la huella de tus pasos.
Me abrirá el horizonte la curva de tus brazos.

Le gritaré a la vida: ¡rompe, destroza, daña!
Yo tengo mi refugio: ¡su pecho es la montaña!

Le gritaré a la vida: ¡hunde, flota al azar!
Yo tengo mi oleaje: ¡sus ojos son el mar!

Y lo seguí al afán y a la ilusión del puerto.
Y lo seguí al vacío y al tedio del desierto.

Lo seguí sola y siempre, horas malas y buenas,
en la luz, en las sombras, en flores, en cadenas…

Y lo creí tan fuerte que le fui mansa y suave…
¡Él, el roble potente y yo, la pobre ave!

Y lo creí tan bravo que le fui fiel, sencilla…
¡Él, el mar tumultuoso y yo la quieta orilla!

¡Ay, uní lo infundible, y estreché lo disperso,
y quise hacer del cieno un lago limpio y terso…!

Mis ojos hechos llanto, mis labios hechos trizas…
¡Y su voz implacable pidiendo más sonrisas!

Mi cuerpo en el cilicio sangrando su querella…
Y su voz implacable diciendo: ¡sé más bella!

Mi alma en el infierno aullando su condena…
y su voz implacable diciendo: ¡sé más buena!

¡Carne fácil y blanda a todos los arrimos!
¡Carne blanda y traidora con uñas en los mimos!

Para todas los mismos rápidos arrebatos
Lúbrico cual los perros…falso como los gatos…

Y ahora digo al amante: óyeme, pasajero,
no me preguntes nunca hasta cuándo te quiero.

Si una noche de luna o una copa de vino
nos reúne en la misma revuelta del camino…

No me digas de sueños ni de sombras macabras
háblame solamente palabras, y palabras…

Júrame por la arena que acoge todo paso,
y lo graba o lo borra al azar, al acaso…

Júrame por la espuma que chispea y que brilla,
y que dura un instante de una orilla o otra orilla…

¡Ah, gato sin escrúpulos que a otras faldas se enreda
cuando ya todo es dado, cuando ya nada queda!

No me brindes los mimos de tus uñas, que ahora
sólo quiere collares de esta gata de Angora…!

Tú frívolo, yo frívola…Soy tu igual, camarada.
¡No has de quitarme todo para dejarme nada!



Poema Final de Paul Géraldy



Adiós, pues. ¿Nada olvidas? Está bien. Puedes irte.
Ya nada más debemos decirnos… ¿Para qué?
Te dejo. Partir puedes. Pero aguarda un momento…
está lloviendo. Espera que deje de llover.

Abrígate. Está haciendo mucho frío en la calle.
Ponte capa de invierno. Y abrígate muy bien.
¿Todo te lo he devuelto? ¿Nada tuyo me queda?
¿Tu retrato te llevas y tus cartas también?

Por última vez mírame. Vamos a separarnos.
Óyeme. No lloremos, pues necedad sería…
¡Y qué esfuerzo debemos los dos hacer ahora
para ser lo que fuimos… lo que fuimos un día!

Se habían nuestras almas tan bien compenetrado,
y hoy de nuevo su vida cada cual ha tomado.
Con un distinto nombre por senda aparte iremos,
a errar, a vivir solos… Sin duda sufriremos.

Sufriremos un tiempo. Después vendrá el olvido,
lo solo que perdona. Tú, de mí desunida,
serás lo que antes fuiste. Yo, lo que antes he sido…
Dos distintas personas seremos en la vida.

Vas a entrar desde ahora por siempre en mi pasado;
tal vez nos encontremos en la calle algún día.
Te veré desde lejos con aire descuidado,
y llevarás un traje que no te conocía.

Después pasarán meses sin que te vea. En tanto,
habrán de hablarte amigos de mí. Yo bien lo sé;
y cuando en mi presencia te recuerden, encanto
que fuiste de mi vida, «¿Cómo está?» les diré.

Y qué grandes creímos nuestros dos corazones,
¡y qué pequeños! ¡Cómo nos quisimos tú y yo!
¿Recuerdas otros días? ¡Qué gratas ilusiones!
Y mira en lo que ahora nuestra pasión quedó.

Y nosotros, lo mismo que los demás mortales,
en promesas ardientes de eterno amor creyendo.
¡Verdad que humilla! ¿Todos somos acaso iguales?
¿Somos como los otros? Mira, sigue lloviendo.

Quédate. ¡Ven! No escampa. Y en la calle hace frío.
Quizá nos entendamos. Yo no sé de qué modo.
Aunque han cambiado tanto tu corazón y el mío,
tal vez al fin digamos: «¡No está perdido todo!»

Hagamos lo posible. Que acabe este desvío.
Vencer nuestras costumbres es inútil. ¿Verdad?
¡Ven, siéntate! A mi lado recobrarás tu hastío,
y volverá a tu lado mi triste soledad.

Versión de Ismael Enrique Arciniegas



« Página anterior | Página siguiente »


Políticas de Privacidad